domingo, 1 de junio de 2014

Déficits comerciales, déficits físicos y déficits de democracia local en Sudamérica


Joan Martínez Alier · · · · ·
 
 
El día 12 de junio de 2014 en Barcelona (en el Convent de Sant Agustí,  Comerç 36) el teórico del post-extractivismo latinoamericano Eduardo Gudynas hablará a las 7 de la tarde de las perspectivas políticas, ecológicas y económicas del continente, donde gobiernos neoliberales o nacional-populares están igualmente dedicados a impulsar una economía re-primarizada que provoca más y más conflictos ambientales y que no presenta buenas perspectivas económicas.
 
La crítica contra el extractivismo o extraccionismo tiene pues dos vertientes: una socio-ambiental y otra económica. En el propio país de origen de Eduardo Gudynas, Uruguay, el simpático presidente Mujica ha estado favoreciendo un contrato de minería de hierro con la empresa de la India Zamin Ferrous Minerals, para exportar 18 millones de toneladas al año, como 6 toneladas por cada uruguayo al año, durante veinte años, dejando detrás grandes pasivos ambientales.
 
En toda Sudamérica hay enormes exportaciones en volumen (toneladas de petróleo, de carbón, de mineral de hierro, de soja, de madera, de cobre…) y sin embargo varios países (Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, Argentina, Ecuador) no logran apenas pagar sus importaciones. Argentina está si cae o no cae en déficit comercial. Colombia, Brasil, Perú, Ecuador cayeron ya en déficit comercial en 2013 y principios del 2014. Sus exportaciones no pagan sus importaciones. Persiste una estructura desfavorable en el comercio exterior, se exporta más toneladas que se importa y se exporta mucho más barato por tonelada que lo que se importa. Y la gran exportación física no consigue ya pagar las importaciones o lo consigue apenas. Las balanzas comerciales de estos países medidas en dinero están ya en déficit, excepto en Argentina todavía con un pequeño superávit.
 
Da lo mismo que los gobiernos sean nacional-populares o sean neoliberales. En Brasil y Argentina, al igual que en esos otros países y en Venezuela, las exportaciones son persistentemente mayores que las importaciones (en toneladas). Sin embargo, Brasil ya entró en déficit comercial entre enero y marzo de 2014 de 6.072 millones de dólares, el mayor para un trimestre en 21 años, mientras Argentina ha visto casi desaparecer su superávit comercial entre 2012 y el primer trimestre de 2014. Y eso a pesar que la moneda de ambos países se ha estado devaluando en un intento de exportar todavía más cantidades y de frenar importaciones.
 
Existe estructuralmente una relación de intercambio desfavorable que se observa en dos ámbitos: por una parte, se registran persistentes déficits físicos, es decir, se exporta más toneladas de materiales que se importan. Lo llamamos "déficit" porque se pierden recursos naturales, se agotan los recursos. Es como si uno tiene un pozo de agua y saca más agua que la que recarga: entrará en un déficit de agua. En años muy recientes, esta trayectoria es acompañada en países grandes y chicos por un contraproducente déficit en la balanza comercial monetaria, que compone el segundo ámbito de deterioro estructural en el comercio exterior de estas economías. ¿Por qué contraproducente? Porque en principio conduce a un endeudamiento mayor y a una presión por exportar más y más, causando mayores daños ambientales y más conflictos sociales. Los déficits comerciales exigen otros ingresos en el balance de cuenta corriente o en el balance de capitales. La afluencia de inversión extranjera directa puede compensar el déficit comercial pero va a generar rentas que se escapan después del país.
Un ligero resfriado en China se convierte en pulmonía en América del Sur, aunque uno pueda pensar que la demanda de materias primas que no se reciclan (como los combustibles fósiles) o que se reciclan solo en parte (como los metales) tenderá a ser firme, incluso sin crecimiento económico mundial. Si el mundo hoy quema 90 millones de barriles, mañana va a quemar otros 90 millones, un poco más o un poco menos. La energía no se recicla. La demanda se mantiene pero los costos económicos, sociales y ambientales de la extracción son crecientes al disminuir la  ley de los minerales metálicos y extraer petróleo o gas de lugares más recónditos, como sucede  también en la extracción de madera, soja, palma de aceite. Al mismo tiempo, con ofertas abundantes, los precios pueden bajar mucho a causa de pequeñas oscilaciones  en las coyunturas de los países importadores.
Así pues las críticas de los post-extractivistas sudamericanos (Maristella Svampa, Eduardo Gudynas, Alberto Acosta) tienen contenido social y ambiental, y además tienen un doble fundamento económico. La exportación de materias primas agota los recursos naturales, produce contaminación y causa conflictos con las poblaciones locales envileciendo a los gobiernos que usan la represión como método para la extracción, como el presidente Correa en Intag, Ecuador en estas semanas, olvidándose ya del Buen Vivir o Sumak Kawsay. Y por otro lado, los precios de esas cuantiosas exportaciones son baratos en relación con las importaciones. Se exporta mucho y sin embargo no se cubre el costo de la importación. De ahí un nuevo camino por la ruta del endeudamiento.
Ha habido intentos de frenar la vorágine exportadora de materias primas con políticas públicas como la iniciativa Yasuní ITT en Ecuador desde 2007 a 2013, de dejar el petróleo en tierra. También hay resistencia popular como las muchas protestas existentes o como los referéndums o consultas locales, desde Tambogrande y Esquel en Perú y en Argentina contra la minería en 2002 hasta Piedras y Tauramena en Colombia en 2013 (contra la minería de oro por Anglo Gold Ashanti en un caso y contra la prospección petrolera en el otro). En el Casanare en Colombia los municipios de Chámeza, Recetor, Agua Azul, Monterrey y Nunchía se aprontaban en 2014 a realizar referéndums locales pero el gobierno nacional se ha opuesto. El tema está en discusión. El poder de empresas y gobiernos lleva a un déficit de democracia local. A veces se recurre a una ridícula teoría legal: el suelo pertenece a los propietarios pero el subsuelo a la nación, como si uno pudiera hacer minería a cielo abierto o sacar petróleo o gas sin pasar por el suelo.
Un reciente artículo publicado por la FLACSO-Ecuador (de Pablo Samaniego, Maria Cristina Vallejo y yo mismo) con el título “Déficits Comerciales y Déficits Físicos en América del Sur” llama la atención a la equivocada política extractivista. Nuestro artículo va a contracorriente de los entusiasmos generados por la evolución favorable en los términos de intercambio en los inicios del siglo XXI en América del Sur. Al analizar en detalle tres países andinos, Colombia, Ecuador y Perú, comprobamos que ciertamente existió una mejora en los términos de intercambio pero que en 2012-2014 la mejora toca a su fin.
 
Un ejemplo: Colombia exporta unas cinco veces más toneladas que importa, y sin embargo no puede pagar sus importaciones con las exportaciones que, en este caso, son en buena parte de carbón. A Brasil le pasa lo mismo: entró en déficit comercial, lo cual tiene que ver con la caida del crecimiento chino y la asociada caida de los precios de las commodities. La respuesta equivocada es fomentar más las exportaciones, con represas en la Amazonia para subvencionar la electricia que necesita la industria exportadora del hierro y el aluminio.
 
En conclusión, una mayor democracia local podría ayudar a cambiar el equivocado rumbo extractivista. Pero al contrario, hay represión contra los movimientos ecologistas locales y criminalización (y en algunos países, asesinatos) de esos activistas.
 
Joan Martínez Alier, catedrático de teoría económica de la UAB, amigo y colaborador de Sinpermiso, es un investigador pionero en el campo de la economía ecológica.
 
 
 

UNA ANATOMÍA DEL FEMINISMO

Por: Alberto Piris


Madrid, 1° Junio 2014,  (Especial para El Informante Perú).- "El feminismo es un esfuerzo para cambiar algo muy antiguo, extendido y profundamente arraigado en muchas culturas, quizá en la mayoría, en innumerables instituciones y en la mayor parte de los hogares del planeta: y en nuestras mentes, donde todo comienza y concluye". No es una descripción nueva ni original del fenómeno social que llamamos feminismo, pero sirve de base para un nuevo libro que trata este asunto en profundidad y con claridad. 
 
La cita anterior pertenece a Rebecca Solnit, una polifacética periodista, escritora, activista y pensadora radicada en San Francisco de California, que acaba de publicar en EE.UU. Men Explain Things to Me (Los hombres me explican cosas). 
 
La autora muestra cómo el avance del feminismo es ya imparable; podrá sufrir retrocesos, obstáculos y oposiciones pero, al igual que el genio de la fábula que escapó de la botella nunca regresó a ella, ya no hay regresión posible en el feminismo. Se pueden abolir o mermar los derechos reproductivos de la mujer consagrados en la legislación de  varios países que han legalizado el aborto, pero ya nunca se podrá abolir la idea de que las mujeres poseen ciertos derechos inalienables. 
 
