miércoles, 19 de febrero de 2014

Guatemala: Carta Abierta a la Dra. Claudia Paz y Paz

Martes, 18 de febrero, 2014. 
 
Carta Abierta a la Dra. Claudia Paz y Paz
 
Las 360 defensoras de derechos humanos y organizaciones firmantes que nos articulamos en torno a la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) reconocemos que usted es un ejemplo para todas nosotras, para nuestras hijas e hijos, para nuestras nietas y nietos.  
 
Usted es una defensora de derechos humanos que ha demostrado que se puede ser coherente, digna e íntegra en el ejercicio de un cargo público.
 
Usted ha sido parte de las luchas de las mujeres y por la justicia;  desde los rincones más apartados, capacitando y trabajando por nosotras como activista y abogando incluso en los salones del Ministerio Público, del Congreso y las Cortes. 
 
Durante su gestión se reformó la atención a las mujeres víctimas de violencia femicida, de trata y de la violencia del Estado.  Demostró que mujeres y hombres víctimas del genocidio, la desaparición forzada, la tortura y los delitos de lesa humanidad pueden obtener justicia. Dio una luz de esperanza para víctimas de la violencia sexual durante el conflicto armado, así como para las que aún hoy sufren violencia sexual producto de las nuevas formas de guerra.
 
Su convicción de que el Ministerio Público debe estar al servicio de las víctimas y no de los poderes generó las condiciones para la desarticulación de varias redes delictivas formadas por abogados, empresarios, pandilleros y narcotraficantes. Como resultado, la efectividad de la persecución penal aumentó 26% en el último año.
 
Lamentamos que hoy se utilice a la Corte de Constitucionalidad para darle un golpe y tratar de condicionar su independencia.  La forma tan burda de recortarle su período fiscal desnuda la estructura discriminatoria y de impunidad contra la que Usted y su equipo han luchado.
 
 
Sabemos que hoy tratarán de deslegitimarla con el objeto de hacer retroceder su política de persecución penal y la lucha por los derechos humanos que usted acompaña.  No lo lograrán.  Su honorabilidad brilla y nosotras estaremos con usted, y con su equipo, en cada paso que dé en esta lucha por la defensa de la institucionalidad fiscal que es ejemplo no solo para el futuro de Guatemala sino para el mundo entero.
 
Siga de frente con su sonrisa dulce y su voluntad férrea, que todas nosotras estaremos allí.
Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos
                               Red Nacional de Defensoras
                                                                                                                                   Guatemala
                     
 
JASS Mesoamérica, Consorcio Oaxaca (México), UDEFEGUA (Guatemala), La Colectiva Feminista (El Salvador), AWID y el Fondo Centroamericano de las Mujeres.
 
Redes Nacionales de Defensoras de Derechos Humanos en México, Honduras, El Salvador y Guatemala

Izquierda y progresismo ante la integración y la globalización


Eduardo Gudynas

ALAI AMLATINA, 19/02/2014.- En los últimos tiempos el progresismo parece estar tomando un sendero distinto al de la izquierda que le dio su origen. Esta divergencia que asoma también se expresa en cómo se aborda la globalización y la integración latinoamericana.

La situación actual es heterogénea, por momentos contradictoria. Se debe celebrar, por ejemplo, contar con ámbitos de discusión política como UNASUR o CELAC, rompiendo con las tutelas de Estados Unidos. Pero persisten estrategias conservadoras de liberalización comercial, como las de la Alianza del Pacífico.

Unas cuantas razones de esa heterogeneidad se encuentra en la divergencia entre izquierda y progresismo, y para explicar esas circunstancias es apropiado un breve repaso histórico. La izquierda latinoamericana que maduró en la década de 1990 tenía unas cuantas ideas bastante claras sobre la integración. Su proyecto político iba mucho más allá de la liberalización comercial, defendiendo coordinaciones en manejar inversiones y endeudamiento, protección de los migrantes, y apoyos a obreros y campesinos, especialmente por medio de políticas productivas regionales. Buscaba romper la dependencia ante la globalización y cuestionaba institucionalidades como las de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

La lucha contra el ingreso de México al TLCAN, o ante los tratados de libre comercio de Chile, Perú, Colombia y varias naciones centroamericanas con EE.UU., obligó a explorar otras opciones económicas y políticas de la integración. Todavía más se aprendió en las coordinaciones de amplios sectores de izquierda en las negociaciones del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lideradas por EE.UU., con el apoyo de Canadá.

