viernes, 5 de agosto de 2011

Perú: De Soto, Iván Vásquez y el perro del hortelano


Alberto Chirif


Esta semana ha aparecido la noticia en Internet de que el Gobierno Regional de Loreto (GOREL) ha firmado un convenio con el Instituto Libertad y Democracia (ILD), dirigido por el economista Hernando De Soto, que tiene por finalidad
poner en marcha (así lo llaman) un “Plan de Capitalización de los Activos de los Ciudadanos de la Región Loreto”. El nombre no es muy imaginativo, ya que lo recordamos en el caso de Bolivia, cuando el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, hace ya buen tiempo, dio la “ley de capitalización”, que no fue otra cosa que una norma para vender las empresas del Estado.

Como todos recordamos, De Soto apareció en el contexto de las protestas de Bagua, inmediatamente después de los trágicos sucesos que terminaron con la muerte de 35 peruanos y la desaparición de uno. Recordamos también que esos sucesos fueron originados por la política del “perro del hortelano” impulsada por el ex presidente García Pérez. Él ha repetido incesantemente que los títulos comunales son meros papeles que no brindan a la gente suficiente protección, restándole importancia a documentos emitidos por el Estado peruano. El problema no es de los títulos en sí sino de la falta de garantías del Estado cuando se trata de propiedad de indígenas o de otros sectores que, desde su punto de vista, son marginales al sistema, sin importar si sus tierras son colectivas o individuales. Entre García y De Soto sólo hubo y hay diferencias de estilo. Llamar perros del hortelano a los indígenas fue una opción por demás torpe y grosera. De Soto apareció entonces con maneras más educadas pero para plantear lo mismo: la parcelación de las tierras comunales para que la gente las pueda vender, alquilar, dar en prenda bancaria o hacer lo que quiera con ella, aunque lo más apropiado es decir, para hacer con ellas lo que quieren quienes las ambicionan. En un momento en que otras leyes y políticas del Estado apuntalan la opción de los cultivos para producción de biocombustibles, ya sabemos que los beneficiados serán los grupos de poder que ya han avanzado en este camino: Romero, Benavides y otros.

Es triste, lamentable, el papel desempeñado por el presidente del GOREL, Iván Vásquez. Su actitud en todo momento ha sido poco sincera. Varias personas le hemos pedido en diversas oportunidades que presente los términos del acuerdo con De Soto que, sabíamos, se venía cocinando desde hacía tiempo. Sin embargo, él siempre evadió una respuesta franca. Yo mismo se lo pedí personalmente con ocasión de la presentación del “Atlas de Comunidades Nativas de la Selva Norte”, editado por el Instituto del Bien Común (IBC), en un acto que tuvo lugar hace unos pocos meses en las instalaciones del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), en Iquitos. Su respuesta fue siempre que no había nada aún y que se trataba sólo de ideas, nada concreto, dijo él.

Un convenio de esta naturaleza afecta a los indígenas amazónicos y por eso mismo se trata de una cuestión que debió haber sido consultada con ellos, a través de sus organizaciones. El Convenio 169 de la OIT es claro cuando dice que los gobiernos deberán: “Consultar a los pueblos indígenas, mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles directamente”. (Art. 6) ¿Qué asunto puede afectar más a un pueblo indígena que la pérdida de su territorio? Ninguno. ¿O acaso el Sr. Vásquez piensa que por “gobierno” debe entenderse sólo el nacional?

El presidente del GOREL, que reclama airadamente contra el centralismo porque, según él, no le da fondos suficientes y le impone medidas sin consulta, ha actuado esta vez como lo que él mismo critica. Lo recuerdo ahora marchando en primera fila en protesta contra los llamados “decretos de Bagua”. Claro, eran épocas electorales en las que había que aprovechar la pantalla y toda ocasión era buena para figurar. Su medida es centralista no sólo por impositiva sino también porque de pueblos indígenas y de realidad rural amazónica rural él no conoce más que las distorsiones que le presenta De Soto. Sus intentos de desarrollo, de realizar su consigna de “selva productiva” los podríamos calificar de chistes (malos ciertamente) si de por medio no estuviera la justa esperanza de mejora de productores amazónicos que se han quedado endeudados porque la “promoción” de los cultivos de sacha inchi y camu-camu fue planteada y ejecutada con ánimo populista, lo que tal vez le haya generado algunos aplausos de la gente (al comienzo), actitud que ahora se ha transformado en bronca y decepción.

