Por Diego Borja Cornejo
Durante
el Enlace Ciudadano No. 375 de este sábado 31 de mayo, el Presidente
señaló varios de los argumentos que le habrían conducido a apoyar la
decisión de Alianza PAIS y pedir a su bloque parlamentario que dé paso a
una enmienda de la Constitución, para hacer posible la reelección
indefinida.
El
principal argumento del Presidente es el cambio que se habría operado
en la realidad. "Vendrán tiempos difíciles –dijo-, hay una restauración
conservadora (...) esas fuerzas de derecha, esas fuerzas retrógradas que
estaban aturdidas, desconcentradas, dispersas, ya se han unido
nuevamente. Con estrategia de poder. Con instrumentos poderosísimos".[1]
Frente
a este rearme de la derecha, cabe preguntarse, ¿es la modificación de
la Constitución para permitir la reelección indefinida del Presidente,
la mejor alternativa?.
Desde
mi perspectiva esa es la peor alternativa. En primer lugar, abandona la
tesis inicial de la Revolución Ciudadana que se miraba a sí mismo como
una alternativa de democracia avanzada contra el antiguo régimen de la
"partidocracia". En tal sentido proponía romper con los vicios
caudillistas y mesiánicos que habían caracterizado a la democracia
ecuatoriana y proponía la primacía de la participación ciudadana y la
dirección política colectiva.
En segundo lugar, debilita y restringe la
necesaria formación de cuadros de dirección de relevo y con ello la
penetración de la democracia dentro de la propia organización política
del gobierno – Alianza PAIS-.
En tercer lugar, consolida el poder de la
burocracia y de la tecnocracia ya que buscará "la eficacia del poder",
más que "el ejercicio de la representación" y menos aún la efectiva
expresión del poder ciudadano y el control democrático sobre las
instituciones del Estado.
En cuarto lugar, en vez de ampliar la base de
apoyo social para alcanzar un mayor apoyo democrático a las conquistas
sociales supuestamente amenazadas –una democratización de la
democracia-[2], opta por establecer un diálogo solamente con la clase
política.Puesto que, de forma contradictoria con el propio discurso del
Presidente, se propone la enmienda constitucional señalando que esta
beneficiará a "todos los cargos de elección popular", lo cual incluye a
lo que el Presidente considera los representantes "de la amenaza de la
restauración conservadora".
En quinto lugar, se crea, como realidad o
ficción, al enemigo externo: la "restauración conservadora", pero se
omite o se disminuye la mirada hacia los déficits internos de la
revolución ciudadana como son: la restricción a la liberta de
organización, movilización y expresión, la exclusión de fuerzas sociales
y políticas que la constituyeron inicialmente, la incorporación de
fuerzas de la vieja "partidocracia" a sus filas, el impulso de piezas
clave del accionar neoliberal al que se le ataca en el discurso, como
son la negociación de un TLC con Europa, el retorno del FMI a vigilar la
economía [3], la criminalización de la lucha social, etc.
El
otro argumento esbozado por el Presidente es que la enmienda
Constitucional sería el "mal menor". El "mal mayor" sería el peligro que
se cierne sobre el "proyecto político" desde una "derecha
transnacionalizada", el riesgo de "volver al pasado", "el retorno del
dominio de las élites".
Si
se modifica la Constitución en el sentido pedido por el Presidente,
todos los cargos de elección popular podrían ser reelectos de manera
indefinida. Esto implicará, necesariamente que haya una carrera
desenfrenada desde los representantes de juntas parroquiales hasta la
Presidencia de República por usar los mecanismos del poder, a los que
los ya electos tienen acceso, para utilizarlos a cualquier costo y de
cualquier manera –no siempre legítimas- con el fin de perennizarse. Esto
implicará que los mecanismos profundamente antidemocráticos del
clientelismo y el palanqueo, se consoliden en todos los niveles.
Esto
implicará que las lógicas cortesanas de los "ya electos" se consoliden
en su máxima expresión para no perder el favor de quienes toman las
decisiones de determinar los candidatos.¿No son estos riesgos un mal
mayor para la democracia? ¿No es todo esto un mal mayor del mismo nivel o
peor que una posible "restauración conservadora"? Es más, ¿que
diferencia existe entre el incentivo que habría para esos
comportamientos políticos, en caso de reelección indefinida, frente a lo
que puede significar el proyecto de los conservadores?.
