martes, 19 de marzo de 2013

Colombia: El trueque, una práctica de Buen Vivir


Población indígena practica el trueque como mecanismo de autosostenibilidad y de soberanía alimentaria. Foto: Archivo de la Asociación de Cabildos Genaro Sánchez Zona Centro
Por Susan Abad, desde Bogotá

17 de marzo, 2013.- “Yo me recuerdo cuando estaban mis papás, que subían gente de lo caliente [zonas cálidas], que le llamábamos calentanos, y traían la panela, el plátano, cambiábamos con papa, con repollo, con queso, en la vereda de Ecuaré”, rememora para Noticias Aliadas Lucina Caldón, quien junto a su marido y dos de sus siete hijos vive en el resguardo indígena Puracé y que a sus 66 años es una de las más entusiastas participantes del trueque que cada dos meses organiza la Asociación de Cabildos Genaro Sánchez Zona Centro del departamento suroccidental del Cauca.

La práctica —calificada por la abogada investigadora arhuaca Belkis Izquierdo como “una estrategia económica propia y acción fundamentada en el ejercicio colectivo que se convierte en un mecanismo de autosostenibilidad y soberanía alimentaria”— fue reactivada por iniciativa de las comunidades en esa zona sur de Colombia en el 2003, y fue fortalecida en el 2009 gracias a la orientación de la Asociación de Cabildos Genaro Sánchez Zona Centro y la ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dentro de su proyecto “Integración de ecosistemas y adaptación al cambio Climático en el Macizo Colombiano”, desarrollado entre el 2008 y el 2010.

“Nuestra estructura está conformada por alrededor de 22,000 habitantes de 10 cabildos indígenas distribuidos en los municipios de Popayán, Puracé y El Tambo. Tenemos los resguardos de Puracé, Kokonuco y Paletará, Quintana, Poblazón, Julumito, Chapas, Alto del Rey y Guarapamba”, explica a Noticias Aliadas Ricardo Manzano del pueblo Kokonuco y coordinador del trueque en su población, a unos 30 km al sureste de Popayán, la capital departamental.

Y si bien al empezar, como cuenta Manzano, sólo 150 personas intercambiaban productos, hoy son entre 600 y 1,500 indígenas que se reúnen cada dos meses para esta actividad.

Mejor organización

El crecimiento de la participación ha originado una mejor organización que se inicia con una proyección sobre el número aproximado de personas que asistirán al evento, y el número de productos que se deben llevar “para que haya equilibrio y que la comida se pueda redistribuir y a nadie le falte o le sobre producto”, explica Caldón, también del pueblo Kokonuco.
“Por fortuna tenemos distintos pisos térmicos, desde los 3,800 m hasta los 1,000 m sobre el nivel del mar. Esto nos permite tener una gran variedad de productos”, precisa Manzano.
“además de recuperar una costumbre ancestral, también permite a los indígenas tener un mejor nivel de vida, mantener sus estructuras tradicionales, avanzar en los modelos de economía propia, así como consumir alimentos que en muchos de los casos —y cada vez con más frecuencia— son cultivados de manera orgánica, que fortalece el proceso de alimentación, y por ende redundan en una mejor salud”
Es así que los participantes de las zonas cálidas acuden con panela, plátano verde y maduro, yuca, naranja, chontaduro y piña, productos muy cotizados por los habitantes de climas fríos, que los cambian por papa, cebolla, leche, quesos y fresas.

El proceso, además de recuperar una costumbre ancestral, también permite a los indígenas tener un mejor nivel de vida, mantener sus estructuras tradicionales, avanzar en los modelos de economía propia, así como consumir alimentos que en muchos de los casos —y cada vez con más frecuencia— son cultivados de manera orgánica, que fortalece el proceso de alimentación, y por ende redundan en una mejor salud.

Con la producción agroecológica y orgánica, las comunidades avanzan en las prácticas de cultivo amable con el medio ambiente, “respetando la Madre Tierra como un concepto de todos los indígenas, que es la que nos provee los alimentos”, afirma Manzano.
“Estamos protegiendo los nacimientos de agua. Ya la agüita sale —no bien bastante—pero al menos no se han secado como en otros lugares”, acota Caldón.

