Por Esteban Morales
Existe
un conjunto de factores, que aparecen como determinantes en la búsqueda
de soluciones para la problemática racial en Cuba. Tales factores no
pueden ser tratados por separado, sino en una estrategia de trabajo que
tome en consideración, aspectos económicos, políticos, culturales,
sociales, educacionales, sicológicos, de género, que deben ser manejados
horizontal y verticalmente. Es decir, desde el plano individual al
social, pasando por la comunidad; y horizontalmente, buscando la
coordinación de todos los elementos que se desenvuelven a un mismo
nivel.
Entre estos factores se encuentran de modo general los siguientes:
1-La ignorancia acumulada sobre el tema dentro de la sociedad cubana.
2-La no aceptación de su existencia, por muchas personas, con independencia de su filiación racial.
3-La insuficiencia de debate, sobre todo, público.
4-El interés de muchas personas por ocultar o soslayar el tema.
5-La ausencia del tema en la educación a todos los niveles.
6-La práctica ausencia del tema en los medios masivos.
7-La muy limitada presencia del tema en la actividad científica y académica.
8-La ausencia del tema en las estadísticas nacionales, con especial incidencia en aquellas variables socioeconómicas que resultan indispensables para medir el nivel de vida de los grupos raciales que forman hoy la sociedad cubana.
9-La sistemática ausencia del tema en el discurso político, lo cual afecta su consideración en el trabajo político-ideológico y consiguientemente el espacio que debiera ocupar en la agenda de las organizaciones políticas y de masas.
10-La presencia de errores conceptuales cuando el tema ha sido abordado.
11-La presencia del tema racial como instrumento de subversión política interna.
12-La necesidad de fortalecer el trabajo cultural alrededor del tema.
2-La no aceptación de su existencia, por muchas personas, con independencia de su filiación racial.
3-La insuficiencia de debate, sobre todo, público.
4-El interés de muchas personas por ocultar o soslayar el tema.
5-La ausencia del tema en la educación a todos los niveles.
6-La práctica ausencia del tema en los medios masivos.
7-La muy limitada presencia del tema en la actividad científica y académica.
8-La ausencia del tema en las estadísticas nacionales, con especial incidencia en aquellas variables socioeconómicas que resultan indispensables para medir el nivel de vida de los grupos raciales que forman hoy la sociedad cubana.
9-La sistemática ausencia del tema en el discurso político, lo cual afecta su consideración en el trabajo político-ideológico y consiguientemente el espacio que debiera ocupar en la agenda de las organizaciones políticas y de masas.
10-La presencia de errores conceptuales cuando el tema ha sido abordado.
11-La presencia del tema racial como instrumento de subversión política interna.
12-La necesidad de fortalecer el trabajo cultural alrededor del tema.
Todo lo anteriormente esbozado, nos permite entender
y explicar, el insuficiente nivel de prioridad que tiene el tema racial
dentro de la política nacional. Al mismo tiempo de que, a pesar de su
importancia, no cuenta con la atención por parte de las organizaciones
políticas, de masas y organismos de la administración central del
estado. Lo cual nos lleva a preguntarnos si estamos o no ante un tema de
importancia para la sociedad cubana.
La sociedad civil cubana no aborda el tema racial
suficientemente. Entre los que le prestan cierta atención se destacan:
Ministerio de Cultura, Ministerio de Educación y Ministerio de Educación
Superior, recientemente incorporados. Algunas Instituciones Culturales y
Científicas entre las que se destacan: UNEAC, Centro Juan Marinello,
Fundación Fernando Ortiz, Fundación Nicolás Guillén, Casa de África,
Centro Cultural Dulce María Loynaz, Centro de Antropología, Departamento
de Antropología de la Universidad de La Habana, FLACSOUniversidad de La
Habana, Archivo Nacional, Biblioteca Nacional, Revista Temas, Centro
Criterios. Proyectos Comunitarios varios como: Balcón de Arimao,
Cofradía de La Negritud, Vedado y otros. Siendo insuficiente la
divulgación de sus actividades. Por lo que el entorno en que se mueve el
tema no nos permite afirmar que ya exista un nivel adecuado de debate
sobre el mismo.
