Naciones Unidas.- -- Un total de 1,4 millones de adolescentes mueren cada año en el mundo en accidentes de tráfico, por complicaciones en el parto, sida, suicidio o por actos violentos, especialmente en países africanos y de Latinoamérica, según se desprende de un informe publicado hoy por UNICEF.
“La pobreza, el estatus social, el sexo o las discapacidades impiden a millones de adolescentes disfrutar de sus derechos a una educación de calidad, a la atención sanitaria, la protección y la participación, por lo que es hora de atender sus necesidades y no dejarlos atrás”, aseguró la subdirectora ejecutiva de la organización, Geeta Rao Gupta, en un comunicado de prensa.
Los accidentes de tráfico, la violencia, enfermedades como el sida, complicaciones en el parto o el suicidio causan la muerte anual de 1,4 millones de adolescentes, pero de una forma desigual en las distintas partes del planeta, como consecuencia de las diferencias en el acceso a los beneficios del progreso, señala el informe.
En algunos países de América Latina, hay más adolescentes varones que mueren a causa de homicidios que por accidentes de tráfico o por suicidio, dice el documento preparado por los expertos del fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).
El documento también apunta a que en El Salvador, el país latinoamericano con la tasa más alta de homicidios, hay 157 jóvenes de entre 15 y 19 años por cada 100.000 habitantes que son víctimas de ese tipo de delitos, seguido por Venezuela, con 106; Guatemala, con 95, y Brasil, con 83.
El informe reivindica también que los adolescentes deberían ser reconocidos en sus comunidades como agentes de cambio, a través de programas y políticas que los protejan, para que puedan desarrollar su creatividad y su capacidad de innovación.
Es el África subsahariana el lugar del mundo que plantea más desafíos para la vida de los adolescentes, además de que será una región que en 2050 concentrará la mayor población de personas entre 10 y 19 años, el rango de edades que las Naciones Unidas considera como adolescencia.
Así, sólo la mitad de los niños del África subsahariana completan la educación primaria y esta región presenta las tasas de escolarización en la secundaria más bajas del planeta.
A pesar de que el 90 % de los niños del mundo están matriculados en escuelas de educación primaria, 71 millones no continúan sus estudios en la secundaria, y 127 millones de jóvenes entre 15 y 24 años son analfabetos.
Otro de los retos a los que se enfrentan los 12.000 millones de adolescentes que actualmente viven en el mundo es el de la violencia, en sus distintas manifestaciones.
Las chicas son especialmente vulnerables a la violencia dentro del matrimonio, por ejemplo en la República Democrática del Congo, donde, según puso de manifiesto una encuesta de UNICEF, el 70 % de las jóvenes que se casaron entre los 15 y los 19 años sufrieron malos tratos a manos de sus parejas actuales o pasadas.
Además, muchas adolescentes se ven forzadas a abandonar la niñez prematuramente y adoptar roles adultos como esposas o madres, ya que un tercio de las jóvenes casadas de los países en vías de desarrollo que ahora tienen entre 20 y 24 años contrajeron matrimonio antes de los 18.
En Níger, por ejemplo, la mitad de las jóvenes de estas edades dieron a luz también antes de los 18 años.
En África las complicaciones en el parto o durante el embarazo son la principal causa de muerte para las jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.
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París, 25 abr (PL) Un grupo de dirigentes del movimiento feminista francés lanzó hoy una campaña para llamar al voto en segunda vuelta por François Hollande, candidato del Partido Socialista (PS) a la presidencia.
La mejora real de la vida de las mujeres en el país galo pasa por la puesta en práctica de políticas encaminadas a una mayor distribución de la riqueza, el progreso social y el acceso a los servicios públicos indispensables, indica el documento.
Firmado inicialmente por unas 150 personas, entre hombres y mujeres, el llamado fue hecho por Caroline De Haas, Martine Storti y Françoise Picq.
