ALAI AMLATINA,
28/05/2014.- La
presencia militar
norteamericana en América Latina tiene una larga historia y
diversos
paradigmas: invasiones, golpes de estado, acciones de
contrainsurgencia. No
obstante, las condiciones cambiantes de la región (resistencias
de los pueblos,
gobiernos progresistas, presencia de otras potencias) imponen la
necesidad de
replantear la forma que asume la intervención estadounidense.
La
estrategia del
Comando Sur para 2018 establece cuáles son los peligros que
enfrenta la región:
ya no se trata de conflictos entre Estados, sino de corrupción,
pobreza,
terrorismo, crimen, tráfico de drogas, desastres naturales. Para
enfrentarlos
es fundamental la cooperación entre las fuerzas militares de la
región en
diversas misiones entre las que se encuentran: mantenimiento de
paz,
antinarcóticos, operaciones humanitarias y ayuda en caso de
desastres
naturales.
En lo que a infraestructura se refiere, parecen haber
quedado atrás
las bases militares de gran tamaño para dar paso a instalaciones
pequeñas para
entrenamiento y abastecimiento que requieren esta clase de
misiones, pero cuyas
implicaciones son más amplias.
Instalaciones para el entrenamiento militar en zonas
urbanas
El despliegue
de fuerzas armadas en zonas urbanas se ha convertido en un tema
central en la
doctrina militar norteamericana. La experiencia histórica ha
demostrado la
importancia de asegurar el control de las ciudades en los
conflictos bélicos;
actualmente existen al menos dos elementos que reafirman este
señalamiento:
1. Las amenazas
a la seguridad nacional se han desplazado de Estados enemigos a
actores no
convencionales (que incluye desde el narcotraficante hasta las
comunidades que
resisten ante un megaproyecto en su territorio), por lo que el
despliegue
militar requiere adaptaciones. En consecuencia, la flexibilidad
para enfrentar
al enemigo difuso, no institucional, se manifiesta en una amplia
variedad de
estrategias militares, tecnologías, formas de combate y de
persuasión, que
garanticen el dominio de espectro completo (Ceceña, La
dominación de
espectro completo en América, 2013).
2. En la
revisión de 2013 sobre las tendencias demográficas, Naciones
Unidas apunta
hacía una sociedad urbanizada, es decir, se espera que para 2025
el 58 por
ciento de la población mundial habite en ciudades; para América
Latina ese
porcentaje asciende a 82.5%, y de acuerdo con la doctrina
militar, una mayor
urbanización implica mayores conflictos en el futuro. Según la
guía Military
Operations on Urbanized Terrain (MOUT) del cuerpo de
Marines, las ciudades
han sido el lugar donde las ideas radicales fermentan, los
disidentes
encuentran aliados y los descontentos reciben la atención de los
medios de
comunicación. Por lo tanto, el entrenamiento y la presencia de
las fuerzas
estadounidenses en zonas urbanas pueden neutralizar o
estabilizar situaciones
de inestabilidad política de los países aliados.
Un tipo de
instalación que busca dar solución a los conflictos recientes
son las unidades
para Operaciones Militares en Terreno Urbano (MOUT, por sus
siglas en inglés).
En 2012, en Fuerte Aguayo, ubicado en Concón, Chile, se
estableció el primer
centro de entrenamiento para personal de operaciones de paz en
zonas urbanas en
el país. Construida en 60 días (aún cuando su finalización
estaba contemplada
para 6 meses) y con un presupuesto de 465 mil dólares, el centro
imita una zona
urbana con 8 modelos de edificios y sirve para el entrenamiento
de tropas en
operaciones de paz, como las que realizan los cascos azules de
la ONU en Haití
y Somalia. Claudio Zanetti, director del Centro Conjunto de
Operaciones de Paz
de Chile, dijo que militares de Argentina, Perú y Brasil serán
entrenados por
las fuerzas de su país en Fuerte Aguayo para operaciones
patrulladas,
comunicaciones, apoyo de helicópteros, y ayuda humanitaria.
Sin
embargo, las
primeras fotos mostraban un ejercicio de simulación en el que el
personal
militar sometía a estudiantes dentro de las instalaciones de
Fuerte Aguayo[1]. Ante la polémica y el
descontento que
esto generó en la opinión pública, la Armada de Chile y el
Secretario de
Defensa de Estados Unidos, Leon Panetta, tuvieron que desmentir
que las instalaciones
sirvieran para entrenamiento militar de carabineros contra la
población civil y
que el personal militar norteamericano estuviera encargado de la
capacitación.
