lunes, 12 de marzo de 2018

El éxito de la huelga feminista

13.03.2018 | 02:45
 
El éxito de la huelga feminista
 
La huelga feminista internacional del 8 de marzo de 2018 ha sido un éxito. A estas alturas, ya nadie puede dudarlo. Aunque somos conscientes de que se ha abusado mucho de este concepto, esta vez es totalmente cierto: ha sido una fecha histórica, y marca un antes y un después.
De repente, ha emergido con una fuerza sorprendente un movimiento feminista más fuerte que nunca, más diverso, más transversal e intergeneracional, un movimiento feminista que hace visible, una vez más, pero esta vez quizá con más contundencia, los pies de barro de una democracia que, durante demasiado tiempo, se ha mantenido ciega a las reclamaciones justas e ineludibles de la mitad de la humanidad: igualdad de derechos, en todos los escenarios de la vida; corresponsabilidad en el ámbito familiar; acabar con el abuso que supone una brecha salarial escandalosa, con el acoso sexual, o con la violencia de género, que representa la máxima expresión de la discriminación y la desigualdad, y que se cobra la vida de millones de mujeres en todo el mundo por el simple hecho de ser mujeres; y también, como no, acabar de una vez con las mentiras de un patriarcado que intenta sobrevivir como sea, y al que, desgraciadamente, algunos partidos políticos, y todavía más triste, algunas mujeres de esos partidos políticos, le siguen haciendo el juego. Pero la historia dejará atrás a aquellos que no han sabido calibrar la importancia de este día, como decimos, histórico. La sociedad, más temprano que tarde, les pedirá cuentas. Quienes siguen intentando ningunear el movimiento feminista, con mentiras, burlas y demás estrategias zafias, los negacionistas que, por miedo a perder sus ilegítimos privilegios, se mantienen en sus trincheras casposas y trasnochadas están perdiendo el tren de la modernidad, el tren de la justicia y la paz.

Quizá estemos ante una nueva ola de feminismo, la cuarta, la de la paridad y la corresponsabilidad 50/50, la de la representación armónica en todos los ámbitos de la vida sin concesiones: en el político, en el económico, en el social? desde el más humilde hasta el más importante. Somos conscientes de que la retroalimentación permanente entre neoliberalismo y machismo marca unos retos complejos, tanto a nivel micro como macro político, pero el ejercicio de la sonoridad y el tejer redes de complicidades, también con aquellos hombres buenos que son capaces de despegarse de todas aquellas capas de masculinidad hegemónica y violenta, puede hacer realidad el sueño soñado por tantas y tantas mujeres que nos precedieron de un mundo más justo, más sostenible, más humano.

Pero deberemos gestionar bien esta nueva etapa. En los últimos días ya hemos visto como, sin ningún tipo de pudor, algunos partidos, históricamente contrarios al feminismo, se suben al carro, incluso queriéndonos dar consejos. Estamos viviendo ejemplos abrumadores de mansplaining, es decir, de cómo quieren explicarnos ellos a nosotras, de la manera más insultantemente paternalista, lo que es el feminismo de verdad, y lo que tenemos que hacer las feministas a partir de ahora. Intolerable. Escuchar a algunos tertulianos darnos lecciones desde sus poltronas televisivas da repelús? Pero el movimiento feminista va a ser capaz de ignorar sus torpes intentos de asumir nuevamente el mando. El patriarcado está nervioso, y tiene razones para ello. Ahora, más que nunca, sabemos que el futuro será feminista o no será. ¡Pongámonos manos a la obra compañeras!

