domingo, 30 de noviembre de 2014

CAMBIA EL SISTEMA, PARA QUE NO CAMBIE EL CLIMA LOS PUEBLOS INDIGENAS TE LLAMAN A LA ACCION

Pueblos del AbyaYala frente a los desafíos climáticos

Nosotros, representantes de los pueblos indígenas del AbyaYala y del mundo, reunidos en la Maloca del Pabellón Indígena de la COP20, desde el 2 de diciembre para discutir y reflexionar las causas del Cambio Climático en el mundo y aportar a los caminos de solución que se deben asumir en las Cumbres Mundiales, elevamos nuestra voz para decir:
1° El Cambio Climático está enfermando nuestra Madre Tierra, está interrumpiendo la unidad entre humanos y naturaleza que durante siglos ha permitido la vida sobre el planeta.  Esta situación nos provoca un sentimiento profundo de tristeza porque impacta en la relación que los pueblos indígenas hemos desarrollado con la naturaleza; una naturaleza viva que la comprendemos como totalidad de la que formamos parte.  Así, si se enferma la Tierra,  los pueblos indígenas también nos enfermamos.
2° Los jefes de Estados están reunidos para discutir este problema, para buscar soluciones al desastre que se viene produciendo con la Madre Tierra.  Sin embargo, vemos con gran preocupación que las salidas que se están buscando no hablan del verdadero problema, y por lo tanto no cambiarán el destino de desastre en el cual estamos.  Estamos afectando la Madre Tierra y no se está encontrando soluciones verdaderas que reviertan el proceso, que protejan y defiendan la integridad de la naturaleza.
3° Para nosotros, los pueblos indígenas del AbyaYala y del mundo, el desastre que se está produciendo con la Madre Tierra tiene un origen, una causa estructural; tiene que ver con un modo de desarrollo que se ha instaurado y generalizado en el mundo, un modo de vida que busca incansablemente crear nuevas necesidades, aunque éstas sean fugaces.  Estamos ante un modelo de desarrollo que tiene como centro la producción de riqueza y la distribución profundamente desigual de ella. 
4° El modelo de desarrollo que está enfermando la Madre Tierra tiene nombre y apellido, se llama capitalismo del siglo XXI, y aquí en el AbyaYala tiene un rostro perverso de largo aliento llamado extractivismo, extracción de riqueza y expropiación de territorios a favor del capital global, a favor de la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y despojo de territorios para los pueblos indígenas.  Nos están despojando de nuestro Vivir Bien y Vida Plena que implica vivir en armonía con la naturaleza.
5° El extractivismo del AbyaYala se muestra en todas las iniciativas que toman los gobiernos de nuestra región y que implican: ampliación de la frontera hidrocarburífera, priorización de las actividades mineras y de hidroeléctricas respecto de las necesidades de los pueblos, crecimiento de la deforestación para la conversión de los bosques en zonas con cultivos agroindustriales.  Lo más triste de esta situación es que los gobiernos de izquierda y de derecha se comportan de manera similar ante la acumulación por despojo como característica fundamental del capital global, cuyas principales víctimas somos los pueblos indígenas
6° Los gobiernos progresistas de nuestra región, los que acuñaron el horizonte del socialismo del siglo XXI, en realidad se han convertido en hacedores e impulsadores del capitalismo del siglo XXI.  Usando frases populares como Revolución Ciudadana o Revolución Democrático Cultural, redistribuyendo riqueza de manera menos asimétrica y componiendo sus gobiernos con algunos sectores sociales que en un pasado formaron parte de las luchas, hoy en día pretenden mostrarse como alternativos sin modificar las claves y los compases de ese rostro reverso de larga data del capitalismo global que en nuestra región del AbyaYala se llama extractivismo.
7° Nosotros, los pueblos indígenas del AbyaYala, hemos resistido y luchado a lo largo de nuestra historia con este modelo de desarrollo, con este modelo de colonización, con este modelo de acumulación de riqueza fundamentado en el despojo de nuestros territorios y recursos naturales.  Con nuestras luchas hemos buscado dignificar el nacimiento colonizado de los Estados y Naciones que conforman el AbyaYala, que conforman la región de América Latina, por eso no nos sorprende que un derecho tan fundamental como es el de Consulta para el consentimiento libre e informado, hoy día sea utilizado como una herramienta que antes que proteger el Derecho de Consulta, lo desnaturaliza y usan a su antojo. 
8° Este panorama nos lleva a convocar a todos los pueblos del mundo, y a quienes  se congregan en la Cumbre de los Pueblos en Lima-Perú, a tomar caminos alternativos que nos acerquen a las verdaderas soluciones del Cambio Climático, a las verdaderas soluciones que reviertan los impactos que está sufriendo la Madre Tierra.  La defensa de la Madre Tierra y sus derechos es también la defensa de los pueblos y la vida.  La acumulación de riquezas a cambio del despojo de nuestros territorios es la agenda de las grandes corporaciones financieras y económicas que están metidas dentro en los Estados. 
9º Llamamos a persistir en nuestro  camino de la autodeterminación de los pueblos, de la sociedad civil organizada, como la alternativa principal que nos permitirá encontrar salidas al problema estructural del Cambio Climático.Consolidar y reconstituir nuestra Territorialidad y titularidad integral de nuestros territorios y el control de todos sus recursos. Detener  los grandes motores del calentamiento global como son las operaciones extractivas y agroindustriales. Exigir el acceso directo de los fondos climáticos, y en especial de las mujeres indígenas en las estrategias de adaptación. Detener la criminalización y judicialización de la libredeterminación porque es imposible defender a la madre tierra persiguiendo a los que la defienden.
NI  DESPOJO  COLONIAL  NI  DESARROLLISMO EXTRACTIVISTA