Aseguran que durante la administración de Nicolás Sarkozy, de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el sector femenino de la población ha recibido un impacto negativo en su nivel de vida por la pérdida de empleos y el encarecimiento.
La reforma del régimen de jubilaciones, la desigualdad de género en el empleo y salario y la feminización de la pobreza, figuran entre los problemas más graves de estos años, señalan en el texto.
Hollande se impuso en la primera vuelta de los comicios presidenciales con 28,63 por ciento de los votos válidos y debe disputar la primera magistratura con Sarkozy, quien fue segundo con 27,18 puntos, en la ronda definitiva el próximo 6 de mayo.
Debido a la escasa diferencia entre los dos candidatos, de apenas 1,45 unidades, ambos desarrollan una intensa campaña para sumar diversos sectores de la población a su favor.
Según las encuestas, el 22 de abril Sarkozy logró el 31 por ciento del voto femenino, sobre todo entre las mujeres mayores de 60 años, y Hollande el 28.
Los últimos sondeos publicados aquí dan la ventaja al PS sobre la UMP en la segunda vuelta por un margen que oscila entre ocho y 10 por ciento.
PARIS (AP) — Los musulmanes en diversos países europeos son objeto de discriminación tanto en el campo laboral como en la vida cotidiana debido a la imposición de normas que van contra sus costumbres, dijo el martes Amnistía Internacional en un informe.
El documento presta atención especial a las leyes nacionales o locales que prohíben el uso de pañuelos en la cabeza o los velos que cubren el rostro en países como Francia y Bélgica.
El grupo defensor de los derechos humanos conversó con musulmanes que han tenido problemas como conseguir empleo o que han tenido que cambiar de escuela debido a que son blanco de discriminación.
Amnistía Internacional destacó el surgimiento de los movimientos políticos que toman como bandera acciones contra los musulmanes y las prácticas islámicas.
La difusión del informe coincide con el sorprendente tercer lugar que logró la aspirante presidencial de derecha Marine Le Pen en los comicios presidenciales en Francia.
Le Pen puso énfasis en su programa político contra los inmigrantes, las críticas a las prácticas musulmanes.
La Deseducación de Noam Chomsky: Chomsky critica el actual sistema de enseñanza. Frente a la idea de que en nuestras escuelas se enseñan los valores democráticos, lo que realmente existe es un modelo colonial de enseñanza diseñado para formar profesores cuya dimensión intelectual quede devaluada y sea sustituida por un complejo de procedimientos y técnicas; un modelo que impide el pensamiento crítico e independiente, que no permite razonar sobre lo que se oculta tras las explicaciones y que, por ello mismo, fija estas explicaciones como las únicas posibles.
Una cosa es absolutamente clara, sin embargo. La economía alemana se ha alimentado muy por delante de la francesa, y la brecha se está ampliando cada año. Alemania ha mantenido su base industrial y la ventaja competitiva, tanto tecnológicamente como en términos de coste, mientras que Francia carece de un gran sector de medianas empresas industriales y depende mucho más de los servicios. La parte francesa de las exportaciones mundiales ha disminuido constantemente, mientras que la parte alemana ha aumentado de manera constante.
Por: Steven Erlanger / New York Times
Emmendingen, una ciudad alemana de 27.000 habitantes es sólo ligeramente más grande que Sélestat ambas separadas apenas por 20 kilómetros de distancia, la cuál tiene una tasa de desempleo inferior al 3 por ciento. Entre los menores de 25 años de edad, la tasa de desempleo en Sélestat es un 23 por ciento; en Emmendingen, llega al 7 por ciento.
Las circunstancias económicas divergentes de estas dos ciudades son notables, especialmente teniendo en cuenta los vínculos culturales transfronterizos en la región. Las razones de las disparidades, muy debatido, se han convertido en un punto focal de la campaña presidencial francesa. Luchando por su reelección, el presidente francés Nicolas Sarkozy ha dicho que con su franqueza característica de que los franceses deberían ser más como los alemanes. En una reciente entrevista televisiva conjunta con la canciller Angela Merkel de Alemania, levantó las cejas galos al mencionar la palabra Alemania o por lo menos 15 veces, o una vez por minuto.
