Por: Diego Muñoz, especial para El País
El último emperador de Roma, como le conocen algunos de sus íntimos amigos que han participado de sus orgías y sus negocios, no se llama Marco Aurelio, ni Augusto, ni Tito, ni Trajano. Se llama Silvio y manejó Italia como un verdadero imperio en el que su palabra ha sido y sigue siendo ley y sus actos y excesos, muchos de ellos sobre la delgada línea que separa la legalidad del delito, han sido perdonados por quienes le veneran y temen.
Incluso, al igual que sus antecesores hace ya muchos siglos, Il Cavaliere (El Caballero), como también se le conoce por habérsele concedido la medalla al Mérito de Trabajo de Italia, tiene su propio coliseo y sus gladiadores. Es dueño del equipo AC Milán y es quien al final, trae o vende jugadores, pone o quita técnicos y decide quien sale al campo y quien no.
Su imperio aún cubre grandes extensiones, los cinco continentes pues, por citar tres ejemplos, es dueño de la editorial Mondadori, de Blockbuster y de varios canales de televisión que han vendido formatos de gran éxito en todo el mundo a través de Mediaset.
Según la revista Forbes, Berlusconi es en 2011, el hombre más rico de Italia. Tanto que alguna vez, en una de sus muchas salidas en el Congreso, sus opositores le dijeron que mejor se marchase a casa. Y entonces, él se levantó y preguntó: ‘¿A cuál de ellas, tengo 20?’
Así es Silvio Berlusconi, milanés, el primer hijo de tres hermanos de una familia de clase media, que estudió en un colegio salesiano y se fue a la Universidad de Milán a seguir la carrera de Derecho. Se graduó Cum Laude con una tesis sobre aspectos jurídicos de la publicidad, de ahí que buena parte de su imperio tenga que ver con medios de comunicación y publicidad.
Casado en dos oportunidades, tiene hoy cinco hijos. Su última mujer, la actriz Verónica Lario, le pidió el divorcio tras el escándalo de orgías del Primer Ministro y varios políticos con menores de edad en una de sus casas de descanso.
Después de haber ganado por segunda vez las elecciones en 2008 (había estado como Primer Ministro en 2006-2008) y haber obtenido la mayoría en el Parlamento, Berlusconi arrancó un difícil camino en el 2009, no sólo por la crisis económica que ya había levantado vuelo, sino también por una serie de escándalos privados, especialmente sexuales, y deserciones de sus filas que poco a poco le fueron desgastando.
Político sagaz y empresario ambicioso, amigo de sus amigos, pero implacable con quienes se atreven a contradecirle, a Berlusconi, sin embargo, lo pierde la lengua y su formas campechanas. Su libro de anécdotas parece ser mas extenso que el de los logros políticos.
Sin embargo nada de eso le alcanzó a este hombre que sobrevivió a escándalos sexuales e investigaciones de corrupción, al que fiscales le siguieron la huella por presuntas irregularidades y de las que lograba salir airoso, para capotear la difícil situación económica de su país.
Berlusconi fue acorralado por un enemigo invencible: los mercados.
Las presiones de las agencias de calificación hicieron lo que no pudieron hacer la justicia ni la oposición, lograron que Il Cavalieri cumpliera ayer su decisión de abandonar el poder, dejando de paso a Italia en una las peores crisis económica.
Lo venció un ataque implacable de los inversionistas a los bonos del Tesoro italiano y un desplome en el apoyo que tenía en el Parlamento. Es casi seguro que su carrera política esté acabada, tras alcanzar la hazaña de haber sido el primer ministro más longevo de su país.
Cuando Italia se volvió el nuevo foco de la crisis de la deuda de la eurozona, los mercados financieros dieron su veredicto: el propio Berlusconi era el problema. Carecía del poder político para que el país aprobara rápidamente las medidas necesarias para impulsar el crecimiento y reducir la deuda.
El temor fundamental de los mercados, que apalancó el cambio político, era que Italia no sería capaz de pagar su enorme deuda de 1,9 billones de euros (2,6 billones de dólares), el 120% de su PIB, la segunda mayor de Europa detrás de Alemania, que tiene una deuda de 2,5 billones (la de España es de 700.000 millones de euros), Eso era una carga demasiado alta como para que el resto de Europa pudiera intervenir.