SOLUCION CLIMATICA  GLOBAL :

TERRITORIALIDAD y LIBREDETERMINACION DE LOS PUEBLOS INDIGENAS PARA EL BUEN VIVIR Y VIDA PLENA PARA EL ENFRIAMIENTO GLOBAL

México: la "revolución" de Peña Nieto

Guillermo Almeyra



Lo que estamos presenciando en México desde los años 80 y, precipitada y brutalmente, durante el gobierno de Peña Nieto, digno continuador del nefasto sexenio de Calderón, no es una revolución pasiva a la Gramsci, transformadora y modernizadora del capitalismo en México, sino lisa y llanamente un feroz aniquilamiento de todas las herencias sociales, políticas, económicas, culturales, morales que aún subsistían de la Revolución Mexicana, o sea, de la alianza entre los campesinos rebeldes y un sector progresista de las clases medias.

Peña Nieto está terminando de reducir a escombros las viejas relaciones sociales y los viejos derechos que constituyeron el Estado mexicano y está terminando de convertir el territorio nacional en un apéndice del sur de Estados Unidos, abierto al saqueo de sus recursos naturales y de su mano de obra con costos laborales miserables.

Según autoridades de Washington, México es controlado por el Pentágono y forma parte de la Seguridad del país del norte, cualquiera que sea el tamaño de las banderas en el Zócalo y les guste o no a los militares patriotas en las fuerzas armadas. Militares y policías gringos, de civil o con uniforme, actúan abiertamente en territorio mexicano. La economía, las finanzas, la diplomacia, el petróleo, los bancos, la gran minería, el gran comercio, las universidades donde se forma una élite de cipayos, de siervos y adoradores del gran capital, todo está en manos de las trasnacionales. El gobierno y las élites pan-priístas que heredaron el racismo de los partidarios de la Colonia, de Iturbide, de Maximiliano, de los científicos porfirianos, desprecian y odian al pueblo mexicano, que consideran formado por seres inferiores, nacos, igualados, indios pata rajada. Por eso matan y torturan como cosa normal.