Escribe Solnit: "Lo que nunca volverá a encerrarse en la botella son las ideas". Y las ideas son las que sustentan las revoluciones. Será ya imposible convencer a la mayoría de las mujeres de que no tienen el derecho a controlar su propio cuerpo. 
 
El poder político no siempre se mueve en la dirección que los gobernados desean. Pero en el plano social, la imaginación también ejerce cierto poder. Un claro ejemplo es el cambio que han experimentado los homosexuales, lesbianas y transexuales, cuando no hace más de medio siglo todo comportamiento que no fuese genuinamente heterosexual era considerado delictivo o mentalmente patológico y castigado con severidad. Contra esto no existía protección alguna, sino todo lo contrario: las leyes exigían la persecución y la exclusión. Todavía lo exigen en bastantes países, pero su número se reduce progresivamente. 
 
Se suelen atribuir los cambios de este tipo a los movimientos sociales o a las reformas aplicadas en los textos legislativos. Pero, según Solnit, el factor más decisivo ha sido el cambio en la imaginación, que ha ido venciendo a la ignorancia, al miedo y a ese odio peculiar que se llama homofobia. 
 
Al escribir este libro, la autora no sabía todavía que un transexual ganaría el festival de Eurovisión sin que se estremeciesen los cimientos morales de Europa: solo hace medio siglo, hubiera sido inimaginable. Por otro lado, ella afirma que aquellos que se sienten amenazados por el matrimonio homosexual son los mismos que no aceptan la igualdad en el matrimonio heterosexual: "El feminismo ha contribuido a romper el sistema jerárquico del matrimonio y lo ha reinventado como una relación entre iguales". 
 
La mujer sigue sometida a un dilema: elegir entre ser castigada por no ser sumisa o sufrir el castigo continuo de la sumisión. Aunque las ideas no vuelvan ya a la botella, las mujeres sufren presiones para hacerlas regresar a su sitio, ese lugar de silencio y debilidad donde las ha mantenido la misoginia tanto tiempo dominante. Recordemos que San Pablo prohibió que "la mujer enseñe ni domine al marido"; en otro momento puntualizó: "Las mujeres deben guardar silencio en las reuniones de la Iglesia, porque no les está permitido hablar", y benévolamente les sugirió: "Si quieren saber algo, pregúntenlo en casa a sus esposos". Misoginia como la que sufrieron las españolas educadas por la Sección Femenina del franquismo: "A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir", se leía en un manual de enseñanza. 
 
Otro punto interesante de este libro es la idea de que, en el futuro, algo que ya no se llamará feminismo necesitará investigar a fondo sobre los hombres. Muchos hombres están implicados en el feminismo como proyecto para cambiar el mundo, por lo que hay que averiguar cómo repercute en su mentalidad. Habría que estudiar a los hombres que generan la violencia dominante, las amenazas, los odios; las actividades de esas intimidantes unidades especiales de la policía y la cultura que las anima. O a los que culpan a las mujeres de ser violadas o sexualmente asaltadas debido a cómo se visten o cómo se comportan, como ha expresado en público un alto responsable de la policía canadiense, repitiendo lo ya predicado por bastantes jerarquías religiosas no solo islámicas sino también católicas. 
  
Los hombres explican cosas a las mujeres, como anuncia el título del libro comentado y en la línea marcada hace siglos por San Pablo en su epístola a los corintios (¡pobres corintios y pobres futuros seguidores del exaltado apóstol!), cuando pedía a las mujeres que preguntasen a sus maridos al volver a casa. Y éstos pueden explicarles a ellas cosas tan trascendentales como el hecho de que a algunos no les es fácil debatir en público con mujeres, porque si muestran patentemente su superioridad -intelectual, por supuesto- se les puede achacar que las acorralan y ser tildados de machistas. ¡Crítica situación para un político! 
 
Rebecca Solnit no ha podido añadir a su libro una muestra tan patente del camino que aún le queda por recorrer al feminismo, cosa que hago aquí a modo de coda. 
 
(*) General de Artillería en la Reserva. 

(Tomado de: http://www.elinformanteperu.com/opinion.php?idarticulos=72999)

Ecuador: Reelección Indefinida

Por Diego Borja Cornejo

Durante el Enlace Ciudadano No. 375 de este sábado 31 de mayo, el Presidente señaló varios de los argumentos que le habrían conducido a apoyar la decisión de Alianza PAIS y pedir a su bloque parlamentario que dé paso a una enmienda de la Constitución, para hacer posible la reelección indefinida.
 
El principal argumento del Presidente es el cambio que se habría operado en la realidad. "Vendrán tiempos difíciles –dijo-, hay una restauración conservadora (...) esas fuerzas de derecha, esas fuerzas retrógradas que estaban aturdidas, desconcentradas, dispersas, ya se han unido nuevamente. Con estrategia de poder. Con instrumentos poderosísimos".[1]

Frente a este rearme de la derecha, cabe preguntarse, ¿es la modificación de la Constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente, la mejor alternativa?.

Desde mi perspectiva esa es la peor alternativa. En primer lugar, abandona la tesis inicial de la Revolución Ciudadana que se miraba a sí mismo como una alternativa de democracia avanzada contra el antiguo régimen de la "partidocracia". En tal sentido proponía romper con los vicios caudillistas y mesiánicos que habían caracterizado a la democracia ecuatoriana y proponía la primacía de la participación ciudadana y la dirección política colectiva. 
 
En segundo lugar, debilita y restringe la necesaria formación de cuadros de dirección de relevo y con ello la penetración de la democracia dentro de la propia organización política del gobierno – Alianza PAIS-. 
 
En tercer lugar, consolida el poder de la burocracia y de la tecnocracia ya que buscará "la eficacia del poder", más que "el ejercicio de la representación" y menos aún la efectiva expresión del poder ciudadano y el control democrático sobre las instituciones del Estado. 
 
En cuarto lugar, en vez de ampliar la base de apoyo social para alcanzar un mayor apoyo democrático a las conquistas sociales supuestamente amenazadas –una democratización de la democracia-[2], opta por establecer un diálogo solamente con la clase política.Puesto que, de forma contradictoria con el propio discurso del Presidente, se propone la enmienda constitucional señalando que esta beneficiará a "todos los cargos de elección popular", lo cual incluye a lo que el Presidente considera los representantes "de la amenaza de la restauración conservadora". 
 
En quinto lugar, se crea, como realidad o ficción, al enemigo externo: la "restauración conservadora", pero se omite o se disminuye la mirada hacia los déficits internos de la revolución ciudadana como son: la restricción a la liberta de organización, movilización y expresión, la exclusión de fuerzas sociales y políticas que la constituyeron inicialmente, la incorporación de fuerzas de la vieja "partidocracia" a sus filas, el impulso de piezas clave del accionar neoliberal al que se le ataca en el discurso, como son la negociación de un TLC con Europa, el retorno del FMI a vigilar la economía [3], la criminalización de la lucha social, etc.

El otro argumento esbozado por el Presidente es que la enmienda Constitucional sería el "mal menor". El "mal mayor" sería el peligro que se cierne sobre el "proyecto político" desde una "derecha transnacionalizada", el riesgo de "volver al pasado", "el retorno del dominio de las élites".

Si se modifica la Constitución en el sentido pedido por el Presidente, todos los cargos de elección popular podrían ser reelectos de manera indefinida. Esto implicará, necesariamente que haya una carrera desenfrenada desde los representantes de juntas parroquiales hasta la Presidencia de República por usar los mecanismos del poder, a los que los ya electos tienen acceso, para utilizarlos a cualquier costo y de cualquier manera –no siempre legítimas- con el fin de perennizarse. Esto implicará que los mecanismos profundamente antidemocráticos del clientelismo y el palanqueo, se consoliden en todos los niveles. 
 
Esto implicará que las lógicas cortesanas de los "ya electos" se consoliden en su máxima expresión para no perder el favor de quienes toman las decisiones de determinar los candidatos.¿No son estos riesgos un mal mayor para la democracia? ¿No es todo esto un mal mayor del mismo nivel o peor que una posible "restauración conservadora"? Es más, ¿que diferencia existe entre el incentivo que habría para esos comportamientos políticos, en caso de reelección indefinida, frente a lo que puede significar el proyecto de los conservadores?.

He señalado anteriormente que el problema no es la alternancia democrática en el sentido que lo usa el argumento liberal y neoliberal.[4] Con alternancia democrática el Ecuador sufrió por décadas la exclusión social, la pobreza extrema, la corrupción rampante, el entreguismo desembozado de nuestros recursos naturales, la inestabilidad política.

El problema es que la reelección indefinida da paso a la entronización de una persona o un grupo de personas en el poder y con ello a los vicios que esto genera. En primer lugar, se provoca la configuración de círculos de poder, que emana del control burocrático de las instituciones del Estado (Ejecutivo, Parlamento, Justicia, Poder Electoral). Aquellos maximizan su permanencia en los espacios de poder. Para esto, acuden a mecanismos clientelares, que corroen también la expresión autónoma de grupos y movimientos sociales que algún día fueron contestatarios. Igualmente, mantienen vínculos de mutuo beneficio con grupos de poder económico, interesados en resguardar el actual estado de cosas y opuestos, esencialmente, a la transformación. ¿Qué interés puede haber para fortalecer la democracia participativa y deliberativa? ¿Qué interés hay para la vigilancia ciudadana de los poderes del Estado? Ninguno.