Pero la cuestión para el señor Sarkozy la creación de empleo. El desempleo en Francia es la más alta en los últimos 12 años y sigue aumentando. La tasa de desempleo en Alemania, es del 7,4 por ciento, la cuál está en su punto más bajo desde la reunificación en 1991.
Si es reelegido, el Sr. Sarkozy propone un referéndum nacional para aprobar un mercado laboral más flexible, con un aprendizaje al estilo alemán. Propone dar más trabajo de tiempo parcial -Algo que no ha hecho a lo largo de su periodo-, al igual que los alemanes que logre subsidiar más puestos de trabajo para los jóvenes y elevar el impuesto al valor agregado para reducir el costo de bienestar social de los cargos por los empleadores, ya que los alemanes también lo hacen.
Su oponente socialista, François Hollande, rechaza la mayor parte de esas ideas, prefiriendo las respuestas socialistas más tradicionales, como el aumento del gasto del estado en la educación y la creación de empleo. Muchos franceses admiran a los alemanes, pero no quieren emularlos.
“Apreciamos su rigor y disciplina, pero eso no es todo lo que hay en la vida”, dijo Alexandre Boer, de 52 años, que trabaja aquí en Sélestat con los jóvenes que enfrentan desempleo de larga duración. “Ya no estamos en 1945. Ese fue también el modelo alemán “.
Sarkozy y Merkel han tenido una relación tensa, pero se ha mejorado notablemente debido a la olla a presión de la crisis del euro hasta el punto de que Merkel hasta abogó por hacer campaña por su similar francés hasta hace poco cuando parecía que su apoyo abierto podría perjudicar a Sarkozy más que ayudarle, por herir el orgullo francés y que lo hace lucir al candidato presidente como un suplicante.
Sin embargo, el señor Sarkozy está apostando a que los problemas de la economía francesa, donde el desempleo juvenil es del 23 por ciento a nivel nacional y las exportaciones están disminuyendo, sean tan profundos que los votantes salgan del profundo desgano y sean más receptivos a lo menos una variación similar al modelo alemán. Pero no siempre está claro lo que eso implica, y si los franceses en algún momento lo permitirán.
Una cosa es absolutamente clara, sin embargo. La economía alemana se ha alimentado muy por delante de la francesa, y la brecha se está ampliando cada año. Alemania ha mantenido su base industrial y la ventaja competitiva, tanto tecnológicamente como en términos de coste, mientras que Francia carece de un gran sector de medianas empresas industriales y depende mucho más de los servicios. La parte francesa de las exportaciones mundiales ha disminuido constantemente, mientras que la parte alemana ha aumentado de manera constante.
Los salarios franceses han aumentado en términos reales, mientras que los salarios alemanes se han reducido, por lo que los trabajadores franceses resultan más caros y por lo tanto menos productivos y competitivos. De otra parte el modelo Francés de protección social para los desempleados es también mucho más abundante, sobre todo después de los alemanes fueron empujados hacia la limitación de las prestaciones por desempleo hasta por 12 meses a través de la llamada reformas Hart. En Francia, la duración es de 23 meses para los menores de 50 y tres años para los mayores de 50 años, muchos de los cuales no vuelven a trabajar de nuevo.
En parte para pagar por esos beneficios, el coste para las empresas de mano de obra por hora es de 11 por ciento más alto en Francia. Sin embargo, hay menos seguridad en el empleo en Alemania, y más trabajo a tiempo parcial en Alemania. Los alemanes no tienen un salario mínimo fijo de centro, como hacen los franceses.
