Montserrat Boix es
periodista. Trabaja en la redacción de los Servicios Informativos
de Televisión Española desde hace más de 20 años. Pero además es una
mujer comprometida y volcada en la lucha por la igualdad de género.
En 1996 creó “Mujeres en Red”,
una plataforma digital que tiene como objetivo la defensa de los
derechos humanos y de manera específica el combate contra la desigualdad
en derechos entre hombres y mujeres.
Desde Vitoria-Gasteiz, donde
imparte un taller sobre las herramientas estratégicas presentes en
Internet para la defensa de los derechos de la ciudadanía, reflexiona
sobre los logros y retrocesos alcanzados en materia de igualdad. Es
águda en su análisis. Critica, entre otras cuestiones, que "la crisis se
intente superar a costa de las mujeres".
Pregunta.
Parte de los contenidos emitidos por televisión perpetúan y potencian
actitudes machistas. ¿Por qué no se actúa con más contundencia contra
esta tendencia?
Respuesta.
Por una parte, la imagen de la mujer maneja mucho dinero a varios
niveles. En la publicidad los modelos y estereotipos de las mujeres que
nos venden no son inocentes y casuales. Los periódicos tradicionales se
financian con anuncios de prostitución. Y tienen la desfachatez de
defender que los tienen que los mantienen para resistir la crisis. Es
decir, la crisis de la prensa escrita se supera a costa de los cuerpos
de las mujeres. Eso de entrada. Y por otra parte, no hemos avanzado en
hacer visibles a las mujeres desde enfoques en positivo.
Después de los
muchos esfuerzos que se hicieron para visibilizar la violencia de
género, que sigo defendiendo que tiene que mostrase para combatirse,
hemos conseguido otro resultado que no buscábamos: que la gran mayoría
de las veces que estos espacios mencionan a mujeres es para denunciar
episodios violentos. Ahora estamos en ese mapa, con una publicidad y
series de televisión vendiendo modelos desajustados y con las noticias
volcadas en la denuncia del maltrato pero carentes de información
femenina de otra índole. Ante este panorama que nos desagrada ¿tenemos
que esperar que los medios de comunicación reaccionen?.
No. No creo que
funcione la autorregulación. Los medios de comunicación no están
dispuestos a poner esos límites necesarios, hacen prevalecer sus
intereses. Se ha demostrado también claramente con el horario infantil.
Deberían ser los gobiernos los garantes de la defensa de la ciudadanía
pero quién se atreve a entrometerse cuando los propios periodistas
siguen alegando en nombre de la libertad de expresión que no se
intervenga.
P.
Internet es una continuidad del mundo real y de esos modelos machistas
persistentes. Usted habla en sus talleres de posibilidades y riesgos de
la red ¿son mayores estos últimos?
R.
Antes hablábamos de la vida presencial y de la digital. Yo no es así.
Están fusionadas porque la digital está permanentemente con nosotros. Y
por lo tanto, los niveles de riesgo están en la vida. No hay que
demonizar las herramientas pero sí tenemos que reflexionar sobre cómo
utilizarlas en plan positivo y que no repercutan negativamente. Los
'washup' son instrumentos muy invasivos pero se pueden utilizar de forma
que no lo sean al decidir con quién me comunico, a qué hora, sobre qué y
para qué.
P. Entre las posibilidades que ofrece el mundo digital resalta por encima de otras el empoderamiento de la mujer, ¿por qué?
R. Ya no hablo tanto de ciberfeminismo sino más de tecnopolítica,
la potencia de las multitudes conectadas. Tenemos que tomar conciencia
de que estas herramientas digitales son claves para la participación
ciudadana, para cambiar el mundo e intervenir el él. Se trata de hacer
la siguiente reflexión: lo que yo pienso es importante y he de
compartirlo. Y esta tarea de empoderamiento personal se conecta gracias a
Internet con el colectivo y nos lleva a una transformación. Trabajar en
este proceso es la clave del empoderamiento de las mujeres, es
especial, que es el que a mí me importa porque históricamente hemos
sufrido un déficit considerable. Pero este ejercicio es algo que las
mujeres no nos permitimos. Estamos menos acostumbradas al espacio
público y esa carencia se nota también en la red. Además muchas
feministas todavía tienen tecnofobia.
P. ¿Y por qué ese miedo?
R.
Sigue pesando mucho el tema del tiempo. Las mujeres, con doble jornada,
triple jornada ... siempre tienen la sensación de que les falta y no
quieren dedicarlo a esto de las redes. Hay que darle la vuelta y
convencerles de que no se trata de una pérdida de tiempo sino de abrir
una puerta para que cada una decida qué hacer con esa nueva posibilidad.
