Pocos dudan de la reelección por un margen aplastante de Paul Kagame en las elecciones presidenciales que tendrán lugar mañana lunes en Ruanda, los segundos comicios que se celebran en el país africano desde el genocidio que costó la vida de más de 800.000 personas y en el que el mandatario jugó un papel esencial al frente del brazo armado de su movimiento, el Frente Patriótico Ruandés (FPR).
No se puede entender la historia de África del último cuarto de siglo sin tener en cuenta la figura de Kagame, aclamado por sus simpatizantes como un icono de África, y repudiado por sus detractores como "el mayor criminal de guerra activo del mundo". El propio Kagame ha reconocido que ha sacrificado un modelo de democracia occidental a cambio del fin de la violencia a través un régimen centrado en la figura presidencial.
Con ello, se ha desarrollado una economía particularmente floreciente que se espera que alcance un crecimiento del 6% este año. Ruanda es, a día de hoy, uno de los cinco países más atractivos para los inversores, a juicio del Banco Mundial, y el país menos corrupto de África Oriental, según refleja un estudio realizado por Transparency International.
Sin embargo, los numerosos incidentes que han tenido lugar en el período de precampaña arrojan graves sospechas sobre el respeto a los Derechos Humanos en el país africano. En los últimos meses, se tiene constancia del asesinato de un periodista y un político, ambos críticos con la labor de Kagame.
No hay pruebas que relacionen al presidente con estos incidentes, pero sumados a las detenciones de políticos opositores --acusados invariablemente del cargo "negación del genocidio"-- parece revelar un patrón de intolerancia que para muchos, no obstante, es un precio a pagar para curar las heridas de uno de los acontecimientos más terribles de la historia reciente de África.
1994
Kagame es el hombre fuerte de Ruanda desde hace 16 años. Su reputación comienza a construirse en 1994, cuando las milicias del FPR inician una contraofensiva destinada a poner fin a la campaña de asesinatos masivos y violaciones sistemáticas emprendida por la milicia hutu, la llamada Interahamwe (Fuerza) contra los tutsis y los hutus moderados tras el asesinato del presidente ruandés Juvenal Habyarimana y de su homologo de Burundi, Cyprien Ntaryamira.
El FPR logró expulsar al Ejército hutu cien días después del inicio de la ofensiva, que para entonces se había cobrado las vidas de 800.000 personas y que, en última instancia, arrastró a la vecina Zaire, ahora República Democrática del Congo, al conflicto armado más largo de la historia de África, y que se cobró las vidas de cinco millones y medio de personas.
El Parlamento ruandés declaró a Kagame presidente de jure del país en 2000, un cargo ratificado tres años después en los primeros comicios presidenciales celebrados tras la masacre, y en los que el mandatario se hizo con el 95 por ciento de los votos y garantizó su estancia en el poder durante los siguentes siete años. Desde entonces, su labor se ha centrado en potenciar la economía del país y las relaciones comerciales con sus vecinos, en particular la RDC, donde su influencia sobre las conflictivas zonas de Kivu Norte y Kivu Sur es inapelable, en particular en lo que se refiere a los ricos recursos minerales --tantalio y tungsteno, en particular-- de estas regiones congolesas.
La política de normalización de Kagame se ha percibido incluso en el exterior, con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Francia, rotas en 2006 desde que un juez parisino le acusara de estar detrás del asesinato de Habyarimana, precisamente el mismo evento que desató el genocidio.
Para ONG como la Red de Entidades de Desarrollo Solidario (REDES), "lo más grave y sorprendente" es que estas cifras de víctimas "han pasado desapercibidas para la comunidad internacional". "La principal causa generadora de este conflicto es el saqueo por parte de su Ejército de los ingentes recursos minerales de la República Democrática del Congo". Kagame, al que calificaron como "el mayor criminal de guerra en activo del mundo", ha participado en este saqueo "tanto directa como indirectamente, a través de grupos armados que financia y apoya en beneficio de grandes multinacionales".
De hecho, el juez de la Audiencia Nacional de España, Fernando Andreu, vio en 2008 "indicios" de la implicación de Kagame en la matanza, en la que murieron nueve misioneros y cooperantes españoles. El magistrado no pudo procesarle porque como jefe de Estado tiene inmunidad de jurisdicción y de ejecución. Sí dictó en cambio órdenes de detención internacionales para 40 militares del Gobierno ruandés por delitos de genocidio, crímenes de lesa Humanidad y terrorismo.
CLIMA DE MIEDO
Amnistía Internacional (AI) ha lamentado el "clima de miedo" que se vive actualmente en el país tras los recientes asesinatos del periodista Jean-Leonard Rugambagem el pasado 24 de junio en su domicilio de la capital, Kigali. Rugambagem estaba investigando la muerte, presuntamente a manos de los servicios de inteligencia ruandeses, del general Faustin Kayumba Nyamwasa en su exilio de República Sudafricana.
Además, Amnistía afirma tener fotografías de los restos mortales del vicepresidente del partido opositor de los Verdes Democráticos --escindido del FDR--, Andre Kagwa Rwisereka, decapitado el pasado 14 de julio en el sur del país.
También fue retenida la periodista Agnes Uwimana, que cumplió en su momento un año de cárcel por difamación y por alentar las divisiones étnicas, y que el pasado mes de julio fue arrestada por las fuerzas de seguridad el pasado por publicar un artículo en el que comparaba al presidente Kagame con Adolf Hitler.
Además hay que tener en cuenta la exclusión del proceso electoral de la opositora Victoire Ingabire, porque las autoridades no han reconocido a su partido, las Fuerzas Democráticas Unificadas. Ingabire ha llamado a la abstención en unos comicios en los que el FDR y sus "partidos satélite" tienen las de ganar.
La oposición no pronostica otro resultado que no sea la victoria arrasadora de Kagame. "Su partido va a ganar porque se ha preparado estas elecciones y porque no se va a enfrentar a ningún tipo de adversario", indicó el presidente del Partido Verde de Ruanda, Frank Habineza, a la radio pública internacional alemana. "Estas son elecciones sin elección alguna", lamentó en su entrevista con Deutsche Welle.
SIN REMORDIMIENTOS
"Mi trabajo no es crear una oposición (...)", aseguró Kagame durante la campaña. "Mi trabajo es crear el entorno donde puedan suceder cosas legítimas", afirmó, al tiempo que aseguró que las elecciones serán "libres, justas y estables", razón por la que pidió al pueblo ruandés que "vote con libertad".
"Si el pueblo de Ruanda decide que no debo continuar al frente, lo respetaré humildemente, al 110 por ciento", matizó, antes de rechazar cualquier implicación en los hechos violentos con los que se le relaciona, y de reconocer que su modelo político no tiene por qué ajustarse necesariamente a lo que se entendería como normal en países occidentales.