Estoy convencido de que nadie se atrevería a decir
que no se trata de un tema importante. Pues negarlo, sería casi
equivalente a proclamarnos como racistas, cosa que nadie acepta. Pero la
práctica social, hasta hoy, dice otra cosa. El partido prácticamente no
trata el tema, la UJC tampoco, ni la CTC, la FMC, ni los CDR; salvo
para la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, nunca el tema
aparece en las agendas de debate. El tema en lo fundamental, más bien,
es tratado a partir de un conjunto de personas interesadas, en espacios
cerrados y nunca se divulga lo que se debate en tales espacios.
¿Continuamos estando en presencia de un tema tabú? Yo creo que aún sí en
alguna medida. Y es muy lamentable que así sea; porque tema de nuestra
realidad que no abordemos, termina virándose contra nosotros mismos.
Pues los temas, sobre todo internos, no se regalan, ni se venden; ni
siquiera se prestan. Tienen que ocupar un permanente espacio de debate
dentro de la sociedad civil cubana toda, que es la que está llamada, en
última instancia, a solucionarlo.
Es necesario que el tema racial entre a todos los
niveles en la escuela cubana. De lo contario, nunca llegará a formar
parte integral de la cultura. Y nosotros necesitamos hacernos de una
cultura antidiscriminatoria y antirracista. Como resultado de la
ausencia del tema racial en la educación cubana, nuestra escuela produce
hoy fenómenos muy negativos. Las diferencias entre las personas, por lo
general, son explicadas a partir de los estereotipos y los prejuicios,
lo cual engendra el racismo y la discriminación racial. Lo que no pocas
veces, es exacerbado en el ambiente familiar. La escuela nuestra aún no
trabaja suficientemente, en función de coaligar a sus educandos, dentro
de una concepción integral del ser cubano.
Aun así, de todos modos, los jóvenes se mezclan pero, generalmente,
cuando llegan a la familia casi todo se deshace, porque la poca
formación adquirida en la escuela es débil, no adecuadamente científica y
los prejuicios familiares pueden actuar con relativa facilidad; porque
la escuela, en realidad, no prepara al joven para actuar contra los
prejuicios subyacentes en la calle y la familia. Siendo esta una gran
batalla a ganar, porque lo es también contra los prejuicios
generacionales.
Como resultado de todo ello, no podemos estar
seguros, de si al final obtenemos al ciudadano que necesitamos. Los
jóvenes que comparten el aula, apenas se conocen a fondo, porque no
comparten sus procedencias raciales, ni algunas inquietudes y rasgos
culturales y hábitos que los diferencian. Aspectos que tienden a
manifestarse por medio de estereotipos y prejuicios raciales, que genera
la discriminación, que no pocas veces la familia se encarga de
profundizar.
Muchas personas, con independencia de su filiación
racial, no aceptan la existencia del tema. Muchos, ante su sola mención,
huyen despavoridos, y otros se encogen de hombros, como si el asunto no
tuviera nada que ver con ellos. Siendo estas variantes, parte de una
actitud negativa, porque la persona que no experimenta la necesidad de
asumirse como lo que es; entonces, es proclive a asumir, sea blanco,
negro o mestizo, actitudes en las que los estereotipos y los prejuicios
raciales toman espacio.
Si perdemos la oportunidad de que se compenetren en
la escuela, en la calle ello se convierte en un problema casi sin
solución. En la calle actúan una serie de factores que están totalmente
fuera del control de la escuela. Luego la importancia de la escuela
consiste en que es dentro de ella donde debemos lograr formar en los
educandos, una serie de actitudes, hábitos, que son las que los preparan
para enfrentar la sociedad, una sociedad cubana que aún tiene muchos
defectos, deformaciones e incomprensiones. Una sociedad que esta aún muy
lejos de la perfección.
