Actualizada a las 21.56 horas de Moscú
A los 43 estudiantes secuestrados por policías y narcotraficantes en
Guerrero "los mataron", y a algunos "los quemaron vivos", dijo con base
en testimonios de testigos el sacerdote Alejandro Solalinde, Premio
Nacional de Derechos Humanos de México 2012, en entrevista con la
agencia Nóvosti.
"Estaban heridos, y así como estaban heridos, los quemaron vivos, les
pusieron diésel. Eso se va a saber, dicen que hasta les pusieron
madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos", dijo el
sacerdote, de 69 años, quien dirige un albergue para migrantes ilegales
en el estado de Oaxaca (sur), que colinda con Guerrero.
La categórica afirmación se basa en los testimonios de testigos entre
los policías, dijo Solalinde, quien además está en comunicación con los
estudiantes sobrevivientes de la escuela rural de maestros de
Ayotzinapan, estado de Guerrero, reprimidos la noche del 26 de octubre
en la ciudad de Iguala (200 km al oeste), con saldo de seis muertos, 20
heridos y 43 estudiantes desaparecidos.
"La primera información directa la tuve el domingo pasado. La segunda
la tuve ayer, en la Ciudad de México. Lo primero que supe es que hay
testigos, pero tienen miedo de hablar, son testigos de los mismos
policías", dijo Solalinde.
"Siempre hay alguien que tiene conciencia; pero si hablan temen que
los vayan a matar. Dicen que a unos jóvenes los quemaron vivos y los
mataron", describió.
El sacerdote ofreció la versión en entrevista exclusiva con la
agencia Nóvosti y el diario austriaco Der Standard de Viena, en el marco
del XI Foro de Derechos Humanos del Sistema Universitario Jesuita, en
la Universidad Iberoamericana de Puebla (70 km al este).
Es la mayor figura de la Iglesia católica que trabaja por los
derechos de los migrantes ilegales en México, es uno de los líderes
humanitarios mexicanos que denunció la masacre de 72 migrantes,
perpetrada por traficantes en agosto de 2010 en Tamaulipas (noreste) y
recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012, el 10 de diciembre
de ese año, de manos del presidente de México, Enrique Peña, en el Día
Internacional de los DDHH.
Por los ataques y la desaparición de estudiantes, México ha recibido
reclamos de parte de organismos internacionales como la ONU, la OEA, la
Unión Europea, Amnistía Internacional y decenas de organismos
humanitarios y de la sociedad civil mexicana para encontrar a los
culpables y castigarlos.
Estudiantes en la miseria en la mira del gobernador
Solalinde señala que el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, sabía
de los vínculos del alcalde prófugo José Luis Abaraca con los
delincuentes de la mafia llamada Guerreros Unidos: "No es casual lo que
pasó con los jóvenes. Es una línea clara de represión que se ha
presentado en muchas partes", relató el prelado Católico.
"El Gobernador sabía en qué estaba metido el alcalde (narcotráfico), y
tiene relación con la esposa del alcalde. Él mismo ha dicho que conocía
de esos vínculos. Él sabe también cómo mataron a esos jóvenes",
sostiene.
"Los mataron –insiste–. Escuché al gobernador (de Guerrero, Ángel
Aguirre) decir que tenía esperanza de que estuvieran con vida. ¡Qué
hipócrita! Él sabe perfectamente que los mataron y sabe cómo los
mataron", sentenció Solalinde.
"Él dijo también que estaba trabajando el equipo Argentino de
Antropología Forense (que ha investigado otras masacres en América
Latina y llegó a México a pedido de los familiares y líderes
humanitarios) y que les habían dado todas las facilidades. Pero cómo
pueden trabajar con unos restos totalmente calcinados, que es sumamente
difícil encontrar su ADN porque se altera, por el fuego".
Para retratar la vida que llevaban los alumnos de la Escuela Normal
de Maestros de Ayotzinapan, Guerrero, el padre Solalinde describe: "Hay
que ir a un internado de esos (en los que viven los estudiantes
agredidos) para darse cuenta de que están en la miseria, que no tienen
siquiera algún confort para ellos mismos, no tienen nada".
Los estudiantes que fueron atacados por policías y narcos, de acuerdo
con las primeras pesquisas, que arrojan hasta ahora unos 50 detenidos,
la mayoría policías municipales y algunos narcotraficantes, y casi 15
fosas clandestinas con restos humanos que hasta la fecha no coinciden
los registros genéticos de los desaparecidos.