No hay que
olvidar que en 2011 el movimiento estudiantil chileno alcanzó
grandes proporciones
en su lucha por la democratización de la educación. Las primeras
manifestaciones paralizaron Santiago, la capital del país, con
movilizaciones
de más de 15 mil estudiantes universitarios y posteriormente el
movimiento se
extendió con toma de universidades y colegios de todo el país,
radicalizando
sus demandas.
Instalaciones para la asistencia humanitaria y por
desastres naturales
Otro tipo de
instalaciones recientemente inauguradas en América Latina son
pequeños centros
que tienen como objetivo la ayuda humanitaria y las operaciones
de paz. En el
caso de Perú, desde 2009 se han multiplicado los Centros de
Operaciones de
Emergencia Regional (COER), financiados por el Comando Sur como
parte de su
Programa de Asistencia Humanitaria.
Según la embajada
estadounidense en Perú,
esta inversión asciende a 6 millones y medio de dólares, es
decir, más de medio
millón de dólares por cada instalación. Hasta mediados del
pasado mes de abril,
se contabilizaban diez centros, varios Almacenes Regionales, y
un Polígono de
entrenamiento -que complementan las instalaciones del COER-
distribuidos en las
ciudades de Arequipa (2009), Junín (2009), Lambayeque (2009,
ampliado en 2013),
La Libertad (2014), Piura (2014), Puno (2014), San Martín
(2012), Tacna (2013),
Tumbes (2011) y Uyacali (2012).
En conjunto, forman una red de
respuesta en
caso de emergencias. En general, estos centros se establecen en
cooperación con
los gobiernos regionales quienes aportan el terreno y el
equipamiento; mientras
el diseño, la construcción y la ulterior capacitación corren por
cuenta del
Comando Sur.
De acuerdo con
los gobiernos regionales y los representantes del Comando Sur,
los COER tienen
como objetivo el monitoreo de peligros o desastres naturales y
la atención de
emergencias derivadas de estos. Para dar respuesta a este tipo
de situaciones,
los centros tienen capacidad para albergar hasta 70 personas.
Los edificios
cuentan con un cuarto de control, un centro de radio y
comunicaciones, un
dormitorio, un cuarto de medios y espacio para oficinas. Todos
tienen una
cisterna subterránea y un generador para operar de forma
autónoma luego de un
desastre. Además, cuentan con un helipuerto y pista de
entrenamiento.
En 2013, en
Lambayeque entró en operaciones el primer Polígono de
Entrenamiento para
capacitar a los técnicos de las Fuerzas Armadas, Policía
Nacional, bomberos y
brigadas de Defensa Civil en la búsqueda y rescate de personas
ante desastres o
emergencias. Además de la infraestructura, el Comando Sur se
ocupará del
equipamiento y la capacitación. El polígono tiene capacidad para
entrenar a 100
efectivos a la vez.
No obstante, de
acuerdo con el banco de proyectos del Ministerio de Economía y
Finanzas de
Perú, no se identificaron riesgos de desastres en Lambayeque,
Arequipa, Junín,
Tumbes, San Martín; y en lo que se refiere a La Libertad y Piura
fueron
calificados como medios y bajos los niveles de peligro ante
desastres como
sismos, inundaciones, vientos fuertes y erosiones. Cabe destacar
que todos los
centros se localizan en zonas urbanas, sin embargo, la población
que
cubren se dedica, en buena parte, a actividades agrícolas.
Es así que las
misiones de mantenimiento de paz y de ayuda frente a desastres
naturales
garantizan el establecimiento de puestos de vigilancia y control
de poblaciones
y estados aliados y, por supuesto, significan un entrenamiento
sistemático para
soldados estadounidenses en territorio latinoamericano. Así,
huracanes y
terremotos se han convertido en el boleto de entrada del Comando
Sur en América
Latina y el Caribe. Como prueba de ello, al terremoto en Haití
en 2010 le
siguió la ocupación militar estadounidense, liderada por el
Comando Sur,
subordinando a la misión de la ONU y tomando el control de las
comunicaciones y
del funcionamiento de todo el país, quien posee una localización
estratégica en
el continente.
