ALAI AMLATINA, 21/05/2014.-
Nuevos aires
cargados de viejos hábitos soplan sobre los territorios de
Latinoamérica y el Caribe. La
vocación hegemónica y su permanente necesidad
de renovarse y reafirmarse trae consigo una cartera de elementos
de seducción, disuasión
o represión que pueden ser usados aislada o simultáneamente y
que ofrecen la posibilidad
de combinaciones muy diversas, versátiles y siempre, eso sí, con
el mismo propósito:
en ocasiones explícito y las más de las veces encubierto detrás
de velos insostenibles
como el de la restauración de la democracia.
Durante el siglo XXI hemos visto reaparecer las figuras
autoritarias de tiempos
pasados pero con una esencia distinta. El
capitalismo de este nuevo siglo llegó con ímpetus renovados pero
con características
diferentes. Se
modificaron sus condiciones
materiales tanto como sus modos y sentidos.
Las materias primas de ayer pierden hoy relevancia frente
a nuevos materiales;
las tecnologías invaden nuevos espacios y usan otros caminos;
las comunicaciones
ocupan todos los ámbitos y descubren formas y vehículos; los
sentidos de realidad
en su conjunto se transforman y se enajenan a través de nuevos
mecanismos.
En términos de concepción hay cambios muy notorios,
correspondientes a las modalidades
capitalistas del siglo XXI, un momento en que los estados a la
vez se refuerzan
y se disuelven, pero sobre todo se rediseñan; en que los
territorios se redefinen de acuerdo con los nuevos
sentidos cohesionadores
y con los nuevos imperativos materiales; en que la sociedad
transforma desde la
ofensiva del poder ética y estética; en que los valores
materiales, sociales, culturales,
políticos y simbólicos son violentados por los mismos poderes
que anteriormente
los crearon, en su versión dominante y dominadora.
El nuevo campo de batalla
1. Quizá el
elemento más relevante
ha sido el cambio en la idea de la guerra y sus propósitos. Si hasta ahora hemos estado
acostumbrados a medir
las guerras por sus ganadores y perdedores, hoy tendremos que
adecuarnos a las guerras
infinitas. Esas guerras
indefinidas que buscan
mantener los territoriosen situación de guerra porque ya
no son el medio
sino el fin. Es la
situación de guerra la
que proporciona los beneficios: da paso al saqueo, estimula una
variedad de negocios
(armas, drogas, alimentos, trata de personas, mercenarismo y
muchos otros) y permite
un control sobre las poblaciones no legitimado porque se ejerce
en condiciones de
excepción.
2. Un segundo
elemento significativamente
distinto se refiere a la concepción del enemigo. El enemigo en verdad es, en
este siglo XXI, la
otredad bajo cualquiera de sus formas. Y
el otro, por virtud de la competencia y el
correspondiente imaginario de
campo de batalla que la acompaña, debe ser dominado o negado;
convertido en –o tratado
como- objeto. Pasible de
ser manipulado,
usado, pero también deshechado.
El otro que
aparece por todos y cualquier rincón como ocurrió en Vietnam,
como ocurre dondequiera
que hay un pueblo en resistencia, es asimilable al estatus de
virus. Un virus es
relativamente invisible, imperceptible
e incomprensible, salvo cuando incomoda; un virus es, como los
humanos-masa, útil
pero despreciable, dañino cuando rebasa cierta dimensión o
cuando la emprende por
su cuenta. Debe ser
controlado “por el bien
de la humanidad”, aunque en este caso justamente forme parte de
esa humanidad.
3. La idea
central que conduce
a entender de una manera muy distinta el campo de batalla, que a
la vez es un equivalente
del mercado, se refiere al problema de la incompletud, que
acompaña todos los procesos
vitales, pero que debe ser superada, desde la perspectiva del
poder, para evitar
porosidades que lo pongan en peligro. Tarea
imposible pero a la que se le dedican esfuerzos ingentes:
tecnología abrumadora
y avasalladora; investigaciones de psicología y de
comportamiento de sistemas complejos;
técnicas de convencimiento, envilecimiento, disuasión o
parálisis; cálculos de equilibrios
asimétricos; investigaciones (y prácticas) culturales,
lingüísticas, antropológicas
y similares que propicien el sometimiento; fabricación
unilateral y universalización
de sentidos “comunes” a través de los medios masivos de
comunicación, de los contenidos
de la educación, de las orientaciones de la ciencia y otros
vehículos del mismo
carácter.
