Neonazis en Mongolia
En Asia crece la preocupación por la sorprendente presencia de grupos neonazis nada menos que en Mongolia, cuya población se caracteriza por tener piel no precisamente blanca, ojos rasgados, pómulos elevados y cabello lacio y oscuro, informa el diario británico The Guardian.
Grupos como Tsagaan Khass o Esvástica Blanca se consideran patriotas que defienden al ciudadano común y corriente frente a la inequidad, indiferencia política, corrupción e influencias externas. Sin embargo, los críticos señalan que en realidad atacan inocentes.
El Departamento de Estado de Estados Unidos ha advertido a los viajeros sobre el incremento de ataques a parejas interraciales en los últimos años.
Inclusive se han producido amenazas a las mujeres que tengan relaciones con hombres chinos. Hace tres años se informó sobre el caso de un líder extremista que asesinó al novio de su hija por el simple hecho de hacer estudiado en China.
Sin embargo, los líderes de Tsagaan Khass, autoproclamados nazis, señalan que no apoyan la violencia. “Adolfo Hitler era alguien a quien respetados. El nos enseñó cómo preservar la identidad nacional”, declaró el cofundador del grupo que se hace llamar Big Brother.
“No estamos de acuerdo con su extremism y con el que haya iniciado la Segunda Guerra Mundial. Estamos contra todos los asesinatos pero apoyamos su ideología”, señaló.
Tsagaan Khass justifica el uso de la esvástica señalando que se trata de un símbolo asiático antiguo, lo cual es cierto, sin embargo, no explica el uso de colores nazis, del águila nazi o el saludo nazi por parte de sus integrantes.
“Tenemos que asegurar que como nación nuestra sangre sea pura”, dijo un integrante del grupo de solo 23 años de edad, que a su vez destacó que la población de Mongolia es de apenas 3 millones.
“Si comenzamos a mezclarnos con los chinos, ellos poco a poco nos tragarán. La sociedad mongola no es muy rica y los extranjeros vienen con mucho dinero y pueden comenzar a tomar a nuestras mujeres”, anotó.
Neonazis en el Perú
La detención el año pasado de cuatro jóvenes que, portando emblemas nazis, realizaban prácticas con armas en el Callao, los sacó a la luz pública. Al margen de a cuál agrupación pertenezcan los intervenidos (el Movimiento Nacional Socialista Despierta Perú, MNSDP, ha negado que los detenidos integren sus filas) la realidad es que existen: Son peruanos, son nacionalistas y suelen evocar a Adolfo Hitler en sus reuniones y discursos.
Al preguntar por las calles a transeúntes de toda edad qué pensaban de la existencia de neonazis en el Perú, las primeras respuestas solían ser o sonrisas de desconcierto o carcajadas burlonas. “¿Neonazis en el Perú?, ya pues…¿es broma?...si aquí todos somos cholos” fue lo que más escuchamos; y es que lo nazi o neonazi unido casi a la fuerza a lo “peruano” o “cholo” no es concebido como “viable” y mas bien, es visto como una mixtura imposible o como los ingredientes perfectos para una colisión a gran escala.
Contradictorio, aberrante y bizarro
Pero ¿Quién dijo que debe haber lógica en estas agrupaciones? ¿importan acaso los choques históricos?. “Ninguno de estos grupos tiene que ser coherente en el espacio social”, nos dice el antropólogo y politólogo Jaris Mujica. “Que (su discurso) parezca contradictorio, aberrante, extraño, bizarro…es otro tema”, sentencia.
El experto se refiere así a las contradicciones que podrían aducirse al analizar los principales postulados de estos movimientos: El Perú –según estas agrupaciones- es más que el reducido territorio actual y abarca miles de años de historia, desde civilizaciones como Caral hasta los “últimos imperios tradicionales” (virreynato). Además, rechazan el "nacionalismo mal entendido" expresado en la gastronomía o la elevación a altares de ídolos populares.
“Lo que a muchos les parecería gracioso: una mezcla entre nazismo hitleriano y pasado inca…creo que muestra elementos simbólicos de lo que estos grupos quieren decir (…) Es la reivindicación de un pasado imperial, glorioso, de una figura monárquica clásica que tiene dos polos: por un lado una demanda que dice ‘pertenecemos a un gran reino clásico imperial’ -y hasta se habla del imperio español, de los conquistadores- pero también pertenecemos a pasado imperial inca, precolombino”, refiere el experto de la Universidad Católica.
Pero la gran pregunta es ¿por qué reivindicar lo imperial? La respuesta es sencilla para Mujica: “Lima es una de las pocas ciudades de América Latina donde el gran discurso es el haber pertenecido a una clase alta empobrecida (…) se habla de un pasado con abuelos con haciendas, apellidos, escudos de familia y árboles genealógicos rastreables en Europa (…) muy diferente a otras clases medias de la región”. Dura pero contundente, esta es la conclusión del experto.
“En cierta forma la cuestión racial es importante entre los llamados neonazis o fascistas peruanos…pero no llega a ser tan determinante porque hay una especie de reconocimiento tácito a la compleja realidad pluriracial que hay en el Perú”, señala a su turno el antropólogo Gabriel Calderón. Radicales, extremistas o como quiera considerárseles, no son muchos, según los especialistas, pero no deben ser subestimados…se les debe tomar atención. Pero tal vez la atención no debería estar dirigida, en primera instancia, en el escenario público, sino en un espacio más íntimo.
La psicóloga forense Tesania Velásquez de la Universidad Católica, comenta sobre la consabida e incansable búsqueda de los jóvenes (por lo general entre los 15 y 22 ó 23 años) de pertenecer a algún grupo y así, tener un referente. “Eso es importantísimo para ellos”, señala. Pero una cosa es unirse a un inocente club, a un equipo de fútbol y otra es enrumbar hacia barras bravas o movimientos como los de corte neonazi.
“En una sociedad violenta es más frecuente de lo imaginado que los jóvenes se unan a grupos violentos”, simplifica Velásquez. Hoy Hitler, mañana... La suerte o la mala suerte pueden determinar que la natural necesidad de pertenencia de los adolescentes y jóvenes los lleve a uno u otro lado de la valla; sin embargo, hay factores de riesgo.
“Lo que encontramos frecuentemente en jóvenes infractores es que no tienen referentes en la familia y han sufrido de la falta de cuidado de figuras importantes en la primera infancia (…) sienten que nadie los cuidó, que nadie se preocupó por ellos, por lo que no tendrían que hacer lo mismo con los demás”, advierte, al referirse a casos extremos.
Así las cosas, parece cada vez más evidente que no importa si se trata de un grupo neonazi, una barra brava o una pandilla. Es un albur. “Hoy puede ser la esvástica y Hitler y mañana serán otros símbolos y otros referentes”, es la sentencia cruda en la que coinciden todos los expertos entrevistados. Nos quedamos con ese pensamiento: Hoy son los neonazis ¿Qué vendrá después?
Verónica Ortiz