Los resultados prácticos de estas tendencias son visibles en las ciudades fronterizas, donde la forma de la industria – en gran medida de tamaño pequeño o mediano para trabajar el metal a empresas o fábricas – es similar. Por ejemplo, hay 10 veces más de ofertas de trabajo de un mes en el lado alemán que en el francés, dijo Norbert Mattusch, trabajador de la cooperación transfronteriza para la Agencia de Empleo Federal Alemán en Friburgo.
Mientras que algunos alemanes cruzan la frontera para trabajar en Francia, pocos franceses hacen lo mismo, a excepción de la mano de obra estacional en el gran parque de atracciones cercano, Europa-Park, el más grande de Alemania y el tercero más grande de Europa, que atrae a muchos clientes de habla francesa.
“Tenemos ofertas de trabajo en estos momentos para 70 conductores de camiones pesados”, dijo Mattusch. “Pero el gran problema es que los franceses no hablan alemán”, por lo que no puede calificar para los puestos de trabajo, y la gente joven de aquí ya no hablan el dialecto alsaciano, una vez utilizado en ambos lados de la frontera. El alcalde de Emmendingen, Stefan Schlatterer, dice que “aquí hay trabajo para cualquier persona que pueda contar hasta diez”, pero uno tiene que saberlo contar en alemán.
Los salarios en el lado alemán son más altos por trabajos similares, los productos son más baratos, el costo de contratar a un empleado a tiempo completo es menor y la relación entre los trabajadores alemanes y sus jefes es más suave y flexible, más libre de las regulaciones centralizadas ministerios, y los sindicatos característico de Francia.
Pero mientras que los franceses pueden admirar el rigor alemán, no están dispuestos a hacer algunos de los mismos sacrificios, incluyendo más horas y menos seguridad en el empleo. Boris Gourdial, director de la sucursal de Friburgo de la Agencia Federal de Empleo alemana, dijo que las mentalidades son diferentes, a pesar de la historia compartida y de proximidad. “El trabajo de los franceses es para vivir y los alemanes viven para trabajar”, dijo, un cliché que aún resuena.
Su colega francesa, Roxane Pierrel, quien dirige la oficina de empleo en Sélestat, sonríe amablemente. Ella señala que los franceses tienen más hijos que los alemanes y más mujeres en la fuerza de trabajo, que inflan los números de personas en busca de trabajo. Pero ella reconoce que los alemanes realizan mejor labor en la capacitación laboral para los jóvenes, especialmente con un sistema de aprendizaje en todo el país que el señor Sarkozy quiere dar a conocer más ampliamente en Francia. “Los sistemas pueden ser diferentes”, dijo. “Pero todas las empresas de ambos lados de la frontera está buscando por competencia.”
Muchos expertos en temas laborales resaltan el sistema de aprendizaje alemán como una ventaja competitiva importante. Se necesita a los jóvenes fuera de la pista de la universidad a los 16 y capacitarlos en habilidades industriales, ya que al mismo tiempo pueden estudiar una carrera técnica y trabajar por un salario. A menudo estos consiguen empleos a tiempo completo con las empresas que han invertido en su capacitación. Al contrario que en el resto de Francia, hay un sistema de aprendizaje rudimentario en Alsacia, que fue muchas veces una parte de Alemania. Pero es más cercano al modelo de formación profesional francés de “alternancia”, que también combina la educación y el trabajo, pero es menos extendido entre las empresas y menos popular.
Muchos padres franceses y sus hijos siguen considerando un título profesional o de aprendizaje – en lugar de un título universitario – como un signo de la estupidez o el fracaso, la Sra. Pierrel al respecto afirma “Tenemos que convencer a los jóvenes, ya que no es bien aceptado en la familia”, dijo. En Francia, “esto significa ser un mal estudiante. En Alemania, no desprestigia a alguien. “Pero ella está empezando a ver un cambio, dijo. “Las empresas aquí están trabajando con las escuelas para promover el aprendizaje,” y más jóvenes ven la ventaja de un salario en un trabajo decente como preferible al desempleo.