4. El concepto
de dominación
de espectro completo ha sido la clave de transformación en el
arte de la guerra
y orienta sus modalidades prácticas. Es un
concepto complejo que se actualiza mediante la experiencia
cotidiana de la guerra
en todos sus distintos escenarios y mediante el estudio del
comportamiento humano,
e incluso del de todas las formas de vida que concurren en cada
uno de ellos.
Uno de sus aprendizajes, muy evidente en las disputas por la
territorialidad
en la actualidad, es el de la aplicación simultánea y sin tregua
de mecanismos variados
que tiendan a confundir y a la vez a producir resultados
combinados mientras agotan,
en principio, las fuerzas físicas y morales del enemigo (Ver, a
este respecto, el
acoso a Venezuela desde febrero de 2014).
Con la idea orientadora de “no dejar resquicio al enemigo”,
ningún espacio de
resguardo, ni un momento para tomar aliento, se han puesto en
práctica un conjunto
de elementos de los que yo distingo tres que combinados tienen
un efecto explosivo:
avasallamiento, simultaneidad, impunidad.
Avasallamiento. Cuando el enemigo
es concebido como
una fuerza invisible o difícil de reconocer porque se pierde en
esa masa de seres
a los que nunca se les había puesto casi atención porque se les
consideraba demasiado
pequeños e irrelevantes, el procedimiento se inclina por lo que
podría considerarse
una purga general, relacionada con las tareas de prevención y
disuación pero con
propósitos de más larga duración.
Este mecanismo
consiste en evitar que la asimetría se convierta en
vulnerabilidad aplicando una
fuerza sobredimensionada, desproporcionada, con carácter
arrasador.
Simultaneidad. El mejor medio
para desgastar al enemigo
es atacarlo sin tregua por todos lados al mismo tiempo; como un
ataque de un enjambre
de avispas. Con esta
idea, se aplican simultáneamente
mecanismos desestabilizadores o directamente de ataque en todos
los ámbitos de la
vida social. Desde casos
como el mexicano
en que se aprobaron en cascada reformas antipopulares (laboral,
fiscal, de control
de comunicaciones, educativa y energética) que generaron
confusión y respuestas
fraccionadas y que transformaron sustancialmente y de golpe las
relaciones laborales,
las pautas educativas, el patrimonio de la nación (del pueblo de
México), los niveles
salariales y de imposición, la vigilancia o intromisión en la
vida privada y los
márgenes de maniobra de la sociedad; hasta procesos directamente
de propiciamiento
de golpes de estado como el venezolano en que se manejan los
imaginarios y sentidos
de realidad, se genera violencia y confusión, se introducen
operativos de descomposición
social, corrupción y soborno, al mismo tiempo que se genera
desabasto de bienes
básicos, se ataca al gobierno y también a la sociedad.
Es decir, la simultaneidad es el elemento que más claramente
permite entender
la estrategia de dominación de espectro completo, siempre
combinado con la idea
de eliminar la porosidad que permita resquicios de recuperación
de fuerzas y de
sentidos. Es un modo de
proceder que puede
aplicarse en cualquier ámbito, en ámbitos combinados, en todos a
la vez y en cualquier
nivel.
Impunidad. El dislocamiento
de sentidos y la confusión
que de esta manera se crea es potenciada al máximo posible
cuando a los referentes
formales de justicia y moralidad social se les invalida en la
práctica con la ostentación
de comportamientos ilegales. La
pérdida de
referentes sociales garantizadores, de lo que se entiende por
estado de derecho,
equivale a la construcción de un contexto en el que aparecen
como dupla indisoluble
el estado de excepción y una tierra de nadie.
Crimen, extorsión, corrupción, violaciones al orden
establecido, atropello,
autoritarismo, vaciamiento de la justicia, del derecho y del
respeto social son
los componentes del nuevo escenario impuesto unilateralmente. En mayor o en menor escala,
la complicidad entre
crimen y aparatos de justicia genera condiciones de pérdida de
sentidos y de indefensión
de la sociedad que entonces es sometida a una dinámica pantanosa
en la que se mueve
con dificultad y sin tener clara la ruta.
El México del siglo XXI quizá sea uno de los más elocuentes
casos de dislocamiento
de las reglas del juego y de imposición de una política general
de impunidad en
el sentido que la hemos referido.