La ausencia del debate público del tema, genera el acomodamiento,
la ignorancia, el desinterés y la despreocupación, pues ante cualquier
problema social, el individuo debiera sentir la necesidad de adoptar una
actitud determinada. De lo contrario, deviene un ser inexistente, y lo
que es peor aún, una persona manipulable. No puede haber problema social
en que el estudiante no reciba, desde la escuela, la formación que debe
tener para afrontarlo. Por eso decía Jose Martí, con toda razón, que
“educar es preparar al hombre para la vida”.
Algunas personas sienten un interés particular por
ocultar el tema. Actitud detrás de la cual siempre hay prejuicios
inconfesables. Perjuicios que casi siempre se encuentran ligados al
temor de asumirse racialmente. Entre nosotros sabemos que hay muchos que
tratan de pasar por lo que no son. Es la influencia que nos dejó asumir
superficialmente a Jose Martí y dándole ventajas a J. Antonio Saco.
Concepción esta última, en la que el negro no tenía cabida en la
sociedad cubana y donde el cubano quedaba definido solo como blanco. De
ahí vienen los prejuicios, el racismo, los criterios de adelantar la
raza, etc.
Hay mucha ignorancia acumulada sobre el tema. Esto
se explica, a partir de su falta de tratamiento en la escuela, una falta
de apreciación científica sistemática, el interés en ocultar el tema,
la huída de sus consecuencias negativas, su cada vez menor consideración
estadística, la vergüenza que produce en algunos considerarse
portadores de prejuicios raciales, la voluntad de olvidarlo, la
tendencia a olvidarlo como algo no digno de no ser recordado, la
tendencia a no asumirse, etc. Hay ignorancia voluntaria e involuntaria.
Ambas difieren en los métodos para ser tratadas. Por supuesto, la más
difícil es la voluntaria, pues se trata de una actitud de cinismo ante
el asunto.
Los medios no asumen el tema con sistematicidad; son
pocos consecuentes al tratarlo y muy interesados en soslayarlo. La
prensa plana diaria casi nunca lo trata. La televisión solo
recientemente ha comenzado a tratar de incluir matices en sus programas.
Solo la radio lo asume con cierta asiduidad. El cine lo ha tratado,
aunque poco. Todo lo cual genera una ausencia del encuentro sistemático
que debiera tener el ciudadano con el tema. Pues los medios no
contribuyen a su divulgación ni debate. Peor aún, cuando en un programa
televisivo no hay representatividad racial, es casi imposible pedir las
actitudes sociales necesarias de los que no se ven representados. Porque
la imagen televisiva está muy ligada al problema de los paradigmas. Las
personas necesitan verse representadas, pues lo contrario es una de las
tantas formas de invisibilizarlas.
La actividad científica ha asumido el tema con poca
sistematicidad en las universidades. Y diría hasta concierto temor. Solo
algunos Centros de investigación lo estudian, introduciéndolo en sus
proyectos. Su tratamiento en las aulas universitarias es limitado y nada
sistemático. Excepto en las Facultades de Artes y Letras y de Filosofía
e Historia, casi no existen asignaturas que lo aborden. Nuestro
claustro de Ciencias Sociales pocas veces lo recomienda para trabajos de
licenciaturas, maestrías o doctorados.
Nuestros estudiantes, a todos los niveles de la
educación, no se sientan en las aulas, a recibir un currículo, en que
experimenten la sensación de que se les asume como miembros de una
sociedad uniétnica y multirracial. No hay discriminación en nuestras
escuelas, respecto al derecho de estudiar, pero si la hay, cuando
nuestros patriotas negros apenas aparecen en los libros de historia, y
se desarrollan materias, donde nunca el negro o el mestizo aparecen
desempeñando funciones protagónicas.