Marcel Bauer, el alcalde de Sélestat y su gente 21.000 habitantes, también ven un cambio. Él dice que está orgulloso del sistema de aprendizaje local, lo que él piensa que debe ser desarrollado en el resto de Francia. Pero a diferencia de Alemania, donde los estados y las localidades pueden configurar muchas de sus propias reglas, en Francia, dijo, “el Ministerio de Educación Nacional quiere mantener todo el control. “El Sr. Bauer también se lamenta de la guerra de la mano de obra constante en Francia. “Los trabajadores alemanes aceptan que tienen que hacer esfuerzos en una crisis, y trabajar menos y ganar menos para mantener sus puestos de trabajo.” Sin embargo, “con nosotros”, dijo, “siempre hay una batalla inmediata y una huelga con la gente en las calles.”
El Sr. Bauer, alcalde desde 2001, se ha encargado también desde su ejercicio de promover más clases bilingües buscando que los estudiantes locales aprendan un poco más de alemán. Él ha estado tratando de promover la colaboración regional con los alemanes, incluso con el alcalde de Emmendingen, el Sr. Schlatterer. Ambos alcaldes hablan emotivamente de la importancia de la cooperación franco-alemana. “Siento que el centro de la idea de Europa es la asociación muy estrecha entre Francia y Alemania”, asegura Schlatterer mientras finaliza diciendo “Cuando Francia y Alemania están cerca el uno al otro, Europa funciona”.
La convergencia de la destitución de Bo Xilai como jefe del PCCh en Chongqing, la presentación del documento “China 2030” a instancias del Banco Mundial y el Consejo de Estado, las declaraciones testamentarias de Wen Jiabao tras la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional y la aceleración de los preparativos del XVIII Congreso del PCCh previsto para otoño, configura un panorama que parece abocar a China a una importante toma de decisiones. No se trata solo de la elección de los líderes de la quinta generación sino del rumbo a seguir en los próximos y claves años, en los que la reforma pudiera jugarse tanto su naturaleza como la identidad final del proceso.
La defenestración de Bo Xilai, quien extrañamente sigue siendo miembro del Buró Político manteniendo su caso en stand by , ha sido leída en clave netamente política pese a los esfuerzos por asociarle a conductas fraudulentas y hasta delictivas. Oficialmente poco ha trascendido, pero el expediente sigue creciendo dejando entrever manejos oscuros, corrupciones diversas a contrapelo de su imagen de Míster Proper y prácticas represivas más allá de los cánones al uso, incluyendo posibles asesinatos a instancias de su actual esposa. No debería demorarse mucho un dictamen inicial de lo ocurrido que aclare las responsabilidades e implicaciones de Bo y su entorno familiar directo y de su segundo, Wang Lijun. Este argumentario parece ser la clave para recuperar el consenso en la dirección china en este asunto y para aclarar el propio futuro de Bo Xilai.
Más allá de estas peripecias, se ha interpretado que todo ello no es más que una oportuna excusa para justificar el fin de la experiencia que había liderado en Chongqing. En este sentido, con la purga de Bo se pondría fin a un intento de influir en la dirección del PCCh para imprimir un nuevo rumbo a la reforma, más afín a cierto ideario tradicionalmente asociado con la izquierda y el maoísmo. Pero ¿es Bo de izquierda? ¿es Bo neomaoísta? Esto es más que dudoso, habida cuenta de su trayectoria errática, convulsa y controvertida. Sí es incuestionable que una oportuna convergencia de sus ambiciones con un movimiento que llevaba tiempo latente en el país le ha granjeado una proyección que ni siquiera había logrado anteriormente con su denodada lucha contra el movimiento Falun Gong. Esa corriente, con presencia en el mundo académico, en el ejército y en instancias burocráticas, encontró en Bo la palanca de articulación y visibilización necesaria, alcanzando al propio Buró Político. De ahí, la alarma y la reacción.
