(Entrevista publicada en Brasil de Fato y traducida por Otramérica)
El registro de nacimiento dice que Argentina es su país, pero como su compatriota Ernesto Che Guevara, la antropóloga Rita Segato decidió asumir como nación a América Latina desde su juventud, cuando aterrizó en el Nordeste brasileño.
Desde los territorios del interior indígena, se convirtió en una respetada académica e intelectual en todo el mundo. Rita es profesora de la Universidad de Brasilia (UNB) y conoce de cerca la realidad de los pueblos indígenas de las Américas. Su práctica antropológica siempre se mueve uno el encuentro con el otro y rechaza todo acercamiento aséptico. Tal vez por eso, además de la capacidad de relacionar temas y perspectivas teóricas, Rita hace ahora contribuciones importantes al discurso construido sobre Buen Vivir -lo que ella llama Bom Viver- en Brasil.
La antropóloga critica profundamente el modelo de desarrollo adoptado por los gobiernos populares electos en América Latina y apunta a la relación colonial del Estado brasileño.
¿Qué te parece el modelo de desarrollo adoptado por los gobiernos latinoamericanos de origen popular?
Creemos que el mundo está dividido en dos campos principales: el socialista y el capitalista. No estamos hablando en términos de la Guerra Fría, pero creemos que todavía hay estas dos ideologías políticas. El libre mercado y aquella otra que piensa que el mercado debe ser controlado y que lo social debe tener el primer lugar.
Sin embargo, este punto de vista oculta la percepción de que el campo socialista, como mínimo, se divide en dos más. Tenemos uno que es socialista desarrollista, eurocéntrico, y tenemos otro que apunta a una crisis general de la civilización, de todo el proyecto eurocéntrico que estructura al mundo de acuerdo a la jerarquía colonial. Tenemos que aprender a ver que dentro de las izquierdas hay una más centrada en el bienestar social, pero que no se diferencia mucho de la derecha en el fondo. Es difícil ver y aceptar eso.
En América Latina tenemos una serie de gobiernos que consideramos buenos. Son los mejores, ya que tratan de pensar en conjunto, como un bloque, una alianza continental: Venezuela, Ecuador, Perú, Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil. Un bloque que no ha existido antes. Éste es un bloque más sensible al bienestar social, pero no es capaz de pensar en la posibilidad de una transformación real, de una mejora en la situación de nuestro país, fuera del proyecto eurocéntrico. No hay ruptura. Quedamos ofuscados porque son gobiernos de izquierda, pero ese hecho no es muy profundo. Llegaron a competir, a participar en la competencia para emerger como un bloque dentro de los mismos principios y objetivos del capitalismo global. No hay una reflexión profunda sobre el asunto.
* ¿Cuál es el camino posible para que el Buen Vivir construya su retórica y enfrentarla al modelo adoptado por el bloque?
Hay que preguntarse hasta qué punto el bloque está dispuesto a pensar en la generación de poderes y economías locales. Cuando llegué a Brasil no conocí Sao Paulo o Río de Janeiro, fue directamente hacia el Noreste. Había mercados y ferias. Las personas de una determinada región se organizaban y eran autosuficientes. Caruaru (PE) es un ejemplo. Una visión de crecimiento dentro de las normas del capitalismo lo mató.
El Buen Vivir juega un papel importante, ya que estimula a la gente a obedecer a sus propios proyectos regionales, a los intereses de la comunidad local. Porque si estamos abiertos a la concepción global general, nos abrimos a los deseos y las formas globales de disfrute y estas formas de deseo y formas de placer se basan en el consumo y en su forma de programación de la vida.
El crecimiento de Brasil es a través del consumo, de la capacidad de consumir, independientemente de la forma de construir los índices de calidad de vida y desarrollo humano. Básicamente, si pensamos en la gente, el sentido común, la mentalidad colectiva, lo que se está midiendo del bienestar es el consumo. Esto se presenta como un gran problema. Desaparecen otras formas de la felicidad. El Buen Vivir significa preservar otras formas de felicidad. Una felicidad que tiene que ver con las relaciones entre las personas y no una felicidad que se deriva de la relación con las cosas. Es precisamente eso lo que está pasando: la cosificación de las relaciones.
* Vemos entonces una crisis de perspectiva crítica en este escenario...
¡Exactamente! Los discursos son lindos, sean de (Hugo) Chávez o de Evo (Morales), que pasó por la crisis que afecta al TIPNIS. Nunca hemos tenido discursos como esos antes y, entonces, parece que nos entregamos a ellos, porque sabrán qué hacer. Sin embargo, estos gobiernos se están confundiendo. En esa confusión, creo que hay una gran responsabilidad en el intento hegemónico de Brasil. Lula fue un presidente nacionalista. Nunca ha sido un internacionalista. Su propuesta era que Brasil hegemonizara el bloque por cualquier medio.
Así, el individualismo creció en el país. En lugares muy remotos, podíamos ver aún intactas las estructuras colectivas, funcionando y asegurando a las personas una forma de vida, una forma de felicidad. Colectividad significa que el ombligo se encuentra dentro de la comunidad y no fuera. Lo que vemos es que el ombligo ya no es el centro de las comunidades, cambió a São Paulo y, de allí, a Nueva York.
