Los planes de austeridad impuestos por la Unión Europea (UE) provocan
un rechazo frontal en la población de los países del sur de Europa como
España, Portugal o Grecia, donde se ha dado la paradoja de que la
policía se ha manifestado y enfrentado con sus propios colegas.
El sábado en Portugal el gobierno debió renunciar a imponer dos
medidas rechazadas por una contestación sin precedente en el país
sometido a asistencia financiera: un aumento de las cotizaciones pagadas
por los asalariados y una baja simultánea de las pagadas por las
empresas.
Hace una semana, cientos de miles de personas salieron
espontáneamente a las calles de Lisboa y en otras 30 ciudades
portuguesas contra estas medidas, al llamado de un movimiento creado a
través de redes sociales, que superó a los sindicatos.
En Grecia, los dos principales sindicatos del sector privado y del
sector público llamaron a una huelga general de 24 horas y
manifestaciones el miércoles 26 de septiembre, contra el nuevo paquete
de austeridad en curso de discusión.
El politólogo griego Ilias Nikolakopulos dijo temer un "accidente" en
los desfiles, lo que inflamaría un polvorín en un país en derrota,
donde los simpatizantes del partido neonazi Amanecer Dorado no cesan de
aumentar.
Lo común de los dos países es que se benefician de préstamos de la
eurozona y del FMI a cambio de imponer un rigor drástico y reformas
estructurales para liberalizar la economía en la esperanza de sanear sus
finanzas públicas y aliviar la deuda.
Sus vecinos también en dificultad -España e Italia- se ven sometidos
progresivamente a la austeridad sin que por el instante puedan recurrir a
una ayuda financiera UE-FMI.
"Hay un aumento de la contestación en todos esos países", reconoce
Bernadette Segol, que dirige la Confederación europea de sindicatos
(CES) en Bruselas.
"La población de los países en dificultades de Europa del sur ve muy
bien que esta extrema austeridad no funciona, pues no ve la salida del
túnel, lo que alimenta la desesperación y la cólera social", dijo.
En España, el descontento aumentó un grado más después de una serie
de reducciones presupuestarias anunciadas en julio, incluyendo a partir
del 1 de septiembre un alza del impuesto al valor agregado que afecta el
poder adquisitivo.
El 15 de septiembre, decenas de miles de personas llegadas de toda
España desfilaron en Madrid contra el rigor y los movimientos puntuales
prosiguen, como el de los funcionarios que se reúnen todos los viernes.
En Grecia, la vuelta al trabajo después de las vacaciones está
también marcada por un descontento de las corporaciones como jueces,
profesores, bomberos, militares y policías, que protestan contra las
nuevas bajas de salarios, que el gobierno se dispone a imponer.
El miércoles, las fuerzas antimotines lanzaron gases lacrimógenos
contra otros policías que manifestaban cerca del parlamento en el centro
de Atenas.
Frente a la ola de austeridad, los sindicatos "están en dificultad"
reconoce Bernadette Segol. Pues en su gran mayoría siguen alegando en
favor de una solución europea de solidaridad frente a la crisis, lo que
implica al menos un mínimo de aceptación de la austeridad.
Pero estos mismos sindicatos se ven impotentes frente al auge de los
movimientos populistas que proponen una ruptura con la UE y un repliegue
nacionalista o reivindicaciones autonomistas, como en las regiones
españolas.
Además del desmantelamiento progresivo del Estado providencial, que
disminuyó drásticamente las ayudas sociales y aumentó los impuestos, los
países sufren más que el resto de Europa, del aumento del desempleo que
afecta sobre todo a los jóvenes.
Segol espera que las autoridades europeas hayan tomado conciencia de
la coyuntura: "No se puede tener sólo reformas que dan prioridad a la
competencia y al debilitamiento de la protección social, cuando se sigue
con el fraude fiscal de las empresas y la evasión fiscal generalizada".
EISS