Desbaratada dicha propuesta, la cúpula del PCCh se esfuerza ahora por volver al consenso inicial, es decir, aquel establecido sobre la base de la reforma iniciada en 1978 con los consabidos diferendos en torno a ritmos, procedimientos y hasta objetivos. Este parece ser el debate actual, si bien no está claro que aquella senda dibujada por Deng Xiaoping para transformar el país y el socialismo chino sin cambiar la naturaleza del poder, pueda llevarse a cabo, afrontando quizás su momento más decisivo.
Durante el mandato de Hu Jintao, iniciado en 2002, se atisbó una nueva ola del proceso reformista prestando (¡por fin!, dicho sea de paso) mayor atención a otras dimensiones del desarrollo que habían sido menospreciadas por sus antecesores, obnubilados con los destellos de un crecimiento tantas veces ciego. Las políticas sociales, tecnológicas o ambientales tomaron nuevos bríos y el debate sobre un modelo alternativo basado en un mayor valor agregado ganó las unanimidades precisas, aunque no sin resquemores por parte de quienes habían aparcado el objetivo de una elemental justicia social. Todo ello siempre adobado con la reafirmación del papel incuestionable del PCCh que en 2007 se aprestaba a experimentar una democracia corporativa convirtiéndose en un singular colegio electoral de más de 80 millones de militantes. El fomento de la armonía se complementaba así con un neomandarinato que debía hacer de la defensa de la “pureza” la norma para ganarse el respeto de la ciudadanía y para acreditar la autoridad consiguiente a fin de impedir el surgimiento de actores rivales que pudieran disputarle su hegemonía política.
Mientras creció la economía, se diversificaron las formas de propiedad, se promovió el mercado, etc., las bases del poder del PCCh también fueron reafirmadas. Ni mucho menos se debilitaron. De una parte, el ejército, rechazando cualquier hipótesis de profesionalización y afirmándolo en su inquebrantable lealtad al partido. De otra, el pleno control sobre los sectores estratégicos de la economía del país. Poco importaba que el sector privado aumentara su peso en el conjunto del PIB o que respondiera de hasta el 70 por ciento del empleo. Las pymes, aun siendo millones, eran políticamente “inofensivas”. Sus estructuras corporativas siguen bajo control del propio PCCh. Y lo que es más determinante, la energía, la comunicación, el sector financiero, etc., seguía firmemente en manos del poder público-partidario quien controlaba su actuar a través de nombramientos clave, una presencia organizativa determinante y un procedimiento político-administrativo controlado por la burocracia que disuadía a terceros extraños.
En Mercado y control político en China (La Catarata, 2007), decíamos que la clave de la capacidad del PCCh para influir y determinar el rumbo del peculiar proceso chino descansaba sobre ambos aspectos. Si el ejército es obvio por su connotación represiva de cualquier movimiento díscolo, no lo es tanto el poder económico que se conduce siguiendo cánones menos visibles. Así, la pérdida sustancial de la base empresarial reduciría las posibilidades efectivas del PCCh de incidir y condicionar el rumbo de la reforma, quedando a merced de los intereses de las grandes corporaciones empresariales privadas, con capacidad añadida para trasladar a nivel estatal fenómenos que ya se vienen manifestando a nivel local a cierta escala a través de la compra de fidelidades y servicios en las elites inferiores e intermedias. Por otra parte, conllevaría la reducción del papel de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y sus equivalentes territoriales. En suma, quien controle el PCCh controla el proceso, pero quien controle la economía acabara controlando al PCCh.