Enrique Peña Nieto le ha dado el tiro de gracia a la soberanía y la independencia nacionales, con el apoyo de los parlamentarios fascistas del PRI y del PAN y de los lamebotas del PRD y demás partidos paleros. Se mantiene mediante una represión cada vez mayor, estrechando continuamente los márgenes de una democracia formal que no toleran y que, en México, siempre estuvo acotada y manchada por los gobiernos de los usurpadores de la Revolución Mexicana, en cuyo nombre gobernaron durante decenios, están separados de los trabajadores por sus intereses clasistas y se dedicaron a enriquecerse y construir relaciones capitalistas.

Medio México repudia hoy activamente la política de Peña Nieto y exige su renuncia; el otro medio está formado por las clases medias y populares urbanas más conservadoras, incluso reaccionarias y fascistas, y por cientos de miles de pobres gentes sin información, cultura ni educación política, que buscan obtener de cualquier modo un mendrugo de pan, emigrando, robando, prostituyéndose, vendiendo el voto o aceptando cualquier abuso sin rebelarse.

Peña Nieto es un nuevo Santa Anna en pequeño, ni siquiera un Mussolini. Porque éste, ex sindicalista revolucionario, ex dirigente del Partido Socialista, ex director del periódico de ese partido –entonces revolucionario–, hizo la política de la gran industria y de la finanza pero intentó desarrollar la soberanía italiana incluso con pretensiones imperiales, y modernizó las infraestructuras y la industria logrando amplio apoyo popular y social hasta los años 40. Golpeó y sometió a los sindicatos, persiguió a la izquierda y a los demócratas de todo tipo pero simultáneamente hizo una propaganda demagógica contra la plutocracia, o sea, los capitalistas competidores con los italianos.

Mussolini llegó al poder en un verdadero ejemplo de revolución pasiva porque la izquierda no pudo conquistarlo ni tuvo fuerzas para hacerlo pero sí para asustar a las clases dominantes, que aceptaron que una pandilla de desclasados y aventureros los defendiese desde el gobierno, esperando controlar a esos gánsteres. El Estado capitalista mussoliniano intentó hacer de Italia una potencia mundial, dueña del Mediterráneo, colonialista, naturalmente independiente… hasta que se sometió a su aliado nazi. En México no hubo ese empate social entre izquierda y derecha ni los capitalistas temían por su poder. Peña Nieto gobierna para el capital extranjero y para una exigua oligarquía que concentra la riqueza. Anuló la soberanía alimentaria, la energética, la militar, la política. Ni se hable de industrialización y crecimiento económico: destruye el mercado externo y manda el excedente de trabajadores a la emigración sin protección alguna.

El Estado es actualmente un semi Estado y está descompuesto en poderes locales, caudillescos y/o delincuenciales, como el Estado chino de los Señores de la Guerra de los años 30. Además, el país está ilegalmente militarizado y los que deberían ser ciudadanos son en realidad súbditos y rehenes. ¿Dónde está la modernización? Hay sólo una adecuación al funcionamiento ideal para el capital internacional, sin leyes ni fronteras y con los restos de los estados sólo para la represión social y la defensa de un capital ladrón, despojador, insaciable…

La única modernización posible en México podrá provenir de un gobierno de los trabajadores que disuelva el Parlamento, controle la justicia y convoque a una Asamblea Constituyente regeneradora y refundadora. La autorganización popular, la extensión de las policías comunitarias y de las autodefensas, el funcionamiento asambleario de cada localidad, deben coordinar y ser la base de la resistencia civil que debe trabajar para imponer un cambio social profundo y popular. Limitarse a pedir en abstracto un nuevo Constituyente, o sea, que el actual Congreso modifique la Constitución, equivale a creer que este gobierno puede ser justo, legal y organizar elecciones limpias. O sea, pedir que, por un milagro, los cerdos vuelen…


(Tomado de La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2014/11/30/opinion/022a2pol)