Lo de De Soto lo calificaría de simplismo si no estuviese convencido de que detrás de su propuesta se esconden los intereses de quienes ambicionan las tierras para su desarrollo empresarial. ¿Quién le aporta al ILD más de un millón 400 mil dólares para ejecutar este plan? ¿Por qué es tanto el interés de De Soto en esta región y, específicamente, en algo como la parcelación de las tierras comunales?

Y no es que la parcelación esté prohibida, por si acaso hay que aclararlo. Las comunidades indígenas del país son libres de hacerlo si así lo desean. La Constitución de 1993 eliminó las garantías constitucionales de inalienabilidad e inembargabilidad de las tierras de las comunidades campesinas y nativas. Más aun, la llamada “ley de tierras” dada por Fujimori en 1995 allanó el camino en esta dirección, primero, al rebajar el quórum de las asambleas comunales para individualizar la propiedad (transgrediendo de esta manera el principio constitucional de la autonomía de las comunidades para resolver sobre sus cuestiones internas); y, segundo, al proponer el cambio de naturaleza jurídica de las comunidades para que, de entidades vinculadas por lazos ancestrales a sus territorios, se convirtieran en sociedades de personas, capaces de disponer de la parte que les corresponde de sus “activos”: su parcela.

Pero incluso hay más. Las comunidades awajun del Alto Mayo, antes de la ley de tierras de 1995 y de la Constitución de 1993, comenzaron a alquilar sus tierras, simplemente porque así lo quisieron. Que hoy día muchos pobladores se den cuenta del error que han cometido porque se están quedando sin soga y sin cabra, dado que los arrendatarios han llevado parientes y construido casas e infraestructura de riego para el arroz (el cultivo dominante en la zona) es un problema que no quiero abordar. Lo que quiero señalar es que la posibilidad que ahora impulsa De Soto ya existe desde hace más de una década. ¿Cuál es entonces la diferencia con lo que él plantea?

De fondo no hay ninguna diferencia, sino de forma, porque lo que él no quiere, o lo que no quieren quienes lo financian, es esperar, perder tiempo. Quieren, en cambio, que las cosas se hagan rápido, ya, ahora mismo, y de allí que se monte este trabajo en el marco de un gobierno regional que, del tema, parece no saber más que de por medio habrá una buena cantidad de dinero.

Es este momento hago un llamado a las organizaciones indígenas, a AIDESEP y a sus sedes regionales de Daten del Marañón (Coordinadora Regional de Pueblos Indígenas – CORPI-) y de Iquitos (Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente – ORPIO-), y a las federaciones más activas de la región (como la Asociación Cocama de Desarrollo y Conservación de San Pablo de Tipishca – ACODECOSPAT- y otras) para que se pronuncien sobre el tema y exijan el respeto al derecho de consulta y a los derechos reconocidos en el Convenio 179 y en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Al mismo tiempo, les planteo también a esas organizaciones la necesidad de que defiendan los resultados de los dos únicos procesos de consulta que se han realizado en el país, en los que las partes llegaron a un acuerdo, aunque luego el gobierno del ex presidente García pasó sobre ellos con la insolencia que le conocemos. Me refiero a los casos de las zonas reservadas de Güeppí, en la parte alta de las cuencas el Napo y Putumayo; y de Santiago Comaina, en la Cordillera del Cóndor. En ambos casos, el gobierno paralizó o modificó a su antojo los acuerdos para favorecer a empresas extranjeras, una petrolera brasileña y la otra una minera canadiense.

AIDESEP que ejecuta un proyecto en Güeppí, en convenio con dos instituciones privadas (CEDIA y WWF), está en la obligación de expresar su rechazo por la violación de ese acuerdo.