En segundo lugar, generan una cultura política cortesana. Esto es, la práctica de quienes ya detentan el poder es servir y condescender con el gran asignador de poder –sea este una persona o un grupo-. Se instala en la sociedad la cultura en la cual quienes ocupan cada uno de los eslabones en la pirámide del poder son complacientes y se complacen entre sí. Se esfuma todo espacio para la autocrítica, para la ruptura de los círculos viciosos enemigos de la transformación, para la discrepancia que contribuye a la mejora continua, para la democratización de la democracia, renovando las prácticas y la conciencia. 
 
La verdad emana del Gran Asignador de poder y es repetida por la resonancia cortesana en cada eslabón de la pirámide. Quien cuestiona la verdad oficial cae en desgracia y es expulsado del círculo. Se crea un incentivo permanente para callar y aplaudir, aún si se está consciente del error. Entonces quienes no detentan el poder son contaminados con esa lógica y la connivencia se instala en la sociedad. Esto, en su cara más fea, hace que también se instale el miedo, coartando la expresión creadora de los individuos y las colectividades.

En tercer lugar, se anquilosa la representación del deseo colectivo en la voluntad del personaje ungido y de su círculo, con lo cual el mantenimiento en el poder se convierte en el único objetivo del grupo dirigente. La energía colectiva se represa, la ebullición política, alrededor del surgimiento de líderes se enfría y la sociedad entera pasa a depender de una persona con toda su vulnerabilidad humana.

La transformación de la democracia en el Ecuador no requiere elevar a Ley la reelección indefinida. Esta requiere superar los límites impuestos por la "alternabilidad democrática" de viejo cuño. En términos prácticos esto significa dejar los artículos 114 y 144 de la Constitución tal como fueron aprobados por las casi dos terceras partes de los ecuatorianos en el 2008; y concentrar el esfuerzo político para modificar la forma de operación del Consejo Nacional Electoral (vgr. la decisión sobre la propuesta de Consulta de los Yasunidos); para consolidar una instancia justa de reclamo electoral para quienes nos sintamos vulnerados por las decisiones en esa materia; para instaurar un sistema de reparto de los votos que respete el principio de proporcionalidad que prevé la constitución (artículo 116); para respetar la prohibición de usar la infraestructura estatal con fines electorales (artículo 115). 
 
Y si es verdadero el discurso que se quiere ir más allá de las formas que el Presidente endilga a los conceptos liberales de democracia, bien podría tomarse el ejemplo del Uruguay en su sistema electoral y propiciar alianzas políticas basadas en propuestas programáticas e ideológicas, para romper los cacicazgos locales ; la democratización interna de los partidos y movimientos políticos; los mecanismos de definición de candidatos dentro de las organizaciones políticas; la asignación proporcional de los votos, etc.

No menos democracia, siempre más Democracia.
Referencias:
[1] Escuchar Enlace Presidencial No 375 entre el minuto 57 y el que corresponde a la 1 hora 13 minutos. Ver:http://www.forosecuador.ec/forum/ecuador/pol%C3%ADtica/5563-enlace-ciudadano-375

Pronunciamiento del Movimiento Indígena Colombiano por un frente amplio para la Paz de Colombia

Por ONIC, et al., Colombia.- El Movimiento Indígena Colombiano, a través de sus organizaciones representativas: Organización Nacional Indígena de Colombia - ONIC, Confederación Indígena Tayrona -CIT, Autoridades Tradicionales Indígenas de Colombia - Gobierno Mayor, Autoridades Indígenas de Colombia por la Pacha Mama - AICO y Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana - OPIAC, se permiten manifestar ante la opinión pública nacional e internacional su compromiso por una Paz estable y duradera para Colombia, teniendo en cuenta las siguientes consideraciones:

Milenariamente, los Pueblos Indígenas le hemos apostado a la Paz. Somos actores de paz, construimos hechos de paz y hemos llamado e insistido para que en Colombia nuestras generaciones y las generaciones venideras puedan vivir en convivencia pacífica, en el marco de la terminación del conflicto armado interno. La paz para los Pueblos Indígenas es armonía y equilibrio, acogida por el espíritu del ser humano como un tesoro transmisible al conjunto de la comunidad y sociedad. En consecuencia, la paz es un resultado y una responsabilidad de todos, es un estado desencadenado por las voluntades individuales y colectivas, es una construcción social que privilegia el derecho fundamental a la vida y al buen vivir, va más allá de la ausencia de inseguridad ciudadana y confrontaciones armadas.

La guerra, y el conflicto social y armado en Colombia, han sido unas de las principales causas que amenazan con el exterminio físico y cultural de los 102 Pueblos Indígenas que pervivimos en nuestro país. Sólo en la última década, el conflicto armado ha cobrado la vida de aproximadamente 1.544 hombres y mujeres indígenas. Actividades como el narcotráfico, la acumulación violenta de la tierra, el intenso extractivismo de los recursos naturales y la intervención económica de poderosos intereses económicos dentro de los territorios ancestrales de los Pueblos Indígenas, constituyen los principales factores de riesgo de exterminio físico y cultural que han sido identificados por la Corte Constitucional Colombiana en el Auto 004 de 2009, y constituyen la amenaza más latente para nuestra existencia a lo largo y ancho del territorio nacional. Estamos hablan do de la vida de cientos de miles de personas, de centenares de culturas, cosmovisiones, idiomas, tradiciones y territorios que constituyen la mayor riqueza de un Estado multiétnico y pluricultural.

La Constitución Política de Colombia de 1.991 significó un avance importante en materia de derechos, reconocimiento e inclusión para los Pueblos Indígenas en la sociedad colombiana, sin embargo, después de casi veintitrés años de vigencia de la misma, estos no se han garantizado a plenitud. Paradójicamente, la mayoría de logros y conquistas en materia de derechos de los Pueblos Indígenas son producto de constantes luchas, movilizaciones y actos colectivos de exigibilidad a los que nos ha tocado acudir, y no por voluntad política del Estado Colombiano.

La sociedad colombiana es testigo del daño que el conflicto armado ha dejado en nuestros territorios, y de nuestra resistencia al exterminio físico y cultural que se cierne sobre nuestros pueblos. También, conoce los costos sociales y culturales que hemos tenido que solventar, y de las dificultades para resolver nuestras necesidades como comunidades, por estar atendiendo las emergencias humanitarias y las respuestas a acciones en contra de la población civil en nuestras comunidades.

Por ello, el Movimiento Indígena Colombiano ha venido construyendo una propuesta de Paz más allá de la terminación del conflicto armado, que permita combatir las desigualdades sociales, y garantizar el goce efectivo de los derechos constitucionales de todos y todas, en el marco del respeto a la diversidad étnica y cultural de nuestro país.

Conforme a lo anterior, y otras consideraciones, el Movimiento Indígena Colombiano reafirma el siguiente posicionamiento político:

1. Reafirmamos nuestros principios, apuestas y posición política en el marco de la unidad, la defensa del territorio, la identidad cultural y la autonomía como Pueblos Originarios.

2. Nos la jugamos por un Frente Amplio, Social y Político por la Paz de Colombia. Como Movimiento Indígena hacemos un llamado al pueblo de Colombia y al País: a votar el próximo 15 de junio por la terminación del conflicto armado y establecer el primer paso para consolidar una paz estable y duradera, en contra de la guerra y el terror que ha amedrantado al país en las últimas décadas.

3. Ante la degradación social causada por el conflicto armado interno, consideramos que es necesario, conveniente y obligatorio culminar el proceso de diálogo y negociación que se lleva a cabo actualmente con las FARC en La Habana (Cuba), y que los acuerdos logrados sean refrendados mediante procesos democráticos e incluyentes de la sociedad civil, con la participación efectiva de los Pueblos Indígenas y otros actores sociales. De igual forma, esperamos la pronta y oportuna apertura de los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional - ELN.

4. Hacemos un llamado a los distintos sectores sociales, campesinos, afros, estudiantiles, docentes, trabajadores, y la sociedad civil en general, a sumarse a éste frente amplio por la Paz de Colombia, para blindar la terminación del conflicto y no permitir el regreso de las épocas de intensificación de la violencia insurgente y paramilitar que tanto daño nos ha causado a los colombianos.

Hemos planteado de manera categórica que la terminación del conflicto armado no significa la Paz de Colombia, pero sí un paso muy importante e imprescindible para avanzar en la construcción de la paz con justicia social y cultural que anhelamos en un escenario de postconflicto.

Mientras se termina el conflicto armado, exigimos un cese bilateral de hostilidades, el respeto al Derecho Internacional Humanitario, el NO reclutamiento de hombres y mujeres, niños, niñas y jóvenes indígenas, así como el desminado humanitario en nuestros territorios.

