Vía Campesina
Resoluciones y Mociones de Yakarta
Hoy hay más personas en el mundo padeciendo hambre que en cualquier otro
momento de la historia humana. A su vez, el Banco Mundial recomienda
cada vez más programas asistencialistas, compensatorios, "focalizados",
productivistas, privatizadores y de liberalización de mercados, para
supuestamente acabar con el hambre.
Y cada vez más los gobiernos, muchas veces hermanados con el sector
privado nacional y transnacional, se esfuerzan por implementar estos
programas. El resultado ha sido más hambre y más pobreza en el campo y
en la ciudad, irónicamente con mayores oportunidades para la inversión y
las ganancias privadas.
El hambre y la pobreza son las más nuevas "commodities" (mercancías)
para especular con ellas en los mercados al costo de los hambrientos y
los pobres. Esta es la triste realidad. Si los gobiernos y las
instituciones multilaterales de verdad quisieran reducir el hambre, la
pobreza y la miseria, deberían empezar por asumir las verdaderas causas
estructurales de las mismas y diseñar políticas públicas de Estados y
apoyar las iniciativas de los movimientos dirigidas a atacar dichos
problemas en su raíz.
La causas
El hambre y la pobreza tienen sus causas estructurales en el sistema
capitalista. Aunado a esto, las políticas neoliberales de recorte de
presupuestos y servicios, y de transnacionalización de nuestras
economías, empeoran tanto las estructuras de inequidad como las
condiciones actuales para nuestros pueblos. Los programas
asistencialistas y compensatorios no hacen nada para rectificar esta
situación; más bien enmascaran las causas verdaderas y permiten que se
sigan transformando nuestras economías en contra de nuestros propios
intereses.
El sistema económico, capitalista global, ha generado diversas crisis,
cuyas manifestaciones locales y regionales nos golpean más, incluyendo,
entre otros, los efectos de la crisis global de los precios de los
alimentos y de la crisis climática. Los alimentos subvencionados y
baratos importados por las empresas transnacionales, posibilitados por
los tratados de libre comercio, rebajan los precios que recibimos por
nuestros productos agrícolas, obligando a las familias campesinas a
abandonar el campo y a migrar a las ciudades, mientras se socava la
producción alimentaria local y nacional. Justo cuando se haya suprimido
la producción nacional de alimentos, sus precios se dispararán en los
mercados internacionales, generando hambrunas que pudieran haber sido
evitadas por políticas de Estado que apoyaran la producción campesina
nacional de alimentos en cada país, a través de sus sistemas de
producción.
Los inversionistas extranjeros, invitados por algunos de nuestros
gobiernos, acaparan las mejores tierras de labranza, desplazando aún más
a los campesinos y campesinas locales, productores y productoras de
alimentos, y reorientando las tierras hacia la minería, siendo social,
cultural, política, económica y ambientalmente devastadora, hacia las
plantaciones de agrocombustibles que alimentan a los automóviles en vez
de a las personas y hacia otras plantaciones dedicadas a la exportación,
que atentan contra la Soberanía Alimentaria de nuestros pueblos y sólo
enriquecen a unos pocos. Hay cada vez menos tierra para producir
alimentos para las personas, y cada vez más para minas y desiertos
verdes. La privatización por la venta y la contaminación del agua
significa que los únicos que pueden regar son los dueños multinacionales
de las plantaciones para agrocombustibles y la exportación.
Al mismo tiempo, las emisiones descontroladas de gases de efecto
invernadero y la contaminación del aire proveniente de los Países
Desarrollados y del sistema agroalimentario global de las corporaciones
-basado en el transporte a largas distancias y en la agricultura
industrial- están cambiando el clima en nuestro detrimento. Nuestras
tierras se vuelven más áridas, con cada vez mayor escasez de agua,
afrontamos incrementos de las temperaturas y condiciones progresivamente
más extremas, tales como fuertes tormentas, huracanes, inundaciones y
sequías. Las fechas de las épocas lluviosas se han vuelto completamente
impredecibles, de manera que ya nadie sabe más cuándo sembrar. Todo esto
daña a las familias campesinas y pueblos originarios y afecta a la
producción alimentaria. También, nos enfrentamos a la imposición de las
semillas transgénicas en nuestros países, que amenazan la integridad de
nuestras variedades locales de semillas –esenciales para hacer frente al
cambio climático- y la salud de nuestros consumidores y consumidoras.