Declaración Final de II Encuentro Continental de Formadoras y Formadores Agroecológicos


CLOC-Vía Campesina


El mundo se encuentra enfrascado en múltiples crisis generadas por la codicia inherente al sistema capitalista, caracterizado por la dominación del capital sobre la producción de los bienes de la naturaleza. Entre ellas la Crisis Alimentaria y la Crisis Climática.

El hecho de que el número de personas hambrientas en el mundo haya subido de 800 millones a mil millones en los últimos años, aunado a la terrible hambruna en Somalia, muestra que el sistema alimentario dominante de las corporaciones es incapaz de alimentar al mundo, a la vez de que las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el mismo modelo calientan el planeta y dañan a la Madre Tierra.

El capital, representado por las corporaciones, los medios de comunicación, educación formal, las transnacionales, el latifundio y el agro negocio actualmente han cambiado su discurso apropiándose de términos y concepciones construidas a lo largo de la historia por los pueblos.

La Vía Campesina, por otro lado tiene la propuesta de la agricultura agroecológica, campesina, indígena, comunitaria que se presenta como pilar fundamental en la construcción de la soberanía alimentaria. Este modelo de agricultura produce alimentos sanos, basados en la diversificación de cultivos, en nuevas relaciones entre hombres, mujeres y la naturaleza en la eliminación del uso de agro tóxicos, de transgénicos y la dependencia del capital.

Debemos proteger nuestros saberes de las empresas, que a todo convierte en mercancía, para que no se apropien ni roben nuestros conceptos y los utilicen como productos privados al servicio de la lógica capitalista. Hoy día enfrentamos una coyuntura en donde el banco Mundial, los malos gobiernos y las empresas transnacionales nos quieren roban el concepto de la agroecología a través del proceso de la COP-17 en Durban y Rio+20 para justificar el engaño de los mercados de carbono del suelo. Frente a esto, afirmamos que La Agroecología es Nuestra y No Está en Venta.

La agricultura campesina es parte del proceso de transformación estructural de la sociedad y enfrentamiento a las crisis, por lo tanto aquí reafirmamos que la agroecología Indígena y Campesina Alimenta al mundo y enfría el planeta.

La Vía Campesina ha realizado varios encuentros regionales y continentales donde venimos profundizando el debate sobre nuestra mirada hacia el mundo y sobre el modelo de producción campesina agroecológico en distintos espacios de reflexión y discusión.

En agosto del 2009, se realizó el 1er. Encuentro continental de formadores y formadoras en agroecología, en el Instituto Agroecológico Latinoamericano (IALA) Paulo Freire en Barinas (Venezuela). En mayo del 2010, el Encuentro Asiático de agroecología en Colombo (Sri Lanka), en junio del 2011, el Encuentro de formadores y formadoras en agroecología de la región africana en Masvingo (Zimbabwe).
Así, hemos desarrollado un proceso de acercamiento al concepto de agroecología, que nos ha permitido fortalecer las bases que orientan la construcción de los procesos a los cuales las organizaciones de la Vía Campesina están involucradas. Recordamos que el 1er. Encuentro de las Américas afirmó que la agroecología:
• “es necesaria para que los pueblos garanticen la soberanía alimentaria y energética para la emancipación humana, además, la agroecología es vital para el avance de la lucha de los pueblos para la construcción de una sociedad en donde no haya la propiedad privada de los medios de producción y de los bienes naturales, sin ningún tipo de opresión y explotación, cuyo fin no es la acumulación”.
• “debe ser masiva e internacional, por eso los conocimientos acumulados por los pueblos, deben contribuir para el desarrollo de nuevas fuerzas productivas de la naturaleza y del trabajo humano, para que tengamos tiempo y condiciones de organizar todas las otras dimensiones de nuestras vida, o sea, nuestras luchas, comunidades, cultura, estudios, fiestas, entre otras”.
• “incluye el cuidado y la defensa de la vida, la producción de alimentos, de consciencia política y organizativa, avanzando en los procesos de cooperación para la transformación agroindustria, intercambio y destino de los frutos de nuestro trabajo, promoviendo una alianza entre los pueblos de la ciudad y del campo”.