Además de ser un proceso político-administrativo, el trueque también significa para estas comunidades un incremento en la producción. La implementación de un calendario de cosechas les permite a los participantes tener datos concretos sobre los productos que cultivan cada resguardo y cuáles son las épocas o meses de mayor producción. Esto facilita la elaboración de un cronograma de siembras y fijar las fechas para realizar los trueques.

Esta mejor organización e incremento de la producción determina un importante aporte a la seguridad y soberanía alimentaria de estas comunidades. Manzano explica que aparte de “la calidad, variedad de productos, además que son sanos y frescos”, es importante el aporte de las mujeres en el intercambio de formas de cocinar los productos y la participación de los niños en los eventos, lo cual fortalece, desde la familia, la recuperación de la alimentación, costumbres, tradiciones culturales y conocimientos propios.

Cuidado de las semillas

El trueque también ha generado —dentro de su dinámica— el rescate de las semillas propias y su adaptación a diversos climas. “Antes había buena papa, buen olluco y eso hubo un tiempo que se acabó, pero ya estamos produciendo semillas sin veneno, semilla orgánica y eso también lo llevo y cambio”, dice a Noticias Aliadas Mercedes Yace del resguardo Kokonuco. Ella, en su papel de custodia de semillas y pies de cría —como llaman a los animales para la reproducción— utiliza métodos de conservación, propagación y distribución de las semillas de las que no sólo brotará alimento, sino “plantas con las que se puede aplicar todo el conocimiento de nuestra medicina tradicional”, asegura.

El intercambio de semillas permite la consecución de alimentos de zonas diferentes y la reforestación con especies nativas, convirtiéndose en otra experiencia positiva para el medio ambiente y una forma de enfrentar los cambios climáticos.

El pasado 28 de febrero se realizó el trueque número 46 desde que reiniciaron esta práctica en el 2003. Para Manzano el proceso se ha sostenido en estos años “porque ha dado unos resultados a nivel político, social, autonomía alimentaria y salud y un fortalecimiento al modelo de economía propia y respuesta a los modelos alimentarios de globalización”.
Añade que se proyecta al futuro con propuestas como “cultivos en invernadero escalonados, hacer barreras con árboles y aislar los ojos de agua”. Asimismo, espera que esta práctica se lleve a otras comunidades, campesinos, afrodescendientes e inclusive a sectores urbanos deprimidos.

“El trueque nos arraiga, nos une, nos organiza, nos fortalece. Nos impulsa a producir, a recuperar las huertas tradicionales a luchar por lo que nos pertenece. En los trueques se fortalecen los lazos de amistad entre resguardos, se comparten conocimientos, formas de trabajo, organización y lo más importante rescata nuestra propia cosmovisión y todo nuestro legado ancestral”, afirma.

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Fuente: Noticias Aliadas. Serie: Buen Vivir, una vivencia y propuesta para tomadores de decisión y líderes de opinión, auspiciada por Terre des Hommes-Alemania: http://www.comunicacionesaliadas.org/articles.asp?art=6790


PERÜ/CAJAMARCA: ¿POLICÍA “NACIONAL” O MERCENARIOS PRIVADOS DEL ORO



Por Sociólogo: Avelino Zamora Lingán 

El Perú, país que, según muchos sociólogos, aún no ha terminado de ser nación, porque nunca tuvo una clase social dominante, con conciencia o identidad nacional, está siendo gobernado de facto o de hecho, por las trasnacionales y, en consecuencia, está rumbo a ser neo-colonia de éstas. Existen varios indicadores o señales que sustentan esta afirmación, entre las cuales el propio modelo económico neoliberal, impuesto desde hace más de 20 años, bajo el cual se ha puesto en práctica una política entreguista de recursos naturales, empresas estatales, puertos, etc. otorgando a las transnacionales, de manera exagerada, todo el marco político, legal, social, tributario, que garantice su normal movimiento económico productivo, aunque sea en desmedro los peruanos; y, sobre todo, lesionando, de manera cada vez más abierta y sin tapujos, ni ningún pudor, la dignidad y soberanía nacional.