Muchos de esos aprendizajes explican muchas de las medidas que se tomaron cuando la izquierda conquistó varios gobiernos. Se cambió la postura en el seno de los bloques regionales, se detuvo el ALCA, y se lanzaron innovaciones, algunas específicas (como la idea boliviana de tratados de comercio entre los pueblos, el Banco del Sur, o un mecanismo propio de pagos recíprocos, el SUCRE), o incluso más ambiciosos (como el ALBA, y sus estructuras asociadas). Pero a medida que el impulso inicial de izquierda fue reemplazado por el pragmatismo del progresismo, se afectaron muchas posturas. Ese cambio se puede ilustrar con algunos ejemplos.

El primero se refiere a la iniciativa en infraestructura sudamericana, conocida como IIRSA, una iniciativa inicialmente alentada por Brasil, sin duda era funcional a la ideología del ALCA. A tono con el espíritu neoliberal, apostaba a una red de carreteras e hidrovías extrovertidas hacia la globalización, que permitiera enviar materias primas desde el corazón del continente a los grandes puertos oceánicos. Las izquierdas latinoamericanas criticaron duramente IIRSA; no podía ser de otra manera dada su estrecha asociación al proyecto ALCA. A su vez, las alternativas de izquierda postulaban otra integración física continental. A pesar de ello, a medida que se consolidó el progresismo, se aceptaron las ideas de IIRSA, aunque ahora reubicadas como Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan), dentro de UNASUR (1). Todos los gobiernos, sin distinciones entre conservadores o progresistas, lo financian.

En la misma línea, en 2006, Evo Morales presentó a los presidentes y pueblos sudamericanos una carta proponiendo otra integración continental “para Vivir Bien”. Defendía, por ejemplo, la complementariedad entre las economías, el comercio justo, fondos económicos para compensar asimetrías, y una articulación física distinta a la de IIRSA (2). Aunque en su carta estaba el espíritu de una integración desde la izquierda, no tuvo mayor acogida, y con el paso del tiempo, el progresismo actual parecería que la ha olvidado.

Estos ejemplos ilustran vías desde las que asoma la divergencia entre izquierda y progresismo, una distinción planteada en un artículo anterior (3), en este caso ante la integración y la globalización. No es que desaparecieran todas las posturas y sensibilidades previas, ya que muchas de ellas siguen presentes, explicando elementos como la resistencia a los TLCs y la retórica latinoamericanista.

Pero el progresismo, al seguir priorizando las exportaciones de materias primas, termina en países que compiten entre ellos en acceder a los mercados globales. Los países cafeteros y sojeros compiten entre sí, y otro tanto hacen los exportadores de cobre, hierro, plata y otros minerales, y así en otras materias primas. También compiten en atraer el capital necesario para esos proyectos, en flexibilizar las condiciones sociales y los permisos ambientales, e incluso en asistencias en infraestructura o energía barata.

Esta dinámica impide una integración productiva y comercial genuina. Los gobiernos resisten llegar a compromisos regionales para regular la oferta, los stocks disponibles, y los precios de sus materias primas (a pesar de existir iniciativas pasadas en ese sentido). A su vez, necesitan avanzar en redes construidas bajo el espíritu de IIRSA para asegurar sus exportaciones.

Frente a la globalización, existen algunos intentos en recuperar autonomía (por ejemplo, desvinculándose del CIADI). Pero, en líneas generales el progresismo quedó anclado en la globalización, ya que la necesita para mantener esas corrientes exportadoras y los flujos de capital. Cumplen con los acuerdos de la OMC y siguen las regulaciones globales para el comercio e inversiones. Brasil es, posiblemente, el país que más ha batallado por instalarse en esa globalización (buscando la dirección de la OMC, participando activamente en el G 20 y formalizando a los BRICs). Por esas y otras razones, el progresismo no logró desglobalizarse.