En febrero
de 2014, fue inaugurado
el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y el Depósito de
Suministros de
Emergencia, en Santa Rosa del Aguaray, esto en el departamento
de San Pedro,
Paraguay. Luego de cinco años de haber suspendido la cooperación
militar, el
Comando Sur y el Ministerio de Defensa paraguayo celebraron la
apertura de esta
instalación para responder a desastres en los cuatro
departamentos del norte
del país (San Pedro, Concepción, Amambay, y Canindeyú), tres de
ellos se
encuentran en la frontera con Brasil, entre los ríos Paraguay y
Paraná. Al
igual que en Perú, la construcción del centro y la logística son
tarea del
Comando Sur, los medios materiales y los recursos humanos son
paraguayos. Se
prevé que las acciones médicas y de obras realizadas en el COE
de Santa Rosa
del Aguaray sirvan como entrenamiento a las tropas que serán
enviadas a Haití.
La presencia
militar en esta zona no es casual. Por un lado, el Departamento
de Estado ha
señalado a San Pedro y Concepción por la presencia activa de
miembros del
Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) un grupo calificado como
terrorista. Según
Country Reports on Terrorism 2014, la triple frontera
(Argentina, Brasil, y
Paraguay) continúa siendo un área importante para el tráfico
ilegal de armas,
narcóticos, de seres humanos, piratería y de lavado de dinero;
todas estas,
fuentes potenciales de financiamiento a las organizaciones
terroristas.
El
gobierno de Horacio Cartes reafirmó su colaboración con
Washington al aprobar
en agosto de 2013 una ley antiterrorista que permite el
despliegue de las
tropas militares para el combate de “cualquier forma de agresión
externa e
interna que ponga en peligro la soberanía, la independencia y la
integridad territorial
del país” (Ley 1337/97, 2013). Según el mismo reporte,
desde la
aprobación de la ley las fuerzas militares paraguayas se han
internado en los
departamentos de San Pedro, Concepción y Amambay.
A esto hay que
agregar que esta zona es también rica en recursos naturales y en
resistencias
campesinas. En efecto, en Santa Rosa del Aguaray se localiza la
reserva natural
Laguna Blanca, concesionada casi en su totalidad a empresarios
privados, pero
que sirve de reserva al sistema acuífero guaraní. La zona de la
triple frontera
es “la bisagra que une en una franja transversal a los ricos
yacimientos y
corrientes de agua de la zona con la región petrolera y gasífera
de Bolivia y
el norte de Argentina” (Ana Esther Ceceña y Carlos Motto, Paraguay:
Eje de
la dominación del Cono Sur, 2005). Por otro lado, las
tomas de tierras por
campesinos para recuperarlas de manos de ganaderos, empresarios,
y
multinacionales en esta zona se han acelerado desde los años
noventa.
Este tipo de
emplazamientos son parte de una redefinición del uso de las
instalaciones
militares y quien paga por ellas. Por una parte, se busca
sustituir los enormes
almacenes de vehículos, armas y municiones por una red de stocks
más pequeños,
específicos para cada teatro de operaciones. De esta manera, las
unidades
podrán transportar para cada operación a los efectivos con su
equipo personal
de armas ligeras, ya que todo el material bélico pesado estará
cerca de los
lugares de la futura operación. Por otra parte, las tropas
aliadas que utilizan
ese equipo pagan por él, lo que disminuye la carga financiera
para el ejército
estadounidense, en un contexto de restricciones presupuestarias.
Pero más allá
de la disminución en la carga fiscal, el establecimiento de
estos centros
de entrenamiento militar para el mantenimiento y ayuda en caso
de
desastres, forman parte de una red más amplia de dominio
militar. Esta red se
compone de instalaciones militares de diferentes escalas; se
combina con
ejercicios militares sistemáticos (en costas, tierra, ríos) en
todo el
continente americano y se refuerza con leyes antiterroristas y
acuerdos
militares. En conjunto, se trata del establecimiento de una
serie de mecanismos
de disciplinamiento de las fuerzas armadas y de las poblaciones
en resistencia.
- Sandy
E. Ramírez Gutiérrez, Observatorio
Latinoamericano de Geopolítica. Trabajo realizado en el marco
del proyecto
Territorialidad, modos de vida y bifurcación sistémica (PAPIIT
IN301012).
* Artículo
publicado en la revista América Latina en Movimiento,
No. 495
(mayo 2014) con el título “Reordenando el continente”. http://www.alainet.org/ publica/495.phtml
Nota:
[1] Para estos ejercicios de capacitación, la industria
hollywoodense se ha
puesto al servicio del aparato militar. El sitio web Strategic
Operations
ofrece las instalaciones MOUT, así como “la magia de Hollywood”
para los
ejercicios de simulación y la “fuerza opositora” (hombres y
mujeres entrenados,
armados y vestidos apropiadamente para cada misión. Los actores
de rol replican
indígenas y sus costumbres),
operations.com/about-us>
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