domingo, 27 de mayo de 2012

Cuba firma compromiso de apoyo a África

LA HABANA, Cuba, may 27 (UPI) -- El compromiso solidario de Cuba con los pueblos africanos, latinoamericanos y caribeños, que comprende la búsqueda de nuevas y efectivas vías de colaboración, fue confirmado por Esteban Lazo.

Según consignó Juventud Rebelde, el vicepresidente del Consejo de Estado cubano habló en la Cumbre Global de la Diáspora Africana, que tuvo lugar en el Centro de Convenciones de Sandton, cercano a Johannesburgo. Allí explicó cómo la historia le ha otorgado a Cuba, como parte indisoluble de la Diáspora Africana la posibilidad de sentirse profundamente comprometida con los objetivos de esta inédita reunión y expuso con cifras elocuentes los resultados de la colaboración en la formación de recursos humanos y los programas de alfabetización y desarrollo social.

Condenó y demandó la eliminación incondicional del bloqueo de Estados Unidos contra su país, batalla a la que se han sumado los hermanos africanos, y confió en que trabajando juntos de uno y otro lado del Atlántico, los pueblos de África, América Latina y el Caribe puedan hacer realidad, más temprano que tarde, la idea argumentada reiteradamente por Fidel de que un mundo mejor es posible, agregó y según el reporte de Juventud Rebelde.

Recordó que los cubanos, en cuya sangre corre la herencia de los millones de seres esclavizados y arrancados a la fuerza de sus lugares de origen por la infamante trata negrera, conciben la solidaridad como la única forma de tratar de pagar la enorme deuda que Cuba tiene con África. En estos momentos 5 541 profesionales cubanos laboran en 35 países de África y otros 1 511 lo hacen en territorios del Caribe insular. En Cuba estudian actualmente 2 532 jóvenes de 46 naciones africanas y 2 564 caribeños.

LATAM: Reporte (drm)

Nace en el corazón de África el Estado islámico del Azawad

Autor: lt10digital.com.ar | Fuente: elpais.com

Ha nacido el Estado islámico del Azawad en el que imperará la sharía (ley islámica). No goza de reconocimiento internacional, pero su fundación fue celebrada, el sábado por la noche, con disparos al aire y gritos de "Alá ha ganado" en las ciudades de Tombuctú y Gao, en el norte de Malí que los tuaregs llaman Azawad.

Las dos guerrillas tuaregs alcanzaron el sábado en Gao, tras varios días de negociación, un acuerdo para fusionarse, proclamar la independencia del territorio situado a 1.200 kilómetros de Canarias -abarca 830.000 kilómetros cuadrados, 1,3 millones de habitantes y tres ciudades con sus aeropuertos- formar un Gobierno paritario y crear una chura (asamblea consultiva) en la que la tendencia islamista ocupará dos tercios de los escaños.

El acuerdo, a juzgar por las informaciones comunicadas por los portavoces tuaregs, supone una victoria relativa de la corriente islamista radical, aunque no terrorista, de Ansar Dine (Defensores de la Fe), sobre los laicos separatistas del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA).

Estos logran que los primeros acepten proclamar la independencia, pero ceden en el resto. El Corán y la Suna "serán la fuente del derecho", señala el texto del documento suscrito por representantes de ambos grupos. El líder del Azawad durante esta transición será además Iyad Ag Ghali, que actuó como mediador en varios secuestros de occidentales perpetrados por los predecesores de Al Qaeda y después fue destinado al consulado de Malí en Yeda donde se radicalizó.

El pacto entre ambas facciones omite mencionar a la rama magrebí de Al Qaeda (AQMI) y a otro pequeño grupo terrorista, el Movimiento para la Unicidad del Yihad en África Occidental (MUYAO), implantados en el Azawad. Entre ambos tienen en su poder a 20 rehenes, dos de ellos españoles capturados por el MUYAO en octubre cerca de Tinduf (suroeste de Argelia).

Los árabes de AQMI han luchado codo con codo con los tuaregs de Ansar Dine para expulsar del Azawad, a finales de marzo, al Ejército regular de Mali. Aunque los otros tuaregs, los moderados del MNLA, aspiraban a que los “barbudos” se retirasen de ciudades y pueblos, los hombres en armas de AQMI siguen deambulando por sus calles. Sus jefes negocian desde hace días en Tombuctú con Ansar Dine cuál será su estatuto en el Azawad independiente.

Abdelmalek Droukdel, el argelino que desde las montañas de Cabilia (noreste de Argel), capitanea la rama magrebí de Al Qaeda, instó, el jueves, a no desaprovechar la oportunidad de instaurar un Estado islámico en el Azawad. Pidió a sus hombres que "desarrollasen todas sus actividades de aplicación de la sharia al amparo de Ansar Dine" y que solo utilizasen el nombre de AQMI para "la yihad global". Les instó además a "evitar problemas" con el MNLA.

"Es un error imponer todas las reglas del islam de golpe", proseguía Droukdel en un mensaje enviado a la web mauritana Sahara Media, que maneja buena información sobre Al Qaeda. Hay que aplicarlas "gradualmente" aunque los locales donde se consume droga, alcohol o se practica la “inmoralidad” sí deben ser cerrados de inmediato. También hay que brindar seguridad a la población.

La sharia empieza ya a regir en el Azawad. Adar Koima, animador de la emisora de radio de Gao, ha sido condenado a 80 latigazos e inhabilitado a ejercer su profesión por haber contado en antena que los imanes de la ciudad habían rogado a los islamistas en armas que se machasen, según narra el corresponsal en el norte del diario “Le Combat” de Bamako. La emisora local ya no puede difundir música y su programación se compone de la lectura del Corán, sermones y noticias.

La rebelión armada tuareg se reanudó, en el norte de Malí, en enero, pero cobró fuerza tras el golpe de Estado que el capitán Amadou Haya Sanogo dio el 22 de marzo para derrocar al presidente constitucional Amadou Toumani Toure. Un mes después se inició una transición con el nombramiento de un civil, Diondunda Traoré, como presidente, y un Gobierno interino. Pero Sanogo sigue ejerciendo el poder en la sombra.

Las autoridades de Bamako y los dignatarios del norte del país refugiados en la capital evocan con frecuencia la necesidad de reunificar el país, pero el Ejército regular está hecho trizas y difícilmente podrá reconquistar el Azawad, un territorio cuya superficie supone el 65% de la de Malí.


Perú: Pueblo de Celendín, en Cajamarca, expulsa a soldados de su Plaza de Armas

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La Polarización: Ley del Sistema Capitalista Mundial

A mediados del siglo pasado se fabricó un discurso que prometía a las periferias alcanzar a los centros a través de su industrialización. La industrialización de las periferias tuvo lugar (aunque de modo desigual), y, luego de realizada, muy lejos de reducir hasta eliminar sus diferencias con los centros, las desigualdades entre éstos se han acentuado todavía más. En realidad, este discurso no constituyó sino la forma renovada de aquel otro que desde fines del siglo XVIII y principios del XIX veía en la industrialización el medio que ineluctablemente llevaría a todas las naciones del orbe al progreso y a la prosperidad.

Fracasado el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, desde principios de la década de 1980 los centros imponen a las periferias un conjunto de (contra) reformas que, como décadas atrás, prometía su crecimiento económico y la reducción sistemática de la pobreza. Los resultados, sin embargo, han sido exactamente al revés.

Los neoliberales hacían del mercado un mecanismo autorregulador de los factores del crecimiento económico. A su vez, promovieron la reconversión de los aparatos productivos con destino al mercado nacional a industrias con destino al mercado externo, así como la apertura irrestricta de los mercados nacionales a los capitales transnacionales. Como era previsible, ninguna de estas medidas logró hacer realidad los objetivos señalados. La resistencia de los trabajadores afectados con las políticas neoliberales no estuvo ausente, y a fines de la década de 1990 y principios de la de 2000 tendrían lugar varias rebeliones masivas en el continente.