CUENTEN CON NOSOTROS PARA LA PAZ, NUNCA PARA LA GUERRA.
Dado en Bogotá D.C., Mayo 29 de 2014.
ORGANIZACIÓN NACIONAL INDÍGENA DE COLOMBIA - ONIC
CONFEDERACIÓN INDÍGENA TAYRONA - CIT
AUTORIDADES TRADICIONALES INDÍGENAS DE COLOMBIA - GOBIERNO MAYOR
AUTORIDADES INDÍGENAS DE COLOMBIA POR LA PACHA MAMA - AICO
ORGANIZACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMAZONÍA COLOMBIANA - OPIAC

Federici y las brujas

El pasado 21 de mayo, Silvia Federici concluyó la presentación en España de su último libro, en un encuentro a puerta cerrada con feministas de diferentes movimientos sociales sevillanos. El objetivo era compartir experiencias y análisis sobre la situación de las mujeres y el intento del sistema capitalista por disciplinar sus cuerpos.
 
Lleva meses sin llover pero este miércoles el cielo de Sevilla se encapota y descarga como aliviando el sofoco. El brillante pavimento frente a la librería Relatoras va reuniendo a feministas de la ciudad que esperan con ansia el encuentro con la historiadora Silvia Federici (Italia, 1942). Está de ruta en el estado español presentando su última obra, Revolución en punto cero. Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas, editado por Traficantes de Sueños. Una publicación en la que continúa su investigación sobre cómo la organización y la invisibilización del trabajo reproductivo y de cuidados que se impusieron con el inicio del capitalismo se mantienen hoy como piezas claves del sistema.
 
Su trabajo es una afrenta al olvido, un empeño por rescatar de las cenizas a aquellas mujeres que, tachadas de brujas, fueron violentadas y condenadas por resistir, por enfrentarse a un modelo –el capitalismo– que emergía disciplinando sus cuerpos y convirtiéndolas en seres de segunda, cuyo trabajo debía restringirse a la reproducción y cuya devaluación las asimilaba a bienes en posesión. Silvia Federici denuncia que vivimos tiempos similares. Entonces la denominada Crisis General, considerada la primera crisis económica internacional, allá por 1620, sirvió de excusa perfecta para las mayores arremetidas contra la libertad y la dignidad de las mujeres, confinándolas al hogar. Hoy, con un proceso parecido, el poder trata de arrebatar el terreno conquistado, negándoles la autonomía de sus cuerpos, criminalizando el control sobre la procreación y haciendo recaer sobre sus hombros toda la labor de cuidados.
 
Con este grito sobre la memoria lleva 14 días recorriendo varias ciudades en una maratón de conferencias y encuentros en los que aparece llena de energía, sin ahorrar una explicación, sin escamotear una pregunta, llenando el aforo de todos los lugares a los que acude. En Sevilla cierra este periplo con dos conferencias en dos universidades y un encuentro informal, de pequeño formato, en una librería con casi una treintena de activistas de la ciudad para intercambiar conocimientos, estrategias y análisis. Ellas le muestran su admiración por una obra que, confiesan, les ha cambiado la vida. Y es que El Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpos y acumulación originaria, publicado también por Traficantes de Sueños, se ha convertido en una obra de referencia para muchas feministas, que con su lectura han podido contextualizar histórica e ideológicamente sus reivindicaciones, sus luchas. 
 
Sigue lloviendo fuera de la librería Relatoras, la Asamblea de Mujeres Diversas, Setas Feministas, Mujeres de Negro, mujeres de la Intercomisión de Vivienda van tejiendo un relato colectivo que dé una idea de cómo se articulan los movimientos feministas en Sevilla: las acciones realizadas, las dudas, los problemas, las ilusiones, los disensos, las convergencias, lo aprendido. Entre las narraciones, Silvia Federici va dejando caer retazos de experiencias, no parecen respuestas ni soluciones, más bien aprendizajes propios para no volver a caer en algunos errores. Reconoce que la presencia de las mujeres es, hoy, mucho más poderosa y visible en los movimientos sociales que en los años 70, cuando, en EEUU, en la lucha contra la guerra de Vietnam se las relegaba a una posición de «segunda clase». «Ya no es tan evidente el rechazo al feminismo. No creo que muchos movimientos se puedan permitir decir no a las feministas.» Lo que no oculta los problemas que sigue habiendo, fundamentalmente, en torno a «cómo relacionarnos de forma correcta en lo cotidiano». 
 
Dice Federici que los intentos de controlar los cuerpos de las mujeres en los espacios comunes siguen siendo evidentes. Recuerda como durante el Occupy Wall Street, en Nueva York, se creó un espacio de seguridad, de defensa, un territorio –físico y político– solo habitado por mujeres y al que los hombres solo accedían si se les invitaba. Asegura que estos procesos están dando sus frutos y ahora se entienden mejor los espacios no mixtos, se acepta que hay que «trabajar en conjunto pero que determinadas cuestiones tienen que ser abordadas solo por mujeres». ¿Y el papel de los hombres? «Está bien que los hombres se sumen al movimiento feminista. Hay aspectos que tienen que ver directamente con ellos como el abuso, la violencia pero también los cuidados. Esperamos un movimiento de hombres que eduque a los hombres y ponga en el centro estas cuestiones.»
 
 
«Reconocer que el patriarcado está dentro de nosotrxs, sobre todo en los hombres, supone un acto de humildad a partir del cual problematizar nuestras prácticas. En EEUU nuestrxs compañerxs negrxs nos decían que todxs lxs blancxs teníamos algo de racistas, aunque luchemos contra la estructura de poder, aunque no nos sintamos racistas. Así he aprendido a no decir “sé lo que te pasa” porque verdaderamente no lo puedo saber.»       
 
Aunque esa toma de conciencia que se está extendiendo, aclara Federici, lleva aparejada una mayor criminalización, una persecución más tenaz. Los logros emancipatorios han llegado acompañados de una respuesta más dura por parte del poder. Las feministas sevillanas lo saben, llevan meses sufriendo multas, acusaciones y juicios, sobre todo desde que semultiplicaron las protestas ante el anuncio de reforma de la ley del aborto. 
 
Es la «militarización de la vida cotidiana, en el hogar, en el trato a las personas migrantes, en los desahucios», añade Federici. «En EEUU esto es muy visible. Hay barrios tomados por la policía, una policía que sobrevuela los espacios conflictivos con helicópteros, que adquiere formación militar y utiliza armas cada vez más sofisticadas». Lo militar, además, como esencia de esa masculinidad que abona el patriarcado: fuerte, autoritaria, represiva.
 
Deja de llover fuera pero hace rato que llueve dentro de estas mujeres a las que les brillan los ojos. Las palabras de Silvia Federici caen aliviando el territorio, a veces cansado, de quien se sabe en lucha permanente.

VII FORUM SOCIAL PANAMAZONICO CARTA DE MACAPÁ

Na esquina do Rio Amazonas com a Linha do Equador, no meio do mundo, os povos da Pan-Amazônia se encontraram. Escutem, agora, as nossas vozes.

Somos os guardiães da floresta e dos rios, diversos, diferentes mas com a vontade de caminhar juntos. Queremos transformar a Amazônia na terra sem males sonhada por nossos avós e para isto temos nosso coração cheio de coragem e solidariedade.

A Amazônia é o nosso território. Nossas comunidades indígenas, campesinas, quilombolas, ribeirinhas e tradicionais devem ter suas terras garantidas, respeitadas e protegidas contra os mega projetos predatórios, destruidores da natureza e da vida humana. Para isto é fundamental por parte de nossos países a adesão, respeito e cumprimento aos tratados internacionais que estabelecem o Direito a Consulta Prévia, Livre, Bem Informada e de Boa Fé, como o Convenção169 da Organização Internacional do Trabalho e a Declaração de Direitos dos Povos Indígenas da Organização das Nações Unidas.  Pelo mesmo motivo prestamos nosso incondicional apoio a criação em Quito, Equador de um Tribunal Internacional contra os Crimes cometidos contra a Natureza, como forma de proteger a Mãe Terra dos ataques destrutivos daqueles que intentam reduzir a vida no planeta a uma simples mercadoria.

Hoje particularmente nossas atenções se voltam contra a instalação de represas hidrelétricas nos nossos rios, os projetos de mineração a céu aberto, de exploração petrolífera na selva e a expansão de monoculturas que atentam contra a vida de povoações e comunidades por toda Pan-Amazônia. Para esta luta solicitamos o apoio e a solidariedade do mundo inteiro.

Decidimos também pressionar as Nações Unidas para que declarem esta década como de priorização, fortalecimento da Agricultura Familiar e democratização dos meios de produção pela sua contribuição para a Soberania e Segurança Alimentar, fundamentais para o bem viver dos povos.

A Amazônia vive um tempo de ameaças. A dominação colonial francesa da Guiana é um anacronismo inaceitável que atenta contra a liberdade e a integração de nossos povos e proclamamos nosso apoio incondicional á luta pela descolonização e independência da terra guianense. Da mesma forma nos posicionamos pela desativação imediata das bases militares estadunidenses e europeias na Pan-Amazônia e em todo continente que constituem uma afronta a independência e soberania de nossos países. 
 
