Realmente existe un postmachismo o un neofeminismo? ¿Las lecturas del
poder se detienen ahí? ¿la radicalización de estos movimientos sirve de
algo?
Por
Jorge Hill
Como mujer ¿piensas que la lucha feminista debe enfocarse hacia
nuevos caminos que se adapten a la sociedad contemporánea para dejar
aquel feminismo sesentero que renegaba de todo aquello que pareciera
masculino o falocentrista? ¿crees que la lucha feminista debe adaptarse y
transformarse dependiendo de cada comunidad, adaptarse dentro de su
contexto, cultura y sociedad? ¿Piensas que la lucha de la mujer en
países desarrollados y en caminos de desarrollo puede darse día a día en
un contexto cotidiano y ya no necesariamente en manifestaciones o
métodos de “shock”?
Si piensas algo parecido, es muy probable que una parte de las
feministas de hoy te vean como “postmachista” o sumisa al postmachismo
sin saberlo.
Como hombre ¿has hecho bromas como “soy lesbiano”? ¿has compartido en
las redes sociales algún artículo o imagen que muestra algún abuso de
poder hecho por parte de una mujer y haber hecho comentarios ante él
como “miren, no sólo los hombres…”? ¿Has utilizado el término
“feminazi”? ¿Apoyas el feminismo pero piensas que sus manifestaciones
radicales y métodos de “shock” no sólo no logran nada, sino que hacen
las cosas peor?
Entonces, tal vez bajo ciertas lecturas “neofeministas”, seas un “postmacho”.
El postmachismo es definido ante una supuesta nueva lectura del
poder, resultado de un supuestamente nuevo movimiento del poder sobre sí
mismo, enroscándose como serpiente que da un nuevo apretón, más fijo,
entre los espacios que su presa ha dejado al tratar de acomodarse para
escapar o dar un mordisco de lucha.
Postmachismo en acción (actual footage)
Pecando de lo que podría ser reduccionismo, el postmachismo es la
adaptación del machismo a los logros actuales de las mujeres en la
sociedad, una nueva táctica en el ejercicio del poder falocentrista para
tomar nuevas formas, que al parecer son incluyentes y conciliadoras,
pero que de fondo siguen intentando lo de siempre: la sumisión de la
mujer, alejarla de los espacios privilegiados y mantener instaurado el
falocentrismo, heteropatriarcado y otras palabrotas que finalmente
definen a una sociedad que quiere mantenerse medio victoriana, mientras
da algunos dulces a los más ruidosos para mantenerlos callados a ratos,
así crear una ilusión de desarrollo y cambio.
Hoy a todo se le quiere poner “neo” o “post”, como si las cosas
fueran tan diferentes o realmente tuviéramos una línea histórica clara
desde dónde partir para poder llamar “post” a algo. Creo que estas
normalmente son postmamadas, resultado del pensamiento postmodernista
que ha hecho más daño a la intelectualidad y al pensamiento
contemporáneo de lo que le ha ayudado.
Tal vez el postmodernismo nos haya dado nuevas maneras de pensar,
leer e interpetar al mundo y sus temas sociales, culturales y
filosóficos más complejos e intrincados, pero también nos ha dado la
ilusión de que toda lectura e interpretación es correcta
independientemente de sus axiomas, argumentos o premisas, bases de la
lógica que se han olvidado en el “todo vale” de esta postmodernidad
mundial que apesta a impostura intelectual de la francia sesentera,
misma que ya ha sido no sólo rebatida, si no llevada hasta el total
ridículo por gente como el belga Jean Bricmont o el genial Alan Sokal,
profesor de física, que logró el escándalo en 1996 cuando publicó un
artículo que “demostraba”, bajo los términos y disciplinas
postmodernistas, que la gravedad cuántica era sólo una construcción
social, digamos, un artificio lingüístico (cosa que tantos
postmodernistas piensan de toda la ciencia. LOL). Más tarde, después del
éxito del artículo, de la celebración, aplausos y orgullosos
sentimientos de certidumbre de la comunidad postmodernista, Sokal
revelaría que el artículo era lo que debería ser considerado una obvia
idiotez, que había tomado las ideas más disparatadas de los
postmodernistas y había hecho un collage de frases grandielocuentes,
premisas y teorías llevadas fuera de contexto y esnobismo puro.