En primer lugar, la tasa anual de crecimiento económico alcanzada en América Latina durante el período neoliberal ha sido inferior a la lograda durante el período estatista: “Entre 1990 y 2000, el PIB real de la región (medido en dólares a precios constantes), se incrementó a una tasa anual media del 3.3 por ciento. Dicho crecimiento, aunque mayor al 1.1 por ciento anual registrado en los años ochenta, fue mucho más bajo que el 5.5 por ciento de alza anual lograda a medias en 1950-80” (1).

Asimismo, tampoco se revirtió el descenso sistemático de la tasa de crecimiento del producto interno bruto mundial: si hasta la década de 1960 éste fue superior al 5%, en la década de 1970 cae al 4,5%, en la de 1980 al 3,4%, y en la de 1990 al 2,9% (2).

Este fenómeno está sin duda asociado a la hiperfinanciarización que la economía capitalista mundial viene experimentando en las últimas décadas. La hiperfinanciarización de la economía capitalista es la estrategia de las clases dominantes para aumentar sus ganancias al máximo en el menor tiempo posible, sin recorrer el tortuoso camino de la producción, en un contexto de decreciente capacidad de consumo de las masas.

En segundo lugar, es esencial mostrar que desde la década de 1950 el porcentaje de precarios (con baja capacidad de negociación, súperexplotados, desempleados, empleados en el sector informal) dentro de las clases populares en la población urbana mundial se ha incrementado –como indica Samir Amin- de menos del 25% a más del 50%, de 250 millones a 1.500 millones de personas, llegando a representar en las periferias cerca del 80%, “registrando una tasa de crecimiento que supera aquella que caracteriza la expansión económica, el crecimiento de la población o el propio proceso de urbanización.” (3)

Por el otro lado, las clases dominantes representan necesariamente a un pequeño sector de la sociedad, pero son quienes más concentran las riquezas producidas por los trabajadores. Así, para algunos casos de países de América Latina tenemos que “a finales de los años noventa, el 10 por ciento de los hogares más ricos de Brasil concentraba cerca del 50 por ciento del ingreso nacional total, en tanto que el 40 por ciento de los hogares más pobres alcanzaba sólo el 10 por ciento del ingreso correspondiente. En Chile, la más moderna y dinámica economía de la región, la participación en el ingreso nacional del 10 por ciento de los hogares más ricos fue del 40 por ciento, y la del 40 por ciento de los más pobres estuvo por abajo del 15 por ciento. Las cifras de México y Argentina, así como las de las otras grandes economías de la región, también muestran una acentuada concentración del ingreso.” (4)

Acumulación de riquezas por un lado, crecimiento de la miseria por el otro. Dos fenómenos que se dan simultáneamente dentro de un mismo proceso: la acumulación de capital a escala mundial. La pobreza es condición absoluta del capitalismo. No es pobreza que se origine en la escasez: es pobreza que se produce como resultado de una creciente capacidad de acumulación de capital, como producto de un incremento de la productividad del trabajo. Bajo el capitalismo, cuanto mayor capacidad de producir riquezas, mayor número de pobres, de excluidos, de población sobrante, y mayor sufrimiento, mayor degradación moral. Marx, precisamente, expresaba en los siguientes términos la contradicción inmanente a la acumulación de capital:

“Esta ley es la que establece una correlación fatal entre la acumulación del capital y la de la miseria, de modo que la acumulación de riqueza en un polo es igual a la acumulación de pobreza, sufrimiento, ignorancia, embrutecimiento, degradación moral, esclavitud, en el polo opuesto, del lado de la clase que produce el capital mismo.” (5)
¿Cómo explicaba Marx la acumulación de capital por un lado y el incremento de la pauperización por el otro? ¿Cómo se explica la concentración de las riquezas en los centros y la concentración de la miseria en las periferias del sistema capitalista mundial?

Marx: La ley general de la acumulación de capital

La producción de plusvalía es ley absoluta del capitalismo. Tras las apariencias, Marx da con la realidad profunda. En la superficialidad de las cosas, la plusvalía aparece como ganancia: no sólo el trabajo, sino también la tecnología y el dinero aparecen como creadores de valor. Marx, por el contrario, demuestra que la ganancia del capital tiene su origen en el trabajo no remunerado del obrero. Vale decir, la acumulación de capital tiene su partida de nacimiento en la explotación de los trabajadores que, a su vez, es posible por la propiedad privada sobre los medios de producción de los capitalistas. El capitalista no tiene otro fin que la maximización de sus beneficios, el incremento permanente de la tasa de plusvalía, con consecuencias desastrosas sobre el hombre y la naturaleza. Este es el secreto de la acumulación del capital, la realidad profunda que Marx develó.

Concentración y centralización del capital: acumulación de capital en la clase capitalista. La libre competencia conduce forzosamente a la concentración y a la centralización del capital. La concentración del capital tiene lugar por la vía de la creciente apropiación por capitales individuales del plusvalor producido por los trabajadores. La centralización del capital tiene lugar por la vía de la absorción y de la fusión de capitales distintos, dando origen a uno mayor.

Incremento de la composición orgánica del capital: creciente pauperización de los desposeídos. El desarrollo del capitalismo, mediatizado por las luchas sociales de los trabajadores y la competencia entre los capitalistas, implica un crecimiento constante de la composición orgánica del capital: la inversión en capital constante es cada vez mayor en comparación a la inversión en capital variable. Hay un menor uso relativo e incluso absoluto de fuerza de trabajo en las industrias, pero hay una mayor capacidad de producción de riquezas. El trabajo muerto sustituye y desplaza al trabajo vivo. A esta población que es expulsada del centro productivo o que queda fuera de él, Marx la llamó ejército industrial de reserva o población excedente. A su vez, esta población sobrante presiona a la baja los salarios y al deterioro de las condiciones laborales de los trabajadores activos.

Acumulación de riquezas, de capital, y población excedente, sobrante, y precarización del trabajo en el sector productivo, esto es, pauperismo creciente, son entonces un resultado inmanente al despliegue del capitalismo, “ley absoluta, general, de la acumulación capitalista”.

El desarrollo de las fuerzas productivas, de la ciencia y la técnica, bajo el capitalismo –nos dice Marx-, sigue necesariamente un camino contradictorio:

“Todos los medios para desarrollar la producción se transforman en medios de dominar y explotar al productor: hacen de él un hombre truncado, fragmentario, o el apéndice de una máquina. Le oponen, como otras tantas potencias hostiles, las fuerzas científicas de la producción. Sustituyen el trabajo atractivo por el trabajo forzado. Hacen que las condiciones en que se desarrolla el trabajo sean cada vez más anormales, y someten al obrero, durante su servicio, a un despotismo tan ilimitado como mezquino. Convierten toda su vida en tiempo de trabajo, y arrojan a su mujer y sus hijos bajo las ruedas del Yaggernat capitalista.” (6)

Franz Hinkelammert (7) sostiene la tesis de que lo que se produce en el mundo capitalista es un estancamiento dinámico, que lleva consigo una creciente exclusión de las grandes mayorías. Hay crecimiento intensivo –explica Hinkelammert-, pero no hay crecimiento extensivo. Hay crecimiento intensivo cuando el aumento de la productividad del trabajo es mayor al crecimiento del producto. Hay crecimiento extensivo cuando el crecimiento del producto es mayor al incremento de la productividad del trabajo. Lo que en el mundo hay es crecimiento del producto, en la industria y en la agricultura, y todavía más incremento de la productividad del trabajo, pero no hay generación de empleo. El crecimiento intensivo tiene su fundamento en la incorporación de nuevas tecnologías en los procesos productivos. Tecnología que sustituye y desplaza a los trabajadores. El sector excluido, que proviene del crecimiento demográfico vegetativo y, en las periferias, de la migración campo–ciudad, crece rápidamente. Para no morir de hambre esta población excluida, se autoemplea, y entonces aparece el denominado “sector informal” de la economía, caracterizado por sus bajos ingresos y la precariedad de sus condiciones de vida.

Circunstancias especiales que modifican (relativamente) la ley de la pauperización. La globalización neoliberal, nuevo viraje histórico: la ley de la pauperización se expresa con toda su fuerza.