Reafirmamos nosso apoio solidário ao processo revolucionário bolivariano em Venezuela que mais uma vez se defronta com tentativas de desestabilização e golpe e manifestamos nossa certeza de que na pátria de Bolívar o povo vencerá mais uma vez. Acreditamos e lutamos para que a integração continental tenha como eixo o bem estar de nossas populações e não os interesses das empresas transnacionais e grandes corporações e assim instamos a Unasul, Celac e outros organismos continentais para que revisem os projetos, como o IIRSA, cujo fundamento neoliberal é uma agressão ao direito dos povos. 
 
Da mesma forma rechaçamos a manutenção do injusto bloqueio econômico estadunidense contra a nossa irmã, Cuba. Não pode haver integração sem o direito de livre circulação de todos os cidadãos através das fronteiras nacionais. Denunciamos o tráfico de pessoas, a transformação da migração em um negócio e o trabalho escravo daí decorrente. Reafirmamos o direito inalienável de qualquer cidadão à segurança, trabalho e proteção no país onde escolheu morar.

A Amazônia vive também um momento de transformações. Com alegria verificamos o avanço da luta antipatriarcal e antirracista. Consideramos o feminismo e a luta das mulheres indígenas um caminho poderoso na construção de um mundo novo sem exploração do corpo e da vida das mulheres que devem ter todos os direitos assegurados e vivenciados. Da mesma forma saudamos a rebeldia de nossas juventudes que se lançam nas ruas para combater a ausência de políticas públicas para os jovens, o braço opressor do estado e o extermínio dos jovens negros e pobres. Lutamos para construir um tempo onde o direito à vida reine soberano sobre o planeta.

Em toda a Pan-Amazônia é hora de construir blocos e alianças onde se integrem trabalhadores dos campos e cidades, povos originais, quilombolas comunidades tradicionais, movimentos de mulheres e jovens, comunicadores, pesquisadores e acadêmicos para a defesa de nossos territórios, nossos direitos, nossas culturas, nossos saberes ancestrais e os direitos da Mãe Terra. É o momento também de avançarmos na reflexão e debate sobre o Bem Viver como paradigma alternativo que emerge desde os povos da Amazônia frente à crise sistêmica – econômica, social, energética, ambiental, ética e moral que atinge toda a humanidade.

Nossa resistência avança e vai se transformando em uma onda irresistível. Neste sentido convocamos a todos e todas para que se engajem na produção e ampla circulação de conteúdos regionais e comunitários que levem para toda Amazônia e o mundo nossas mensagens, nos contrapondo a desinformação promovida pelos oligarcas da mídia, contribuindo para a democratização e afirmação da comunicação como um direito humano.

Todos nós, homens e mulheres da Amazônia devemos nos transformar em criadores, semeadores e tecedores da Educação Popular como vivencia transdisciplinar da emancipação da vida no planeta.

A Amazônia é um céu de muitas estrelas.  Aqui, em Macapá, assumimos o compromisso de trabalhar para ampliarmos nossa constelação, incorporando ao Fórum Social Pan-Amazônico todos os movimentos e organizações que lutam em defesa de nossos territórios, nossos direitos e os da Natureza.

Este é o nosso caminho, a nossa luta e o nosso destino.

OS POVOS LIVRES DA PAN-AMAZÔNIA VENCERÃO!

Macapá, 31 de Maio de 2014

El G77 y la descolonización de la geopolítica

Rafael Bautista S.

ALAI AMLATINA, 31/05/2014.- Las recientes crisis en Ucrania y Siria manifiestan la compleja transición hacia un mundo sin centro hegemónico único; lo que se está denominando el “incipiente mundo multipolar” (las áreas en disputa manifiestan esta tónica).

El siglo XXI amanece con un nuevo mundo emergente que ya no presupone, ni cultural ni civilizatoriamente, la hegemonía occidental. El “gran relato” neoliberal del “fin de la historia” se hizo pedazos el 11 de septiembre de 2001 y su última cruzada, llamada el “choque de civilizaciones”, es derrotada en Siria y Ucrania. Es decir, el fenómeno de la colonización, consustancial al mundo moderno, empieza a desmoronarse en el nuevo siglo. Incluso las nuevas potencias emergentes, si optaran por asegurarse áreas de influencia, ya no podrían hacerlo según las prerrogativas que adoptaron las potencias occidentales cuando se repartieron el África y el Oriente.

La sobrevivencia de un mundo multipolar pende del siguiente detalle: los términos en que se expresen las alianzas geopolíticas sólo podrían cimentarse en una cooperación mutua y estratégica y ya no en exclusivas relaciones de dominación.

Las últimas bravuconadas que Occidente despliega bélicamente no hacen sino mostrarnos su decadencia profunda. Ya no pudo invadir Siria, y eso le está costando, no sólo credibilidad sino, sobre todo, la desconfianza en su capacidad militar. Incluso podría decirse que el 3 de septiembre de 2013 se evitó la tercera guerra mundial, cuando el sistema de defensa aéreo ruso S300-PS, desde la base de Tartus, en Siria, intercepta y destruye misiles tomahowks (lanzados desde la base gringa de Rota, en la bahía de Cádiz), que tenían como destino Damasco. Desde entonces queda demostrado que los rusos han recuperado su importancia militar; lo cual equilibra un mundo que había sido capturado por USA (según Ehud Barack, exministro de asuntos militares de Israel, eso debilita a USA en todo el mundo). Desde el triunfo de Rusia ante Georgia, por Osetia del Sur, el 2008, puede decirse que la geopolítica del siglo XX ha sido dislocada en favor de una nueva reconfiguración planetaria.

En Ucrania termina de rematarse la cosa, puesto que la injerencia occidental, comandada por USA, no hace sino, para su propia desgracia, acercar aún más a China y Rusia, lo cual significa, en lo venidero, el viraje definitivo de la economía mundial hacia el Oriente. El último acuerdo monumental entre Rusia y China (cuyo comercio bilateral alcanzará, para el 2020, los 200.000 millones de dólares), no sólo ratifica la hegemonía de una Eurasia oriental, en torno a la restauración comercial de la “ruta de la seda”, sino hasta posibilita que China se expanda hacia Occidente (los más que probables ejercicios militares conjuntos entre Rusia y China en pleno Mar Negro). Ni USA ni Europa tienen la musculatura, ni económica ni militar, para hacer valer sus sanciones económicas a una Rusia que, aliada de China, ya no tiene necesidad de supeditarse a un Occidente en plena decadencia.

El mundo y su cartografía geopolítica, tal cual había sido concebida por las potencias occidentales, desde el siglo XIX, está feneciendo. Esto quiere decir que la disposición centro-periferia, pertinente al mundo moderno, ya no tiene sentido. Como tampoco tiene sentido, frente a la crisis climática y energética, un sistema económico que sólo sabe administrar el despojo sistemático de vida (humanidad y naturaleza) en favor de los fetiches del mundo moderno: el capital y el mercado. La crisis es civilizatoria y sólo puede ser comprendida, en su verdadera magnitud, desde una perspectiva multidimensional.

Esto quiere decir que, tampoco las ciencias modernas, en su crisis epistemológica, estarían a la altura de dar razón de la crisis. Si todas parten de los mitos y prejuicios modernos, ¿cómo podrían auscultar una crisis que la originan estos mismos mitos y prejuicios? La crisis actual manifiesta una rebelión de los límites mismos de un mundo que es finito; pero la ciencia moderna, la economía capitalista y el mismo paradigma del desarrollo, suponen recursos de aprovechamiento infinitos como presupuesto de un progreso también infinito.

Este presupuesto da origen a la sociedad moderna. Pero es un presupuesto falso, porque los recursos no son infinitos. Ni la naturaleza ni el trabajo humano pueden garantizar un progreso sin fin. Un crecimiento sin límites es una pura ilusión trascendental. Por eso el mundo moderno se halla en la peor de sus encrucijadas; pues si su economía se basa en el crecimiento económico, este crecimiento supone el aprovechamiento desmedido de energía fósil. Sin energía se hace imposible crecer. Crecer para el primer mundo significa aumentar su consumo de energía; pero si añadimos a esto que el mito moderno de los países ricos es crecer indefinidamente, fieles al modelo de desarrollo y progreso infinito, resulta que su propia forma de vida, basada en el crecimiento infinito, ya no puede sostenerse. Entonces, lo que se vislumbra, como consecuencia de esta crisis, es el colapso cultural y civilizatorio de la modernidad occidental. No siendo ya el primer mundo dueño de la energía del planeta (desde el 2003, cuando British Petroleum confirma el fracaso de la guerra de Irak), ya no puede subvencionar su desarrollo con la miseria que genera su economía en el resto del planeta.

