Por Waldo Mendiluza
Naciones
Unidas, 27 dic (PL) Naciones Unidas cierra 2013 centrada en la solución
pacífica de los conflictos en Siria, Sudán del Sur y la República
Centroafricana, donde se reportan miles de muertos y desplazados.
En el caso del país árabe, dirige sus esfuerzos hacia el éxito de la
segunda conferencia internacional de Ginebra para la salida política a
la crisis, foro previsto a partir del próximo 22 de enero con la
participación de unas 40 delegaciones, entre estados y organizaciones.
Después del anuncio de la fecha y los invitados, la ONU concentra su
gestión en garantizar el compromiso de los asistentes con la búsqueda de
la paz en Siria, donde rebeldes y mercenarios armados y financiados
desde el exterior tratan de imponer allí el cambio de régimen promovido
por Estados Unidos y sus aliados.
Según Naciones Unidas, la
conferencia tendrá como protagonistas a los representantes del gobierno y
las facciones opositoras, estas últimas en dificultades para llevar una
agenda y posturas únicas, como resultado de sus pugnas internas.
Para el enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Lakhdar
Brahimi, urge que los antigubernamentales se pongan de acuerdo antes del
foro, en el cual la Organización cifra sus esperanzas de resolver un
conflicto al que atribuye 100 mil muertos y ocho millones de
desplazados, dos millones de ellos hacia el extranjero.
Brahimi
también espera para los próximos días la relación de los participantes
sirios en el encuentro, denominado Ginebra II, en aras de realizar
contactos preliminares de cara a su realización en dos etapas, la
instalación en Montreux el 22 de enero y las conversaciones a partir del
24 en la sede de Naciones Unidas en Ginebra.
Otro tema del que
se aguardan noticias antes de finalizar 2014 es la presencia o no de
Irán en la reunión, convocatoria a la que Estados Unidos se opone,
mientras la ONU considera que Teherán debería acudir, por su peso en la
política regional.
Ginebra II despierta expectativas, pero
también dudas, ante el interés de Washington y sus aliados occidentales y
árabes de convertirla en un espacio para sacar del poder al presidente
Bashar al-Assad, lo cual Damasco considera una injerencia en los asuntos
internos sirios.
En el caso de Sudán del Sur, el accionar de
Naciones Unidas se centra en dos direcciones, una ofensiva diplomática
para garantizar el refuerzo militar de su Misión de Asistencia (Unmiss) y
el llamado al presidente Salva Kiir y sus principales opositores a
sentarse en la mesa de diálogo.
El país más joven del planeta
-se independizó de Sudán en 2011- sufre una escalada de violencia, desde
que el 15 de diciembre estallaran en su capital Juba combates entre
facciones del Ejército, calificados por Kiir de "intentona golpista".
Al menos un millar de personas perdieron la vida y casi 100 mil dejaron
sus casas desde entones, un escenario que el secretario general de la
ONU, Ban Ki-moon, considera "muy preocupante", "ante reportes de
asesinatos extrajudiciales, casos de ataques étnicos y otras violaciones
de los derechos humanos".
El Consejo de Seguridad aprobó el
pasado martes una solicitud de Ban de elevar la capacidad militar de la
Unmiss en el terreno, con el objetivo de cumplir su mandato de
protección a civiles, luego de la diseminación de los enfrentamientos.
La resolución del Consejo fijó un límite de 13 mil 823 uniformado para
la Misión, lo cual implica cinco mil 500 militares y 440 policías
adicionales, además del envió de medios aéreos.
De acuerdo con
la jefa de la Unmiss y enviada especial del secretario general en Sudán
del Sur, Hilde Johnson, se espera que este fin de semana lleguen los
primeros refuerzos humanos y materiales, aunque sin ofrecer más
detalles.
Johnson ratificó este jueves la convocatoria de Naciones Unidas a detener las hostilidades y establecer conversaciones.
En una videoconferencia con periodistas acreditados en ONU, la
funcionaria dijo desde Juba a Prensa Latina que pese a no existir aún
señales de alto el fuego, están en marcha gestiones de varios países
africanos para poner fin a la crisis política mediante la negociación.
Respecto a la República Centroafricana, Ban reiteró la víspera sus
preocupaciones por la continuidad de la violencia inter-comunitaria, que
comenzó el año pasado y se agravó en marzo último con el golpe de
Estado de los rebeldes Séléka contra el entonces presidente, François
Bozizé.
Cientos de muertos y decenas de miles de desplazados es
el saldo del conflicto en su escalada de este mes, a partir de
enfrentamientos entre milicias, escenario que motivó la huida de civiles
temerosos de los actos de venganza de antiguos Séléka (mayoritariamente
musulmanes) y anti-Balaka (grupos armados cristianos).
Pese a
la intervención militar francesa y el accionar de la Misión pacificadora
africana (Misca), la crisis prosigue, y según la ONU ha complicado la
situación humanitaria del empobrecido país, donde dos millones 300 mil
personas, la mitad de su población, necesitan inmediata asistencia.
Ban solicitó a los habitantes de la República Centroafricana cooperar
con la Misca y las tropas francesas, así como a las autoridades de
transición locales cumplir con su responsabilidad de proteger a los
civiles.
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