Para mí, esa hegemonía regional de Brasil tiene profundas estructuras coloniales y capitalistas. El avance del estado ha sido insensible. No se trata de una verdadera comunidad de naciones, sino de un intento hegemónico de Brasil para captar capital de los países vecinos para instalar mejor al bloque en el concierto del capital global.
Perdemos así una gran oportunidad que podríamos tener y que, en parte, pasa por las formas del Buen Vivir que no pasan por el consumo global.
Lévi-Strauss decía que la razón por la cual debemos ser pluralistas es que cuantas más comunidades existan en el planeta será mejor, no por razones humanitarias y de valores, sino porque si observamos la historia natural sabremos que nunca fue posible decir que una especie va a dominar el planeta. El darwinismo social no habla de las especies más aptas, sino de las especies más adaptadas a los problemas climáticos y ambientales que se pueden producir. No era la especie más capaz. Por lo tanto, es algo impredecible. Así que no sabemos cuál de las sociedades humanas se adaptará mejor al futuro inmediato. Puede ser la Yanomami, puede ser un grupo que tenga muy pocas personas. Por lo tanto, tenemos que preservar a todos los grupos, porque en uno de ellos está el futuro de la humanidad.
¿Qué se puede esperar de un sistema que descarta a la mitad del mundo? En la India el 25% de la población no sabe qué es el capitalismo. Sólo va a sobrevivir quien no centró exclusivamente su forma de felicidad y satisfacción en el consumo organizado a nivel mundial. Hay otras maneras.
* Analizando de forma crítica las elaboraciones indígenas e indigenistas sobre el Buen Vivir, ¿cómo se puede constituir este proyecto en una alternativa al sistema de una manera práctica?
Desde una perspectiva muy política. Con atención en dos puntos. Primer peligro: confundirse con las promesas de esos gobiernos, mejores que los anteriores y de cuño izquierdista. Incluso pueden ser apoyados, como en el caso de Evo, pero sin dejar de presionarlos. Uno de los peores momentos de Brasil, en mi opinión, es que el PT (Partido de los Trabajadores) ha sido siempre un partido de calle, de movilización y de activismo. Me di cuenta de que, cuando Lula asumió la presidencia en 2003, lo primero que hizo fue desmovilizar el partido, fue desmantelar la estructura activista y profesionalizar el partido. Esto ocurrió no sólo con el PT, por supuesto. El único que puede vigilar el camino del Gobierno es el pueblo en la calle. Hemos visto que es así, por ejemplo, en Bolivia con el llamado gasolinazo o con la marcha indígena por el TIPNIS.
El segundo peligro: el culturalismo. La política es historia, la política es defender el movimiento de la historia, la vida en movimiento defendiéndose a sí misma y la gente movilizándose para defender la vida. No se puede despolitizar las costumbres, la cultura. Y es partiendo de un conjunto de objetos históricos, que como he dicho son opuestos y disfuncionales con el camino histórico eurocéntrico y desarrollista capitalista, que tenemos como países que trabajar para que caminar simultáneamente en dos frentes: para instalar globalmente la idea de la solidaridad e, internamente, para proteger los espacios locales de nuestras naciones, preservar las comunidades. Hacer un camino histórico de dos vías: global y local. También es necesario recuperar a las comunidades que en ese proceso fueron arrancadas, se deshicieron.
En el Suma Kawsay (traducción quechua de Buen Vivir), el conocimiento, la profundidad, la mejor comprensión de las cosmologías, de los pensamientos, el valor de la vida humana… están en el centro, y no los objetos. Ver que toda esta "cultura" es parte de un proyecto macro, que es político, y que nunca se puede perder de vista. De lo contrario, podemos transformar la defensa del Buen Vivir en una cuestión [sólo] cultural.
Entonces, usted tiene una sociedad con principios lindos y discursos bellos sobre la vida, pero en realidad no tiene nada de eso. Las mujeres saben bien de eso porque se dan cuenta de que tienen un montón de cambios que quedan aúnpor hacer. Los poderes están interesados en el culturalismo. Quién hace una defensa del culturalismo dice que siempre fue así, que la cultura es inmutable, que no tiene historia y que una vez que se formó siempre fue igual. Así que vemos la defensa de caciques que se benefician de esos privilegios. Eso es un gran peligro.
* ¿Cuáles son los pliegues estructurales del capitalismo que interferirán con la elaboración retórica del Buen Vivir, formulación desarrollada en sus posicionamientos?
Podemos hablar de ello desde diferentes puntos de partida. Bueno, usted puede darse cuenta de que las sociedades poseen una vida íntima como colectividad y posee una fachada exterior, que es la forma como se comunica con el mundo exterior. Vemos esto tanto en las tradiciones preservadas de los afroamericanos como en el mundo indígena. El Estado ofrece salud, educación, en fin, sus ofertas, pero nunca podemos olvidar que el Estado es hijo primogénito y directo de la metrópoli colonial, porque pensamos que el Estado es republicano y que va a garantizar absolutamente todo para la población.
La América hispana está conmemorando el bicentenario de sus repúblicas, pero pensamos que hay una gran fractura entre el tiempo de colonial y el postcolonial. Sin embargo, en las aldeas se dan cuenta de que este estado es completamente colonial. Brasil es el país donde los pueblos indígenas perciben menos ese hecho. Es decir, a pesar de que el Estado es republicano sigue siendo colonial.