Este primer encuentro también indicó que el 2do. Encuentro deberíamos profundizar el diálogo de saberes entre el materialismo histórico y las cosmovisiones indígenas y campesinas, asunto que efectivamente retomamos aquí.

En el marco del II Encuentro Continental de Formadoras y Formadores en Agroecología realizado entre los días 28 de julio al 3 de agosto del 2011, en Chimaltenango Guatemala nosotros campesinos y campesinas, indígenas y afro descendientes, representantes de 49 organizaciones de 20 países reafirmamos nuestro compromiso en la construcción y defensa de la agroecología.

Denunciamos el modo de producción capitalista y sus expresiones de dominación como el agronegocio y la explotación minera, con su acaparamiento y reconcentración de tierras y agua, el desalojo y criminalización de las organizaciones y las familias campesinas e indígenas, la sobre explotación de la fuerza de trabajo y los bienes de la naturaleza. La imposición de un modelo de producción basado en el monocultivo, en la disminución de la biodiversidad, en el uso de agrotóxicos, de transgénicos y el patentar del patrimonio cultural de los pueblos (las semillas, el conocimiento, las tecnologías y las prácticas).

Defendemos la Reforma Agraria Integral Popular como parte de la construcción de la Soberanía Alimentaria la autonomía y auto determinación de los pueblos. El Derecho a decidir sus propias políticas agropecuarias, desarrollar nuevas relaciones y valores entre hombres y mujeres y entre estos con la naturaleza.

Creemos en la agroecología como una herramienta en la construcción de otra manera de producir y reproducir la vida. Es parte de un proyecto socialista, una alianza entre los trabajadores y las organizaciones populares del campo y la ciudad. Debe promover el desarrollo integral de los trabajadores, campesinos, indígenas y afrodescendientes. Es imposible la coexistencia de la agroecología en el marco del sistema capitalista.

Afirmamos que la agroecología se fundamenta en los saberes y prácticas ancestrales, que construye el conocimiento a partir del diálogo y el respeto a las diferentes visiones y procesos, del intercambio de experiencias y utiliza tecnología apropiadas a la producción de alimentos sanos que atiendan a las necesidades de la humanidad, en armonía con la Pacha Mama (Madre Tierra).
Nosotros como Vía Campesina, una articulación de movimientos y organizaciones pluricultural, reconocemos y fortalecemos el intercambio de las experiencias y saberes entre campesinos, campesinas, indígenas y afrodescendientes, difundidas y multiplicadas en os diferentes espacios de formación y educación ejercidos en los programas de Campesino a Campesino, en las escuelas campesinas, escuelas de educación formal y educación abierta y en los procesos comunitarios y territoriales.
Reconocemos el hecho de realzar este encuentro en un territorio Maya, donde se inició uno de los métodos que hemos construido de campesino a campesino, que busca la unidad, no tiene fronteras es horizontal e integral.

Comprendemos que no hay una homogenización de los métodos, sino principios que nos unifican en la construcción de la Agroecología tales como organizar, formar y movilizar.

La cosmovisión en nuestra búsqueda por comprender el mundo, en su relación con el tiempo, con las energías creadoras y formadoras, y con la memoria histórica (de la agricultura los territorios, la humanidad) está complementada por una interpretación materialista histórica y dialéctica de la realidad, y junto a esta busca desarrollar el pensamiento político ideológico para lograr un cambio estructural de la sociedad y así la liberación y el buen vivir de nuestros pueblos.

CLOC-Vía Campesina, Chimaltenango, Guatemala, 03 de agosto del 2011.


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Arpista guaireño creó el kambapu inspirado en la cultura afroparaguaya


El kambapu gana terreno como género musical paraguayo


Francisco Giménez, arpista de Villarrica, creó el kambapu, un género musical inspirado en ritmos de la cultura afroparaguaya. Según el autor, con esta propuesta busca que el componente “negro” del país adquiera notoriedad “después de siglos de silenciamiento y ocultamiento”. Así, “la negritud” revive en forma de líneas melódicas trazadas por el arpa sobre la base de una rica combinación instrumental.