No podemos decidir sino estamos dentro. Si no entran en el mundo
digital, se condenan a la exclusión social. Hay que luchar contra eso.
P.
Muchos piensan que se ha sufrido un retroceso en los avances
conseguidos por la mujer. Mientras algunos culpan a la crisis o otros
apuntan a los gobiernos como principales responsables. ¿Usted que
piensa?
R. Aprovechan
la crisis para escudarse tras ella. Se intenta superar la crisis a costa
de las mujeres y de la igualdad. En temas laborales está siendo así,
pero es una excusa, no se debe hacer. A excepción de la regresión
planteada por Gallardón, hemos avanzado en leyes. Quizás habría que
perfilarlas y sería importante empezar a cumplirlas. Hace unos años, los
primeros del Gobierno de Zapatero, la Igualdad estaba en el centro del
discurso gubernamental y se avanzó en formación y se trasladó a muchos
aspectos de la sociedad. Ese discurso penetró. Y ahora, aunque nos lo
vayan a poner difícil con el cambio de leyes, las mujeres ya no están
dispuestas a asumir determinados roles, estén en los partidos que estén y
estén en los ámbitos que estén. Hay una parte de la historia social
cotidiana que no tiene vuelta atrás. Me encuentro muchas mujeres que de
entrada no se apuntarían al concepto de feminista y luego lo son.
P. ¿Quiere decir que hay mujeres que son feministas pero que no lo saben?
R.
Sí. Tienen muy claro que el tema de igualdad es prioritario y que no
van a ceder en ese sentido. Y muchos hombres también. Pero el término
feminista está muy desprestigiado. El movimiento feminista ha sido
vanguardista y ha planteado las contradicciones del patriarcado y ha
sido muy duro porque toca el núcleo de poder considerablemente. Plantea
un nuevo pacto entre hombres y mujeres. Con algo tan básico como el tema
de la paridad, significa que si hay diez puestos y tiene que
repartirse, algunos se van a quedar sin puesto. Y eso les molesta pero
estos cambios tiene que ver con justicia social. Ahora pretenden que
vayamos hacia atrás pero quien lo pretende se está equivocando porque la
propia dinámica de la sociedad enfoca hacia la igualdad.
Este problema lo vemos también en las nuevas formaciones políticas que se presentan como nuevas alternativas al poder estructural. Y resulta que no conseguimos que esos líderes hablen de patriarcado y de igualdad. Y el núcleo duro siguen siendo varones aunque incluyan mujeres. No me preocuparía si tuvieran incorporado el feminismo en su análisis, pero pocas lo tienen.
P. En la política se ha avanzado pero ¿nos faltan referencias femeninas o líderes en otros ámbitos?
R.
Nos falta directamente masa crítica. No la tenemos. En las 2.500
empresas más importantes del planeta, han pasado de un 3,5 a un 4,1 % de
presencia de mujeres en los consejos de administración. En los espacios
económicos no estamos. No hay más que ver las fotos de las cumbres,
todos los que salen son varones. Canta mucho. Y por su propia vivencia,
por su experiencia social, las mujeres, acostumbradas a vivir en la
adversidad, a bregar con varias actividades al mismo tiempo, a una
gestión del tiempo mucho más compleja pueden incidir de manera más
interesante en las empresas.
P. Usted hace hincapié en que no solo se trata de contar mujeres. No se trata de 'mujerismo' sino de feminismo. Explíquese.
R.
A partir de que se normalice la presencia de mujeres en los espacios
públicos o paralelamente a esta normalización hay que reclamar el
desarrollo de las políticas de igualdad. Estamos consiguiendo que se
cuenten mujeres pero no es suficiente. Es un primer paso. Hay muchos que
piensan que como ya tiene a mujeres en sus filas, que ya han cubierto
el expediente. No. Hay que pensar en todas las implicaciones sociales.
Este problema lo vemos también en las nuevas formaciones políticas que
se presentan como nuevas alternativas al poder estructural. Y resulta
que no conseguimos que esos líderes hablen de patriarcado y de igualdad.
Y el núcleo duro siguen siendo varones aunque incluyan mujeres. No me
preocuparía si tuvieran incorporado el feminismo en su análisis, pero
pocas lo tienen.
P. La educación reglada ¿reproduce esos modelos arcaicos sobre la mujer?.
R.
En educación hay un problema de crisis en general. Es tan grave que,
ante nuestras reivindicaciones nos responden que cómo van a pensar en
igualdad si apenas hay recursos ni para abrir nuevas escuelas públicas o
sostener las vigentes. Es complicado de gestionar. Pero insisto: todo
esto no se puede hacer a costa de la igualdad porque debe situarse en el
núcleo central de las estrategias a desarrollar para ese cambio social.
Para mi es impensable que alguien que trabaje desde lo social no sea
feminista.
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