Nuestro Sistema Estadístico apenas aborda el tema
racial. Nuestras estadísticas nacionales son incoloras. Aun con aquellos
datos estadísticos en los que se observa el avance social de Cuba y que
son enviadas a Naciones Unidas. Las categorías socioeconómicas no
asumen el color, por lo que nuestros indicadores económicos del nivel de
vida de la población, carecen de la capacidad para medir el estado y
nivel socioeconómico de nuestros grupos raciales. Lo que les resta
objetividad para el análisis social y político. Se muestra el desempleo,
el estado de la vivienda, el nivel de ingreso, pero nunca se llega a
saber como los grupos raciales están representados dentro de esos
indicadores. Nuestras estadísticas echan por la borda siglos de
historia; porque todos los cubanos no son iguales, todos no llegaron ni
decursaron de igual forma por el proceso de formación de la nación
cubana.
La revolución nos igualó mucho a todos los que nos
quedamos en este país, porque los que eran más diferentes, casi todos se
fueron. Pero ese problema de la igualdad social no está resuelto y más
que ello, creemos que se va a complicar. Es más, ya se está complicando,
porque los que se fueron están regresando. Y esa paradoja, puede
incrementar la desigualdad, aunque nos conviene. No nos conviene volver
al igualitarismo de hace unos años, como tampoco nos conviene ser muy
desiguales, se trata de un punto intermedio, que nadie nos puede decir
aun como lo vamos a alcanzar. Aunque es el dinamismo social que se
introduce lo más importante, porque el resultado de tal proceso solo
puede ser positivo para Cuba.
Existe una sistemática ausencia del tema racial en el discurso
político, que le resta fuerza para abordarlo, y que este sea objeto de
discusión en las agendas de las organizaciones políticas y de masas.
Este discurso refleja los intereses de la población de un modo muy
general, poco concreto, sin tomar en consideración las diferencias que
provienen de los distintos grupos raciales existentes. El discurso
político debe adquirir conciencia de expresar el color, el género, la
identidad cultural, para ser más completo, o de lo contario se quedará
en un espacio dentro del cual, en tendencia, alejado de la realidad
social concreta, nadie lo podría asumir como propio.
Se ha producido la situación de rendir informes
nacionales sobre el tema con errores conceptuales, como ocurrió
recientemente con el caso del Informe de Cuba a la Comisión de Derechos
Humanos de Ginebra. Se decía de manera absoluta que la discriminación no
es institucional y de que esta última sólo es el resultado de lastres
históricos. Y yo pregunto ¿quién es responsable de que nuestras
estadísticas sean incoloras, de que el color no esté en la escuela y de
que apenas esté en la televisión, no son acaso instituciones de nuestro
estado y gobierno? En nuestras instituciones no existe una voluntad
política expresa de defender la discriminación y el racismo, pero ocurre
que de manera muy sutil se reproducen en las mismas. Y no son el fruto
de lastres históricos, como también se dice en el Informe, sino el
resultado de imperfecciones que aun la sociedad cubana no ha logrado
superar.
El tema racial ha pasado a ser un instrumento de
subversión política interna, sin que se haya hecho lo suficiente hasta
ahora por contrarrestar esa situación. La actividad
contrarrevolucionaria siempre ha sido objeto de atención por parte de
las organizaciones políticas y de masas. Pero parece como si se
considerara, erróneamente, que el tema racial no podría ser también
objeto de manipulación política, o devenir en instrumento de la
subversión política interna. No todos los que manejamos este tema vemos
de igual modo su solución: algunos llegan a decir que solo un cambio del
régimen político lo solucionaría. Apreciación que no comparto.
Y sobre la que me pregunto, a pesar de las
dificultades, insuficiencias e incomprensiones que aun arrastramos, ¿en
qué lugar de este hemisferio, incluido Estados Unidos, los negros han
estado mejor que en Cuba? ¿Dónde está el paradigma para demostrar que un
cambio del régimen político en Cuba podría solucionarnos la cuestión
racial?
Pienso que los defensores de esa tesis, menos que
contrarrevolucionarios, no son más que vulgares mercenarios al servicio
de una potencia extranjera.