La dominación de espectro completo y los elementos de
intervención que hemos
destacado, podemos observarlos lo mismo en una escala
planetaria, es decir, en calidad
de macropolítica, que en escalas locales, con todas las
gradaciones y diferencias
correspondientes a las especificidades del caso y al momento o
grado de intervención
que se busca.
Los mecanismos de intervención
5. En el
terreno de los modos
y las formas, o de la espacialidad material de la ocupación,
también podemos observar
cambios significativos.
La primera década del siglo XXI estuvo marcada por un nuevo
despliegue de instalaciones
militares estadounidenses en algunos puntos estratégicos del
territorio latinoamericano
y caribeño. El efecto
fue doble. Por un lado,
siguiendo con la pauta del avasallamiento,
la excesiva presencia militar con altas tecnologías y
capacidades de respuesta tuvo
un impacto intimidante y disuasivo; por otro lado realmente
mostraba la dimensión
del potencial enfrentamiento y el margen de irradiación casi
instantánea de la fuerza
estadounidense y sus aliados. El
despliegue
y reposicionamiento de las fuerzas estadounidenses en la zona
durante estos años,
que en principio las tenían distraidas en Medio Oriente y Asia
Central, es impresionante
(ver mapa).
El estilo de instalaciones que se han promovido a partir de
2013 ya es distinto;
tiene un perfil más discreto (ver artículo de Sandy Ramírez). El propósito no es tanto
intimidatorio sino totalmente
funcional; se busca el entrenamiento y homogeneización de
códigos en la lucha contra
“contingencias” de estilos variados como las de posibles
sublevaciones urbanas (particularmente
para Chile pero con alcance general), trastornos ambientales, y
situaciones de “ingobernabilidad”
entre las que está el rechazo de la minería a cielo abierto, a
la construcción de
una carretera en medio de la selva, de una hidroeléctrica o
simplemente la disputa
por el sentido y posesión de un territorio.
Es decir, prepara el terreno para acciones “especiales” y
puntuales forjando
los cuerpos de élite.
6. La
presencia militar directa,
o incluso la policiaco-militar, generan suspicacias y rechazo
entre las poblaciones. Por
ello son acompañadas por múltiples mecanismos
de entrelazamiento con la población que aparecen como ajenos a
la esfera militar,
entre los que destacan los programas de la USAID. Aportando dinero,asesoría,
apoyo tecnológico,
capacitación o cuestiones similares, USAID, nacida en el marco
de las políticas
anticomunistas de la Alianza para el Progreso en 1961, que
buscaban eliminar la
influencia de la revolución cubana en otros países del
continente (cuyo correlato
fue el bloqueo económico a Cuba), ha tenido una historia muy
claramente vinculada
a los golpes militares de las décadas de los 60 y 70 del siglo
XX. En los años
posteriores a las dictaduras militares
su presencia se hizo más notoria en la región centroamericana,
marcada por las guerras,
y en la actualidad se extiende visiblemente en países que desde
la visión hegemónica
resultan estratégicos como Haití, Colombia, México, Guatemala y
Honduras, a quienes
se les ha otorgado un financiamiento de 1,224; 582; 290; 217; y
212 millones de
dólares respectivamente en sólo 3 años, de 2010 a 2012.
De 1990 a 2003 Perú, Bolivia y Colombia (2,753; 2,333; y
2,190 millones de dólares
respectivamente), considerados el brazo sur del plan Colombia,
fueron los países
que mayores financiamientos recibieron. Les
siguieron de cerca El Salvador, Nicaragua y Honduras (con 1,923;
1,414; 1,116),
relacionados con el control del área del Gran Caribe y con las
rutas de narcóticos
y de migrantes. En la
década de los 80, marcada
por las guerras en Centroamérica, solo El Salvador recibió 4.047
millones de dólares.[1]
Lo mismo sucede con agencias como la DEA, que no sólo tienen
paso por todo el
continente sino que también son portadoras de políticas de
ocupación en países o
sitios estratégicos. Durante
2008-2014 el
presupuesto destinado al CARSI (Iniciativa de Seguridad de la
Región Centroamericana)
es de 665 millones de dólares, cuando el de Colombia (279 en
2013) y el de México
(154 en 2013), países centrales en la estrategia de seguridad
del continente, resulta
ser moderado frente a este monto que se justifica por la
“…transferencia de 1,388
mil millones de dólares en equipo electrónico de uso
exclusivamente militar, parte
del cual es expresamente para uso del propio personal
estadounidense en Honduras. Se
tendrá ahí posiblemente uno de los mayores
centros de información y telecomunicaciones del Continente.”[2]
El avance discreto a través de estos mecanismos puede ser
considerado de alto
riesgo -combinado con el avance explícito de la década anterior
obviamente-, pues
permite una penetración más sutil, más profunda, más inadvertida
y más consistente,
creando complicidades a la vez que condiciones de
disciplinamiento o de intervención.
