Grecia disfrutó con el voto contestatario y rebelde del 6 de mayo que crispó a
Europa. Esta vez, la sociedad griega decide -agobiada- entre sólo dos fuerzas políticas, a modo de
referéndum: una se dice dispuesta a los sacrificios que impone el pactado segundo plan de rescate (la conservadora
Nueva Democracia) y la otra (la Coalición Radical de Izquierdas
Syriza) aspira a seguir en la eurozona, pero dictando las condiciones a quienes tienen los fondos (130.000 millones de euros) que necesita Grecia con urgencia.
Europa redobló a última hora sus advertencias: Syriza disgusta. Angela Merkel fue explícita ayer en una reunión de la CDU -aun a riesgo de exacerbar el nacionalismo griego que Syriza ha sabido captar-. La canciller alemana resaltó la importancia "de que las elecciones griegas conduzcan preferentemente a un resultado en el que quienes formen gobierno digan: sí, cumpliremos los acuerdos". También Jean Claude Juncker, responsable de la eurozona, previno a navegantes griegos. "Si gana la izquierda radical griega -lo que no es descartable-, las consecuencias para la eurozona son impredecibles", señaló en una entrevista al diario austriaco Kurier.
Realismo o rebeldía, el gobierno que hoy emerja de las urnas tiene un panorama dramático. Quinto año de recesión, desempleo de más del 22%, falta de liquidez del Estado, una burocracia otomana... "Nuestra existencia como nación está en juego", proclamó frente al Parlamento anteanoche el líder conservador Andonis Samarás. Esta vez, la frase parecía realista, a diferencia de tantas otras pronunciadas en los mítines de campaña.
Las encuestas están prohibidas desde hace dos semanas, pero las últimas detectaban inequívocamente que el voto se va a polarizar entre Nueva Democracia y Syriza, lo que puede facilitar la formación urgente de un gobierno -hecho imposible el 6 de mayo-, capaz de responder a lo que Europa espera de Grecia: ¿van a respetar o no el acuerdo de rescate pactado en abril con la troika que exige -e impone- sacrificios y recortes? Los sondeos que se manejan en Atenas, tanto en las sedes de los partidos como en las embajadas, coinciden en una gran igualdad, con ligerísima ventaja de Nueva Democracia.
En lo que sí son rotundos los sondeos es en la voluntad de los ciudadanos de no volver -si es que se puede- al dracma, y del realismo de los electores hoy dependerá que eso no se cumpla. "La gente está angustiada sobre sus ahorros, sobre sus puestos de trabajo, está angustiada por su futuro y por el futuro de sus hijos", decía ayer Stathis Psillos, profesor de Filosofía de la Universidad de Atenas, a la agencia Ap.
El problema de fondo es que hoy decide un electorado donde abunda la desesperanza en el futuro. "Puestos a ser pobres, es mejor rebelarse contra quienes nos han conducido a este panorama. Yo votaré Tsipras" (el inexperto líder de la heterogénea Syriza), indica Alexandros Kakaletris, un funcionario de 43 años. La receta de Syriza no pasa por recortar el sector público -un 22% de sus votantes el 6 de mayo fueron funcionarios, por cierto- sino reformarlo y extraer los recursos que necesita el erario de los impuestos, sobre todo entre los griegos adinerados. La palabra "democracia" es de origen griego, la palabra "impuestos" viene del latín...
La gente de Syriza se dice con fuerzas para modernizar la administración y la forma de funcionar de los 717.000 empleados públicos (Grecia no dispuso de una cifra fiable... ¡hasta hace un año!). "Durante más de 30 años (la dictadura militar griega acabó en 1974), el Estado se ha convertido en una sociedad anónima. Nuestros políticos no hacían política de Estado sino negocios de Estado", indica Vasilis Moulopoulos, diputado y portavoz de Syriza desde la sede central, donde se respira confianza. En menos de dos meses, Syriza ha pasado de ser una coalición de grupúsculos con aroma de reliquia de la izquierda griega -siempre tan suya- a tener al mundo pendiente de sus mínimos movimientos.
Este éxito sin precedentes en Europa en muchos años sólo se explica por el enorme desprestigio de los dos grandes partidos que se han alternado en el poder desde 1974: la Nueva Democracia conservadora y el Pasok, que se conforma hoy con ser la distante tercera fuerza pero cuyos escaños pueden contribuir a formar "el gobierno de unidad" que propugna Samarás, el líder conservador. La polarización también podría dejar a Amanecer Dorado, el partido de ultraderecha, por debajo del 5% de los votos. Samarás ha tratado de captar estas seis semanas el voto xenófobo. "Mientras las familias griegas sufren, Syriza ofrece a los inmigrantes importantes beneficios", dijo en el cierre de campaña.
Nueva Democracia porta hoy los deseos oficiales de Europa. Pese a su responsabilidad directa en ese Estado caótico llamado Grecia, sigue siendo una opción menos incierta y fiable que la del espíritu del dracma que late en el alma de Syriza.
"El voto de hoy no debe basarse en la rabia sino en la esperanza del futuro, debe de basarse en la Grecia del euro y no en la Grecia del dracma", imploraba ayer el editorial del diario de centro-izquierda Ta Nea.