Intelectuales al servicio del sistema capitalista han intentado más de una vez refutar la ley marxista de la creciente pauperización. Luego de la II guerra mundial, el mundo en su conjunto, pero, sobre todo, Estados Unidos, Europa occidental y Japón, experimentaron altas tasas de crecimiento económico, y, a su vez, en estas regiones, los salarios de los trabajadores aumentaban conforme se incrementaba la productividad del trabajo. Samir Amin -destacado marxista egipcio- explica, a partir del materialismo histórico, que este período de bonanza fue breve y especial, pues sólo duró hasta mediados de la década de 1970. Y fue especial porque estuvo determinado fundamentalmente por la existencia en el mundo de un triple sistema: a) el sistema soviético, b) el Estado de bienestar de Europa occidental y c) los regímenes populistas de América Latina, todos ellos producto de la lucha de los pueblos por su liberación nacional y por el socialismo. Luego de que se desintegrara el bloque soviético, la suerte de los otros dos sistemas no fue distinta (8).

Periclitado este triple sistema, la correlación de fuerzas habría de ser largamente favorable a las clases dominantes del mundo. En especial, al capital financiero. Y, entonces, la transferencia de excedentes, de valor, de trabajo desde las periferias hacia los centros no impedirá que en las últimas décadas la situación material de los trabajadores de estos mismos países sufra un deterioro cada vez mayor. Marx había sido claro: “La acción de esta ley, como la de cualquier otra, resulta modificada, por supuesto, por circunstancias especiales” (9). Estas “circunstancias especiales”, como queda claro, las constituyeron una relación de fuerzas en el mundo más favorable a las clases populares.

Hoy por hoy, en el centro del sistema capitalista mundial, el 40% de las clases populares en actividad son precarias. Ilustremos el crecimiento de la precariedad en el centro con tres ejemplos. En los Estados Unidos, en la década de 1990, el porcentaje de trabajadores que perdía sus puestos de trabajo se incrementó en un 15%, al tiempo que los que luego conseguían reubicarse ganaban un 14% menos en sus nuevos empleos (10). En Francia, el 75% de los contratos tienen duración definida (11). Bajo la lógica unilateral del capital, el trabajo se precariza también en el centro. No de otra manera pueden entenderse las movilizaciones sociales que en las últimas semanas se vienen produciendo en Francia contra una reforma del sistema de pensiones -promovida por el gobierno de Sarkozy-, que atenta contra los intereses de los trabajadores, al aumentar en dos años la edad de jubilación de los trabajadores, de 60 a 62 años de edad, sino como la necesaria respuesta de éstos a los intentos del capital de reducir aún más los costos de la fuerza de trabajo. Mientras tanto, la precariedad dentro de las clases populares urbanas ha pasado a representar del 50% alrededor de 1950 a cerca del 80% en la actualidad.

Lenin: el capitalismo imperialista.

Aunque el imperialismo (no el “Imperio”, como plantean Negri y Hardt) haya sufrido cambios fundamentales en las últimas décadas, es importante referirse a algunos aspectos del mismo estudiados y subrayados por Lenin. Lenin destacaba que el imperialismo es el capitalismo monopolista, que surge del capitalismo de libre competencia. (Lenin, a partir de esta premisa, criticaba ásperamente la crítica pequeñoburguesa al imperialismo, que busca sustituir a éste por el capitalismo de libre competencia; Lenin retrucaba: ¡el capitalismo monopolista, el imperialismo, es un engendro de la libre competencia!). El imperialismo se caracteriza por el predominio del capital financiero, por la superioridad de éste sobre el resto de capitales, por su política colonial, de pillaje y sometimiento de muchas naciones por un grupúsculo de asociaciones monopolistas, a través de la exportación de capitales y otros mecanismos, lo que le da al imperialismo un carácter rentista, parasitario: “El mundo ha quedado dividido entre un puñado de Estados usureros y una mayoría gigantesca de Estados deudores” (12) Por esto, la cuestión nacional bajo el imperialismo se convierte en un problema álgido, pues la tendencia natural del imperialismo es a la dominación, no a la libertad, a la violación de la independencia política de los Estados nacionales, no al respeto de su soberanía. Los ejemplos actuales sobran, sólo mencionemos la actual guerra imperialista que Estados Unidos y sus aliados libran contra Irak.

Samir Amin: La polarización a escala global

El capitalismo unifica al mundo, pero no lo homogeneiza: lo polariza crecientemente. Samir Amin es tal vez el teórico marxista que en las últimas décadas ha insistido más en la naturaleza polarizante del sistema capitalista mundial, y la ha explicado. El capitalismo integra, unifica al mundo por primera vez en la historia de la humanidad, pero no lo homogeneiza; al contrario, lo polariza crecientemente. Hay que combatir decididamente las ilusiones que siembran las potencias imperialistas, y que tienen eco en la burguesía y la pequeña burguesía de las periferias, ilusiones que tienen que ver con la idea de que las periferias pueden alcanzar alguna vez a los centros. El capitalismo es un sistema mundial, y la ley de la pauperización hay que constatarla también a este nivel. Mientras que Marx analizaba la ley de la pauperización al nivel del modo de producción capitalista, Samir Amin lo hace al nivel del capitalismo como sistema mundial, que tiene, sin embargo, su fundamento en aquél.

Cuando los países del centro se constituyeron como tales construyeron economías autocentradas (construcción de industrias de bienes de consumo masivo e industria de bienes de capital en sus propios espacios nacionales), mientras que en los países de las periferias se construían economías extravertidas, especializadas, cuyo motor no se sitúa dentro de las mismos, sino en los centros; vale decir, se constituyeron desde el principio como satélites, como apéndices de las economías capitalistas del centro, al servicio de la acumulación de capital dentro de éstos. Esto fue y es posible porque en los países periféricos sus clases dominantes tienen intereses solidarios con el capital monopolista.

La polarización entre centros y periferias es inmanente al despliegue del capitalismo a escala mundial. Mientras que la riqueza se concentra en los centros, la pobreza se concentra en las periferias. Samir Amin explica la situación privilegiada de los centros por la posición de dominio que tienen en el sistema capitalista mundial, por la transferencia de valor que se produce desde las periferias hacia sus espacios nacionales. A su vez, la situación de las periferias se explica por el bloqueo a que están sujetas por la posición que ocupan en el sistema capitalista mundial, por la forma en que se relacionan con el mercado mundial, con las economías capitalistas del centro, por su sometimiento a los intereses de los grandes capitales monopolistas.

Es pertinente recordar que en el Perú, nuestro Amauta José Carlos Mariátegui visionariamente comprendió la naturaleza del desarrollo capitalista periférico en la época del imperialismo:

“La condición económica de estas repúblicas [latinoamericanas], es, sin duda, semicolonial, y, a medida que crezca su capitalismo y, en consecuencia, la penetración imperialista, tiene que acentuarse este carácter de su economía” (13).

Cómo funciona la polarización a escala global: el intercambio desigual. Hay que destacar que el subdesarrollo de nuestros países no es tanto igual a la persistencia de formas precapitalistas de producción, como lo pretenden algunos analistas al servicio del gran capital. El subdesarrollo es ante todo un producto de la penetración del capital monopolista en nuestras economías – que las clases dominantes locales hacen posible-, a través de formas como a) la explotación de sus recursos naturales, b) la exportación e inversión de sus capitales excedentes en nuestras regiones y c) la venta de sus productos manufacturados en los mercados de las periferias (14). Ahora bien, Amin no analiza el intercambio desigual en el plano del intercambio, sino que va al fondo de las cosas, al plano del proceso de producción. En primer lugar, Amin afirma que la producción de mercancías está destinada al mercado mundial y el trabajo que cristaliza en las mercancías tiene también carácter mundial. Una hora de trabajo en dos países distintos, uno del centro y otro de la periferia, produce el mismo valor. Pero el salario del trabajador de la periferia está muy por debajo del salario del trabajador del centro. Esta situación no se debe a las diferencias de productividades, sino a la inmovilidad del trabajo. En las periferias hay superexplotación de la fuerza de trabajo, una tasa de plusvalía muy superior a la tasa de plusvalía que se produce en los centros. Amin lo explica de la siguiente manera:

“Es evidente que la hora de trabajo aquí y allá crea el mismo valor, y si la fuerza de trabajo tiene aquí un valor inferior, es decir, si el salario real es inferior, la tasa de plusvalía es necesariamente superior. Los bienes salariales que constituyen la contrapartida real del valor de la fuerza de trabajo son mercancías internacionales que tienen un valor internacional. Si la jornada de trabajo es igual en A y en B (por ejemplo 8 horas), si la remuneración real del trabajador es diez veces superior en B (salario real en B igual a 10 kilogramos de trigo por día contra solamente un kilogramo en A), y si 10 kilogramos de trigo son producidos en el mundo (allí donde la productividad en esta actividad es la más elevada) en 4 horas, la tasa de plusvalía en B será del 100% (4 horas de trabajo necesario y 4 horas de sobretrabajo), mientras que se elevará a 1.900% en A (24 minutos de trabajo necesario y 7 horas 36 minutos de sobretrabajo). Para mantener este razonamiento, no hay que comparar la productividad en las dos producciones capitalistas en las que A y B se especializan: eso no tiene sentido” (15)
Samir Amin concluye: 1) hay transferencia de valor, desde las periferias hacia los centros, por la superexplotación del trabajo en las periferias, lo que contribuye a aumentar la masa de plusvalía relativa en los centros, al abaratar así en éstos los medios de subsistencia, y 2) hay intercambio desigual cuando las diferencias salariales son mayores a las diferencias de productividad.

Cómo funciona la polarización a escala global: la ley del valor mundializada. Ahora bien, ¿por qué existen grandes diferencias salariales entre los trabajadores del centro y de las periferias en ramas de la economía que tienen análogos niveles de productividad? Samir Amin llama la atención sobre el hecho de que Marx teoriza sobre la ley del valor de un modo “general, abstracto e indeterminado”, dentro del marco de un espacio nacional. Dentro de éste, hay un triple mercado integrado: de mercancías, de capitales y de trabajo. En el sistema capitalista mundial, empero, hay sólo un doble mercado libre: de mercancías y de capitales. El mercado de trabajo, por el contrario, se encuentra compartimentado en lo fundamental en el marco de los estados nacionales. A escala mundial la ley del valor está truncada. Es así como Samir Amin explica las diferencias salariales existentes entre los trabajadores de los centros y las periferias, dentro de sectores de la economía que tienen similares niveles de productividad. En palabras de Amin, “la ley del valor mundializada engendra por fuerza la polarización, y expresa la pauperización que supone la acumulación a escala mundial. Se trata de un fenómeno nuevo, sin precedentes en la historia anterior” (16) (las cursivas son nuestras).

Las clases dominantes del mundo levantan la ideología del “libre mercado”, pero conservan en lo esencial sus fronteras cerradas a los trabajadores de las periferias. La construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, y las leyes aprobadas o por aprobarse en países de Europa y los Estados Unidos contra los inmigrantes de las periferias, de América Latina, de África y de Asia, ilustran dramáticamente el hecho mencionado.

Los cinco monopolios del centro. La polarización es ley del desarrollo del sistema capitalista mundial, pero cambia de formas. Entre 1500 y 1800 el “capital mercantil es hegemónico en los centros atlánticos dominantes” y se forman “zonas periféricas (América) cuya función presuponía su total aceptación de la lógica de acumulación del capital” (17). Entre 1800 y 1945 la polarización toma la forma de contraposición entre países industrializados versus países no industrializados (exportadores de materias primas y productos agrícolas). Luego, gradualmente, con los procesos de industrialización que impulsaran las periferias gracias a los movimientos de liberación nacional y a los regímenes del “socialismo real”, la polarización global irá cobrando una forma histórica distinta.

Así, desde 1945 a la actualidad la polarización global irá adquiriendo su fundamento en los cinco monopolios de los centros sobre los que Amin llama la atención desde hace más de una década (18):

1) Monopolio tecnológico.

2) Control de los mercados financieros mundiales.

3) Control de los recursos naturales del planeta.

4) Monopolio de los medios de comunicación.

5) Monopolio de las armas de destrucción masiva.

Resulta decisivo por varias razones comprender en profundidad la nueva forma que ha tomado la polarización global. La industrialización que cobró impulso en las periferias a mediados del siglo pasado no ha dado fin con la polarización a escala mundial. Reconocido este hecho, no se trata de negar importancia al impulso del desarrollo de las fuerzas productivas en las periferias. Y de ninguna manera aceptar y adaptarse genuflexamente al sistema imperialista. Un gran número de países de las periferias lograron muy bajos niveles de industrialización, incluso dentro de la industria de bienes de consumo masivo. Estos países continúan dependiendo en gran medida de la exportación de materias primas y productos agrícolas, y su industrialización es una tarea pendiente. De lo que se trata, en cambio, es de subrayar la importancia que en la actualidad tiene para las periferias hacer frente a los monopolios indicados, condición insoslayable de su desarrollo. La industrialización de las periferias, dentro de este nuevo marco mundial de polarización, sobre todo, dentro del marco del monopolio de las tecnologías y del capital financiero por los centros, “puede volverse una especie de sistema moderno de putting out (de encargos), controlado por los centros financieros y tecnológicos” (19).

Amin anota que la diferenciación entre un “Cuarto Mundo” y un “Tercer Mundo”, “en vías de industrialización”,

“no es inofensivo en el espíritu de quienes lo proponen: supone que el Tercer Mundo de los NIC (Newly Industrializad Countries, Países de Reciente industrialización) está ‘cubriendo la brecha’ (o puede hacerlo), mientras que el Cuarto Mundo se hunde. Olvida que la industrialización ya no es el fundamento de la polarización. Prefiero decir por ende que el corazón de la periferia de mañana –en formación- está constituido por los países que tendrán como función esencial suministrar los productos industriales; y que el “Cuarto Mundo” ilustra el carácter destructivo de la expansión capitalista, lo que no es nuevo, sino que siempre acompañó la historia real del capitalismo.” (Las cursivas son nuestras) (20)

De lo que se trata, pues, es de llamar la atención acerca del nuevo contexto internacional bajo el que las periferias continúan su industrialización. De lo que se trata, pues, es de hacer la crítica radical de los proyectos desarrollistas en cualquiera de sus versiones. De lo que se trata es de hacer la crítica radical de los proyectos “socialistas” que rinden culto al desarrollo de las fuerzas productivas, reproduciendo, así, la alienación economicista propia del modo de producción capitalista. De lo que se trata, pues, como sostiene Amin, es de “asociar… los objetivos de cierto desarrollo de las fuerzas productivas de las periferias del sistema a los objetivos de superar las lógicas de conjunto de la gestión capitalista de la sociedad” (alienación economicista, creciente polarización) (21).

Hasta el día de hoy la inversión extranjera directa sigue produciéndose en países como los nuestros básicamente en el sector primario exportador, pero –y esto es menos reconocido en general-, las inversiones en la industria manufacturera de exportación, que se fundamentan en la superexplotación de la fuerza de trabajo, están perfectamente integradas en la nueva división internacional del trabajo.

Por lo demás, el incremento de las tasas de crecimiento económico de los países de América Latina en la década de 2000, determinada por una coyuntura internacional favorable consistente en el incremento de la demanda de materias primas, no constituye sino el “desarrollo del subdesarrollo”, como sentenciara André Günder Frank.

Transformar el mundo. El socialismo: única alternativa a la barbarie del capitalismo

El discurso de “lucha contra la pobreza” de instituciones financieras internacionales al servicio del gran capital como el Banco Mundial no puede sino ser comprendido como el cinismo de los expropiadores. Siembran ilusiones: ¡pero no cosechan paz! Porque la resistencia de los pueblos ha estado presente en la historia desde los orígenes del capitalismo hasta la actualidad. El día de mañana no será diferente. En este sentido, la revolución social constituye la forma más alta que cobra la resistencia de los desposeídos a su deshumanización objetiva y subjetiva, para utilizar la expresión de Hinkelammert.