En estos años, el PCCh fue capaz de alentar y digerir casi en silencio una intensa ola privatizadora de las empresas de propiedad social (de cantón y poblado, básicamente), las responsables reales y principales del crecimiento chino en sus primeras etapas. Los beneficiarios principales fueron sus gerentes, dando origen a una capa de empresarios “rojos” que hoy siguen naturalmente militando en el PCCh. En paralelo, la conformación de grandes grupos empresariales públicos, tanto a nivel central como territorial, le brindaba unas capacidades de influencia singulares en el tejido económico-empresarial. Tras años de saneamiento con costos económicos y sociales nada desdeñables, la alta rentabilidad de sus operaciones se acompañó de una implicación activa en las políticas centrales. De hecho, muchas de estas empresas han pasado a actuar como agentes del desarrollo en las zonas del oeste del país. El año 2011, por ejemplo, han invertido en Xinjiang, 70.150 millones de yuanes en diversos proyectos y en 2012 invertirán 724.320 millones de yuanes.
Este modelo, con una economía privada subalternizada y un sector público determinante y boyante, pareció funcionar exitosamente hasta la llegada de la crisis financiera global. La reducción de las exportaciones y las dificultades para operar a tiempo una reconducción de la demanda interna (mediante inversiones sociales, aumento de salarios, etc.) han influido sobremanera en las capacidades para generar beneficios en las empresas. El paquete inversor de 4 billones de yuanes tuvo un primer y positivo impacto, pero la dilatación de la crisis sugiere una profunda reflexión sobre el camino a seguir para poder mantener elevadas tasas de crecimiento a fin de garantizar la estabilidad social y política sin que el aumento de las capacidades del sector público vaya en detrimento del privado.
Las propuestas del informe “China 2030” –sometido ahora a la severa crítica de los economistas chinos de todas las tendencias-, sugieren que la salida de la crisis a través de una nueva espiral de crecimiento solo es posible con un mayor desarrollo de la economía privada y la limitación o supresión de los monopolios públicos. Así, de la propiedad social a la propiedad estatal, nos hallaríamos ante una segunda ola privatizadora que en una década podría poner fin, de llevarla hasta las últimas consecuencias, a esa base económica de que ha disfrutado el PCCh, circunstancia que abocaría, en opinión de algunos, a una reforma política probablemente inevitable y de signo incierto.
Los temores que suscita esta agenda en el sector más conservador del PCCh son evidentes. Hasta ahora, el reformismo económico siempre ha ido de la mano del conservadurismo político, con gestos y experimentos que en nada han afectado a la naturaleza esencial del sistema. De hecho, sus señas de identidad no se han modificado, contentándose con implementar medidas en aquellos ámbitos identificados como los más dañinos para su liderazgo (corrupción, desigualdades…), con relativo éxito y rechazando medidas lógicas como el traslado de la experiencia democrática del campo a las ciudades.
Si los “príncipes rojos” son un hecho biológico-demográfico de desigual adscripción político-ideológica –a veces antagónica-, no lo es así la confrontación entre conservadores y populistas, con sus diversas graduaciones. Hemos pasado así del debate acerca de la prosperidad común y de la reducción de las desigualdades sociales, que han liderado los segundos, al cuestionamiento de la conveniencia y posibilidad o no de la apropiación por la oligarquía partidaria de la gran tajada económica que resta por repartir en el país. Sobra decir que unos y otros se han beneficiado largamente de las prebendas que depara ese control. Basta ver la nómina de altos cargos de muchas de estas empresas para identificar a hijos, hijas y demás parientes de altos líderes chinos.
Según indican los signatarios del “China 2030”, esto permitiría una nueva etapa de crecimiento y haría a China más homologable internacionalmente reduciendo, en paralelo, la tan temida carga nacionalista de su proyecto. No obstante, este factor es el que aúna buena parte de las motivaciones de liberales y conservadores, aunque difieran en los caminos. ¿Puede China alcanzar mejor su objetivo y mantenerlo perseverando en su singularidad? ¿O una homologación conllevará una mayor cooperación con rivales estratégicos que finalmente podrían adulterar el objetivo nacional de la reforma? ¿Estamos ante una estrategia que domesticaría el dragón chino? La hipótesis de un desarme del poder del PCCh en el área económica se evoca como riesgo político demasiado elevado. Así pues, el consenso, en proceso de gestión actualmente, marcará un nuevo equilibrio, a riesgo de que sin él, el cisma, que nadie desea, pudiera llegar a producirse.