He
señalado anteriormente que el problema no es la alternancia democrática
en el sentido que lo usa el argumento liberal y neoliberal.[4] Con
alternancia democrática el Ecuador sufrió por décadas la exclusión
social, la pobreza extrema, la corrupción rampante, el entreguismo
desembozado de nuestros recursos naturales, la inestabilidad política.
El
problema es que la reelección indefinida da paso a la entronización de
una persona o un grupo de personas en el poder y con ello a los vicios
que esto genera. En primer lugar, se provoca la configuración de
círculos de poder, que emana del control burocrático de las
instituciones del Estado (Ejecutivo, Parlamento, Justicia, Poder
Electoral). Aquellos maximizan su permanencia en los espacios de poder.
Para esto, acuden a mecanismos clientelares, que corroen también la
expresión autónoma de grupos y movimientos sociales que algún día fueron
contestatarios. Igualmente, mantienen vínculos de mutuo beneficio con
grupos de poder económico, interesados en resguardar el actual estado de
cosas y opuestos, esencialmente, a la transformación. ¿Qué interés
puede haber para fortalecer la democracia participativa y deliberativa?
¿Qué interés hay para la vigilancia ciudadana de los poderes del Estado?
Ninguno.
En
segundo lugar, generan una cultura política cortesana. Esto es, la
práctica de quienes ya detentan el poder es servir y condescender con el
gran asignador de poder –sea este una persona o un grupo-. Se instala
en la sociedad la cultura en la cual quienes ocupan cada uno de los
eslabones en la pirámide del poder son complacientes y se complacen
entre sí. Se esfuma todo espacio para la autocrítica, para la ruptura de
los círculos viciosos enemigos de la transformación, para la
discrepancia que contribuye a la mejora continua, para la
democratización de la democracia, renovando las prácticas y la
conciencia.
La verdad emana del Gran Asignador de poder y es repetida
por la resonancia cortesana en cada eslabón de la pirámide. Quien
cuestiona la verdad oficial cae en desgracia y es expulsado del círculo.
Se crea un incentivo permanente para callar y aplaudir, aún si se está
consciente del error. Entonces quienes no detentan el poder son
contaminados con esa lógica y la connivencia se instala en la sociedad.
Esto, en su cara más fea, hace que también se instale el miedo,
coartando la expresión creadora de los individuos y las colectividades.
En
tercer lugar, se anquilosa la representación del deseo colectivo en la
voluntad del personaje ungido y de su círculo, con lo cual el
mantenimiento en el poder se convierte en el único objetivo del grupo
dirigente. La energía colectiva se represa, la ebullición política,
alrededor del surgimiento de líderes se enfría y la sociedad entera pasa
a depender de una persona con toda su vulnerabilidad humana.
La
transformación de la democracia en el Ecuador no requiere elevar a Ley
la reelección indefinida. Esta requiere superar los límites impuestos
por la "alternabilidad democrática" de viejo cuño. En términos prácticos
esto significa dejar los artículos 114 y 144 de la Constitución tal
como fueron aprobados por las casi dos terceras partes de los
ecuatorianos en el 2008; y concentrar el esfuerzo político para
modificar la forma de operación del Consejo Nacional Electoral (vgr. la
decisión sobre la propuesta de Consulta de los Yasunidos); para
consolidar una instancia justa de reclamo electoral para quienes nos
sintamos vulnerados por las decisiones en esa materia; para instaurar un
sistema de reparto de los votos que respete el principio de
proporcionalidad que prevé la constitución (artículo 116); para respetar
la prohibición de usar la infraestructura estatal con fines electorales
(artículo 115).
Y si es verdadero el discurso que se quiere ir más allá
de las formas que el Presidente endilga a los conceptos liberales de
democracia, bien podría tomarse el ejemplo del Uruguay en su sistema
electoral y propiciar alianzas políticas basadas en propuestas
programáticas e ideológicas, para romper los cacicazgos locales ; la
democratización interna de los partidos y movimientos políticos; los
mecanismos de definición de candidatos dentro de las organizaciones
políticas; la asignación proporcional de los votos, etc.
No menos democracia, siempre más Democracia.
Referencias:
[1] Escuchar Enlace Presidencial No 375 entre el minuto 57 y el que corresponde a la 1 hora 13 minutos. Ver:http://www.forosecuador. ec/forum/ecuador/pol%C3% ADtica/5563-enlace-ciudadano- 375
[2] Ver nuestros textos al respecto:http://www. poderciudadano.ec/editoriales/ 125-democratizar-la- democracia-i.html y http:// www.poderciudadano.ec/ editoriales/126-democratizar- la-democracia-ii.html
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