La alienación economicista impide ver las causas profundas de la creciente pauperización de las masas, y a no pocos de reconocer el problema mismo. Revertir cualitativamente la actual situación implica una nueva correlación de fuerzas a nivel mundial, favorable a las clases populares. De aquí la urgente necesidad de construir un verdadero internacionalismo de los pueblos del mundo. De aquí la imperiosa necesidad de la militancia revolucionaria. De aquí la perentoria necesidad de que esta militancia se articule decididamente con los excluidos del sistema capitalista para atacar el problema por la raíz.

Hace mucho que el capitalismo dejó de coincidir con el progreso. El capitalismo no ofrece a las inmensas mayorías sino más miseria, mayores sufrimientos. Ningún proyecto de “capitalismo nacional”, de “capitalismo popular” o de “capitalismo con rostro humano” es capaz de dar fin con la pauperización creciente de las masas. El socialismo mundial es la única alternativa verdaderamente humana a la creciente deshumanización que nos impone el capitalismo mundial. Mas el socialismo no puede ser reducido a un proyecto de desarrollo de las fuerzas productivas. Debe retomarse el proyecto de socialismo como la conquista de una civilización cualitativamente superior al capitalismo. Y el socialismo en el siglo XXI, así como en el siglo XX, será otra vez el resultado de las luchas de los trabajadores contra el capital.

Notas:

(1) Moreno Brid, Juan Carlos, Pérez Caldentey, Esteban y Ruiz Nápoles, Pablo, “El consenso de Washington: aciertos, yerros y omisiones” en: Perfiles Latinoamericanos, diciembre, número 25. Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales, Distrito Federal, México, 2004, pp. 149-168. La cita es de la página 153. Como puede verse por el título de este artículo, se trata de autores no marxistas, que utilizamos como muestra de lo afirmado por nosotros.
(2) Datos de la OCDE, trabajados por Beinstein, Jorge, La larga crisis de la economía global. Argentina-Buenos Aires, Corregidor, 1999.
(3) Amin, Samir, “Pobreza mundial, pauperización y acumulación de capital” en www.rebelion.org, 26 de octubre de 2003.
(4)Moreno Brid, Juan Carlos, Pérez Caldentey, Esteban y Ruiz Nápoles, Pablo, op. cit., p. 157.
(5) El Capital (Tomo I). Argentina, Editorial Cartago, 1974, p. 620.
(6) Ibid., p. 619.
(7) “Estancamiento dinámico y exclusión en la economía mundial” en Herramienta. Revista de debate y crítica marxista. Número 22, Buenos Aires, otoño de 2003, pp. 45-54.
(8) Amin hace referencia a este período histórico en varios pasajes de su obra.
(9) Marx, Carlos, op. cit., p. 618.
(10) Brenner, Robert, Turbulencias en la economía mundial. Santiago de Chile, Editorial LOM-Encuentro XXI, 1999, p.387, citado por Sotelo, Adrián, La reestructuración del mundo del trabajo. Superexplotación y nuevos paradigmas de la organización del trabajo. México D.F., Universidad Obrera de México-Escuela Nacional para Trabajadores-Editorial Itaca, 2003, p. 56.
(11) Coutrot, Thomas, “Crítica de la organización del trabajo” en www.rebelion.org, 14 de febrero de 2001, citado por Sotelo, Adrián, op. cit., p. 56.
(12) Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo en Obras Escogidas en tres tomos, Tomo I, Moscú, Progreso, 1970, p. 775.
(13) “Punto de Vista Anti-imperialista” en: Obras Completas de José Carlos Mariátegui, Tomo 13. Perú-Lima, Empresa Editora Amauta, 1978.
(14) Ver Roffinelli, Gabriela, Samir Amin y la mundialización del capital. España-Madrid, Campo de Ideas, 2004, p. 72. Hemos organizado los dos acápites acerca de cómo funciona la polarización a escala mundial con la ayuda de la didáctica exposición que hiciera G. Roffinelli del pensamiento de Samir Amin.
(15) Palabras de Samir Amin, citado en Roffinelli, Gabriela, op.cit., pp. 75-76.

(16) “3. Capitalismo y sistema-mundo” en: Amin, Samir, Los desafíos de la mundialización. México D.F.-España, Siglo XXI Editores, 1999, p. 59.

(17) “El futuro de la polarización global” en: Amin, Samir, El capitalismo en la era de la globalización. España-Barcelona, Ediciones Paidós, 1999, pp.15-26.
(18) Ibid.
(19) “3. Capitalismo y sistema-mundo” en Amin, Samir, Los desafíos…, p. 68.
(20) Ibid., p.70.
(21) Amin, Samir, Más allá del capitalismo senil. Por un siglo XXI no norteamericano. Argentina-Buenos Aires, Editorial Paidós SAICF, 2003, p. 14.


Crisis económica mundial: entre el fracaso de las políticas de rescate y el efecto de las políticas procíclicas

Autor: Guillermo L. Andrés Alpízar |Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, La Habana / FMA