La crisis financiera se vincula también a la crisis energética, que es la otra cara de la rebelión de los límites ante las pretensiones ilimitadas de un crecimiento sin fin. Este crecimiento es ya insostenible ante la evidencia del agotamiento paulatino de los recursos energéticos. Lo cual hace más vulnerable la estabilidad a futuro de un dólar que, sin petróleo, no tiene nada que lo sostenga (a no ser sus bombas nucleares). El primer mundo requiere cada vez más energía para crecer económicamente, pero si ya no dispone de energía barata y abundante, todo su complejo industrial y tecnológico se estanca. Entra en crisis. Tanto su producción como su consumo ya no pueden sostenerse. La crisis manifiesta aquello. La crisis climática es la rebelión de los límites: el mundo es finito.

Por eso el mito de la globalización encierra una aporía insoluble: si el mundo es uno, entonces no es infinito. El sistema-mundo-moderno-occident
al choca entonces con la fuente de donde emana todo lo que hace posible la vida: la naturaleza es única, lo cual no quiere decir que sea infinita. Única quiere decir vulnerable. Su finitud es constatación de su condición de sujeto. Por eso no puede no tener derechos. Si la vida procede de ella es porque es Madre. Por eso le decimos PachaMama. La extracción indiscriminada que se hace de sus componentes vitales, en torno a una acumulación excesiva de ganancias, hace imposible que pueda reponer lo que se le ha quitado: la sobre-explotación de un recurso conduce a la destrucción paulatina de todo su contexto vital. A esto llamamos extractivismo, prototípico del capitalismo.

La curva geofísica de Hubbert fue diseñada para mostrarnos que todo elemento depletable, como el petróleo, alcanza una cúspide en su explotación, para nunca más superar aquello. Según el World Energy Outlook (informe anual de la Agencia Internacional de Energía del 2010) esta cúspide a nivel mundial ya se habría alcanzado el 2006. Y, si es cierto que la cúspide de todos los hidrocarburos, además del uranio, se daría el 2018, entonces se hace imprescindible una transformación en la base energética; pero los países ricos no responden de modo sensato a esta realidad sino que apuestan por un peligro aún mayor: los agrocombustibles.

Pareciera que los países ricos, al no encontrar salida a su crisis, optan por meterse más en ella. Pues esta supuesta solución a la crisis energética supondría un holocausto alimenticio a nivel global (la subida de los precios de granos y alimentos corrobora una tendencia de carácter especulativo que aprovecha ufano el capital financiero).

La pelea energética es ahorita la tónica de los dislocamientos geopolíticos. Para el imperio es imprescindible la combinación dólar-petróleo. Sin petróleo no puede sostener su infraestructura bélica planetaria. Si tiene el petróleo tiene el control. Entonces la situación en Ucrania y Siria nos lleva también a reflexionar acerca de la amenaza sistemática que ejercen los poderes fácticos en Venezuela. Necesitan del petróleo venezolano para equilibrar su poder ante estas nuevas derrotas en Ucrania y Siria.

USA persigue su soberanía energética recapturando a Latinoamérica. Por eso el TLCAN con México reaviva la “Doctrina Monroe”, por eso lo que sucede en Venezuela forma parte de su estrategia geopolítica ante el ascenso de China y Rusia; las bases militares gringas de Colombia y Perú ya no apuntan sólo a Venezuela sino también a Brasil. No sólo el Orinoco sino el Amazonas son áreas geoestratégicas para restaurar un mundo unipolar (parece que Brasil, aun siendo parte de los BRICS, no se ha anoticiado de esto).

Esta lectura nos sirve para diagnosticar, establecer y determinar el contexto epocal que subyace a la celebración de la “50 reunión cumbre del G77”. Esta cumbre que se realizará en Bolivia es inédita, pues si en sus inicios el G77 sólo coordinaba programas de cooperación en materia de comercio y desarrollo para una mejor integración en el mercado mundial, la nueva reconfiguración geopolítica y geoeconómica actual, sienta las bases para hacer de este grupo un contrapeso a la hegemonía –en decadencia– de los países ricos.

No sólo Bolivia, sino el ALBA y hasta el MERCOSUR, tienen la mejor oportunidad de liderar una transición con perspectiva mundial. Por eso la necesidad de contar, en la actualidad, con una perspectiva geopolítica ya no sólo coyuntural sino acorde con este proceso de transición planetaria. Politizar la cumbre G77 es fundamental para que nuestros países sitúen a nuestra región en el nuevo centro de gravedad de la transición civilizatoria del siglo XXI. Por eso el “vivir bien” y la “descolonización” ya no pueden diluirse en la pura retórica sino consolidarse como el discurso pertinente a un mundo en transición civilizatoria.

El G77 nace dentro del paradigma del desarrollo y en un mundo repartido entre dos potencias. Con la imposición de un mundo unipolar, el grupo no tenía más carácter que el exclusivamente declarativo. Pero con la decadencia del mundo unipolar y el ascenso de los BRICS, nuevos márgenes de acción se presentan para este tipo de grupos (también es el caso de los “no alineados”), pues los mismos organismos internacionales (pertinentes a la hegemonía gringa) se hallan seriamente cuestionados; entonces, ante el declive de unos y el ascenso de otros, el G77 se halla en condiciones nunca antes experimentadas, pues el mundo moderno atraviesa, por vez primera, la ausencia del poder hegemónico occidental, pero a su vez, también se encuentra en medio de una crisis civilizatoria que amenaza a la supervivencia propia del planeta.

En ese contexto, la reunión en Bolivia podría despertar una conciencia global de un necesario cambio de paradigma frente a la decadencia del capitalismo. Sólo una mancomunidad de esfuerzos de los países pobres podría augurar nuevas vías que puedan apostar las economías periféricas, con el fin de desprenderse definitivamente de las prerrogativas de los países ricos (ahora en crisis profundas) y proponerse despegues económicos que ya no busquen una integración subordinada al capital y al mercado globales sino de una reconstrucción de sus propias economías. Este periodo de transición hacia un nuevo sistema económico mundial durará por lo menos un siglo; no se sabe qué adviene pero la economía no puede continuar con las prerrogativas propias del modelo de producción, consumo y acumulación actual.

El ascenso de las potencias emergentes no sólo reequilibran el poder global sino que hace posible descentrar la economía y la política globales. La disposición centro-periferia es lo que ya no puede mantenerse; con el ascenso de los BRICS se reivindican culturas y civilizaciones que el mundo moderno las consideró arcaicas y superadas del todo. India y China vuelven a tener la importancia global anterior a la modernidad. Por eso no es raro que una buena parte de la literatura gringa hable del “choque de civilizaciones”. Occidente se siente amenazada por el despertar de las civilizaciones que supuso atrasadas, lo cual no hace sino desmentir su presunta superioridad civilizatoria.

Para este año China será la primera economía mundial y para el 2020 China superará en lo tecnológico, económico, científico, educativo, etc., a la suma conjunta de Europa y USA. Solo en el índice PISA, que mide el nivel educativo en el mundo, de los 10 primeros puestos, 7 son países asiáticos (hasta Vietnam está por encima de USA). Es decir, la decadencia del primer mundo es ya una cuestión de hecho.

En ese contexto, el primer mundo ya no es más modelo civilizatorio. Y la economía que patrocinó por cinco siglos ya no es más sostenible. Energéticamente el mundo ya no puede seguir el modelo de consumo occidental; a lo cual hay que añadir que las potencias emergentes no son autosuficientes y ya no pueden hablar en los términos colonialistas que lo hacían Europa y USA. La colonización ya no sería posible de reeditarse en el siglo XXI.

Esto quiere decir que, un mundo multipolar, permite pensar una situación mucho más rica y compleja: la ceropolaridad. Este concepto es novedoso en la geopolítica y quiere describir un mundo sin hegemonías concentradas. Pues tampoco las nuevas potencias emergentes, pueden decidir todo sin contar con los afectados; esto significa que ninguna potencia puede ejercer, de modo único, su influencia sobre todos los acontecimientos.

Cuando los poderes hegemónicos retroceden en algo, las soberanías nacionales, aunque mínimas, despiertan a nuevas apuestas; y si estas apuestas se generalizan, entonces tenemos una coyuntura como la actual: un “cambio de época”. Una nueva disposición geopolítica planetaria con ya no un solo centro abre márgenes de acción para los países pobres. Pero estos, de modo aislado, no podrían superar su situación. Sólo la cooperación y las alianzas estratégicas podrían enfrentar, de modo más plausible, la arremetida de los países ricos.

Estas alianzas no pueden prescindir de los BRICS. China recupera el pacífico como centro de la economía global y eso supone también que los flujos comerciales se des-occidentalicen. Junto a la India establecen una nueva geografía de la economía mundial. Por primera vez, después de 500 años, América aparece otra vez al extremo oriente del oriente, mostrando el verdadero sentido y dirección de la civilización humana. Occidente nunca fue la culminación del desarrollo de la civilización humana. Las implicaciones de este tipo de recambios van a tener sus repercusiones hasta en lo cultural.

