lunes, 7 de abril de 2014

Brasil: El monopolio mediático y su terror económico


Emir Sader

ALAI AMLATINA, 07/04/2014.- La economía brasileña creció el 2,4% el año pasado. En febrero, de nuevo, se batió el record en la generación de empleo en Brasil. Los salarios siguen subiendo por encima de la inflación. La inflación está controlada, por debajo del 6% anual.

Pero dos institutos – Ibope y Datafolha – publican encuestas más o menos iguales: el apoyo al gobierno habría caído entre un 6 y un 7%, según su interpretación, por “pesimismo económico”. ¡En una de ellas se llega al espantoso resultado de que la política de generación de empleo tendría el rechazo del 54% de la población, cuando se está prácticamente con pleno empleo en Brasil!

Otros elementos permiten entender estas paradojas. En la primera encuesta – Ibope es un instituto contratado permanentemente porTV Globo, juró en el 2010 que Lula no lograría elegir a su sucesor y José Serra sería el próximo presidente de Brasil – a la vez que se publica esa caída de apoyo al gobierno, se difunden los resultados de la encuesta para la elección presidencial y Dilma Rousseff sigue con el mismo resultado anterior – 43% -, derrotando a los dos candidatos de la oposición – Aecio Neves y Eduardo Campos – que, sumados, llegan al 22%. Es decir, Dilma vencería en primera vuelta, con lo cual se deduce que el descontento que buscan evidenciar con su gobierno no favorece a ningún candidato opositor, con la gente prefiriendo un nuevo gobierno del PT.

Como parte de su tradicionales manipulaciones, el instituto divulgó primero el resultado de la encuesta presidencial y, una semana después, aquella sobre el apoyo al gobierno, para dar la impresión que la primera habría sido superada por el movimiento de pérdida de apoyo del gobierno, cuando son partes de la misma encuesta, hecha los mismos días.

El otro instituto – Dadatolha – pertenece a uno de los periódicos opositores, una de cuyas directoras afirmó, en la campana presidencia del 2010, que, dada la debilidad de la oposición, la mídia asumía el rol de partido de la oposición. Y lo siguen haciendo.

Lo cierto es que, después de fracasar en el intento de desprestigiar al gobierno con otras campañas, la mídia se concentra en el “terrorismo económico”, buscado generar en sectores de la población el sentimiento de insatisfacción, de inseguridad económica. El país crecería menos de lo que podría, ello se debería no a la tendencia especulativa de los grandes capitales, sino a la falta de “garantías” de parte del gobierno por sus supuestas tendencias “estatizantes”.

Es esa campaña la que, según los institutos de encuestas, justificaría la pérdida de apoyos de parte del gobierno, aunque los candidatos opositores se mantienen en los mismos niveles y Dilma ganaría igual en la primera vuelta. El gobierno paga un precio por no haber avanzado nada en el debate sobre la falta de democracia en la formación de la opinión pública, con una mídia fuertemente monopolizada en manos de algunas pocas familias. Sigue aumentando las tasas de interés, como respuesta a las presiones de que habría riesgo inflacionario, especialmente en un año electoral, cuando lo que el país necesita son incentivos a las inversiones productivas y no a las especulativas.

Todo indica que Dilma Rousseff será reelegida este año, con buenas posibilidades de que lo haga en primera vuelta. Cuenta con un voto duro de los sectores más pobres: más del 70% en el nordeste de Brasil, más del 55% entre los de menor poder adquisitivo. Cuenta con la fuerza movilizadora de Lula, cuenta con candidaturas impopulares en la oposición. Pero en el caso que no supere el cerco mediático impuesto por los monopolios de la oposición, no podrá imponer los niveles de crecimiento económico que el país necesita, para dar seguimiento al extraordinario proceso de democratización social inaugurado al comienzo de los gobiernos del PT, en 2003.

- Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas da Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).

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Homicidios por género: La Real Academia aceptó ponerle nombre

Impulsada por la antropóloga mexicana Marcela Lagarde, la palabra “feminicidio” fue aceptada por la Real Academia Española y será agregada a la 23ª edición del Diccionario de la RAE. Repercusiones entre las feministas argentinas.


