Sólo ha faltado Oriana Fallaci. La musa de los políticos que juegan la carta del racismo y la amenaza de una Europa islamizada, su temida Eurabia, habría tenido que realizar ejercicios de funambulismo similares a los de los dirigentes de los partidos de extrema derecha, a quienes la masacre de Utoya ha dejado descolocados.
Y es que mantener a toda costa el discurso radical que inspiró a Anders Behring Breivik para asesinar a 77 personas, la mayoría adolescentes del Partido Laborista noruego, ha provocado que varios de esos ultras se hayan retratado para vergüenza de sus formaciones políticas.
Uno de los que peor ha salido en la foto ha sido el euro-parlamentario italiano Mario Borghezio, un peso pesado de la xenófoba Liga Norte. El miembro del Comité de libertades civiles, Justicia e Interior del Parlamento Europeo, proclamó el pasado martes: "La ideología de Breivik es la misma que la de Oriana Fallaci, la misma que yo he propugnado siempre". Borghezio, que calificó a Breivik como "inestable", también afirmó que "los cristianos no deberían ser animales para ser sacrificados, debemos defenderlos".
Tres días después, y tras un aluvión de críticas desde dentro y fuera del Gobierno italiano, al que pertenece como socio la Liga Norte, su formación decidió suspenderlo durante tres meses. La suspensión también afecta a su cargo como presidente del partido en la región del Piamonte. Borghezio se presentó ayer en la Embajada de Noruega en Roma para pedir perdón, alegando que sus palabras fueron "malinterpretadas".
El jefe de organización de la Liga, Roberto Calderoli, ministro sin cartera en el Gobierno de Silvio Berlusconi, tuvo que pedir disculpas públicas a Noruega "y, sobre todo, a las familias de las víctimas, por estos comentarios inefables hechos a título personal por Borghezio".
Pero, arruinando el esfuerzo de Calderoli por moderar la posición de la Liga Norte, otro pez gordo de la formación, Francesco Speroni salió para dar su apoyo total al ultra Borghezio. "Estoy con él y no creo que deba dimitir", proclamó Speroni, senador y exministro con Berlusconi.
Camino a 'Eurabia'
"Las ideas de Breivik son para defender la civilización occi-dental", afirmó Speroni. "Si sus ideas (las de Breivik) son que nos encaminamos hacia Eurabia y ese tipo de cosas y que la civilización cristiana debe ser defendida, entonces estoy de acuerdo con él", dijo Speroni a la italiana Radio 24.
Tanto Borghezio como Speroni fueron ayer adelantados por la derecha por el diputado austriaco Werner Königshofer,miembro del Partido Liberal Austriaco (FPÖ).
Königshofer afirmó en su página web que las muertes de Oslo debían servir para reflexionar "sobre el valor de la vida humana" y, en concreto, "el hecho de que millones de niños nonatos mueran en el útero de sus madres cada año en Europa".
Tras el atentado de Oslo y la masacre de Utoya, Königshofercriticó en su página de Face-book la profusión de infor-maciones acerca del peligro que representaba la ultraderecha en Europa y aseguró que la amenaza islamista había golpeado al continente "mil veces más".
El polémico diputado ya había sido criticado antes por la oposición a causa de sus contactos con el movimiento neonazi austriaco. El FPÖ le expulsó ayer de la formación con carácter inmediato, según informó la agencia Efe.
El líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, aseguró ayer en una entrevista con el diario Österreich que su exclusión tiene efecto inmediato por desarrollar "una conducta perjudicial al partido" y por desobedecer reiterados llamamientos a la "moderación".
El FPÖ obtuvo el 17,5% de los votos en las elecciones legislativas de 2008, aunque en los sondeos de los últimos meses se situaba como la primera preferencia electoral en los sondeos, con alrededor de un 29% de los votantes, por delante de socialdemócratas y conservadores.
En las elecciones de 2008, la formación recibió muchas críticas por comparar la inmigración actual procedente de Turquía con el sitio de Viena por el Imperio Otomano en 1683, un argumento también utilizado por Breivik.
Preocupados por mostrar ahora su cara más moderada, los partidos xenófobos han intentado esta semana que sus miembros mantuvieran, con mayor o menor éxito, un perfil bajo. Entre los que tampoco lo ha conseguido se encuentra el Frente Nacional de Francia. Jacques Coutela, un candidato regional del partido de Marine Le Pen, ha sido el que ha patrocinado el disgusto.
Poco después de la matanza de Utoya, Coutela escribió en su blog que Breivik era "un resistente", "un icono" y "el primer defensor de Occidente". También lo comparó con Carlos Martel, el personaje medieval que detuvo la ofensiva musulmana en Tours en el año 732.
Después borró la entrada y en su lugar publicó otro post en el que condenaba los actos de Breivik. Demasiado tarde. El Movimiento contra el Racismo, que le acusó de "incitación al odio", presentó una querella contra Coutela y el Frente Nacional lo ha suspendido hasta que comparezca ante una comisión del partido para dar explicaciones.
Breivik también ha dado a la Liga de Defensa Inglesa (EDL en sus siglas en inglés) más publicidad de la que sus dirigentes hubieran deseado. El movimiento de extrema derecha, antiislámico y vinculado con los grupos de hooligans del fútbol inglés, estaba decidido a completar una exitosa transformación en partido político hasta que Breivik presumió en su manifiesto de ser "una de las personas que les aportó material ideológico en su creación".
"Bomba de relojería"
Stephen Lennon, que fundó la banda en 2009, ha negado esta semana que su grupo tenga alguna relación con el terrorista noruego. "Lo que ha pasado en Oslo muestra la desesperación a la que la gente está llegando en Europa. Se trata de una bomba de relojería", afirmó Lennon.
El Partido a Favor de los Ciudadanos Alemanes también ha negado que haya similitudes entre las formaciones de extrema derecha y el ideario de Breivik. "Su mensaje de destrucción y odio no tiene nada que ver con nuestros valores cristianos y conservadores", afirmó su presidente, Manfred Rouhs.
Numerosas formaciones de extrema derecha europea se desvincularon del terrorista. Como el Partido de la Libertad de Holanda, alabado por Breivik, desde el que definieron al asesino como "un enfermo de carácter violento".