Aliarse a los BRICS no tendría que significar avalar, o peor, remedar su modelo de crecimiento económico. Pero en una nueva cartografía geopolítica y un nuevo mapa institucional global, nuestros países podrían demandar, en condiciones más favorables, una transformación del modelo productivo y de consumo que ha originado el capitalismo. Por eso necesitamos reafirmar la creación de una nueva arquitectura financiera global. Se dice que nadie, en el contexto global, es independiente del todo; se es independiente en la medida en que se conoce y se aprovecha, en beneficio propio, el grado de dependencia que se tiene.

Una transformación del modelo productivo supone una nueva arquitectura financiera y ésta presupone un nuevo marco jurídico del derecho, nacional e internacional, que le devuelva la soberanía a los pueblos. Cuestionar todo aquello supone también advertir que no es un modelo de desarrollo lo que ha entrado en crisis sino el propio desarrollo; el afán de control y dominio de la naturaleza, reducida a objeto a disposición, es lo que ya no puede sostenerse. La propia concepción que de naturaleza tiene el capitalismo y la modernidad, es lo que hace insostenible todo sistema económico. Por eso, la defensa de “derechos de la Madre tierra”, el “vivir bien”, la “descolonización”, se constituyen en criterios epocales que sostienen una toma de conciencia global; esto es lo que establece, en nuestro caso, un liderazgo nunca antes imaginado y que nos abriría la posibilidad de establecer una agenda mundial.

Los desafíos son grandes, por ejemplo, desafiar al mismo mercado global supone la promoción de sistemas de producción locales y tecnologías ancestrales o la recuperación de economías campesinas comunitarias como base de la soberanía alimentaria. Sólo aquello podría remediar, en un 50%, la emisión de gases de efecto invernadero (que provoca las gran agroindustria). La autosuficiencia alimentaria es parte de la consolidación de alternativas en la economía e, inevitablemente, de la revalorización de las culturas antes despreciadas.

El nivel de agresión y destrucción del proceso de producción capitalista, destaca una invariable en su propia lógica: destruir para producir. En ese sentido, la decadencia del capitalismo arrastra al mundo y a la vida en su conjunto. Las implicancias a futuro de esta decadencia es la que obliga al mundo a proponerse nuevas alternativas. Por eso la respuesta no puede provenir del primer mundo, pues la apuesta de éste es únicamente alterar el rumbo que está adquiriendo el mundo multipolar e impedir definitivamente su consolidación.

En Ucrania, la opción occidental consiste en restaurar el orden hegemónico unipolar; pues la sobrevivencia de Europa misma se encuentra en entredicho. La dependencia del gas ruso le aleja de la esfera gringa y le convierte en una semi-colonia energética de una economía cuyo centro se hace cada vez más oriental. Los dislocamientos geopolíticos de este nuevo siglo hacen resurgir a la región euroasiática como lugar estratégico para controlar y dominar al mundo. Para Occidente es vital recuperar esa zona, pues sus estrategas consideran que Ucrania es la entrada a Eurasia, donde vive el 75% de la población mundial y donde se hallan ¾ partes de toda la energía conocida. Capturando a Ucrania se trata de impedir que la economía se orientalice, pues si Rusia se acerca a China (y a India), Occidente deja de tener la importancia que una vez tuvo y su economía no podría ya reponer su predominio (por eso hasta Alemania juega doble, pues también se acerca a China y Rusia, aunque no renuncia a su pertenencia occidental).

El G77 no puede desatender este nuevo contexto que está alterando por completo el tablero geopolítico mundial. En medio de un incipiente mundo multipolar, la visión que se tenga no puede reducirse a lo meramente local. En un mismo mundo compartido, todo tiene relación con todo. Una nueva lectura del relacionamiento internacional pasa por una actualización geopolítica de un mundo en transición. La narrativa actual es geopolítica, pero no una geopolítica provinciano-imperial sino una geopolítica verdaderamente mundial.

Esto nos posibilita advertir también el carácter ideológico, unilateral y hasta plagado de un provincianismo cultural de los marcos teórico-conceptuales de las relaciones internacionales y la diplomacia, como disciplinas sociales. Estas disciplinas tienen una reducida perspectiva europeo-norteamericana, que justifica un excepcionalismo inadmisible hoy en día. La decisiva dependencia que tienen estas disciplinas de la política exterior norteamericana, delata también una profunda ignorancia de otros mundos culturales y civilizatorios que no pueden ser reducidos a la mirada occidental.

Esto nos lleva a advertir que, si el mundo que viene será multipolar, nuestra geopolítica deberá también, acorde con ese nuevo mundo, tener una visión multidimensional de implicancias globales, o sea, deberemos aprender a ver el mundo desde una perspectiva propia. Si los chinos, hindúes, iraníes y rusos, propician think tanks propios, con perspectivas geopolíticas radicalmente distintas a las de europeos y gringos, no menos debemos realizar en este lado del mundo. El asunto, en definitiva es, o producimos una perspectiva propia de lo que sucede en el mundo o nos contentamos con la perspectiva usual, que es la occidental. De una determinada narración se deduce una determinada posición. Si la narración es la decadente, la moderno-occidental, entonces lo que se deduce es la defensa de los intereses y los valores moderno-occidentales.

El mundo es lo que se interpreta de éste. O descubres el mundo o te lo encubren. La política exterior de nuestros países ha estado siempre constituida a partir de los marcos teórico-conceptuales de la narración geopolítica imperial. Desprenderse de aquello supone producir una nueva narración geopolítica que de nacimiento a un nuevo tipo de relaciones internacionales. Lo usual en teoría de las relaciones internacionales ha sido siempre la lectura abstracta, descontextualizada, sin historia, usando conceptos meramente formales, que ordenaban un pasivo reacomodo a las situaciones impuestas. La geopolítica parecía patrimonio del centro, por eso hasta la izquierda ingenua entendía ésta como una disciplina imperial (sumidos en la lectura hacia adentro olvidaban a menudo el mundo real en el cual se encontraban).

Las lecturas hegemónico-imperiales están en crisis, develando el provincianismo de la visión del centro ante un mundo de ascensos civilizatorios que no logran comprender. Occidente nunca conoció al mundo, por eso mira atónito el ascenso de las potencias emergentes y descubre que no tiene otra cosa que la fuerza bruta para imponerse. El afamado historiador de la Universidad de Yale, Paul Kennedy, sostiene que los asuntos internacionales no andan bien en el mundo político y social y que incluso estarían comenzando a desmoronarse, tanto institucional como discursivamente. Pero este desmoronamiento lo ve como un atentado al “mundo libre”, es decir, no es capaz de ver que se trata del desmoronamiento cultural-civilizatorio de la propia hegemonía occidental, es decir, el llamado “mundo libre”.

La conclusión que este tipo de personajes –muy influyentes en ámbitos de poder– presenta, es que el mundo está desquiciado. Esa visión delata a un centro que ya no sabe leer un nuevo mundo emergente. Para Charles Hill, legendario funcionario del Departamento de Estado, el antiguo orden conocido como el siglo norteamericano, que era parte de la era moderna, parece estar apagándose. Su diagnóstico es revelador, pues señala que la era que viene “ya no será moderna”; pero lo que constituiría una esperanza para el resto del mundo pobre, él lo ve como “nada agradable”.

Por supuesto, desde el imperio no es nada agradable perder su preeminencia; por eso hace bien David Brooks (columnista del New York Times) en señalar que el orden moderno al cual se refiere Hill, es un sistema de Estados que encarnan los dos grandes vicios de las relaciones internacionales: el deseo de dominio expansivo y de eliminación de la diversidad. De ello se puede colegir que las mismas relaciones internacionales no fueron nunca concebidas para un mundo multipolar no occidental. Para el imperio, la geopolítica ha sido la defensa exclusiva de sus intereses, a los cuales llama sus valores. Un mundo multipolar y policéntrico es algo inconcebible para la geopolítica imperial, pero una necesidad a ser pensada en la geopolítica de nuestros países. Por eso tiene sentido hablar de una descolonización de la geopolítica.

La transición civilizatoria no puede ser ciega. Advertir el sentido potencial de una nueva reconfiguración planetaria, sin hegemonía única, permite diseñar una nueva fisonomía global más acorde a una realidad diversa y plural. Por eso la visión provinciana de la geopolítica imperial ya no sirve para interpretar el sentido de la transición. La narrativa geopolítica deberá recuperar las historias negadas y los horizontes culturales olvidados. Si el G77, y Bolivia y los países del ALBA, están a la altura de liderar la transición civilizatoria, lo que lógicamente debería acontecer es la posibilidad de fundar, en el mediano plazo, una nueva “Liga de las Naciones” (como reconocimiento además a sus verdaderos inspiradores: la liga indígena Iroquesa).

Si todas las instituciones mundiales ya no cuentan con legitimidad, pues todas ellas responden a la disposición centro-periferia, prototípica de la hegemonía moderno-occidental, la propia ONU debería desaparecer y dar lugar a una nueva y más democrática organización. El G77 contiene la mayor concentración de países miembros de la ONU, por tanto, su legitimidad es considerable. Un nuevo mundo en ciernes no puede amanecer con instituciones arcaicas.