El Movimiento Feminista de Euskal Herria califica el 8M de «éxito rotundo»

Este colectivo ha remitido un comunicado en el que valora de manera muy positiva una jornada que  «fue un punto de inflexión, miles de mujeres, algunas organizadas y muchas miles sin organizar vieron claro que salir a la calle, reivindicar en colectivo, caminar juntas, y alzar nuestras voces contra el sistema heteropatriarcal que nos oprime y nos ahoga es necesario para que esto dé la vuelta».
Naiz|2018/03/12 21:30|2 iruzkin Eguneratua: 23:43
 
8m
Una de las movilizaciones del pasado 8 de marzo, en este caso en Bilbo. (Luis JAUREGIALTZO / ARGAZKI PRESS)

«Hemos demostrado que somos un movimiento que tiene fuerza y músculo para defender lo que nos corresponde. Hemos dejado bien claro que lo queremos todo y lo queremos ya, que no vamos a seguir esperando», añade.

El Movimiento Feminista de Euskal Herria apunta que «hasta ahora no nos han hecho caso y nos han acusado de ser una minoría, pero ya no van a poder seguir haciéndolo».

«Hay muchas cosas que pueden hacer ya, empezando por poner fin a la subcontratación y la precariedad en los sectores feminizados. Les decimos que a nosotras más que el techo de cristal nos preocupan los suelos pegajosos donde están las más precarizadas, las migrantes, las empleadas de hogar. Y aquí también pueden hacer algo ya, como controlar a quienes desde Lanbide tratan a las perceptoras de la RGI como si fueran delincuentes, en vez de garantizar derechos», remarca.

El colectivo feminista ha criticado «la tibieza« del PNV por haberse limitado a «concentrarse durante 15 minutos mientras apela a la responsabilidad de la sociedad», cuando «poner los medios para conseguir la igualdad y el fin de la violencia contra las mujeres es responsabilidad de quien gobierna».
«Queríamos una huelga que desbordara y lo hemos conseguido. Hemos hecho realidad una huelga feminista, que ha ido mucho más allá de lo laboral, y que ha servido para volver a convertir el 8 de marzo en un día reivindicativo y combativo», ha sentenciado.