"Estos jóvenes son muy politizados, porque tienen una conciencia
desde abajo, son contestatarios. En un momento dado pueden confrontar la
gestión pública", explicó Solalinde sobre la combatividad de los
aspirantes a maestros rurales.
Los testigos de Solalinde
El testimonio de los testigos "lo están dando a personas muy
conocidas en México, que están investigando y han despertado la
confianza de ellos. A mí me lo contaron y me lo confiaron. Todo lo que
yo sepa, si es para el esclarecimiento de la verdad, lo voy a decir,
salvo que afecte a terceras personas", aclaró.
Los testigos y sobrevivientes confiaron detalles al sacerdote, quien
el martes tuvo contacto con otro joven que estaba entre los 80
estudiantes agredidos a balazos la noche del 26 de septiembre y la
madrugada siguiente.
"Quiero describirlo. Esta persona, es un joven totalmente indígena.
Es el rostro de nuestra gente sencilla, morena, bajito, delgado. Y me
dijo: yo estuve allí, me salvé de milagro. Nunca esperábamos que nos
fueran a atacar y a disparar, como si fuéramos un ejército. Así nos
trataron. Logramos huir y vimos muchas cosas".
"Me dijo también –prosigue el laureado defensor humanitario– ‘tengo
la esperanza de encontrar vivos a nuestros compañeros’", recuerda el
encuentro con el sobreviviente.
"Pero no es lógico, basándome en los testimonios de esta otra persona
(vinculada a la policía) que vio que los que habían quedado vivos,
heridos, los quemaron vivos y los mataron. Esos detalles no se los dije a
él, pero le dije que todos están muertos. Y comenzó a llorar y llorar",
prosiguió el relato.
El sacerdote enfatiza que el testigo que afirma que los estudiantes
fueron asesinados es parte de los agresores: "Es una persona que tiene
mucho miedo y estaba hablando. Pero sabe que si se sabe que hablaron,
los van a matar. A los estudiantes los mataron, es lo que esta persona
está diciendo. Los calcinaron con diésel".
El sacerdote considera que la versión ofrecida por las autoridades
hasta la fecha pretende deslindar a los policías de los
narcotraficantes: "Quieren dar la impresión de que fue algo
temperamental de la señora del alcalde de Iguala, que estaba dando su
informe de labores (la noche del 26 de septiembre), que lanzaba su
campaña, que hace berrinche, que se queja con su esposo".
La explicación oficial indica que "su esposo (el alcalde) que es un
asesino, ordena reprimir. Pero qué casualidad que llegan a matar, a
tirarles. Y luego los llevan a otro lado los policías de Iguala a
entregarlos a otro municipio (Cocula) y después a los Guerreros Unidos,
al cartel del crimen organizado, a los delincuentes. Y que los
entregaron vivos y no saben qué paso".
"Es una manera de lavarse las manos", sentencia Solalinde.
La revelación de los testimonios ocurre un día después de que el
presidente Enrique Peña dijo que "el sentimiento colectivo de
indignación, de dolor y de coraje demuestra que los mexicanos estamos
unidos, que somos solidarios con el sufrimiento de nuestros hermanos, y
lo más importante, demuestra que rechazamos la violencia"
El clima de descontento se extiende cada día y el lunes causó la
destrucción del Palacio de Gobierno del estado de Guerrero y otros
edificios públicos por manifestantes que acompañaban a los familiares en
la capital estatal, Chilpancingo, a medio camino entre la Ciudad de
México y el puerto de Acapulco.
La declaración presidencial es emitida un día después de que expertos
forenses descartaron que 28 cuerpos calcinados encontrados, el domingo 6
de octubre, en fosas clandestinas, en los cerros que rodean Iguala,
sean de los 43 estudiantes desaparecidos.
Las esperanzas de los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos
han renacido, pero surgió una nueva incógnita sobre quiénes son los
muertos en esas fosas, mientras se analizan otras cuatro encontradas el 9
de octubre y un grupo más de entierros clandestinos anunciado el martes
por la noche, por el procurador general Jesús Murillo, sin mayores
detalles. Otros cuatro entierros fueron revelados este miércoles por
campesinos.