María Galindo
Como ya lo he dicho muchas
veces, la propuesta de despatriarcalización es de mi autoría. El Gobierno está
plagiando el concepto, pero, al mismo tiempo, vaciándolo de contenido, como
viene haciendo con todo contenido ideológico que nace por fuera de su control.
Quiere devorárselo todo, con la glotonería de un aparato que no tiene capacidad
de discernimiento.
La propuesta, desde el Gobierno hacia las mujeres, se reduce al porcentaje de
mujeres en el gabinete, diputaciones, senaturías o alcaldías. La ley que garantiza
a las mujeres una vida sin violencia es pura retórica y de ella no ha salido,
ni saldrá, la reglamentación; ha tirado los temas de violencia al campo penal,
que está saturado, que es caro y que está sujeto a mayores niveles de
corrupción. Por último, el fascistoide bono Juana Azurduy denigra la
combatividad y locura de la Juana de América y subraya un concepto intrínseco
al Estado patriarcal, cual es el de reducir a las mujeres a la calidad de
reproductoras.
Estas propuestas reeditan las que cocinó el neoliberalismo a través de los organismos internacionales, no hay ninguna novedad y su base ideológica es el liberalismo y no la despatriarcalización.
El concepto de despatriarcalización pone en juego el contenido de la descolonización. No se puede descolonizar sin despatriarcalizar, porque la complicidad colonizador/colonizado se construyó sobre la base del intercambio de mujeres como botín de guerra, o como vehículo de alianzas políticas.
La disputa por el control del acceso sexual a las mujeres indígenas fue parte estructural del proceso de colonización, y ése es el gran tema omitido de la reflexión. Asumirlo supone la revisión misma de nuestras raíces más profundas. Nos obliga a entender que somos una sociedad culturalmente bastarda y que los "usos y costumbres de los pueblos” son un producto imposible de deslindar de sus raíces coloniales. El ejemplo más claro de ello es la criminalización del aborto, que es un mandato judeocristiano colonial.
Dicen las masistas que en la Cumbre del G77 discutirán en torno de la despatriarcalizacion... Me río cuando los escucho entrar en el concepto, por la ausencia de ideas; sin embargo, quiero hacer conocer públicamente que hemos solicitado nuestra acreditación como movimiento en la Cumbre. Nos basamos en el derecho que tenemos como movimiento organizado, como ideólogas de la despatriarcalización y porque el evento está siendo organizado con fondos públicos.
No se trata de que nos traguemos que estas cumbres van a ningún lado, sabemos que se trata de escenarios de retórica que más funcionan como elementos de política interna movilizadora de falsas imágenes que sobre la magnitud del proceso boliviano, pero eso no quita nuestro derecho de participación.
La ministra de Autonomías no nos ha respondido siquiera. Seguramente, sin respondernos nos cerrarán la puerta, sin tener que decirlo explícitamente. Por si se hacen la ilusión de estar anulándonos con la exclusión, les decimos que ello no afecta ni un poquito nuestra legitimidad social ganada en la calle. El espacio de las Mujeres Creando en la sociedad boliviana es un territorio autoinventado y construido colectivamente sobre la base de rebeldías sociales imborrables.
El plagio del concepto de despatriarcalización representa el impacto de nuestro pensamiento. Sabemos que el poder creativo está de nuestro lado; mientras que en sus escritorios de ministras, la única discusión permanente es quién saca más ventaja o ejerce mejor su rol de llunku.
Despatriarcar es un verbo, es una acción política que destituye al patriarca de su poder y su autoridad, en todos y cada uno de los ámbitos: desde la cama hasta la calle, desde la historia hasta la ley...
Hay demasiada tarea por hacer como para darles el gusto de paralizarnos ante sus plagios y abusos. Hay mucho por repensar y mucho más por despatriarcar. Les regalo este último verbo, que nombra mejor que ninguno la práctica política feminista.
No lo encontrarán en el diccionario, y si de palabras, ideas y conceptos se trata, nuestras huellas van creándolas a cada paso. No por nada somos las Mujeres Creando las que hemos entendido que la primera tarea de nuestra lucha es la creación continua.
María Galindo es activista de Mujeres Creando.
No por nada somos las Mujeres Creando las que hemos
entendido que la primera tarea de nuestra lucha es la creación continua.
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