Otro FSM es posible, necesario

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Aram  Aharonian*
Otro mundo es posible: ese fue el disparador que enamoró a quienes luchaban contra de la injusticia y la destrucción del planeta, y el Foro Social Mundial pasó a ser desde 2001 y por varios años un punto de encuentro de los movimientos sociales contrarios a la globalización neoliberal y se constituyó en voz alternativa a las directrices del Foro Económico Mundial de Davos.
Para que influyera en esos valores comunes, para cambiar el imaginario colectivo sobre la realidad, siempre se necesitó de organización y de tener claras las metas.
Pero mientras se recitaba horizontalidad y transparencia, siempre existió la tentación de que se convirtiera en una franquicia, desplegada por todo el mundo (y no solo por el mundo en desarrollo), sin metas comunes claras que superaran la tentación del eventismo.
Dentro del progresismo, hay compañeros que se resisten a las críticas a la realidad del  FSM, quizá porque genuinamente defienden algo que es propio de su historia y la crítica les parece inconveniente para este momento de tantas flaquezas. Hay algunos que señalan que la autocrítica permanente no siempre es fructífera (que es lo mismo que decir que a veces sí lo es).
Muchos han tomado posturas cercanas a la máxima que dice “en una fortaleza sitiada, la crítica es traición” (lo único fuera de debate son los principios), otros tienen temor de perder a sus patrocinantes. Lo que debiera salir de un debate es la definición de cuál es la estrategia a seguir: continuar  dentro del FSM para introducir estos debates tan necesarios, construir otra herramienta y en ambos casos, con quién. Y, además, vivimos en plena ofensiva neocolonial.
Los principios
Desde varias regiones se denuncia que el comité brasileño nunca quiso dejar el poder en un modelo anárquico abstracto basado quizá en la visión de las comunidades de base católicas brasileñas, sin ninguna relación con la realidad. Y el Comité Internacional, de personalidades, siguió manejado por pequeños grupos y figuras que más allá del altermundismo, representan a ONGs (algunas a sueldo), cada una de ellas con líneas y propósitos tan concretos como propios, y muchas veces apenas a sí mismos.
Después de 17 años sería hora de rever la carta de principios, adaptarla al mundo de hoy, con un listado de temas consensuados y sobre los cuales seguramente todos estén de acuerdo, como el cambio climático, las guerras, las armas, la finanza especuladora, las migraciones. Y es hora que el FSM vuelva a ser un actor que incida en el mundo.
¿O es que hay alguien que esté contra una declaración unívoca contra las guerras, contra la destrucción del planeta o contra la enorme desigualdad por la que ocho personas poseen la misma riqueza que 2.3  mil millones de personas?
No parece normal que este FSM de Salvador no tenga el tema del cambio climático como un eje importante, profundamente sentido por la sociedad civil. Pareciera que los temas vienen canalizados por ONGs europeas y estadounidenses, interesados en temáticas que no son urgentes para nuestras sociedades, pero que cuentan con financiamiento para su organización.
Arriba, en la estructura del FSM está  la figura del arquitecto brasileño Francisco Chico Whitaker, escaso de horizontalidad desde que  recibió el Premio Nobel alternativo cuando el Foro era un punto de referencia para quienes querían cambiar al mundo, enfrentado  a los pocos intelectuales de fuste que dieron el debate sobre la necesidad de otro mundo posible, necesario, imprescindible.
El verso de la horizontalidad se contradice permanentemente con el autoritarismo y la manipulación desde las estructuras del poder (del FSM), más entusiasmadas en organizar eventos (todo es eventual, no hay continuidad ni seguimiento de los temas y debates) entre convencidos, que dar la pelea por el pensamiento crítico anticapitalista.
Cuando los movimientos políticos comenzaron a acercarse al Foro, se hizo todo lo posible para alejarlos, con la excusa de evitar la contaminación. Y nuestros presidentes progresistas no fueron bienvenidos. Ni siquiera se aprovechó sus experiencias, sus dudas, sus propuestas, para debatirlas. Es más, el grupo brasileño impidió que el Comité Internacional emitiera un comunicado contra el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, que desembocó en el golpe de Estado judicial-mediático-policial-empresarial. ¿Tampoco se defiende la democracia?
En los primeros foros, por ejemplo, el panel que se organizó sobre la Utopía, con José Saramago, Eduardo Galeano, Federico Mayor, y 60.000 participantes, demostró la necesidad del debate, de la batalla de ideas, en la guerra cultural contra el capitalismo y las fuerzas neocoloniales. Ya no están ni Saramago ni Galeano, y se fueron sin que se les pudiera sacar el jugo: no hubo ni siquiera un resumen del debate para socializarlo. ¿No había interés?
Hay que comprender que horizontalidad y organización no son dos valores opuestos. Los organizadores del FSM emiten un documento que defiende que haya centenares de paneles, y señalan que buscar integrarlos está en contra de la horizontalidad. Sin dudas, todos estos paneles son una prueba de la riqueza del debate, y también una fragmentación: cada uno sabe de su panel, pero no lo que se debate en otros paneles sobre el mismo tema… y menos aún sobre otros temas.
