La
ofensiva del patriarcado y el neoliberalismo se traduce en los últimos
años en el aumento de la violencia hacia las mujeres, el control de sus
cuerpos, la militarización de los territorios y la privatización de los
bienes comunes. Sin embargo, frente a este contexto el movimiento
feminista del mundo sigue generado estrategias para resistir y a la vez
fortalecer sus propias agendas políticas.
Para presentar esas propuestas se realizó la conferencia “Feminismo y construcción de alternativas” en el marco de la segunda jornada del Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres.
Sin feminismo no hay socialismo
La
académica cubana Georgina Alfonso - Doctora en Filosofía y Profesora
Titular de la Universidad de La Habana- reflexionó a partir del proceso
político que se ha llevado en su país para desarrollar un socialismo
que incorpore al feminismo en sus elementos estructurales. La experta,
indicó, que cualquier proyecto político transformador debe considerar el
tema del cuidado de la vida, ya que “hay que debatir sobre la
producción y reproducción de la vida (…) sobre la construcción de
políticas pública para el beneficio de las mujeres y construir
relaciones entre el Estado y la sociedad”.
Las
mujeres en Cuba son un sujeto revolucionario- explica Georgina-, país
que en su complejo proceso político se ha adaptado a la necesidad de las
mujeres, quienes han ganado espacio en la sociedad y sus aportes
éticos al proceso revolucionario son valorados y actualmente son figuras
éticas que permiten pensar en el sentido de la felicidad. “No puede
haber feminismo y socialismo si no hay felicidad, que es el sentido
ético al seguir en la lucha (...) y eso pasa por construir un poder
colectivo, donde nadie quiere decidir por otro”, sostuvo.
Quienes
también han llevado una importante discusión sobre la necesidad de
instalar el feminismo en los procesos políticos de su sector han sido
las mujeres campesinas. Sus luchas y experiencias fueron expuestas por la chilena Francisca Rodríguez, dirigenta
de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile
(ANAMURI), de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del
Campo (CLOC) y la Vía Campesina. Pancha explicó el proceso que llevó a
la organización de la articulación de mujeres del campo, en donde se han
generado importantes discusiones sobre el feminismo en las zonas
campesinas, experiencia que hoy se materializa en agendas políticas con
acciones feministas.
“Somos
mujeres de distintos continentes con diversas historias unidas por el
imperativo ético de defender la soberanía alimentaria, la agricultura
campesina y luchar contra la violencia hacia las mujeres (...) y dijimos
que sin feminismo no hay socialismo”, señala Pancha, quien explica que
la necesidad de generar la discusión sobre una identidad propia dentro
de las mujeres del campo e indígenas llevó a la propuesta de trabajar
por un feminismo campesino y popular que fue un acuerdo del último
congreso de la Vía Campesina.
En
este transitar de las mujeres del campo, Pancha reconoce que hablar
sobre feminismo en las organizaciones del campo implica “correr el velo
del silencio”. Así, desde la CLOC se está trabajando en la campaña
contra la violencia hacia las mujeres, campaña que se ha consolidado
gracias a las alianzas con la Marcha Mundial de las Mujeres y Amigos de
la Tierra. “El apoyo de la Marcha ha sido determinante en este proceso
de construcción. Cuando Miriam (Nobre) nos presentó el feminismo
político, dijimos ese es nuestros feminismo”—señala Pancha- y es desde
ahí que las mujeres de CLOC y Vía Campesina han forjado su recorrido
feminista.
El feminismo en África
La
diversidad cultural que representa África está ligada a los 50 países
que lo conforman, en donde la lucha de las mujeres ha estado presente
incluso antes del colonialismo. Así lo señaló Graça Samo de
Mozambique, Directora Ejecutiva del Foro Mujeres de Mozambique y miembro
del Comité Internacional de la MMM en representación de África, quien
destacó que en la historia independentista de los Estados africanos las
mujeres participaron activamente de los procesos liberadores. “En el
diverso proceso de liberación e independencia nacional en África las
mujeres participaban y apoyaban, pero la lucha de las mujeres iba más
allá, ellas no querían –una vez liberadas sus naciones- volver a sus
casas”, explica.
Luego
de la guerra civil que hubo en Mozambique el año 1976, y post
elecciones libres ocurridas el año 1994, las mujeres trataron de
conseguir acuerdos con el gobierno que se tradujeran en mejor calidad de
vida para ella y sus familias. Actualmente, en dicho país las mujeres
viven las consecuencias de la guerra civil y la entrada del
neoliberalismo, sin embargo, ellas se han organizado- en el año 2000 se
integraron a la Marcha Mundial de las Mujeres- y poseen diversas formas
de articulación para hacer frente y resistir ante el modelo cultural y
económico.
En Túnez, el panorama de resistencia de las mujeres es complejo. Así lo explicó Basma Khalfaoui, abogada
y activista por los derechos de las mujeres en Túnez e integrante de la
Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas, quien señala que la
situación en su país es peligrosa para las mujeres, tanto para quienes
trabajan en organizaciones porque el poder patriarcal no quiere que
estén en los espacios públicos.
Actualmente
Túnez vive una de sus peores crisis- señala Basma- con una gran
cantidad de militares en las calles y con los integristas en los
espacios de poder, quienes no quieren cambios en el país. “Socialmente
no hay inversión, tememos por el futuro de nuestros hijos, no hay empleo
ni acceso a la educación. El gobierno está formado por tecnócratas y
tenemos la presión de Europa y Estados Unidos encima. Tememos que pase
lo que hoy Siria vive”, dice Basma, en un relato que refleja el dolor
del pueblo de Túnez.
Sin
embargo, el último Foro Social Mundial realizado en Túnez le dio fuerza
y dinamismo a su pueblo, en especial a las mujeres, ya que – a criterio
de Basma- “todos los actos de las mujeres constituyen un motor para el
cambio” y para generar esos cambios la solidaridad internacional es
clave. “El slogan de nuestra revolución es “trabajo, dignidad y
libertad”. Estoy aquí para pedirles solidaridad por las mujeres de
Túnez, ya que las corporaciones y los imperialismos quieren seguir
controlando nuestros países”, sostuvo la activista.
- Rocío Alorda – MMM Chile
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