En este contexto hay que ubicar algo que en estos días todos los peruanos, hoy nos estamos enterando: Los famosos convenios lesivos a la soberanía nacional entre la policía nacional y las transnacionales mineras. Muchos de estos convenios se han venido firmando desde el año 2007, gracias a un Decreto que dio el mayor apátrida de este país: Alan García Pérez, pero que por el silencio cómplice de los instrumentos mediáticos, recién hoy están saliendo a luz. Según el propio portal web de la DIROES  (www.pnp.gob.pe/direcciones/diroes/convenios.html), la Policía Nacional habría estado suscribiendo tales convenios con transnacionales mineras desde el año 2007, entre éstas con: Barrick Misquichilca S.A.; Minera Poderosa S.A., Minera Retamas S.A. y Minera Yanacocha S.R.L. Este último convenio se refiere al que se firmó entre Yanacocha y la DIRTEPOL de Chiclayo; al cual se suma el convenio suscrito, más recientemente entre Yanacocha y la DIRTEPOL de Cajamarca.

¿Existirá algún otro país que permita convertir a su policía en mercenarios al ponerlos al servicio de la empresa privada a cambio de un salario? Y, lo más grave, ¿para que masacren y asesinen al pueblo, cuando reclaman por sus recursos naturales, su agua y por los atropellos que cometen tales empresas? Creo sin duda que en este aspecto el Perú se pone a la vanguardia de la anti-nacionalidad y anti soberanía y, sin ninguna duda, que estas prácticas ya son propias de un país neo-colonizado. Y, para colmo, el Estado, con el dinero del pueblo, tiene que pagarles su sueldo, comprarles el uniforme, el calzado y quien sabe hasta los calzoncillos, luego en reciprocidad, el pueblo, lo único que recibe es palo, bomba y bala. 

Aunque no se puede exigir mucho a la policía, menos a las fuerzas armadas, que se pongan al lado del pueblo, porque estos son meros instrumentos del Estado, el cual está en manos de los poderosos, de los capitalistas y de la clase dominante, quienes utilizan no solo a la policía y fuerzas armadas, sino a todos los entes del estado, para proteger sus grandes intereses económicos. Es erróneo pensar que “el Estado somos todos” o que “nos pertenece a todos”; pues tal idea nos lo ha vendido la clase dominante para justificar la opresión contra el pueblo; o para justificar actos como, por ejemplo, los convenios entre la policía y las transnacionales o entre cualquier otra empresa privada. El Estado, y mucho más el Estado peruano, es una maquinaria inventada para oprimir a los pueblos o para el control social, más que para promover el desarrollo social, la calidad de vida humana o la justicia y armonía social. Por ello se puede decir que el Estado peruano está cada vez más distante del pueblo, no llega a éste de buena manera, si es que lo hace es para reprimirlo, empobrecerlo, controlarlo y pedirle votos cuando se trata de cambiar los amos que gobernarán cada cinco años. Y, en estos tiempos el Estado se está acercando al pueblo con espíritu neo-colonial, tal como los españoles se acercaron hace 500 años. Del mismo modo lo hacen las transnacionales mineras, telefónica, petroleras, etc. en complicidad con el Estado, quien les otorga todo el marco legal para que actúen como verdaderos neo-colonialistas, destruyendo recursos naturales contaminando aguas, corrompiendo conciencias, despojando de sus tierras a los pueblos y reprimiendo al pueblo indiscriminadamente.

Pero aquí el problema con estos convenios Policía-mineras, se origina en los niveles más altos del Estado, durante el régimen aprista. La mayor responsabilidad cae sobre el Presidente de la República (Alan García), los ministros (especialmente el del Interior), los Congresistas (Apristas y otros de derecha) y el Director de la Policía. Los subalternos sólo tienen que acatar ordenes, “sin dudas ni murmuraciones”, más aún cuando la justificación es “complementar el sueldo”, porque están ganando “muy poco”. ¡Claro opción facilista el facilitar el “mejoramiento del ingreso económico” de la policía a costo de convertirlos en mercenarios o asesinos a sueldo al servicio de las transnacionales mineras! En las luchas contra el mega proyecto Conga, el pueblo ha comprobado, en carne propia los efectos de estos Convenios anti-soberanos, cuando la policía, cual grupos de pandilleros, recorrían la ciudad de Cajamarca, en las camionetas de Yanacocha; de donde se bajaban y tiraban palo, bomba y bala a “todo el mundo”; realizaban detenciones masivas, reportando a los detenidos a la ciudad de Chiclayo y pateaban las ollas comunes, siendo el resultado más fatal los 5 muertos de Celendín y Bambamarca. 