Socavar para intervenir desde el fondo.
7. Lo que
resulta significativo
es que la intervención con vestido de economía no cesa de
ocurrir y extenderse mientras
las otras tienen comportamientos más erráticos.
Las relaciones entre los estados pueden deteriorarse
mientras calladamente
las inversiones mineras, petroleras o similares siguen
encontrando recovecos por
donde extraer hasta el último gramo de los ricos yacimientos
latinoamericanos. La
economía de rapiña, en connivencia con las
oligarquías locales, recuerda permanentemente la época de la
(primera) Conquista. La
voracidad del capital es hoy, tanto como los
mecanismos de disciplinamiento y control, avasalladora,
simultánea e impune. Al
menor descuido ocupa espacios y vacía y transforma
territorios.
Chevron, Anglo Gold, Repsol, Halliburton, Barrick Gold,
Monsanto, Cargill y
algunas otras, son tan dañinas como las bases militares y los
dispositivos de disciplinamiento.
Son tan depredadoras como las acciones militares. Son también fuerzas de
ocupación, saqueo y desolación.
Es por eso que las luchas crecen y revientan por todos los
rincones. Es por eso que
los operativos de desestabilización
se multiplican. Es por
eso que el proceso
de militarización no puede detenerse, como no logren detenerlo
los pueblos.
Las geografías del poder
8. La
geografía del área de
seguridad de Estados Unidos en el continente también se ha
transformado. De la
primera década del siglo XXI con un centro
asegurado en Colombia, hoy se ha extendido, a manera de derrame,
hacia Perú y Paraguay
en el sur y hacia Centroamérica y México en el norte, formando
auténticamente un
corredor geográfico de aseguramiento y garantía hegemónica. Las políticas y métodos
aplicados en Colombia;
los procesos de desestructuración comunitaria y arrasamiento
físico; las imposiciones
de lógicas económicas saqueadoras y devastadoras como las del
monocultivo, ya sea
de palma, caña, café, soya o cualquier otro cultivo de
rentabilidad garantizada
en el mercado mundial; la minería a cielo abierto, con mercados
inmediatos en el
exterior; los desplazamientos de población; la violencia a la
vez selectiva e inespecífica;
todos estos elementos, acompañados de cambios en la normatividad
nacional e internacional,
los códigos penales y civiles y en general los usos y
costumbres, han transitado
territorialmente hasta crear un corredor securitizado y
productor de commodities
que atraviesa América a lo largo desde una punta hasta la otra. Corredor que marca una
línea divisoria entre los
países agrupados en el ALBA o las organizaciones regionales en
resistencia frente
a las políticas hegemónicas, y marca la ruta de la Alianza del
Pacífico o del Tratado
Transpacífico que hace recordar al legendario ALCA pero
reforzado con una coraza
militarizada. Como
dijera Colin Powell, no
tiene caso hacer acuerdos de libre comercio si no se garantiza y
se acoraza antes
la ruta con acuerdos de seguridad.
Hoy, sin embargo, aun en estas circunstancias, los pueblos
se aferran a la vida
y encuentran formas de restablecer los resquicios, los enjambres
y las urdimbres
comunitarias. A pesar
del miedo; a pesar
del dolor; o justamente por eso.
[1] La
presencia de la USAID
ha sido fuertemente cuestionada.
Ecuador
ha resuelto a inicios de mayo 2014 cortar toda relación con esta
agencia, por considerarla
injerencista y dañina para la estabilidad y soberanía nacional.
[2] Ceceña,
Ana Esther 2014
“La dominación de espectro completo sobre América” en Patria
(Ecuador: Ministerio
de Defensa), con información de Isacson, Adam et al 2014 Time
to listen: trends
in U.S. security assistence to Latin America and the
Caribbean (USA: Latin America working group education
fund, CIP, WOLA).
- Ana Esther Ceceña es coordinadora del Observatorio
Latinoamericano de
Geopolítica, Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma
de México.