Los partidarios de este impulso económico parecen igualmente simpatizar con una liberalización política, aunque las unanimidades son muy frágiles y lo matices abundantes. Sigue habiendo más claridad en el reformismo económico que en el reformismo político. No hay unas “36 Cláusulas” para la reforma política como sí las hay, desde mayo de 2010, para apoyar al sector privado aunque hayan tenido escasa aplicación práctica. A pesar de ello, a juzgar por los datos oficiales, no le ha ido tan mal en 2011. La economía privada creció el año pasado un 46 por ciento, frente al 34 de la propiedad colectiva y el 15 del sector estatal.
Sin duda, la debilitación de la demanda por la crisis en el mundo desarrollado ha complicado las perspectivas de muchos negocios privados. El espejo de esa realidad ha sido Wenzhou, referente de la economía privada china y donde muchos empresarios se han fugado o suicidado. Hoy se lidera desde el Consejo de Estado la interpretación de que la falta de crédito público llevó a los empresarios a involucrarse en manejos ilegales. El ejemplo es la empresaria Wu Ying, prototipo de la exitosa mujer de negocios y hoy condenada a muerte a espera de la revisión del Tribunal Popular Supremo. La presencia del sector privado en el mundo financiero lo habría evitado, se dice, ya que éste ha privilegiado el sector público descuidando la economía privada. La ruptura de los monopolios, sentencia la representación del FMI en China, permitiría un aumento de 10 veces del PIB per cápita de China…. en el largo plazo. Las empresas privadas están entusiasmadas con la posibilidad de entrar en estos sectores ya que “suelen traer grandes beneficios”, asegura Yuan Gangming, investigador de la CASS.
Precisamente Wenzhou, tildada por algunos como la Grecia china, se ha convertido, en la mejor tradición de la reforma, en el laboratorio financiero del PCCh, con objeto de dar respuesta a las necesidades financieras de la pymes de esta ciudad, muchas de ellas en manos de entidades para-mafiosas en las que han podido encontrar el auxilio negado por la banca oficial.
La clave, pues, del actual momento chino consiste en definir de nuevo el espacio y funciones del sector público, según unos para suprimir los obstáculos que impiden mantener y socializar la prosperidad y según otros para impulsar una reorganización de las elites oligárquicas que tomarían el control de apetitosos bocados del sector público, acompañado de un debilitamiento del papel del PCCh
La gestión de esa tensión determinará el carácter de la nueva cúpula china. De ahí la gran movilización que protagonizan clanes y grupos de presión, líderes en activo y veteranos, para ganar influencia en un Comité Central que se renovará en otoño en más de la mitad al igual que el Buró Político y el Comité Permanente.
Los líderes chinos son plenamente conscientes del valor y transcendencia de la variable económica. La usan a menudo en sus relaciones más conflictivas, dentro y fuera del país. La apuesta que dibuja Wen Jiabao y que parece compartir su probable sucesor Li Keqiang convierte en agua de borrajas discursos recientes como el de Hu Jintao contra “las fuerzas hostiles que occidentalizan China” o sus referencias a la pureza del PCCh con las que pretende mantener una equidistancia mal disimulada y muy cuestionada por los sectores afines al anterior secretario general Jiang Zemin, que plantarán batalla hasta el final. En la misma línea podría posicionarse Xi Jinping.
En su atolladero, la reforma parece haber desatado inexorables fuerzas con capacidad para dinamitar las cautelas y previsiones de Deng Xiaoping cuando aventuraba que con ella solo pretendía construir el socialismo dando un rodeo por el capitalismo. Con tanto rodeo ¿no se habrán perdido?…
* Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China y autor de China en 88 preguntas .