Crisis económica y crisis sistémica
Tras los primeros síntomas de la crisis económica, la quiebra de Lehman Brothers a mediados del 2008, marcó en la consciencia mundial el inicio de esta fase del ciclo económico capitalista. El impulso arrollador de la crisis del sistema –necesitado de corregir las contradicciones acumuladas a lo largo del tiempo-, rápidamente se expandió por todo el mundo, trastornando la vida de millones de personas.
Casi cuatro años después, la crisis persiste, y en su haber cuenta con significativos impactos para la economía global[1]:
  • La CEPAL (2009), considerando la cantidad de economías involucradas y el porcentaje del PIB mundial comprometido, ha calculado que esta crisis supera a todos los episodios similares desde que en 1929 se desatara la “Gran Depresión”.
  • La Organización Mundial del Comercio registró durante el 2009 una contracción en términos reales del 12,1% del comercio mundial, la mayor caída en más de siete décadas (OMC, 2010 y 2011).
  • Ese mismo año, según las Naciones Unidas, se produjo una disminución del Producto Bruto Mundial (PBM) del 2,4% (ONU, 2011).
  • Entre 2008 y 2009, en un año y cuatro meses, las bolsas de valores perdieron una capitalización de 34,4 billones de dólares, un equivalente al PIB combinado de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón (Liu, 2010).
  • Los efectos de la crisis sobre el empleo, según cálculos de la Organización Internacional del Trabajo, resultan aún más persistentes y elevan la cifra de desempleados a casi 200 millones[2] (OIT, 2012).
A esta negativa evolución de la economía mundial, ha venido asociado el drama humano que a su habitual escenario en el Tercer Mundo suma el deterioro de la situación en los países más desarrollados. Una aproximación a la situación actual de la pobreza revela que:
· En Estados Unidos 49,1 millones de personas son pobres, o sea, el 16% de la población (Reuters, 2011).
· En la Unión Europea el 23,4% de la población se encontraban en riesgo de pobreza o de exclusión social, en total 115 millones de seres humanos (Eurostat, 2012c).
· En Japón, célebre por su elevado desarrollo humano, bajo esta crisis se publicaron por primera vez cifras oficiales de la pobreza, ubicando en esta categoría a 20 millones de personas, es decir el 15,7% de la población (Fackler, 2010).
· Los países del Sur, relativamente menos impactados por los efectos recesivos de la crisis económica, pero aún bajo las condiciones de crisis social estructural, suman a estas cifras, 1,29 mil millones de personas en la indigencia, y 2,47 mil millones de pobres (Banco Mundial 2012b y Aceprensa 2012)[3].
Y estos impactos sociales y económicos, no se presentan como dimensiones aisladas del mundo inmerso en una tradicional crisis económica cíclica. El panorama global es mucho más complejo, y se caracteriza por la presencia de una crisis sistémica. Precisamente, es esta situación a la que Atilio Borón (2009) llama crisis “integral, multidimensional y civilizacional”, Ignacio Ramonet (2011) denomina “haz de crisis”, Jorge Beinstein (2008) identifica como “colapso de la civilización burguesa”, o que Osvaldo Martínez (2012) nombra como un “fallo orgánico múltiple” del sistema. Es, en síntesis, una crisis de múltiples esferas dentro del modo capitalista de producción, cuya actuación no se limita solo a lo económico o lo social, e incorpora dimensiones como la ambiental, la alimentaria y los recursos naturales –especialmente los combustibles fósiles-, entre otras.
Pero no solo en el terreno de lo objetivo tiene lugar una crisis. Esta también se ha extendido al pensamiento económico dominante. El fracaso estruendoso del neoliberalismo –ese que propugnaba la necesidad de una absoluta libertad de los mercados, donde bajo el hechizo de la autorregulación se eliminaban las posibilidades de ocurrencia de la crisis- ha estado acompañado por el renacimiento de una retórica con tintes keynesianos, cuyas expresiones concretas de intervención estatal en la economía[4] han sido limitadas al mero hecho del soporte financiero para el capital en apuros, mientras que la regulación de la actividad económica –uno de los pilares desarrollados en el pensamiento de Keynes- apenas ha trascendido. Esta intervención estatal sin regulación, es de hecho una de las características más sobresalientes del contexto actual (Martínez, 2012).
La persistencia de la crisis y el fracaso de los rescates.
Al iniciarse de la crisis, junto a la conmoción económica, también fueron estremecidos los recuerdos de las clases dominantes a nivel mundial. En ese momento se evocaba la inacción del Estado en el momento del estallido de la llamada “Gran Depresión” o Crisis del 1929 al 1933, y los debates posteriores sobre si este comportamiento habría contribuido –o hasta que punto lo había hecho- a profundizar los efectos catastróficos de dicha crisis económica.
Es entonces que sin esperar mucho, ante el nuevo escenario comienza una fase de activa intervención estatal en la economía, a través de políticas de rescate, dirigidas a frenar la catarsis del sistema que comenzaba a mostrarse con toda su fuerza destructora. Por su magnitud, estos “salvatajes” han sido cuantiosos, y de cierta forma contribuyeron a detener la destrucción de fuerzas productivas. Sin embargo, más allá de sus propósitos, estos llevaron a la economía a un estado donde se detuvo la caída, pero no han sido capaces de producir una reanimación que saque al sistema de su aletargamiento (Martínez, 2010).
Casi cuatro años después del comienzo de la crisis, la economía mundial no recupera su dinámica endógena de crecimiento y prevalecen –fundamentalmente en los países más desarrollados, – las tendencias hacia el estancamiento y la recesión. Ello se expresa en el comportamiento de la economía global en su conjunto. Si durante el año 2010 el PBM alcanzó un crecimiento del 4%, al año siguiente, se incrementa solo un 2,8%, y las previsiones para 2012 indican que su crecimiento será menor (ONU, 2011).
Este enlentecimiento en la evolución de la economía mundial no ha llegado solo, pues se hace acompañar del agotamiento en las opciones que brinda la política económica para detener el impulso destructor de la crisis cíclica, un escenario que se ha denominado como una “crisis de las soluciones”.
Recurriendo a la teoría, las principales herramientas de la política macroeconómica a disposición de los estados, serían: la política comercial, de control de precios y salarios, la política monetaria y la política fiscal[5]. Profundizar en este panorama de “crisis de las soluciones” implica entonces la necesidad de un acercamiento al manejo y situación actual de los mencionados instrumentos.
Bajo los efectos de esta crisis, la política comercial apenas ha sido modificada. Aunque se haya hecho evidente cierto sesgo proteccionista, fundamentalmente en los inicios de la crisis, ha quedado prácticamente intacta la retórica librecambista que impulsa la OMC y que tan conveniente resulta para el desahogo de los excedentes productivos que genera la debacle económica. En este sentido, quizás se recuerdan con amargura los días de la “Gran Depresión” del 1929 al 1933, donde tras el abandono del patrón oro, y la adopción de políticas para “empobrecer al vecino”, se creó un escenario de guerra comercial que agravó aún más la difícil situación imperante (Cameron, 2004).
La coordinación multilateral, ha sido incapaz de conducir a puerto seguro a la economía capitalista. El G-20[6], flamante grupo de concertación y respuesta, no ha logrado ir más allá de un discurso matizado por tendencias reguladoras de la actividad económica y una manifiesta incapacidad para concretar acciones. La Unión Europea se muestra desunida cuando se habla de emitir eurobonos, o de solucionar la crisis de la deuda y mientras ello sucede este bloque continúa en el centro de los debates sobre la crisis económica mundial.
Tampoco la política orientada al control por el Estado de precios y salarios, comúnmente llamada “política de rentas” se ha utilizado activamente. Sin lugar a dudas ello sería un imperdonable ultraje contra el neoliberalismo, golpeado, pero resistente. Los controles de salarios[7] y precios han quedado excluidos de un contexto, donde precisamente la especulación con los elevados precios alcanzados por los alimentos y otras “commodities”- o productos básicos-, ha contribuido a complejizar la situación para los más pobres; y persiste sin consideración de ningún tipo, pues ello resulta rentable para las instituciones que no dudan en utilizar el hambre de muchos para enriquecerse aún más.
Como era de esperar, las políticas monetaria y fiscal[8] han sido los principales instrumentos a los cuales se ha recurrido para enfrentar la crisis económica. El Bank of England – el Banco Central del Reino Unido- al calcular el monto de la operación, estimó la cifra en 14 billones de dólares, mientras que el profesor David McNally al analizar estos datos, agregaba otros “salvatajes”, que elevaban la suma a los 20 billones de dólares (McNally, 2010). En este punto, se impone un análisis más detallado del manejo de ambas políticas
La política monetaria, ha sido eminentemente expansiva, y se ha concentrado en realizar sustanciosas emisiones para suministrar liquidez al sistema. Como una muestra de la magnitud de la operación, recientes cálculos indican que los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido, Japón y de la zona euro, han desembolsado tanto dinero que sus balances de cuentas han alcanzado un total combinado récord de 8,76 billones de dólares (AP, 2012). Sin embargo, el crecimiento de la masa monetaria tiene sus límites, y esta política solo ha sido completamente efectiva para permitir el regreso de las peligrosas operaciones de la economía casino (especulación financiera), mientras que se acrecientan las posibilidades de un proceso inflacionario capaz de colocar a la economía global en una situación de estanflación. Adicionalmente, las inyecciones de capital han contribuido a encender antiguas contradicciones que en cierto momento colocaron al mundo al borde de una confrontación cambiaria.
Las tasas de interés, al ser mantenidas en mínimos históricos –es el caso de Estados Unidos, Japón y Europa- más que favorecer la expansión del crédito, lo que ha hecho es propiciar una “fuga de divisas inversa” desde aquellos países hacia los países subdesarrollados –fundamentalmente economías emergentes- donde el diferencial de intereses permite obtener mayores ganancias.
Sobre estos manejos pudiera mencionarse el comportamiento de la Reserva Federal (Fed), en Estados Unidos. Con tasas de interés cercanas a cero, no ha dudado en realizar gigantescas compras de dudosos activos hipotecarios, e implementar billonarios planes conocidos como de “flexibilización cuantitativa”. Al respecto el economista de Harvard Martin Feldstein precisaba la puesta en práctica de estos planes a partir del verano de 2008. Durante la década anterior, el monto total de las reservas de la Fed se había mantenido prácticamente sin cambios, variando entre 40 mil millones y los 50 mil millones. Sin embargo, entre Agosto y Septiembre de 2008 el volumen de estas se duplicó y luego explotó hasta llegar un año después a los 800 mil millones de dólares. Para junio de 2011, las reservas se encontraban en 1,6 millones de millones y se han mantenido en ese nivel (Feldstein, 2012b). A pesar de ello, más allá de inundar los balances de las grandes instituciones financieras, estos cuantiosos recursos no han calado hacia la inversión productiva, y adicionalmente, han servido para esbozar una “Guerra de Divisas”, incentivada por la mejora relativa de la competitividad de las exportaciones norteamericanas, alcanzada sobre la base de un dólar devaluado. (Andrés, 2012).
La política fiscal ha sido el otro baluarte del rescate económico. Al respecto podrían mencionarse los publicitados planes de estímulo que promovieron los presidentes de Estados Unidos George W. Bush, y Barack Obama, los múltiples rescates instrumentados por los países europeos o el estímulo económico implementado por Japón. Todas las cifras del “salvataje” negociadas inicialmente, luego se fueron ampliando a través de programas complementarios elaborados en función de las exigencias generadas por el creciente deterioro económico. Un ejemplo de ello, resulta la reciente elevación de la capacidad máxima de préstamo combinada del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Mecanismo Europeo de Estabilidad, que de 500 mil millones, llegará a los 700 mil millones de euros (EFE, 2012a).
En todo caso, la búsqueda de las magnitudes exactas de las políticas de rescate -bastantes divergentes entre las diversas fuentes que incursionan en el tema-, no resulta tan relevante como la situación que han dejado tras de sí.