El convenio Policía- Mineras, explica el porqué el pueblo queda absolutamente abandonado “huérfano de autoridades”, observándose todo lo contrario: fiscales, en su contra; defensoría, en su contra; derechos humanos, en su contra; prensa (la mayoría), en su contra. ¿Quién defiende al pueblo? ¿El Chavo, Supermán, Batman? Sólo quedan algunas entidades internacionales que tal vez decidan defender al pueblo, porque en el Perú, ya estamos advertidos: Hemos sido neo colonizados por las trasnacionales y cada uno de nosotros los del pueblo, nos estamos convirtiendo en colonos, siervos o esclavos y como tales ya nos están tratando. Es cierto, los policías subalternos también son procedentes del pueblo, de familias humildes y pobres; y, precisamente, estas familias son las más afectadas por las actividades mineras; están siendo despojados de sus tierras; están muriendo a pausas por la contaminación de las aguas; y la agricultura tiende a desaparecer debido a la destrucción de las fuentes de agua Y, son precisamente estas familias a las cuales la policía tiene que masacrar, matar, reprimir, perseguir, etc. etc. gracias a este anti-soberano convenio policía- mineras.

Exigir, rogar, implorar que la policía no reprima, mate o masacre al pueblo en una protesta social es pecar de ingenuos o pedir “peras al olmo”, como ya indicamos ellos actúan bajo el principio “ordenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones” y más aún cuando de por medio se pone los s/. 30; s/. 50 ó s/. 90 nuevos soles diarios que las transnacionales les paga a cada uno;  además, de otros beneficios económicos, pactados en los famosos convenios, por su puesto más de lo que el Estado les paga. Además, en el escaso tiempo que los policías, permanecen en una academia o escuela policial, se limitan a aprender como manejar su arma o su palo “de reglamento”; poco les importa reflexionar sobre lo que hacen, cuando las ordenes vienen “desde arriba”, En esto se asemejan a los robots que actúan de acuerdo a como han sido programados y siempre están atentos a que el “dedo invisible” (o sea el dedo del general, director o del Presidente) presione el botón”, por decirlo de alguna manera; es decir, siempre están listos o prestos a las órdenes, que de pronto pueden ser así:  ¡Maten y ellos matan!, no importa a quien, siempre y cuando sea del grupo de los “revoltosos” o “agitadores”, como ellos lo llama a los que protestan; ¡repriman y ellos reprimen!, ¡detengan y ellos detienen!, ¡pateen las ollas comunes y ellos patean! Pero aún así, el pueblo debe entender que el problema no es con ellos, no es con los subalternos, el problema es con quienes dan las órdenes, es decir con los de arriba. 

Ellos, los policías, son “instrumentos” que son utilizados en contra de su propio pueblo, incluso de su propia familia. Muchos de ellos no se dan cuenta de lo que hacen y en contra de quien lo hacen puesto que su cerebro ha sido bien “lavado”, precisamente para que tengan muy escasa conciencia de lo que hacen, salvo muy pocas, honorables y saludables excepciones. Es por esta razón, también, que la policía cada vez se aleja más de la población, está más desprestigiada. Ya no existe más en el imaginario de la población la idea de que “la policía es el amigo del pueblo”, o ese slogan que ellos mismos proclaman “el honor es su divisa”; puesto que hoy la policía, de manera exagerada y descarada, ha sido convertida en fiel sirviente de las empresas privadas: Bancos, Mineras, telefónica, centros comerciales, cajas, mutuales y de guardaespaldas de políticos, poderosos, congresistas,  ministros, funcionarios públicos de alto rango, etc. etc. etc. De tal manera que para la protección del poblador común o de  a pie, ya no existen policías. ¿Hasta cuando el pueblo soportará este vergonzoso atropello de los gobernantes? No se sabe, tal vez hasta que abra los ojos y aprenda, arrancar, exigir o conquistar sus derechos.                

Escrito: 16 de marzo del 2013