Texto recibido gracias a Jorge Osterling.
Este es el mensaje aprobado por el 33 Congreso de Teología celebrado
este fin de semana en Madrid:
“Del 5 al 8 de septiembre hemos
celebrado en Madrid el 33 Congreso de Teología sobre “La teología de la
Liberación, hoy”, que ha reunido a mil personas procedentes de los diferentes
países y continentes en un clima de reflexión, convivencia fraterno-sororal y
diálogo interreligioso, intercultural e interétnico.
1. Vivimos en mundo gravemente
enfermo, injusto y cruel, en el que la riqueza se concentra cada vez más en
menos manos y crecen las desigualdades y la pobreza. Entre 40.000 y 50.000
personas mueren al día por hambre y guerras, cuando existen recursos
suficientes para alimentar al doble de la población mundial. El problema no es,
por tanto, la escasez, sino la competitividad, la acumulación desmesurada y la
injusta distribución, generadas por el modelo neoliberal. Los gobernantes dejan
que gobiernen los poderes financieros y la democracia no ha llegado a la
economía. La crisis europea actual tiene como efecto el desmantelamiento de la
democracia.
2. La crisis económica se ha
convertido en una crisis de los derechos humanos. Los llamados eufemísticamente
“recortes” en educación y salud son, en realidad, violaciones sistemáticas de
los derechos individuales, sociales y políticos, que habíamos conseguido con
tanto esfuerzo a lo largo de los siglos precedentes.
3. Pero esta situación no es
fatal, ni natural, ni responde a la voluntad divina. Se pueden romper las
inercias cambiando nuestro modo de vivir, de producir, de consumir, de
gobernar, de legislar y de hacer justicia y buscando modelos alternativos de
desarrollo en la dirección que proponen y practican no pocas organizaciones hoy
en el mundo
4. Estos días hemos escuchado los
testimonios y las voces plurales de las diferentes teologías de la liberación,
que se cultivan en todos los continente y que intentan colaborar en la
respuesta a los más graves problemas de la humanidad antes descritos: en
América Latina, en sintonía con el nuevo escenario político y religioso y con
las experiencias del socialismo del siglo XXI; en Asia, en diálogo con las
cosmovisiones orientales, descubriendo en ellas su dimensión liberadora, en
África, en comunicación con las religiones y culturas originarias, en busca de
las fuentes de la vida en la naturaleza.
5. Hemos comprobado que la
teología de la liberación sigue viva y activa frente a los intentos del
pensamiento conservador y de la teología tradicional de condenarla y darla por
muerta. La TL es histórica y contextual y se reformula en los nuevos procesos
de liberación a través de los sujetos emergentes de transformación: mujeres
discriminadas que toman conciencia de su potencial revolucionario; culturas
otrora destruidas que reivindican su identidad; comunidades campesinas que se
movilizan contra los Tratados de Libre Comercio; jóvenes indignados, a quienes
se les niega el presente y se les cierra las puertas del futuro; naturaleza
depredada, que grita, sufre, se rebela y exige respeto; migrantes maltratados que
luchan por mejores condiciones de vida, religiones indígenas y
afrodescendientes que renacen tras siglos de silenciamiento.
6. La TL es teología de la vida,
que defiende con especial intensidad la vida más amenazada, la de los
empobrecidos, que mueren antes de tiempo. Hace realidad las palabras de Jesús
de Nazaret: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Llama a
descubrir a Dios en los excluidos y crucificados de la tierra: esa es la misión
fundamental de las Iglesias cristianas, de la que han estado muy alejadas
7. Los reformadores religiosos
han abierto y siguen abriendo caminos de compasión y liberación integral, que
deben traducirse política, social y económicamente en cada momento histórico,
de manera especial Siddharta Gautama el Buda y Jesús de Nazaret el Cristo (tema
de la última conferencia del Congreso.
8. Denunciamos la falta de ética
en las políticas gubernamentales que presentan los recortes como reformas
necesarias para la recuperación económica. Nuestra denuncia se extiende a los
bancos, las multinacionales y los poderes financieros como verdaderos causantes
de la actual crisis en connivencia con los gobiernos que lo permiten. Optamos
por otro modelo económico cuyos criterios sean el principio del bien común, la
defensa de los bienes de la tierra, la justicia social y el compartir
comunitario.
9. Denunciamos el uso de la
violencia, el militarismo, el armamentismo y la guerra como formas irracionales
y destructivas de solución de los conflictos locales e internacionales, a veces
justificados religiosamente. Optamos por un mundo en paz, sin armas, donde los
conflictos se resuelvan por la vía del diálogo y la negociación política.
Apoyamos todas las iniciativas pacíficas que vayan en esa dirección, como la
jornada de ayuno y oración propuesta por el papa Francisco. Rechazamos la
teología de la guerra justa y nos comprometemos a elaborar una teología de la
paz.
10. Denunciamos el racismo y la
xenofobia, que se manifiesta de manera especial en las leyes discriminatorias,
en la negación de los derechos de los inmigrantes, en el trato vejatorio a que
son sometidos por las autoridades y en la falta de respeto a su estilo de vida,
cultura, lengua y costumbres. Optamos por un mundo sin fronteras guiado por la
solidaridad, la hospitalidad, el reconocimiento de los derechos humanos sin
discriminación alguna y de la ciudadanía-mundo frente a la ciudadanía
restrictiva vinculada a la pertenencia a una nación.
11. Denunciamos la negación de
los derechos sexuales y reproductivos y la sistemática violencia contra las
mujeres: física, simbólica, religiosa, laboral, ejercida por la alianza de los
diferentes poderes: leyes laborales, publicidad, medios de comunicación,
gobiernos, empresas, etc. Dicha alianza fomenta y refuerza el patriarcado como
sistema de opresión de género. En la discriminación y el maltrato a las mujeres
tienen una responsabilidad no pequeña las instituciones religiosas. La teología
feminista de la liberación intenta responder a esa situación reconociendo a las
mujeres como sujetos políticos, morales, religiosos y teológicos.
12. Pedimos la inmediata
suspensión de las sanciones y la rehabilitación de todas las teólogos y los
teólogos represaliados (de quienes han visto sus obras prohibidas, condenadas o
sometidas a censura, de quienes han sido expulsados de sus cátedras, de
aquellos a quienes se les ha retirado el reconocimiento de “teólogos
católicos”, de los suspendidos a divinis, etc.), sobre todo durante los
pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fueron especialmente represivos
en cuestiones de teología moral y dogmática, en la mayoría de los casos por su
vinculación con la teología de la liberación e incluso por seguir las
orientaciones del Concilio Vaticano II.
Dicha rehabilitación es exigencia de
justicia, condición necesaria de la tan esperada reforma de la Iglesia y prueba
de la autenticidad de la misma.
Reivindicamos, a su vez, dentro de las
Iglesias, el ejercicio de los derechos y libertades de pensamiento, de reunión,
de expresión, de cátedra, de publicaciones, no respetados con frecuencia, y el
reconocimiento de la opción por l@s pobres como criterio teológico fundamental.
Con don Pedro Casaldáliga
afirmamos que todo es relativo, incluida la teología, y que solo son absolutos
Dios, el hambre y la liberación.
Madrid, 8 de septiembre de 2013”