Aunque la aplicación de las medidas activas de salvataje económico no crearon los déficits fiscales ni el endeudamiento público, sí han contribuido –en medio de una situación de crisis, donde es común que se deterioren las condiciones generales de la economía- a agravarlos. La situación resulta muy compleja para los países más desarrollados. En Estados Unidos, la deuda pública rebasó los 15,5 billones de dólares, superando el monto de su PIB, mientras que el déficit fiscal se eleva por encima del 8% (Cobarrubia, 2012). Japón, inmerso en las contradicciones entre su crisis estructural que data de los años 1990 y los embates del terremoto y el tsunami, en 2011 concluyó con una deuda gubernamental valorada en el 233% del PIB, mientras que desde 2009 las cuentas del gobierno han experimentado todos los años déficits fiscales ascendentes a más de 7% del PIB (FMI, 2011 citado por Senra, 2012). Para la Unión Europea la situación no es mucho mejor. A pesar de la existencia del Pacto de estabilidad y crecimiento europeo[9], que establece ciertos límites orientados a alcanzar la estabilidad macroeconómica indispensable para la unión monetaria –déficit fiscal inferior al 3% y deuda pública hasta el 60% del PIB- allí el promedio del endeudamiento público resulta del 82,2%, mientras que el déficit en las cuentas gubernamentales es del 6,6% (Eurostat 2012a)[10].
Fue precisamente en el seno de la zona euro donde comenzó el otro drama de la crisis, donde se empezó a hablar de la posibilidad de que existan estados quebrados, que no pueden pagar sus deudas, y se plantea la necesidad de rescatar a estos estados que anteriormente fueron “rescatadores”. Es en medio de esta situación que la concepción de una política de rescate dio un giro de 180 grados y se relanzó el discurso neoliberal del equilibrio fiscal como objetivo a alcanzar a toda costa, aunque se conoce que restringir el gasto público actúa en la economía como una política procíclica, lo que bajo las actuales circunstancias echaría más “leños al fuego”, elevando el riesgo de un agravamiento de la crisis a nivel global.
Aquí se pone de manifiesto el verdadero sentido de la política económica en estos países, que no dudó en poner miles de millones de dólares en las manos de aquellas instituciones que se lanzaron al juego irresponsable de la especulación y la posesión de “activos tóxicos” y como el rescate no logra reactivar el dinamismo de la economía, los pueblos entonces tienen que pagar por segunda vez el costo de esa irresponsabilidad, a través de los recortes en el presupuesto fiscal que se están planteando, cuyo componente en disminución de gastos sociales es significativo, y que adicionalmente continuarán agravando la situación del empleo en la medida que se vayan instrumentando las restricciones previstas.
Las políticas procíclicas y la respuesta popular.
Llegado este punto pudiera afirmarse que los ajustes económicos son expresión concreta del agotamiento de las políticas de rescate, mientras que se va mostrando el compromiso del gran capital con su autopreservación, aunque ello implique el riesgo de agravar aún más las condiciones de crisis imperante en la economía y hacer aún más patente el deterioro social.
Los términos en los cuales se ha establecido la reducción del gasto gubernamental en Europa son esclarecedores. En Francia, se considera que el presupuesto será “uno de los más austeros que ha conocido… desde 1945″ (La Vanguardia, 2011). En España, tras aprobar el presupuesto para 2012, se indica que el recorte es de los mayores “en décadas” (DPA, 2012). Con anterioridad, el Reino Unido había concebido aplicar “el plan de ajuste más ambicioso desde la guerra”, proyectando restringir el gasto en 95 mil millones de euros, de los cuales 20 mil millones de euros se asociaban a recortes directamente vinculados con ese “estado de bienestar”, que poco a poco ha ido desapareciendo en Europa (El Mundo, 2010).
La situación se hace mucho más compleja en aquellos casos de estados “rescatados” del impago a través de los mecanismos conjuntos establecidos por las instituciones europeas y el FMI. Estos países han sido sometidos a la adopción de rigurosos programas de ajuste, donde se recrean las recetas fondomonetaristas aplicadas en el Tercer Mundo cuyos efectos sociales catastróficos han sido analizados en múltiples ocasiones. El amplio conjunto de medidas incluye una profundización en las prácticas neoliberales, donde no faltan la privatización de los bienes estatales, los recortes de gastos sociales, el congelamiento de salarios para los funcionarios públicos, entre otros.
Para tratar de “estandarizar” la austeridad, y evitar problemas similares en el futuro, en el seno de la Unión Europea, – sin lograr el apoyo del Reino Unido y la República Checa- ahora se trata de poner en funcionamiento un pacto con el objetivo de penalizar los desequilibrios en el presupuesto cuando pasan de ciertos rangos. En el nuevo Tratado para la Estabilidad, la Coordinación y la Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria, que debe entrar en vigor a inicios de 2013, se incluye una “regla de oro”, destinada a limitar el déficit estructural anual –excluyendo los gastos e ingresos de carácter cíclico- al 0,5% del PIB (EFE, 2012b). Al respecto, en su trabajo ¿Cómo crear una depresión? Feldstein (2012a), hace hincapié en que estos ajustes coartarán las posibilidades de funcionamiento de los “estabilizadores automáticos”[11] de la economía. Este último concepto –que puede compartirse o no- es útil para entender los efectos procíclicos que la aplicación de estos límites van a tener, a lo que podía agregarse el impacto social negativo de los recortes que se realicen en virtud del cumplimiento de la nueva legislación.
Estados Unidos, inmerso en una peculiar situación, también tiene su propia agenda de reducciones presupuestarias, donde la contracción del abultado presupuesto de defensa viene sumado el recorte del gasto en seguro social y seguro médico. Allí, donde la incertidumbre en el decursar de la crisis predomina, tras un intenso debate en el Congreso que se vio plagado de encontrados intereses demócratas y republicanos, se plantea una contracción del gasto gubernamental valorada en 2,4 billones de dólares en 3 años, un monto similar al tope aprobado para incremento de la deuda pública (Cobarrubia, 2012).
Japón, por su lado, se proyectó para el año fiscal 2012 un presupuesto de 90,3 billones de yenes, una cifra inferior al de 2011. Esto en la práctica significa el primer decrecimiento del presupuesto en seis años, sin embargo a esa suma han de adicionarse los 3,77 billones planeados para la las labores de reconstrucción y los 2,6 billones destinados a bonos especiales para pensionados, lo que convierte el gasto previsto en el mayor de la historia (The Japan Times, 2011 y Senra, 2012).
Pero la tranquilidad de la que habían disfrutado las cúpulas de poder para hacer y deshacer en materia de política económica, y que había predominado –salvo algunos momentos excepcionales- desde los primeros momentos de la crisis se viene acabando. Paulatinamente han comenzado a surgir movimientos contestatarios en el seno de los pueblos, golpeados por la crisis y las políticas reaccionarias que se vienen instrumentando. Como ejemplos pudieran mencionarse las manifestaciones del pueblo griego, el movimiento 15-M en España, y los síntomas de la indignación se han dado en muchos otros países, como Israel, -hasta Australia llegó el movimiento- y en Estados Unidos, donde se trata de Ocupar Wall Street como respuesta a la enorme desigualdad existente en ese país. Esta respuesta popular al menos abre las posibilidades para ir gestando una resistencia que evite la crudeza del impacto tal y como se ha transferido a las clases más vulnerables.
La “crisis de las soluciones” y las perspectivas para la economía mundial
Del análisis realizado hasta este punto puede extraerse la siguiente idea: La economía mundial ha quedado atrapada en la contradicción que surge de una crisis que no cesa y el agotamiento en los márgenes de maniobra para apuntalar la economía a través de la política económica. Mientras ello sucede, se va imponiendo la tendencia hacia el predominio de políticas procíclicas que contribuyen a profundizar y prolongar la debacle económica.
La nueva fase de desaceleración de la economía global ya se viene sintiendo por todo el orbe y comienza a reflejarse en los indicadores que se van dando a conocer. Vale la pena recordar que a inicios del año, el Banco Mundial (2012a) afirmaba que “en enero de 2012, el mundo está viviendo uno de los escenarios más pesimistas que se barajaban solo hace seis meses”.
Una aproximación a la posición que sostienen algunos de los organismos internacionales que prevén el desempeño futuro de la economía mundial puede contribuir a aclarar aún más las perspectivas inmediatas. Las Naciones Unidas, en el informe Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2012, afirmaban que “La economía mundial se encuentra al borde de otra crisis importante. El crecimiento de la producción se ha desacelerado considerablemente durante el año 2011 y para los años 2012 y 2013 se prevé que el crecimiento será anémico”. En este sentido, el organismo internacional está previendo tres escenarios, que abarcan el diapasón de posibilidades entre las cuales ha de moverse la economía global. El escenario base que ha concebido la ONU proyecta en 2012 que el incremento del PIB global será de 2,6%, mientras que de materializarse el escenario optimista podría esperarse una elevación del 3,9% y en el caso del pesimista de solo el 0,5%. Ha de notarse que dos de esas opciones expresan una disminución en el ritmo de crecimiento de la economía mundial (ONU, 2011).
El Fondo Monetario Internacional, entre septiembre de 2011 y enero de 2012 revisaba a la baja sus pronósticos de crecimiento en -0,7%. Para este organismo, la economía global deberá crecer durante 2012 un 3,3%, una tasa inferior al 3,8% del incremento registrado en año anterior (FMI, 2012).
El Banco Mundial (2012a), en sus Perspectivas Económicas Globales considera que la economía mundial crecerá en 2012 entre un 2,5% y un 3,1% o sea, cifras inferiores al 3,6% pronosticado en junio de 2011. Además en este estudio se proyecta una contracción del PIB en la zona euro del 0,3%, mientras para Estados Unidos y Japón el crecimiento será de apenas un 1,9% y 2,2% respectivamente. Los países subdesarrollados, por su lado, pasarían del 6% de crecimiento en 2011 al 5,4% en 2012.
Sobre estos últimos, es importante traer a colación la alerta que realizara John Saxe Fernández (2012), en el sentido de que la disminución en su ritmo de crecimiento puede conducir hacia un “acople recesivo” –o depresivo- a nivel mundial, donde las economías subdesarrolladas que hasta ahora habían sido menos afectadas por la crisis se incorporen –por múltiples causas- a una espiral recesiva. En algunos de estos casos, como Brasil, India y, en menor medida, Rusia, Sudáfrica y Turquía (Banco Mundial, 2012a), ya se están viendo una disminución en las tasas de crecimiento, aunque esta puede ser todavía más pronunciada.
No por gusto, para el profesor James Petras (2011) “la perspectiva social, política y económica para 2012 es extremadamente negativa. El consenso casi universal, incluso entre los economistas ortodoxos convencionales, es pesimista respecto a la economía mundial. Aunque incluso aquí sus predicciones subestiman el alcance y la profundidad de la crisis, hay poderosas razones para creer que 2012 será el principio de un declive mayor que el experimentado durante la Gran Recesión de 2008 a 2009. Con menos recursos, mayor deuda y una creciente resistencia popular a salvar el sistema capitalista, los gobiernos no pueden rescatar el sistema”.
El contexto futuro, también se verá especialmente influenciado por las tendencias del empleo[12] y la necesidad generalizada de crear nuevos puestos de trabajo que permitan alcanzar estabilidad en el crecimiento económico.
A inicios del mes de marzo una noticia recorría el mundo: “Lehman Brothers sale de la quiebra” (El Mundo, 2012), pero más que a una resurrección de la empresa, la noticia se dedicaba a informar sobre la liquidación final de sus activos para comenzar el pago de la enorme deuda contraída con los acreedores. Sin embargo, ¿quién compensa a los pueblos por el sufrimiento humano que han debido soportar tras el arribo de esta crisis?
Bibliografía
· El Mundo (2010). Reino Unido presenta el plan de ajuste más ambicioso desde la guerra. Elaborado por Eduardo Suárez. Publicado el 20 de octubre. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/20/internacional/1287579057.html (Consulta: 10 de Febrero de 2012).
· El Mundo (2012). Lehman Brothers sale de la quiebra. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/03/06/economia/1331052217.html