Las personalidades que dieron vida y prestigio al FSM hoy coinciden en que el mismo está en una profunda crisis, como indican las cifras y la falta de repercusión y entusiasmo, e insisten en la necesidad de dar paso a una horizontalidad siempre inclusiva y transparente, pero aceptando que es necesaria un mínimo de organización y estructuración.
La endogmia
El verso de la horizontalidad choca con la necesidad de información y también de comunicación (y así ha sido también en el Comité Internacional que creyó que eso era tare de periodistas). Desde el comienzo del proceso se insistió (desde los medios alternativos) en la necesidad de que se crearan instrumentos para compartir con los que no venían, porque compartir era una responsabilidad colectiva e individual de los que quieren y luchan por un mundo diferente.
Y el FSM fue quedando con iniciativas endogámicas: de cada Foro no llegó nada de las experiencias al resto del mundo. Sería simple consensuar reglas que respeten los organizadores de paneles: nombrar un relator, que al final del panel entregue un resumen del debate y de sus conclusiones, para que puedan compartirse. Hoy los medios electrónicos hacen posible lo que hace 17 años era impensable.
Sería útil que los que no están (en el panel) puedan reflexionar y compartir, lo que no tiene nada que ver con la tan mentada horizontalidad, sino en l ineludible necesidad de coordinar las luchas. El diseño del FSM es facilitador de la fragmentación, de que cada panel crea que lo más importante es su lucha y no la que dio origen  al mismo, la necesidad de inventar un mundo diferente,  justo, equitativo, de paz, de respeto a la naturaleza.
El diseño es para que cada grupo coordine consigo mismo, atentatorio contra la misma filosofía del FSM. Como decía Galeano en los setenta, mientras algunos hacen la revolución, Brigitte Bardot lucha en defensa de las ballenas azules…
En más de tres lustros, el FSM corrió los peligros como la rutinización, la oenegización, la cooptación, la burocratización, la falta de participación de movimientos reales, la dispersión, la infiltración, el copamiento. Y esta realidad lo confirma. En medio de la crisis sistémica del capitalismo, con una crisis climática, política, social, migratoria, alimentaria sin precedentes, se sigue apostando a la tan mentada horizontalidad que solo beneficia al pensamiento único y al inmovilismo.
Estamos a la puerta del efecto de las nuevas tecnologías en la (sobre) vida de los trabajadores y la economía, así como las noticias falsas (fake news), la posverdad y la inteligencia artificial, lo que hace necesaria un nueva agenda, pero manejada desde el sur. De todo esto ni se hablaba en 2001 en Porto Alegre… Seis años después del inicio, en 2007, en Belem do Pará se vio la primera muestra colectiva de rechazo a la crisis del capitalismo y la necesidad de una ruptura con el mismo.
Hoy crece el debate puertas adentro entre movimientistas “puros” (aliados hoy unos a la socialdemocracia europea y a la Iglesia católica) y militantes sociales y políticos sobre el futuro del FSM, sobre la relación entre partidos políticos anticapitalistas y movimientos, sobre los vínculos con gobiernos progresistas de la región.
Obviamente, el FSM ha perdido peso e influencia, quizá porque aquellos movimientos sociales que llevaron  a nuestros presidentes reformistas al gobierno, desaparecieron de las calles, porque también ellos fueron cooptados (y burocratizados) para tareas del gobierno y los movimientos desmovilizados.
Hoy muchos otrora altermundistas buscan foros sobre temas que tienen interés para ONGs europeas y estadounidenses y huyen de los temas acuciantes para el futuro de su propia gente, quizá para no perder la gimnasia forista. Lo vimos no hace mucho en la reunión de la OMC en Buenos Aires, donde invisibilizaron la lucha contra el TLC entre el Mercosur y la Unión Europea, entre otros temas.
Otro Foro Social Mundial es posible y necesario: éste sólo garantiza el eventismo, la imposición de organizadores de una franquicia que sigue las agendas de las ONGs europeas y estadounidenses, la fragmentación, el abandono de la batalla de las ideas, el desprecio hacia las organizaciones sociales y de la posibilidad de buscar y debatir, juntos, espacios y formas de seguir la lucha en circunstancias por demás difíciles, muchos más difíciles que hace 17 años.
No se trata de destruir nada, sino transformarlo para que nuevamente entusiasme a los luchadores sociales, para que termine el inmovilismo. El desafío es saber hacia dónde caminar, con quién caminar. No soportamos la verdad única: el debate siempre es enriquecedor, para todos. Hoy no hay camino, pero decía Antonio Machado (que nada sabía de foros pero sí de lucha):  Caminante son tus huellas, el camino y nada más / Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
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*Periodista uruguayo, magister en Integración, director y editor de SURySUR. Fundador de Telesur, codirector del Observatorio de Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (Clae), y presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (Fila).