Durante las campañas frente al ALCA, las izquierdas aprendieron la importancia de una articulación continental que redujera las asimetrías (diferencias entre economías grandes y pequeñas) y permitiera una convergencia (mejorando las condiciones de las economías más pequeñas). Al caer el ALCA, el temario de asimetrías y convergencias perdió fuerza. Es que discutir esos procesos dentro de América del Sur implica debatir el papel de Brasil, la economía más grande, una cuestión más que espinosa para gobiernos (y varios en los movimientos sociales). Es cierto que Brasil y otros países aceptaron la propuesta de Chávez de transitar desde una Comunidad Suramericana de Naciones a una “unión”, pero no puede olvidarse que uno de sus resultados concretos fue abandonar la construcción concreta de políticas comunes y mecanismos para reducir asimetrías y asegurar convergencias. Aunque el progresismo invoca el latinoamericanismo, parece haber adoptado finalmente la postura brasileña, que defiende una soberanía en un viejo sentido, para rechazar cualquier compromiso supranacional.

El MERCOSUR, que se suponía sería “refundado” en los años en que todos los gobiernos de sus miembros estaban en manos del progresismo, avanzó en cuestiones como cultura o migraciones, pero no logró acuerdos en sectores claves como energía, minería y agroalimentos. No sólo eso, sino que ha caído en todo tipo de disputas internas (incluso imposiciones sobre los socios pequeños), hasta casi paralizarlo. A nivel continental también quedaron por el camino otras innovaciones audaces, como la propuesta de Hugo Chávez de “compartir” sus recursos petroleros, mediante acuerdos recíprocos con empresas estatales de países amigos. La situación se ha vuelto tan compleja, que hasta más de un gobierno progresista ahora mira con interés a la Alianza del Pacífico (Ecuador y Uruguay son observadores), o está dispuesto a negociar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (como Brasil o Ecuador).

Sin duda que este repaso no agota una problemática por demás compleja. Tenemos claro que el camino futuro no está, por ejemplo, en esquemas como los de la Alianza del Pacífico. Pero hay que saber reconocer el malestar con los problemas de una integración estancada o contradictoria en algunos frentes. Sus limitaciones las sufren, por ejemplo, obreros fabriles o pequeños agricultores, que como no encuentran salidas productivas dentro del continente, quedan a merced de la globalización. No siempre es fácil analizar esa cuestión, ya que cualquier observación podrá ser usada por los sectores conservadores para promover sus modelos TLCs.

La mejor manera de romper con esas trampas es retomar el espíritu de izquierda para enfrentar la globalización y la integración. Esto es fortalecer instancias como UNASUR o CELAC, pero incorporándoles mecanismos para recuperar autonomías frente a la globalización y acuerdos regionales concretos. Entre las prioridades están la regulación de la oferta y stocks de materias primas, cadenas industriales compartidas entre países, y la reorientación de la agropecuaria y las conexiones de transporte hacia las necesidades continentales, antes que los mercados globales. Esas y otras medidas se corresponden a aquel llamado, lanzado desde Quito, hace más de diez años atrás, “otro desarrollo es posible, otra integración es posible”, que sigue siendo válido.

- Eduardo Gudynas es analista en CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social), Montevideo. Twitter: @EGudynas

Notas:

1. La resurrección de la IIRSA, Héctor L. Moncayo, 30 octubre 2012, ALAI: http://alainet.org/active/62622&lang=es

2. Propuesta del Presidente Evo Morales: Construyamos con nuestros pueblos una verdadera Comunidad Sudamericana de Naciones para “Vivir bien”, 4 octubre 2006. ALAI: http://alainet.org/active/13712

3. Izquierda y progresismo: la gran divergencia, E. Gudynas, 24 diciembre 2013, ALAI: http://alainet.org/active/70074


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Rey de África del Este recibe a líder garífuna de Honduras


Nueva York, Estados Unidos

El rey Dada Tossoh Gbaguidi XIII, monarca de los Savalou, en Benín, país ubicado en África del Este se encuentra de visita en la ciudad de Nueva York y al escuchar del trabajo comunitario que realiza el fotógrafo Abelardo Guerrero dentro de la comunidad garífuna hondureña en la gran manzana, el gobernante pidió conocerlo, gesto que sorprendió a Guerrero, quien de inmediato respondió el llamado del líder africano.

