Sociólogo, profesor de la Universidad de Panamá y Secretario General del Partido Alternativa Popular (PAP)
Adital
Ya empieza a dibujarse el panorama de las propuestas presidenciales de la oligarquía y sus partidos. Entre los sectores populares avanzan diversas propuestas concretas (Juan Jované, Frente Amplio por la Democracia y otras), a las que deseamos buenos augurios, pues representan un gran avance respecto a hace 10 años, cuando unas pocas voces solitarias abogábamos porque los sectores populares participáramos en los comicios de manera independiente.
Vemos, con alegría, cómo hoy muchos de los que pregonaban el abstencionismo nos han dado la razón.
Pero, justamente cuando el movimiento popular panameño está a punto de cuajar una o dos propuestas, han empezado a surgir voces que pretenden que se depongan las banderas de la independencia política de la clase trabajadora, para acudir en una alianza "multiclasista”, un "frente opositor”, detrás de partidos y figuras desprestigiadas como Juan C. Varela (panameñismo), Juan C. Navarro (PRD) o empresarios disfrazados de "independientes” como Alberto Alemán Zubieta.
¿Acaso se olvida quiénes han gobernado por 20 años? ¿De cuándo acá los Varela, los Navarro o los Alemán Zubieta son "patriotas” preocupados por la "democracia” panameña?
¿Acaso el régimen presidencialista extremo, con toda su corrupción, control de los órganos del Estado, sus tránsfugas y medidas antiobreras (neoliberales), que hoy usufructúa Martinelli, no fue creado por un acuerdo entre el PRD, el panameñismo y la democracia cristiana (hoy Partido "Popular”)?
Caer en la trampa de sumarse en un "frente opositor” detrás de esos partidos sería un error que perpetuaría los males sociales y democráticos que aquejan al país. Sería un error semejante al cometido por múltiples dirigentes sindicales que se han postulado bajo las siglas de esos partidos para acabar desprestigiados por su complicidad con las medidas antipopulares que han tomado.
Caer en esa trampa tejida por las cúpulas de los partidos oligárquicos es criminal en estos momentos en que las condiciones objetivas y subjetivas están creando la posibilidad real de inscribir una candidatura y/o un partido de corte antineoliberal y popular. Es más criminal, porque enormes sectores que antes les daban el voto a esos partidos, se han dado cuenta de la mentira que representan, y están buscando opciones realmente nuevas.
Por esas razones, desde el Movimiento Popular Unificado, decimos que el frente electoral y la unidad que hay que construir, no es con los partidos y candidatos de la patronal, sino entre los sectores sindicales, gremiales, populares y las organizaciones de izquierda.
Es necesario un frente electoral sindical, popular y de izquierda, que impulse candidaturas de los dirigentes del movimiento obrero, indígena y popular, que levanten un programa de transformaciones reales para el país. El éxito en este empeño depende de dos retos: superar el divisionismo y alcanzar la unidad del movimiento popular, y no caer en la trampa de una alianza con partidos oligárquicos.