martes, 1 de noviembre de 2011

Un comentario desde China: El verdadero problema de las economías occidentales


Cuando los líderes de las economías más poderosas del mundo se preparan para reunirse en la ciudad costera francesa de Cannes, a mediados de esta semana, en lo que será la sexta cumbre del Grupo de los 20 (G20), las preocupaciones sobre el estado de la economía global son todavía muy grandes.

Más de tres años después de que Lehman Brothers, por aquel entonces el cuarto banco de inversiones más grande de EEUU, se declarara en bancarrota causando una crisis financiera global que ha provocado que la economía mundial sufra su recesión más grave desde la Segunda Guerra Mundial, los inversores y legisladores todavía luchan a contrarreloj para estabilizar los mercados financieros, impulsar la confianza de los inversores y fomentar el frágil crecimiento económico.

Con la economía de EEUU, la mayor del mundo, habiéndose ralentizado bruscamente, y la eurozona envuelta en una crisis de deuda soberana que amenaza con acabar con el ambicioso proyecto de divisa única de Europa, uno no puede dejar de preguntarse cuál es el problema de la economía mundial, o más específicamente, cuál es el problema de las economías occidentales.

LA PAJA EN EL OJO AJENO

En los últimos siglos, a las economías desarrolladas se las ha denominado como "avanzadas" con razón. Han liderado él crecimiento de la economía mundial, y han ayudado a muchos países desarrollados a crear empleo y a prosperar a través de un robusto sistema transfronterizo de comercio e inversiones.

Pero los últimos años, desde EEUU, a Europa y Japón, las economías avanzadas no solo están experimentando una crisis tras otra, poniendo en riesgo la economía global en su totalidad, sino que parece que también han perdido su habilidad de lidiar con las crisis de una manera inteligente y honesta.

Aun así, algunos políticos occidentales han elegido culpar a todo el mundo de sus propios problemas.

Por ejemplo, han culpado de los altos precios de las materias primas al robusto crecimiento de la demanda en las economías emergentes, mientras que las políticas monetarias ultra laxas de las economías avanzadas están causando una intensa especulación de mercados y burbujas de activos.

En la víspera de la Cumbre del G 20, algunos están intentando culpar de la crisis financiera y de la frágil recuperación de la economía mundial al régimen de cambio de divisa extranjera de China.

Si los políticos occidentales siguen utilizando a China como cabeza de turco, no solo agudizarán la decepción y la frustración de las economías emergentes, sino que también perderán la oportunidad de enfrentarse a los problemas fundamentales que crearon la crisis en primer lugar, y a las deficiencias sistemáticas que están obstaculizando sus esfuerzos para conseguir un desarrollo económico fuerte, equilibrado y sostenible en el futuro.

LOS VERDADEROS PROBLEMAS

Es ampliamente aceptado que el colapso del mercado inmobiliario de EEUU ha sido la causa principal de la crisis financiera global, y que las prácticas financieras innovadoras, o a veces fraudulentas, han ayudado a extenderla por el mundo. La supervisión inadecuada por parte de los gobiernos también tiene parte de culpa.

Si el sector financiero no puede ser controlado de una manera más adecuada, un Wall Street obsesionado con la especulación y el fraude continuará frustrando los esfuerzos para reavivar el crecimiento económico.

Para los países de la eurozona, la actual crisis de la deuda se ha convertido en un alto precio que pagar por la implementación deshonesta del tratado de la unión que estipula que el déficit de sus países miembros no puede superar el 3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de cada país, y que la deuda pública no debería superar el 60 por ciento del PIB.

Desde que se creó la eurozona, no solo los estados llamados periféricos, como Grecia, han violado repetidamente las normas del tratado, sino que otros miembros también lo han hecho.

Cuando ninguno de los miembros de la eurozona se toma en serio las normas diseñadas para proteger la integridad de la unión, su credibilidad como grupo se pone en entredicho, y lo más seguro es que se provoque una nueva crisis.

Después de la deshonestidad, la incompetencia política de unas cuantas economías occidentales es otro punto que causa preocupación.

EEUU, antes conocido por su eficiencia y gran habilidad de alcanzar compromisos difíciles, no ha estado a la altura de su reputación, con los demócratas y los republicanos siendo incapaces de dejar a un lado sus diferencias para poder alcanzar el bien nacional. Como dijo Abraham Lincoln, una casa dividida ante sí misma no puede mantenerse.

De manera similar, parece que a los 17 miembros de la eurozona se les ha olvidado que cuando cambiaron sus divisas individuales por el euro, se estaban comprometiendo a un destino común.

LA UNICA SOLUCION

No existe una solución rápida para la actual crisis financiera, pero siendo dolorosamente honesto con uno mismo es el primer paso en la dirección adecuada.

Las economías occidentales solo pueden culparse a sí mismas. Deberían examinar qué es lo que ha ido mal con sus sistemas, y dejar a un lado sus diferencias para resolver la crisis todos juntos.

Tanto EEUU como Europa son mercados de exportación cruciales, y también socios económicos estratégicos de China. Por lo tanto, en vez de regodearse, China también se ve afectada por las persistentes turbulencias económicas de las economías avanzadas.

La inminente cumbre del G20 ofrece una nueva oportunidad para que la comunidad internacional se enfrente a los retos más difíciles que presenta actualmente la economía mundial.

Esperemos que la honestidad y la cooperación se impongan a los perjuicios y la estrechez de miras.(Xinhua)
01/11/2011

(Tomado de Pueblo en Linea en Español- China)


No hay comentarios: