Si bien es cierto que en los últimos 30 años el PBI mundial se ha expandido a un promedio del orden del 3% anual -alcanzando a la fecha un nivel de aproximadamente 60 billones de dólares (millones de millones)- la realidad indica que las tasas de crecimiento de los distintos países han sido extremadamente desparejas y que los niveles globales de desempleo y pobreza se incrementaron en forma alarmante.
Respecto al primer tema, se debe mencionar que el PBI mundial se distribuye con un increíble grado de desigualdad. En efecto, del total de 180 países relevados por el FMI, los primeros 20 del ranking por nivel de actividad cuentan con productos superiores al billón de dólares y abarcan nada menos que el 80% del PBI mundial; encabezados por EE.UU. (14.5 billones), Japón (5.0 billones) y China (4.5 billones). En el otro extremo, los últimos 100 países generan productos inferiores a los 35 mil millones de dólares y cubren tan sólo el 2% del PBI mundial.
Como referencia, vale mencionar que el PBI de Argentina asciende a 300 mil millones de dólares y se ubica en el puesto 30 del ranking. Otro dato para tener en cuenta es que si se toma como indicador el ‘producto per cápita’ las diferencias son aún más profundas: los primeros 10 países alcanzan un ratio promedio de 73.500 dólares, mientras que los últimos 50 alcanzan un ‘per cápita‘ de sólo 550 dólares, es decir 135 veces menor!
Las cifras anteriores nos eximen de mayores comentarios, con el agravante de que las diferencias entre países ricos y pobres se van ampliando a lo largo del tiempo en forma alarmante. Sin embargo, no todo termina aquí. Como ya se ha mencionado al comienzo de esta nota, los niveles de desempleo, pobreza e indigencia no sólo son dramáticos sino que, además, muestran una clara tendencia creciente.
En lo que hace al desempleo, sin duda la crisis ha agravado un problema ya existente hace décadas. De acuerdo a la información suministrada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas, a fines del 2007 el nivel de desempleo a nivel mundial ascendía al 6%, mientras que para fines de este año se estima un porcentaje no menor al 10%; lo que equivale a un total de 250 millones de personas.
Este guarismo, ya de por si grave, al ser el consolidado del total mundial claramente ‘esconde‘ las terribles diferencias que se registran entre los distintos países, regiones y sectores de la población. En lo que hace a las naciones, los límites extremos van de países con desempleos menores al 4% a estados con porcentajes realmente alarmantes: Ruanda (31%), Gabón (30%) y Guinea Ecuatorial (28%), entre otros. Por regiones, África presenta niveles promedio del orden del 20%, mientras que los países de la OCDE no superan el 8%.
Asimismo, dentro de cada área, los grupos más vulnerables presentan porcentajes como mínimo 10 puntos más elevados que el promedio; ellos son: jóvenes profesionales, población con baja educación, inmigrantes y personal temporario.
A esta alarmante situación de desigualdad en la distribución de la riqueza coexistiendo con elevados niveles de desempleo, se le suma el creciente drama de la pobreza. Tomando la definición convencional que considera ‘pobre‘ a la población que vive con menos de dos dólares diarios e ‘indigente’ a la que lo hace con menos de uno, las Naciones Unidas estiman que a la fecha el total de ‘pobres’ a nivel global asciende a 2500 millones de personas; o sea nada menos que casi un 40% de la población mundial (6750 millones).
Más grave aún, dentro de este conjunto, un tercio del mismo es ‘indigente’; lo cual significa que a esta altura de evolución de la economía mundial aún quedan 835 millones de personas que viven en condiciones infrahumanas. Como es lógico, la distribución de este problema es extremadamente desigual: el 75% de la población ‘indigente’ se concentra en Asia y África.
Como si esto fuera poco, finalmente debe mencionarse que el 80% de la población mundial vive con menos de 10 dólares por día! Las cifras analizas en esta nota muestran con extrema claridad la dramática situación económica y social que enfrenta la economía mundial; a la cual se le suma, además, una estrecha correlación entre países pobres y elevados niveles de corrupción.
En síntesis. La sociedad global enfrenta un escenario harto difícil que se realimenta permanentemente a través de un círculo vicioso de desempleo, pobreza, corrupción y falta de productividad. Es de esperar, entonces, que los países más avanzados implementen a la brevedad posible planes de mediano y largo plazo que permitan ir reduciendo gradualmente la magnitud de este actual y creciente drama.
Caso contrario, más allá del problema humanitario, la situación podría convertirse en un serio riesgo para la paz y la estabilidad mundial. A este respecto, el mensaje dirigido el año pasado por el Papa a nuestro país, pero claramente válido para el resto de las naciones, es lo suficientemente claro:¡se hace imprescindible reducir el escándalo de la pobreza y de la inequidad social!
(Tomado del Blog El Condidencial de Guinea Ecuatorial)