Sokal había hecho por primera vez lo que tantos han hecho después de
él, mostrar que gran parte del pensamiento postmodernista y sus métodos
(como la deconstrucción) pueden ser incluso peligrosos cuando salen de
los lugares de los que nunca deberían haber salido: usados como métodos
creativos para artistas o complejos juegos intelectuales para mantener
la mente fresca o simplemente para parecer interesante y culto en las
reuniones. Por parte de los autores postmodernistas, es bien sabido que
sus editores les pedían ser cada vez más complicados, porque eso vendía,
aunque estuvieran escribiendo absolutos disparates, como las supuestas
ecuaciones matemáticas psicoanalíticas de Lacan o los oscuros y
abstractos mamotretos contradictorios de Derridá.
Hipster deconstruyendo un zapato frente a sus amigos,
en un bar de la colonia Roma, después de haber leído
la contraportada de un libro de Derridá.
Regresamos, entonces, a las lecturas del poder que el “neofeminismo”
hace de lo que ha llamado “postmachismo”. Si bien la lucha de la mujer
debe seguir y debe mantenerse, pareciera un tanto ridículo hacer una
nueva lectura del poder donde hay una supuesta adaptación de él ante el
feminismo anterior, en un mundo donde el movimiento del poder ha sido,
es y será; el poder y su movimiento es una constante humana, lo que
podemos buscar es un ejercicio de poder igualitario y que logre, por su
lado y en sus divisiones, sus propias metas, si estas metas son
contrarias se dará una lucha, pero de “neo” o de “post” no tiene nada.
El poder y su manera de instalarse en todo recoveco posible es más viejo
que cagar sentado y está en todo, no sólo en la lucha del hombre y la
mujer para obtenerlo y ejercerlo sobre el otro para estructurar cultura,
sociedad, políticas, cuerpos e instituciones.
Aquí es donde no parece haber gran lugar para un feminismo radical,
pero el “radicalismo” siempre será subjetivo, así que como “radical”
sólo puedo definir a aquel que es excluyente. Hay tal nivel de
sobreinterpretación e intelectualización de lo obvio que nos olvidamos
de lo más básico, podemos llegar a niveles brutales de imbecilidad,
podemos crear y apoyar movimientos que basan su lucha en levantarse
contra la exclusión, excluyendo a los otros. ¿Hay cosa más idiota? en
verdad, repito ¿hay cosa más idiota?
Ya en este congal he criticado duro
a aquellos que buscan la liberación a través de la prohibición, los que
buscan sociedad con más expresión prohibiendo palabras o pensamientos.
No encuentro basura intelectual más grande, por más que se le quiera dar
vuelta y se quieran hacer imposturas intelectuales sobre complicadas
lecturas y discernimientos. No, el fascismo, el nazismo, el terrorismo,
el racismo, el nacionalismo, el colonialismo y muchos otros ismos son
tan escurrizidos que se meten rápidamente a los movimientos
“liberadores” o “progresistas” y los transforman, así de rápido, en
movimientos excluyentes, radicales, listos para ser tirados a la basura y
olvidados.
Equis, aquí, preparándonos para portada de la PlayFEMEN…
Así tenemos a una cierta parte de las FEMEN, por ejemplo, que en todo
el derecho de apropiarse de su cuerpo, nos lo muestran desnudo como
manifestación, “no soy tu muñeca, es mi cuerpo, es mi mente, los uso
como quiera, cuando quiera y con quien quiera”. Declarándome, como
siempre, completamente foucauldiano, concuerdo, entiendo, respeto y
admiro la postura. Pero no veías a una chica fea, francamente obesa o
con las tetas caídas en las fotos de FEMEN. No, solían ser chicas guapas
bajo los estándares occidentales de belleza, y a lo mucho, medio
pasaditas de peso, hasta que empezaron a recibir muy duras críticas y ya
ponen a unas medio chubbies.
ENCUENTRE LAS DIFERENCIAS:
Pero bueno, coño, ¿qué es esto? ¿matar el machismo occidental
alimentándolo hasta que explote? ¿no ser mi muñeca pero ser tu propia
muñequita de aparador o portada de revista? esto es….¿postplayboyismo?