“La verdad que ha sido una experiencia increíble, la cual no puedo explicar ni en español, ni en garífuna, ni en inglés, fue algo grandioso, me sentí orgulloso de estar allí, sentir su humildad y aprender de su sabiduría la cual me deslumbro” inicio diciendo Guerrero.
¿Qué fue lo que le dijo el rey una vez que se reunió con él?

"Lo primero que hizo fue pedirme disculpas por lo que hicieron sus ancestros a los míos, ya que según me explico nosotros somos africanos que fuimos vendidos por sus antepasados y que los garífunas provenimos de los Yarubas".

"Me aclaró que nuestros predecesores fueron vendidos a los blancos y que la razón por la que vendieron a los miembros de la tribu Yaruba fue por su fortaleza, ya que ellos podían sobrevivir donde sea".

¿Cómo es que se da esta reunión entre un fotógrafo de celebridades en Nueva York y un rey de África?

"Mi hermana trabaja en un Hotel y ella es amiga de la persona que trabaja como traductor del rey, ella como muchas hermanas se la pasa hablando de las cosas buenas que hago por la comunidad. La sorpresa nuestra fue cuando él le dijo a mi hermana que me llamara, ya que tenía una sorpresa para mí", dijo.

También agregó que "nunca en mi vida esperé que iba a estar un rey esperando para conocerme y al estar en su presencia él me hizo una oración de caballero del rey, me dijo que con esa oración él me estaba dando la fuerza de 10 reyes para que yo siga ayudando en todo lo que pueda a mi gente. Me dijo que ahora yo soy parte de él y me invitó a una reunión cultural que se llevará a cabo los días 14, 15 y 16 de agosto en Savalou, Benín “, señaló.
¿Qué vestimenta lució al visitarlo?

"Dios es tan grande que cuando me entere que iba a conocer al rey pensé que vestir un pantalón o una corbata no sería algo adecuado, para mi fortuna mi tío vende ropa africana y regresó de Ghana hace tres días con mucha mercancía, sin saber que él traía el traje que su sobrino vestiría en ese importante momento".

¿Qué le mencionó de Honduras?

"Él sabe mucho acerca de nuestro país y ha estudiado la vida de los garífunas en Honduras y me hablo del expresidente Porfirio Lobo. Me di cuenta que políticamente él sabe más de nuestro país que yo, pero le expliqué que no tengo ningún interés en la política, que mi trabajo está orientado en ayudar a la gente y al ver que no tengo conocimientos de las cosas del gobierno cambió de tema".

¿Qué tal ha sido la reacción de su familia ante tan alto honor?

"Todo el mundo estaba feliz, creo que los hice sentirse orgullosos de mí, aunque mi esposa lo tomó con mucha calma y me dijo que no le sorprendía, ya que para ella yo era un rey también".

Al ella ver las fotos con el rey Dada Tossoh Gbaguidi XIII se le salieron las lágrimas y aunque lloró "me hizo sentir bien, ya que lo hacía de felicidad y reconoce que estoy tratando como hondureño dejar una huella positiva en la comunidad".



El feminismo reactiva la lucha contra el "extractivismo" en América Latina




De sur a norte las venas de América Latina siguen sangrando. Proyectos extractivistas mineros, hidrocarburíferos o agroindustriales se multiplican por toda la geografía latinoamericana de la mano de empresas trasnacionales a las que se han ido sumando, en los últimos años, compañías estatales. Porque si hay algo en lo que coinciden gobiernos neoliberales y progresistas de la región, es en la consolidación de un modelo neo-desarrollista con base extractivista. La otra cara de este proceso de extracción y exportación de materias primas a gran escala, se asienta en la desposesión acelerada del territorio y de los derechos de las poblaciones afectadas.

Pese a que las mujeres han estado presentes en las resistencias socio-ambientales contra los proyectos extractivos, sus luchas no siempre han sido visibilizadas. Sin embargo, en las últimas décadas, la masiva presencia de mujeres y su rol protagónico en la defensa del territorio ha cobrado visibilidad en la medida en que se ha ido profundizando el proceso de despojo.

Sus voces, que parten de la pluralidad de enfoques y posicionamientos, revelan el impacto que las actividades extractivas producen en las relaciones de género y en la vida de las mujeres. Algunas se sitúan en los feminismos populares y comunitarios, otras parten desde los ecofeminismos, y muchas no se reconocen como feministas de forma explícita. Pero todas ellas, desde su diversidad, comparten el horizonte de una lucha post-extractivista, descolonizadora y antipatriarcal, y se empoderan en el marco de las resistencias. Su principal aporte: sacar a la luz los estrechos vínculos entre extractivismo y patriarcado.