La Paz, Bolivia, 30 de mayo de 2014

- Rafael Bautista S. es autor de “la Descolonización de la Política. Introducción a una Política Comunitaria”, Plural editores, la Paz, Bolivia. rafaelcorso@yahoo.com

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Colombia: Cuando las candidaturas presidenciales vienen con su maquinaria de muerte, en el momento de elegir, elegimos la vida

Con todo el revuelo de las elecciones y después de que Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga tuvieran las mayores votaciones, pareciera que muchos vieran en el voto su única participación política. Durante todo el año y en todo el país hay movilizaciones, asambleas, reuniones, mingas etc. Espacios de encuentro de los pueblos y comunidades. ¿Cuántas movilizaciones van en lo corrido de este año por la salud, la educación, el agro, por el respeto y el derecho a la vida y al buen vivir, y cuántos de estos espacios se estarán gestando en estos momentos?
 
Decir que ante la candidatura de Zuluaga, Santos es una propuesta más pacífica o de paz, es como afirmar que el único que la puede realizarla es él. Para nosotros este gobierno fue sinónimo de la locomotora minero energética y los TLC, de la privatización de los servicios y recursos, en el fondo esta es la raíz de la crisis que sufre el agro y el país. 
 
Recordemos que semanas atrás los campesinos salieron a las calles, las dignidades agropecuarias  se alzaron en exigencias por el incumplimiento de los acuerdos alcanzados el año pasado, aquellos que trabajan la tierra, que siembran comida irónicamente se mueren de hambre a causa de las políticas que ha implantado este gobierno, gobiernos anteriores y las que se viene con alguno de estos dos candidatos para la segunda vuelta de las elecciones. 
 
Desde el paro agrario del año pasado  (2013) al de este año (2014) muchas cosas cambiaron,  varias fichas se movieron a favor de la campaña reeleccionista de Santos y las negociaciones en la Habana. En la segunda etapa del paro, mientras las dignidades agropecuarias bloqueaban las vías buscando la atención de un gobierno que nuevamente se limitó a ignorarlos (pero no a través de las armas y la fuerza) otras organizaciones sociales, más específicamente las agrupadas en la Cumbre Agraria: Campesina, Étnica y Popular realizaban acciones simbólicas a favor de la “paz” y negociaban con el gobierno. De hecho el decreto firmado por el Ministro del interior Aurelio Iragorri por el cual se regula un espacio de interlocución y participación con las organizaciones de la Cumbre agraria: Campesina, Étnica y Popular, decreta que las negociaciones por ningún motivo se llevarán a cabo mientras se estén bloqueando vías o haya “irrupción de libertades de circulación”. Cuando este espacio, aquella mesa de interlocución se logró por las vías de hecho.
 
El paro agrario dejó ver una polarización de las luchas populares a raíz de la paz proclamada por Santos y las Farc. Una división que se percibe mejor si vemos la realidad de los pueblos que sufren la guerra de aquello que negocian la paz. Durante las negociaciones en la Habana la militarización de nuestros territorios  siguió aumentando de la mano de proyectos minero energéticos legales e ilegales con actores armados legales y/o ilegales, y la mayor cuota de sangre la seguimos poniendo nosotros, los pueblos. 
 
Cuando se tiene como principal fuente de información los medios masivos de comunicación obviamente esta polarización no se deja ver, pero a medida que se acercaban las elecciones el chicharrón se iba creciendo y todo el mundo se fue haciendo amigo de todo el mundo.  Esas incongruencias que para los movimientos y organizaciones sociales y populares eran internas, se convierten hoy en tema nacional e internacional, en la paz de Colombia.  ¿Pero cuál es la paz que se habla desde arriba? La paz del neoliberalismo; que es la misma de Santos, la de la minería, los TLC, la militarización, el terror y la guerra, los falsos positivos, la del ejército, los bombardeos, las balas, la de que se arrodilla a las multinacionales;  la de las Farc, la del “ejército del pueblo”, la de la chiva bomba, la de los hostigamientos, los tatucos, las amenazas, la de la Habana, la de Piedad Córdoba y de ahí para abajo. Esta es la “paz” que nos imponen con el voto del miedo, pues la otra opción es la misma dictadura del ventrílocuo Uribista de la motosierra, los paramilitares, el desmembramiento y las fosas comunes. Así como en Buenaventura con las casas de pique, las Bacrim y la Alianza del Pacifico en el gobierno de Santos, no en el de Uribe, que es la misma vaina. Ambas candidaturas están regidas bajo el mismo modelo extractivita, de despojo y muerte. 
 
Es ahora donde la cruzada por la paz de Santos deja ver su verdadera cara, está podrida. Es una contradicción creer que apoyar la paz con la “paz” electoral - no sólo en su campaña reeleccionista sino desde que iniciaron los diálogos con las Farc -.  No es posible que los que han hecho la guerra hagan la paz. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, lo que sí es posible es exigir a los armados que dejen los fusiles y nos dejen de matar, esa sería la finalidad de las negociaciones en la Habana, y la PAZ, la verdadera, la construyen los pueblos, la gente de base, desde abajo.
 
Estas votaciones dejaron un antecedente importante. En Piedras – Tolima gano el voto en blanco como respaldo a la consulta realizada el año pasado donde la comunidad rechazó la explotación minera de la multinacional Anglo Gold Ashanti. Una votación que hubiese favorecido específicamente a uno de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta sería contraproducente y contradictoria, pues tanto Santos como Zuluaga son sinónimo de minería, más cuando se está hablando de La Colosa, la mina a cielo abierto más grande de Latinoamérica.
 
Es de aclarar que no son dos las opciones a la hora de votar. Aparte de los dos candidatos, que realmente es como si fueran uno solo (Santos como Uribe y Zuluaga comparten políticas similares); está el voto en blanco como un derecho político de los colombianos. Aunque este último no tenga peso jurídico es sin duda una forma de protesta en esta democracia bárbara y deshumanizada. 
 
Todos queremos la paz ¿Quién no la quiere? pero la paz que buscamos las comunidades no requiere que vendamos o regalemos nuestra dignidad a un gobierno que nos ha masacrado, por eso en el momento de elegir, elegimos la vida. Más cuando cualquiera que sea electo llegará con toda la maquinaria de muerte. Es necesario no olvidar, pues el olvido también mata y entierra y nadie sabe dónde. “Si el ser consecuente es un fracaso, entonces el ser incongruente es el camino al éxito, la ruta al poder, pero nosotros no queremos ir para allá, no nos interesa, en esos paramentaros preferimos fracasar que triunfar”.
 
Por: Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad y la Vida
 
 

Movimiento indígena colombiano pide votar por el fin de conflicto y la paz duradera

El movimiento indígena colombiano llamó hoy a votar en la segunda vuelta electoral del 15 de junio por la terminación del conflicto armado interno como primer paso para garantizar una paz duradera, y sin mencionar a ningún candidato insistió en "blindar" el proceso de paz con las FARC en La Habana.


El movimiento indígena colombiano llamó hoy a votar en la segunda vuelta electoral del 15 de junio por la terminación del conflicto armado interno como primer paso para garantizar una paz duradera, y sin mencionar a ningún candidato insistió en "blindar" el proceso de paz con las FARC en La Habana.

En un comunicado, los indígenas de varias organizaciones invitaron a otros miembros de la sociedad civil a formar un Frente Amplio por la Paz de Colombia para "no permitir el regreso de las épocas de intensificación de la violencia insurgente y paramilitar que tanto daño ha causado a los colombianos".

"Consideramos que es necesario, conveniente y obligatorio culminar el proceso de diálogo y negociación que se lleva a cabo actualmente con las FARC en La Habana, y que los acuerdos logrados sean refrendados mediante procesos democráticos e incluyentes de la sociedad civil", agregaron.

Los colombianos acudirán el próximo 15 de junio a las urnas en segunda vuelta para elegir al próximo mandatario y tendrán que escoger entre el presidente Juan Manuel Santos y su rival, Óscar Iván Zuluaga, este último apoyado por el exmandatario y senador electo Álvaro Uribe (2002-2010).

Los firmantes del documento son la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC), la Confederación Indígena Tayrona (CIT), las Autoridades Tradicionales Indígenas de Colombia Gobierno Mayor y Autoridades Indígenas de Colombia (AICO).

Esos colectivos pidieron además la apertura de diálogos con la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

"Hemos planteado de manera categórica que la terminación del conflicto armado no significa la paz de Colombia, pero sí un paso muy importante e imprescindible para avanzar en la construcción de la paz con justicia social y cultural que anhelamos en un escenario de postconflicto", agregaron en su comunicado.

Además, exigieron "un cese bilateral de hostilidades, el respeto al Derecho Internacional Humanitario, el no reclutamiento de hombres y mujeres, niños, niñas y jóvenes indígenas, así como el desminado humanitario en los territorios" ancestrales.

Según el último censo oficial de 2005, al menos 1,37 millones de colombianos pertenecen a unos 102 pueblos indígenas, lo que representa al 3,4 % de la población del país.