lunes, 3 de marzo de 2014

La última gota: "Tenemos que romper la impunidad de los agresores”



La última gota es un corto que habla sobre la violencia a la que se enfrentan las mujeres que denuncian malos tratos. Lo hace sin victimismo, recurriendo a la parodia e hilando fino, haciendo honor así al nombre del colectivo feminista Las Tejedoras, que lo ha escrito y producido. Charlamos con dos de ellas.

La violencia de género es un tema que se ha dejado un poco de lado dentro de los feminismos, pero vuestro corto lo aborda desde un enfoque novedoso. ¿Por qué es necesario que esta violencia siga estando en la agenda de los movimientos feministas?

Rocío Lleó: No ha hecho más que empezar el año y ya hay siete mujeres asesinadas [al cierre de esta edición eran ya nueve]. Parece que ya se sabe de la cuestión pero no se está haciendo nada. La intención del corto es encender un foco en un aspecto sobre la violencia hacia las mujeres que está invisibilizado y que es parte del proceso de violencia. Parece que una vez que has puesto la denuncia todo ha terminado, pero se desconoce qué pasa desde que tú denuncias y cómo te tratan policías, abogados y jueces. Siempre se te dice “denuncia por que así acaba el ciclo de la violencia” y no se habla del comienzo de un nuevo ciclo que llevan a cabo las propias instituciones. Una de las críticas que hacemos dentro del movimiento es justamente que la ley [de violencia integral contra la violencia de género] ha hecho que dejemos de trabajar este tema.

Julia Yagüe: Como mostramos en el vídeo, una medida estrella de esta ley fueron los Juzgados de Violencia, que al final están constituyendo una nueva revictimización y maltrato hacia las mujeres y también un empoderamiento de los agresores y una impunidad de la violencia machista. Desde el movimiento feminista y trans tenemos que definir qué entendemos por violencia machista y establecer un diálogo social para rechazarla. Tenemos que empezar a poner el dedo en quienes ejercen violencia y romper la impunidad de los agresores.

El formato academicista es aburrido, no contacta, se manejan términos que no llegan a todo el mundo

¿Cómo empezasteis a trabajarlo en el colectivo y por qué apostáis por un formato de corto?

Rocío Lleó: Hace un par de años decidimos centrarnos en la violencia de una forma sistematizada y con objetivo de tener algo tangible. Em­pe­zamos viendo distintas cuestiones que conforman la violencia contra las mujeres, los distintos actores que intervienen: coles, escuela, religión.. Fue un trabajo hacia adentro, de debate e intercambio. Nunca habíamos probado el formato vídeo y nos lo propuso una compañera que es directora de teatro. Ella elaboró el guión a partir de nuestras reflexiones teóricas y lo que habíamos recogido de los juzgados, porque en Las Tejedoras algunas compañeras han investigado el tema judicial, otras trabajan en contacto directo con víctimas de maltrato.

Julia Yagüe: Todo lo que le pasa a Clara [personaje principal] son cosas que nos han contado directamente. Yo tengo contacto directo con víctimas en el servicio donde trabajo, a veces el trabajo que realizamos allí es sobre lo que ha pasado en el proceso judicial, porque te cuentan barbaridades. Y al tener de frente esa realidad tan dura tienes las responsabilidad de transmitirlo.

Es un tema arduo y duro. ¿Es posible abordarlo con creatividad, desde formatos más lúdicos y que no nos victimicen?

Julia Yagüe: Ésa es la apuesta política de Tejedoras en general, tanto ahora con formato corto, como en otras acciones con formato canción o performance. Estamos trabajando temas muy duros, que nos preocupan, estamos luchando por la transformación pero no queremos que nos amargue la vida, porque “si no puedo bailar esta no es mi revolución” y “nuestra venganza es ser felices”. Cuando trabajamos sobre estos temas queremos disfrutar con ellos en la elaboración, a la hora de hacer el guión, de ponernos unas pelucas, hacer una canción, ponernos un disfraz... Pasarlo bien es muy importante. Por otra parte, el formato academicista es aburrido, no contacta, se manejan términos que no llegan a todo el mundo. Este formato de corto nos permite lanzarnos a la calle, estar con la gente, con un lenguaje muy sencillo.

Rocío Lleó: Y aunque es un tema dramático, nos parecía que el corto tenía que terminar de una manera esperanzadora: la protagonista sale de su casa con sus maletas y cantamos “con mujeres me he encontrado, me he organizado y ahora puedo al fin decir: fue la historia de un horror”.

Un dato que sorprende en el corto es el número de mujeres condenadas por las denuncias de sus maridos, presuntos maltratadores. La contradenuncia no sorprende tanto, pero sí que las condene la justicia.

Julia Yagüe: Hay hasta foros en internet donde se da consejo a los maltratadores sobre cómo actuar si su pareja les denuncia, por ejemplo, que cuando conozcan que su mujer ha interpuesto una denuncia hagan rápidamente un par­te de lesiones y pongan otra denuncia. Los 650 casos de 2011-2012 condenaron a ambas partes a lo mismo. Muchos abogados les están aconsejando precisamente eso, que interpongan la denuncia.

¿A quién interpelais con este corto?

Rocío Lleó: Nos parece interesante abrir un debate dentro del movimiento feminista pero que no se quede sólo en él. Es un corto que revuelve y eso está muy bien para generar procesos de transformación. Después de la proyección planteamos el debate sobre qué está pasando y qué queremos hacer desde el movimiento feminista. Pero también nos planteamos llegar a gente que ni por casualidad se ha planteado que esto pueda pasar.
 

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