VILLARRICA (Juan Carlos Decoud Fernández, corresponsal). “La guarania y la polca no son los únicos géneros paraguayos; están el valseado, el rasguido doble, entre otros, que corren el riesgo de morir como manifestación musical paraguaya”, comenzó diciendo Francisco Giménez, quien, mediante una pausa en sus giras internacionales, visita su ciudad y analiza histórica y musicalmente su creación: el kambapu.

“Un signo de que el Paraguay puede crecer musicalmente es la avanzada, creada por Óscar Nelson Safuán”, expresa Francisco. Safuán había influido en algunos músicos jóvenes con ese ritmo (la avanzada), que nació en la década del 80. Además, el recordado creador le había comentado a Giménez acerca de la riqueza rítmica de las fiestas de Kamba Kua y le había sugerido investigar ese campo para construir nuevos experimentos musicales.

Inducido por esa orientación, después de uno de sus retornos de Europa, el arpista guaireño comenzó a visitar ese barrio de Fernando de la Mora donde se asentaron los esclavos que acompañaron a José Gervasio Artigas cuando este prócer uruguayo recibió el asilo que le otorgó José Gaspar Rodríguez de Francia. “Viajé a Europa y, hace cuatro años, cuando volví, lo hice con la idea que me dio Safuán y fui a Kamba Kua para ver qué podía hacer. Primero contacté con Lázaro Medina, presidente de la Asociación Cultural Kamba Kua, quien me orientó en la investigación”, recuerda Giménez.

Según este intérprete y compositor de Villarrica, aparte de Kamba Kua, no existe referencia musical afro en Paraguay. “En la galopa sí se siente la influencia mediante la combinación de golpes con el bombo que trabaja con los redoblantes. Esa es la diferencia de la polca respecto de la galopa, que presenta esa reminiscencia afro en la música paraguaya”, explica, y destaca que en otras prácticas, aparte de la musical, se percibe mucha más presencia de lo negro, “en los juegos de San Juan, por ejemplo”.

A ese movimiento cultural, con su propia manifestación musical, Mauricio Cardozo Ocampo le llama folclore regional paraguayo, según Giménez. Esa acentuación rítmica del bombo es la que inspiró el movimiento del contrabajo en el kambapu. Es decir, “la misma acentuación pero con notas”, según describe el arpista guaireño.

“Cada compás del kambapu es mitad polca, con las tres negras del contrabajo, y mitad santo sapatu, que es esa combinación de golpes con bombo, muy habitual en la música de Kamba Kua. Solo que, en vez de golpes, le agregamos notas, también de contrabajo”, explica.

Sobre esa base de percusión y contrabajo, el kambapu agrega la guitarra que va acompañando, igualmente, con medio compás de polca y medio de santa sapatu. Todo ese cimiento armónico permite que el arpa de Francisco Giménez vaya trazando una innovadora línea melódica.

El disco

Tres de las canciones grabadas en el material denominado kambapu ya cuentan con letra. Una de las poesías fue creada por Gilberto Ramírez Santacruz, “él compuso los versos para la melodía de ‘Kamba jeroky’, cantada por Mirta Noemí Talavera. Además, Mario Casartelli, también comprometido con la negritud en Paraguay, aportó la letra para la canción ‘Encuentro y raíces’; finalmente, de la canción ‘A bailar el kambapu’ tanto la letra como la música son mías”, describió Francisco Giménez.

Estos temas, más otros siete, están grabados en el material “Kambapu”, producido con interpretación y dirección de Giménez

El kambapu se presenta como un movimiento artístico que, incluso, cuenta con la adaptación de coreografías que fueron presentadas en diversos escenarios nacionales. De esta manera, una creación artística paraguaya irrumpe en el acervo cultural para enriquecer nuestra expresividad.

5 de Agosto de 2011.