[1] Sobre la evolución de la crisis económica global entre 2007 y 2009 véase Andrés, Guillermo (2010). Análisis de la crisis económica mundial (2007-2009…) y sus perspectivas. Trabajo de Diploma. Tutor Dr. Osvaldo Martínez. Universidad de Matanzas “Camilo Cienfuegos”. Matanzas.
[2] Si se contabilizan los trabajadores “desalentados” o que dejaron de buscar empleo, el desempleo mundial subiría de los actuales 197 millones a 225 millones, y la tasa de desempleo aumentaría de 6% al 6,9% (OIT, 2012).
[3] Al respecto pueden resultar de interés los análisis de Robin Broad y John Cavanagh, del Institute for Policy Studies en su artículo ¿Qué nos dicen realmente las estadísticas del Banco Mundial sobre la pobreza?, sobre la metodología de los cálculos sobre la pobreza a nivel mundial y la posible subvaloración de este indicador. Disponible en: http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2012/nro417/eliminacion-pobreza.html
[4] Con independencia del “keynesianismo militar” practicado desde años anteriores.
[5] Véase Samuelson, Paul. Economía. Partes V-VI y VII. Decimocuarta edición. La Habana.
[6] Son miembros de este grupo:Alemania,Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá,China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea (G-20, 2011).
[7] En este sentido el congelamiento de salarios y otras medidas sobre el sector público que se han dado en torno a los ajustes resultan abordados dentro de la política fiscal.
[8] La política monetaria, se relaciona directamente con la oferta de dinero que el Banco central pone a disposición de la economía, mientras que son competencia de la política fiscal, los ingresos y gastos del estado, es decir, es la política que se asocia con el manejo del presupuesto de una nación.
[9] El Pacto de estabilidad y crecimiento europeo contiene cuatro criterios de convergencia que deben ser respetados para participar en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria y poder introducir, por lo tanto, el euro. Esta información se puede ampliar en: http://europa.eu/scadplus/glossary/ convergence_criteria_es.htm
[10] En el caso de la Zona Euro, la deuda pública representa el 87,4% del PIB. En el caso más crítico se encuentra Grecia, donde esta equivale al 159,1% del PIB, aunque en otros 3 países esta alcanza los tres dígitos (Eurostat, 2012a).
[11] El análisis de la CBO -Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos (CBO, por sus siglas en inglés)- denomina “estabilizadores automáticos” a las variaciones del déficit presupuestario inducidas por las condiciones cíclicas, según la teoría de que la recesión económica produce una disminución de los ingresos fiscales y un aumento del gasto público (principalmente, en la forma de prestaciones de desempleo y otras transferencias) que en conjunto contribuyen a la demanda agregada y de ese modo ayudan a estabilizar la economía (Feldstein, 2011).
[12] Actualmente en todo el mundo se encuentran desempleados 27 millones más de personas que al inicio de la crisis (OIT, 2012). Para febrero de 2012 el desempleo en Unión Europea alcanzó el 10,2%, y en el caso de España este se elevó al 23,6% (Eurostat, 2012b). Estados Unidos según fuentes gubernamentales, en marzo de 2012 registró el una tasa de desempleo del 8,2%, (BLS, 2012), y en el caso de Japón, aunque este indicador se encuentra relativamente bajo, se ha constatado una tendencia al alza en los últimos meses (Statistics Bureau of Japan, 2012).

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