Trata de mujeres y niñas

Los bloques petroleros en la Amazonía ecuatoriana, la explotación minera de Cajamarca en Perú o la ruta de la soja en Argentina comparten una realidad común. En todos estos lugares, afectados por las actividades extractivas, la masiva llegada de trabajadores ha provocado el incremento del mercado sexual. El alcohol, la violencia, y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual se establecen en la cotidianidad de los pueblos como expresión de una fuerte violencia machista. Un informe realizado en el marco del Encuentro Latinoamericano Mujer y Minería que se celebró en Bogotá en octubre de 2011, señala que “aparecen situaciones críticas que afectan directamente a las mujeres, tales como la servidumbre, trata de personas, migración de mujeres para prestar servicios sexuales (…) y la estigmatización de las mujeres que ejercen la prostitución”.

Por otro lado, el modelo extractivista conlleva la militarización de los territorios, y las mujeres se enfrentan a formas específicas de violencia debido a su condición de género. Esto incluye, en numerosas ocasiones, agresiones físicas y sexuales por parte de las fuerzas de seguridad públicas y privadas.

Desde esta perspectiva, tanto la tierra como el cuerpo de la mujer son concebidos como territorios sacrificables. A partir de ese paralelismo, los movimientos feministas contra los proyectos extractivos han construido un nuevo imaginario político y de lucha que se centra en el cuerpo de las mujeres como primer territorio a defender. La recuperación del territorio-cuerpo como un primer paso indisociable de la defensa del territorio-tierra. Una reinterpretación en la que el concepto de soberanía y autodeterminación de los territorios se amplía y se vincula con los cuerpos de las mujeres.

Son las mujeres Xinkas en resistencia contra la minería en la montaña de Xalapán (Guatemala) quienes, desde el feminismo comunitario, construyen este concepto. Plantean que defender un territorio-tierra contra la explotación sin tener en cuenta los cuerpos de las mujeres que están siendo violentados es una incoherencia. “La violencia sexual es inadmisible dentro de este territorio porque entonces ¿para qué lo defiendo?”, se preguntaba Lorena Cabnal, integrante de la Asociación de Mujeres Indígenas de Santa María de Xalapán – Jalapa.

“Las mujeres somos una economía en resistencia”

La penetración de industrias extractivas en los territorios desplaza y desarticula las economías locales. Rompe con las formas previas de reproducción social de la vida, que quedan reorientadas en función de la presencia central de la empresa. Este proceso instala en las comunidades una economía productiva altamente masculinizada, acentuando la división sexual del trabajo. El resto de economías no hegemónicas – la economía popular, de cuidados, etc. –, que hasta ese momento han podido tener cierto peso en las relaciones comunitarias, pasan a ser marginales.

En un contexto donde los roles tradicionales de género están profundamente arraigados y donde el sostenimiento de la vida queda subordinado a las dinámicas de acumulación de la actividad extractiva, los impactos socio-ambientales como la contaminación de fuentes de agua o el aumento de enfermedades incrementan notablemente la carga de trabajo doméstico y de cuidados diario que realizan las mujeres.

“Hay miles de experiencias productivas y económicas desde las mujeres que a partir de hoy las reconocemos y las nombramos como economías en resistencia.” A través de esta idea, adoptada de forma colectiva en el Encuentro Regional de Feminismos y Mujeres Populares celebrado en Ecuador en junio de 2013, las mujeres plantean otra forma de hacer economía. Una economía basada en la gestión de los bienes comunes que garantiza la reproducción cotidiana de la vida. Tal y como asegura la socióloga e investigadora argentina Maristella Svampa, la presencia de las mujeres en las luchas socio-ambientales ha impulsado un nuevo lenguaje de valoración de los territorios basado en la economía del cuidado. Detrás de esas luchas, por lo tanto, emerge un nuevo paradigma, una nueva lógica, una nueva racionalidad.

