Para Nación Andaluza, el Día de la Mujer Trabajadora no es una festividad, es un día de acción. Nada hay que celebrar y mucho por lo que luchar. La situación desigual y precaria, de explotación y sojuzgamiento que como mujeres, andaluzas y obreras soporta la mitad de nuestro pueblo, así lo demanda. Las feministas nominales, las que apoyan al Sistema, tratarán de convencernos de los progresos igualitarios concedidos por el régimen, en cambio, las feministas revolucionarias planteamos el día como una jornada de lucha, de levantamiento, denuncia y combate contra la dominación sexista.
El Sistema, como ante otras realidades, quiere aparentar equidad con actuaciones superficiales e intrascendentes, como el nombramiento de ministras, el número de mujeres en listas electorales o integrando excepcionalmente a mujeres en ciertos puestos laborales para demostrar esa voluntad, mera propaganda que esconde el mantenimiento estructural de la desigualdad de género. Mientras los gobiernos neo-liberales y españolistas toman estas medidas destinadas a embaucarnos, en el Estado Español se practican políticas de perpetuación de la discriminación y la desigualdad para con las mujeres trabajadoras andaluzas, potenciadas y fomentadas por quienes crean y sacan provecho de toda esclavitud social, nacional y asalariada: el Capital.
En nuestro país las mujeres sufrimos una triple tipología opresiva; de género, nacional y de clase. De género porque la mujer andaluza es utilizada como objeto y mercancía de satisfacción sexual y reclamo al consumo, como esclava domestica sin derechos, como máquina de reproducción y adoctrinadora familiar en la sumisión, como víctima de la violencia sexista, culturalmente inducida y legitimada por el patriarcado burgués desde hace siglos. Nacional porque es parte de un pueblo destinado a la dependencia y la precariedad permanente, formando el estrato más bajo, reservado a servir como mano de obra barata y ocasional. De clase por el hecho de ser trabajadoras, de formar parte del sector social destinado a la esclavitud asalariada. Más extrema si cabe es la situación si se es mujer inmigrante o con una orientación sexual distinta a la asignada.
Liberación de género, popular y de clase constituyen aspectos y facetas específicas pero inseparables del proceso único y común de liberación nacional y social del pueblo trabajador andaluz. En la Andalucía negada, oprimida y subyugada, las mujeres nunca tendremos derecho ni oportunidad real a ser y decidir por nosotras y para nosotras, en libertad. El movimiento feminista andaluz debe ser una herramienta para acabar con un sistema político, social y económico, que se alimenta en y de la desigualdad. Sin destruir las estructuras que originan y legitiman toda opresión, no habrá liberación para la mujer. Las mujeres de Nación Andaluza no apostamos por la vía participativa en una sociedad esencialmente injusta y sexista, sino por la revolucionaria. Los derechos no se piden o se conceden, se conquistan. Sólo acabando con la opresión nacional, con todo privilegio de clase y género o la explotación social y obrera, derrotado al imperialismo capitalista españolista, la mujer andaluza podrá ser libre. No habrá nunca una Andalucía libre sin mujeres libres, ni andaluzas libres sin una Andalucía libre.
¡Contra la opresión nacional, obrera y patriarcal, lucha popular!
¡Por Andalucía libre y socialista!