No me jodan. Y no nos metamos en las duras críticas que han recibido por
parte de las feministas árabes, de las cuales, varias piensan a FEMEN
como un pseudofeminismo postcolonialista, que en su inocencia no se da
cuenta de los grandes hilos de marioneta de los que cuelgan, que el
maestro de marionetas es un poder aún más grande, uno que las engloba y
mismo al que no sólo están ciegas, aparte lo alimentan. Tanta “lectura
del poder” para no ser capaz de dar lectura a los propios hilos. Ah, la
tragedia postmodernista.
WOW
Y bueno, ya no hablemos de las que ahora se hacen llamar “
lesboterroristas“.
No tienen “tiempo para los hombres” y no “los odian”, pero todo su
discurso deviene de la exclusión del hombre y el repudio hacia él, hacia
el heteropatriarcado que -en efecto- ha creado y hacia el falocentrismo
-que claro que existe y ejerce poder-, mismos que según ellas deben
romperse mediante el shock, el horror que supuestamente causaría en
nosotros su goce sin el hombre, su poder sin nosotros, los cuerpos
desnudos de dos o más mujeres en horrendo sexo lésbico o mostrándonos
sus flujos, su sangre, sus más “grotescos” rincones físicos y mentales.
Porque el sexo y el cuerpo son… ¿grotescos? En fin, que escribiría “no
entiendo estas pendejadas”, el problema es que las entiendo: excluir al
que ha excluido y dejarlo como el tercero en discordia, como cuando te
enojabas con tu amiwi en la primaria y te dejabas ver en el patio
compartiendo el changüis con tu otro amiwi, pues. “La revolución será
lésbica y feminista o no será” y el terrorismo, ah, ya sabemos el gran
éxito que han tenido y tendrán esas dos.
Ah, pero no vayas a decir “feminazi” porque eres postmachista. No
poder reírse un poco de sí mismo, no poder diferenciar entre una broma y
un argumento, creer que la vida y todo lo que está en ella es una
competencia y pensar que todo debe ser tomado con la seriedad con la que
un obsesivo hace sus rituales compulsivos, esas son algunas de las
primeras muestras de un pensamiento radical, sin capacidad de
plasticidad, rígido, excluyente, sin argumentos sólidos, basado en
pasiones y no en articulaciones lógicas. Ni cómo perder el tiempo en
este tema, imagino que las lesboterroristas ya crecerán, leerán un poco
más, se enfrentarán más a la vida y terminarán por ver que excluir sólo
logra la exclusión y que para aterrorizar con lesbianismos ya tenemos
suficiente porno en internet como para aterrorifapearnos por
generaciones enteras de “postamachos” y hasta “lesbianas sometidas al
falocentrismo” o… lo que sea.
Total ¿Quién las necesita?
Nosierto, y aunque me imagines así, lesboterrorista,
muchos hombres no tenemos nada que ver con él.
Que la lucha por la igualdad siga, en manifestación y logro
cotidiano, día a día, con argumentos, con confrontación ideológica,
picando piedra y sin olvidar el camino andado, que es un sólo camino,
que no hay “neos” ni hay “posts”, el camino es uno y ya ha estado bien
andado, hay que agradecerlo, valorarlo y andar sobre pavimento
verdaderamente nuevo en vez de estar zafándole piedritas para metérselas
a alguien más en el zapato, si haces eso, el único que se está quedando
atrás eres tú. Sorry, beibe.
Ahora, si gusta usted, le puedo dar pie a una maravilla en cuanto a
lecturas postmodernistas. Imagine que lo anterior puede ser borrado de
un brochazo, sin argumentar, sin pensar, sin darle vueltas, así como
así: diga usted que todo este escrito, finalmente, es “una apología
postmachista al postmachismo”. Voilá ¡magia!
Este postmacho, que sabe que no existen “no machos” e intenta día a día ser menos macho, los deja porque ya hace sed de cerveza.
Saquen las lobukis borrachas, sumisitas, con sus vestidititos de una
pieza pegaditos, sus taconsotes de aguja y cara de “voy a ser una buena
esposa si tienes dinero”.
Mjmjmjm.
Espero sus neomentadas de madre en los comentarios o sus postrabietas en twitter
@JorgeHill
Hasta el siguiente viernes.
(Tomado de: http://www.animalpolitico.com/blogueros-el-congal-postapocaliptico/2014/02/28/postmachistas-neofeministas-lesboterristas-y-otros-postmodermames/#axzz2ujB3yDuH)