El fortalecimiento y empoderamiento de la mujer mapuche hará mas rico el proceso en busca de la autonomía. La identidad es lo que nos diferencia de los movimientos feministas que reconocen a un sujeto mujer global, nosotras antes que nada somos mapuche y nuestra lucha e intereses están abocados a los de nuestra gente...
Por Isabel Cañet.
FUENTE: Tañin Rakizuam
A propósito del 8 de marzo, día internacional de la mujer trabajadora, día reconocido y promovido por Naciones unidas desde hace ya 100 años. Quiero expresar algunas reflexiones sobre la mujer. Particularmente sobre la mujer mapuche, nación a la cual pertenezco orgullosamente.
Las mujeres mapuche somos herederas de una historia, de una cultura y una fuerza que aun nos mantiene en pie (al igual que muchas otras mujeres en el mundo, digo, para no caer en étnocentrismos). Pues si bien poco o nada se realza en la historia oficial chilena, e incluso en la mapuche, de la participación social, política y económica de nosotras a lo largo de nuestra resistencia como pueblo, en la actualidad seguimos siendo parte activa e importante en la lucha por nuestros derechos individuales y colectivos.
El papel o rol de la mujer mapuche a lo largo de nuestra historia ha pasado discursivamente de la mujer guerrera como Janekeo (quien lideró a tropas militares mapuche en tiempos de la guerra contra España), a Wakolda y Fresia en el siglo XVI. Luego en la Invasión del Estado Chileno a nuestro país en la llamada “pacificación de la Araucanía”, las mujeres mapuche toman un rol más restringido al hogar y la crianza de los hijos, sufriendo igualmente los embastes de la colonización.
En los años posteriores, post-pasificación a la actualidad, poco o nada se ha hablado de nuestra participación, derechos particulares, anhelos políticos y económicos como género, pero sin duda han existido experiencias:
La Federación Araucana, caracterizada por su tradicionalismo cultural, fue la primera organización que incorporo a una mujer en su directorio: Herminia Aburto Colihueque fue secretaria de la organización en el año 1933 y se presentó a las elecciones municipales. A pesar de que no tuvo gran éxito, fue un gesto simbólico de mucha relevancia, considerando que recién en 1931 se había logrado para las mujeres, el voto municipal y su representación en esas elecciones.
En abril de 1939, la Sociedad Femenina Araucana Fresia, participo en el Congreso Nacional Araucano y la reunión contó con la asistencia de dos otras organizaciones de mujeres mapuche: La Sociedad Femenina Tegualda de Chol Chol y la Alianza Femenina de Quecherehue. (C. Matus, 2009)
Como podemos ver ya en el siglo pasado existió la búsqueda de la participación plena en la sociedad, con identidad propia, en todos los espacios, y por las propias mujeres mapuche. No es una búsqueda reciente, ni necesariamente atribuible a la influencia del movimiento feminista global (ya que mucha investigación en esta materia no existe, para afirmar lo contrario), pero sin duda los obstáculos han sido muchas veces mayores que para las mujeres no mapuche. El tema de la discriminación ha sido sin duda un tema preocupante, pues la triple discriminación aun está vigente: discriminación por ser mujer, por ser mapuche y muchas veces por contar con una condición socioeconómica deficitaria.
Todavía existe discriminación en las políticas públicas, donde no hay distinción en las intervenciones sociales, no considerando nuestra identidad. Tema que se transforma en una discriminación analítica ya que se estudian los procesos sociales de las mujeres en chile y muchas veces se obvian los procesos de los pueblos indígenas en esta materia. Por ejemplo cuando Bachelet asumió como presidenta se decía que por fin las mujeres habían logrado la igualdad, pero lo cierto es que no cualquier mujer, sino que la mujer blanca con fenotipos europeos y descendiente de la de la elite chilena, la misma que invadió nuestro país en “esa pacificación”.
El tema de la equidad de género o genero simplemente, parece ser un tema tabú en la sociedad mapuche actual, incluso en las nuevas generaciones que cuentan con mayores estudios formales, e incluso entre las propias mujeres mapuche jóvenes y profesionales ¿Será que tenemos tantos problemas que no nos hemos puesto a pensar sobre este tema? ¿Será que no es relevante? ¿o será simplemente que existe un miedo infundado de crear “divisiones” dentro de nuestra propia sociedad?
Creo sinceramente que no debiera ser así, ya que el fortalecimiento y empoderamiento de la mujer mapuche hará mas rico el proceso en busca de la autonomía. La identidad es lo que nos diferencia de los movimientos feministas que reconocen a un sujeto mujer global, nosotras antes que nada somos mapuche y nuestra lucha e intereses están abocados a los de nuestra gente. Con esto también decir que no es necesario tildar de feminista a una mujer que habla y lucha por este tema (como en algunos casos al que habla más sobre derechos y política lo tildan de comunista), altura de mira simplemente pu lamgen.
Lamentablemente tengo la sensación que algunos hombres mapuche miran con cierta desconfianza el concepto de género. Mientras tanto en el subconsciente colectivo de nuestra sociedad se sigue fomentando el discurso de la complementariedad y la designación de roles, justificando con esto muchas veces discriminación y violencia a la mujer en nuestra propia sociedad. Asunto que no se puede permitir, y ante el cual no podemos taparnos los ojos.
No quiero decir con esto último que no comparta el concepto y discurso de “la complementariedad”, el tema es que en la práctica no es así. En muchos casos, es como el concepto de “interculturalidad” que en la práctica todos sabemos que no lo vivimos en el día a día, que no es real, pero que “suena bonito”. Si asumimos que la cultura es dinámica, que cambia, que ahora utilizamos celular, notebook, autos e internet entre otros, tenemos que asumir también que los roles al interior de nuestra propia sociedad cambian.
Muchos cambios están influenciados por factores como la migración, la urbanidad, la escolarización, el trabajo y la necesidad entre otros. Hay que dejar de taparnos la vista y pensar en la mujer mapuche como una agente activa en nuestra lucha diaria, en todos los planos; político, social, económico y etc. Hoy las mujeres mapuche debemos avanzar hacia nuestro empoderamiento individual y colectivo como género.
Sin duda tenemos demandas y necesidades particulares en las que avanzar como mujeres y esto no nos hará cesar en nuestras demandas y necesidades como pueblo, al contrario, nos fortalecerá para aportar mayores elementos a esta, pudiendo avanzar como pueblo en conjunto y a pasos significativos donde todas y todos ganamos.
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