Frente a esta dura realidad, La Vía Campesina Internacional, reunida en
la VI Conferencia Internacional, en Yakarta, Indonesia, desde el 9 al 13
de junio de 2013, ha analizado posibles soluciones reales al hambre y
la pobreza en nuestro mundo, al atacar las causas estructurales de
dichos problemas y sobre todo en las zonas rurales de todos los países.
En base a eso, hemos elaborado los siguientes lineamientos para los
gobiernos y para las instituciones multilaterales que verdaderamente
quieran erradicar el hambre, la pobreza y la miseria. Estos son:
1. El eje rector de todas las políticas públicas de los gobiernos y de
los organismos internacionales debe ser garantizar la alimentación de
todos los seres humanos, donde los alimentos no sean apenas una
mercancía, como está establecido en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
2. Garantizar el acceso campesino e indígena a la tierra, el agua y las semillas nativas.
a. asegurando que cada familia y comunidad campesina e indígena disponga
de tierras fértiles para trabajarlas, a través de una reforma agraria
integral.
b. viabilizando el acceso al agua, tanto potable como para riego (bajo
esquemas artesanales que no dañen a la Madre Tierra), para todas las
familias que vivan en las zonas rurales. El agua es un derecho universal
de todos los seres humanos, y no debe ser propiedad privada de nadie;
c. apoyando los bancos de campesinos de semillas: estimulando el
rescate, multiplicación e intercambio de semillas locales, mejoradas por
los propios procesos de fitomejoramiento campesino;
d. impidiendo el control privado y extranjero de los recursos naturales.
3. Garantizar la producción campesina e indígena de alimentos:
a. Proveyendo los recursos económicos y técnicos que aseguren la producción de los/las campesinos/as y Pueblos Indígenas;
b. Creando y estableciendo que los programas de adquisición pública de
alimentos, en todos los niveles de gobierno, compren de manera
anticipada y con precios justos, la producción campesina e indígena de
alimentos de las familias, comunidades y cooperativas. La alimentación
no puede ser condicionada por la fuerzas del mercado;
c. Disponibilizando recursos para instalar pequeñas agroindustrias
campesinas y comunitarias, en forma de cooperativas, para que el valor
agregado quede en manos campesinas;
d. Implementando programas de reforestación con árboles nativos y frutales en todas las zonas campesinas.
e. Implementando programas que promuevan la soberanía energética en
todas las comunidades rurales, en base a recursos locales existentes, a
través de sistemas de alimentación, medio ambiente, y energía.
f. Teniendo en cuenta la formación en agroecología en el sistema educativo en todas las zonas rurales.
4. Garantizar el acceso de las comunidades rurales a una educación
pública, universal, gratuita y de calidad: una educación, que estimule a
la juventud a quedarse en el campo y que no aliente al abandono de las
áreas rurales.
5. Asegurar un porcentaje del presupuesto público de la educación 10%,
la salud 10% y la producción campesina de alimentos 20%, en lugar de
dedicar recursos públicos al pago de intereses de deuda.
6. Garantizar un ingreso digno a todos y todas los trabajadores y
trabajadoras para que puedan adquirir una dieta adecuada y basada en los
principios de la Soberanía Alimentaria.
7. El Estado debe establecer sistemas previsionales tripartitos justos y
solidarios que garanticen una pensión o jubilación digna a cada
trabajador/a.
8. Se debe prohibir todo tipo de discriminación (en base a sexo, género,
color de la piel, etnia, religión, identidad, etc.), actuando
efectivamente para evitar la misma.
9. Exigimos a los gobiernos de los países productores de petróleo que
aprueban en la OPEP un porcentaje sobre todas las transacciones de
petróleo en el mundo, y que los fondos recaudados vayan a un fondo para
acabar con el hambre.
http://viacampesina.org/es/index.php/nuestras-conferencias-mainmenu-28/6-yakarta-2013/declaracion-y-mociones/1795-plataforma-de-la-via-campesina-para-combatir-el-hambre-y-la-pobreza-en-el-mundo-rural
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