Una cesación de pagos podría generar una quiebra que cimbraría a la zona del euro de 17 naciones y arrastraría a la economía mundial hacia una nueva recesión.
La crisis pasaba así su factura y se cobraba una víctima más, como ha sucedido ya en Grecia con la renuncia del primer ministro Yorgos Papandreu y en España donde el Partido Socialista, en el Gobierno, tuvo que adelantar las elecciones generales para este 20 de noviembre.
Para los expertos estos cambios de gobierno asemejan más a los viejos golpes de Estado, pero esta vez, por cuenta de los mercados internacionales, que no necesitan ni del Ejército, ni de armas, sino de presiones a la economía.
La prueba de fuego de Berlusconi la tuvo el martes en el Parlamento italiano. El resultado fue agridulce para el entonces Primer Ministro.
Aunque consiguió que la Cámara Baja aprobara las cuentas del Estado del 2010 y evitó la moción de censura, no logró la mayoría absoluta de 316 diputados del pleno, lo que dejó en entredicho la futura estabilidad de su Ejecutivo.
A ello se sumó que el líder del partido federalista Liga Norte, Umberto Bossi, aliado en el Gobierno del primer ministro italiano, le pidió a Il Cavaliere que se hiciera a un lado.
Horas después y tras una larga reunión con el presidente de la República de Italia, Giorgio Napolitano, Berlusconi admitió su derrota y se comprometió a renunciar una vez se aprobaran las primeras reformas económicas exigidas por la Unión Europea, lo que ocurrió el viernes en el Senado.
Fue así como después de tantos escándalos y metidas de pata a las que sobrevivió durante 17 años en los que fue líder indiscutible de la derecha italiana, Silvio Berlusconi, fue derrumbado por la realidad económica y la desconfianza sobre el manejo de la crisis de su país.
No obstante, ese primer anuncio de Berlusconi de dejar el poder no fue tan convincente como esperaban los mercados. De hecho, no dejaron de presionar y en la medida en que el Primer Ministro dudaba, la prima de riesgo se fue acercando de manera al límite de los 600 puntos, lo que hubiera significado la debacle.
Para terminar el asedio, fue necesaria la intervención del presidente de Italia, Giorgio Napolitano, quien se convirtió en garante de las palabras de su Primer Ministro. De hecho, tuvo que anunciar que se hacía cargo del Gobierno y además fijar una fecha de elecciones, febrero de 2012. Sólo así terminó la presión.
Ayer amplios sectores del pueblo italiano vieron jubilosos como Berlusconi renunció después de que la Cámara Baja del Parlamento aprobó las reformas exigidas por la Unión Europea, con lo que terminó su era y se puso en marcha un proceso de transición cuyo objetivo es evitar que el país caiga en la crisis financiera.
Entre tanto, Berlusconi salía de su oficina por una puerta secundaria.
Hombre escandaloso
Muchos italianos no veían mal el estilo grosero y campechano de Berlusconi y lo toleraban. Pero en 2009 le estalló el caso de Noemí Letizia, menor de edad, con la que Berlusconi tuvo relaciones sexuales. Más tarde se supo de la marroquí Ruby, otra menor de edad. Otras chicas revelaron los costosos regalos que les daba, los excesos del Cavaliere y sus amigos en su palacio en Milán y en su finca Cerdeña.
La lista de prostitutas de lujo, entre ellas Patrizia D’Addario, creció. “No soy un santo”, dijo.
La coraza con la que había tratado de protegerse de los juicios que tiene pendiente, no ser juzgado mientras fuera Primer Ministro o ocupara un cargo político, aprobada por su mayoría en el Congreso comenzó a cuestionarse. Los italianos empezaban a hartarse de su vida privada.
Mientras se agravaban los escándalos, Berlusconi perdió parte de su escudo. El Constitucional consideró que el blindaje urdido en el parlamento vulneraba la Constitución.
Vinieron más escándalos y la ruptura con Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados y aliado suyo desde 1994, pero aun así Berlusconi pudo pasar las mociones de confianza y salir airoso hasta el martes pasado.
*Con información de agencias.