El extractivismo y la reconfiguración del patriarcado

“La presencia de hombres de otro lugar que ocupan las calles, se ponen a tomar [beber alcohol] y fastidian a las mujeres, genera que éstas no puedan salir a tomar un café porque las tratan como a putas”, cuentan las mujeres en Cajamarca, una de las regiones más afectadas por las actividades mineras en Perú.

En un contexto de acelerada masculinización del espacio, el extractivismo rearticula las relaciones de género y refuerza los estereotipos de masculinidad hegemónica. En las zonas en las que se asientan las industrias extractivas se consolida el imaginario binario basado en la figura del hombre proveedor donde lo masculino está asociado a la dominación. En esta recategorización de los esquemas patriarcales, el polo femenino queda ubicado en la idea de mujer dependiente, objeto de control y abuso sexual.

En definitiva, tal y como señala un estudio publicado por Acsur-Las Segovias, las aspiraciones colectivas que rodean a las actividades extractivas están fuertemente influidas por patrones masculinos, por imaginarios masculinizados. En este sentido, las experiencias feministas permiten visibilizar el extractivismo como una etapa de reactualización del patriarcado. La investigadora y activista social mexicana Raquel Gutiérrez sostiene que “extractivismo y patriarcado tienen una liga simbiótica. No son lo mismo, pero no puede ir el uno sin el otro.”

Protagonistas de la resistencia

Cuando la empresa Yanacocha adquirió el proyecto minero Conga en 2001, nunca imaginó que una sola mujer pondría en riesgo sus aspiraciones. Máxima Acuña se enfrenta con firmeza a uno de los gigantes de la minería. Se niega a entregar sus tierras, ubicadas frente a la Laguna Azul de la región peruana de Cajamarca, a una empresa que ha sido varias veces denunciada por la adquisición irregular de terrenos privados. Desde el año 2011 Máxima y su familia han sido víctimas de violentos intentos de desalojo por parte del personal de la minera y de la policía estatal. Entre amenazas, intimidaciones y hostigamientos, resiste a un proceso judicial plagado de irregularidades que la empresa interpuso bajo el cargo de usurpación de tierras.
En junio de 2008 Gregoria Crisanta Pérez y otras siete mujeres de la comunidad de Agel, en San Miguel Ixtahuacán, Guatemala,  Guatemala, sabotearon el tendido eléctrico interrumpiendo el suministro de la minera Montana Exploradora, subsidiaria de la canadiense Goldcorp Inc. Durante cuatro años recayó sobre ellas una orden de captura por sabotaje del funcionamiento de la mina. Finalmente, en mayo de 2012, los cargos penales fueron levantados y las mujeres lograron recuperar parte de las tierras de Gregoria, que venían siendo utilizadas de forma irregular por la empresa.

Las mujeres del pueblo de Sarayaku, en la Amazonía ecuatoriana, encabezaron la resistencia contra la petrolera argentina Compañía General de Combustibles (CGC), a la que lograron expulsar de sus tierras en el año 2004. El Estado ecuatoriano había concesionado el 60% de su territorio a la empresa, sin realizar ningún proceso de información ni consulta previa.

Fueron las mujeres quienes, desde el principio, tomaron la iniciativa. Cuando el ejército incursionó en su territorio militarizando la zona en favor de la petrolera, ellas les requisaron su armamento. El ejército quiso negociar la devolución de las armas de forma secreta. El pueblo de Sarayaku, empujado por las mujeres, convocó a toda la prensa del Ecuador para sacar el caso a la luz pública. En el año 2012, tras una década de litigios, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró la responsabilidad del Estado ecuatoriano en la violación de los derechos del pueblo de Sarayaku.

Estos y otros casos ilustran el panorama anti-extractivista latinoamericano en el que las mujeres se alzan como protagonistas de la resistencia, incorporando nuevos mecanismos de lucha y reivindicando su propio espacio. En su comunicado, las mujeres amazónicas que en octubre de 2013 caminaron durante más de 200 km en contra de la XI Ronda Petrolera en Ecuador, proclamaban: “Defendemos el derecho de las mujeres a defender la vida, nuestros territorios, y a hablar con nuestra propia voz”.




Miriam Gartor (@mirgartor) es educadora popular, ecologista y feminista. Consultora e investigadora independiente. Autora de www.miriamgartor.com
Fuente original: http://www.lamarea.com/2014/02/17/ecuador-extractivismo-mujeres/