 Por Sonia Santoro

Es apenas una palabra. Pero no es tan sólo un puñado de letras. Es una palabra que contiene un mundo de vejaciones, violencias y sufrimientos. Un término que dio vuelta la tierra gracias a la lucha del movimiento de mujeres de América latina, y este año llegará al Diccionario de la Real Academia Española. Se trata de la categoría “feminicidio”. Once letras que empiezan a dibujar otro mundo posible para las mujeres cuyos homicidios por razones de género serán ahora nombrados como corresponde en el tradicional diccionario que rige la lengua hispana.

La Real Academia Española (RAE) anunció que esa palabra será incorporada a la 23ª edición del Diccionario de la Lengua Española, que se publicará en octubre de este año con motivo de la conmemoración del III Centenario de la institución. “Feminicidio” pasó casi desapercibida entre las tantas otras que incorporará esa institución (ver aparte) que, mal que nos pese en algunos casos, rige cómo se escriben y dicen las cosas en el mundo hispanohablante.

La antropóloga feminista mexicana Marcela Lagarde, impulsora de esta categoría, se emociona por el logro. Y explica desde México el tránsito entre el término que acuñaron en 1976 Diana Russell y Jill Radford en su obra Femicide. The Politics of Woman Killing como femicide, al que unas tres décadas más tarde ella tradujo y reformuló como “feminicidio”: “‘Femicidio’ no incluye el análisis de la construcción social de la violencia y tampoco el papel del Estado, entre otras cosas, por la particular perspectiva anarquista de las autoras. El feminicidio pondera la responsabilidad del Estado y plantea como en toda violencia contra las mujeres la necesidad de una política de Estado para erradicarla, así como, de manera paradójica y contradictoria, la transformación de género de ese Estado y sus instituciones como parte de la solución del problema”, explica.

“Ha sido un esfuerzo creativo impulsar la perspectiva feminista epistemológica y política que encierra. Nombrar las cosas para nosotras es la mitad del camino; en el feminicidio luego está el arduo camino para erradicarlo. Me conmueve también, porque en esta misma computadora escribí por primera vez esa palabra con la emoción de estar definiendo teórica y políticamente el feminicidio. Quise que no se confundiera con homicidio y se pensara que era la feminización de esa palabra; que fuera parecida y diferente para incluir los crímenes misóginos contra mujeres y, de manera central, la enorme tolerancia social y del Estado a la violencia contra las mujeres y las niñas, con las consecuencias de impunidad e injusticia”, relata. 

También se explaya sobre la complejidad y la historia del término: “El feminicidio se inscribe en la violencia de género contra las mujeres y las niñas, se trata de crímenes surgidos de la desigualdad y la discriminación, de las relaciones de poder de género. Luego vino un largo proceso. Hoy esa concepción está en nuestro marco normativo y ha sido parte de la sentencia del Campo Algodonero, se usa en la política de género a nivel internacional, en los medios y en una parte importante de la legislación en América latina”.

Para Fabiana Tuñez, presidenta de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, esta inclusión es para celebrar. “Es un avance que una terminología creada y definida dentro del feminismo académico esté incluida en el diccionario. Implica el reconocimiento a una forma política de entender la violencia de género, y visibilizarla en el idioma nos parece importante”, dijo.
En la Argentina, sin embargo, el movimiento feminista no habla de “feminicidio” sino de “femicidio”. Por eso Tuñez plantea que “es lógico que Marcela haya desarrollado la terminología inicial en función de lo que pasaba en México, con una actitud de parte del Estado mexicano de complicidad, de inacción y de legitimación de la violencia de género. 

Cuando el Estado no actúa con toda la fuerza, como es en Ciudad Juárez y en tantas otras ciudades de México, está bien hablar de feminicidio. Ahora, en nuestro país no podemos decir que el Estado mire para otro lado, que la Justicia no actúe. Que falta mucho no me cabe dudas, pero no hay una actitud cómplice del Estado”. Por eso considera que “hubiese sido mejor poner las dos definiciones (feminicidio y femicidio), porque es más representativo de lo que ocurre en otros países”, aclaró.

Además de la inclusión de “feminicidio” en el diccionario español, otro de los logros del movimiento de mujeres es la supresión de las acepciones sexistas de “femenino” como “débil, endeble” y de la de “masculino”, como “varonil, enérgico”. También la Real Academia puso el acento en que conste el femenino y el masculino en todas las profesiones “cuando hay la más remota posibilidad de que una mujer desempeñe una profesión. En ese terreno es cada vez más difícil pillar al diccionario en un resabio machista”, aseguró Pedro Alvarez de Miranda, director académico de la obra a la agencia EFE.

Que así sea.