Alberto Couriel - Senador del E 609, Frente Amplio
El capitalismo financiero muestra reiteradas crisis que afectan los mercados financieros mundiales y tienen consecuencias económicas, sociales y políticas. El régimen capitalista no está en juego, por su capacidad de innovaciones y la velocidad de los cambios tecnológicos, pese a las desigualdades sociales. Pero sí su actual fase de predominio financiero.
En estos días los mercados financieros continúan con procesos de alta volatilidad y de fuerte incertidumbre. Una mirada de la situación muestra la influencia de los factores políticos. En EEUU surge con nitidez la debilidad del presidente Obama. Paul Krugman entiende que tuvo varias oportunidades legales para resolver directamente el tope de la deuda, incluso cuando los demócratas eran mayoría. Pero confió, con cierto grado de ingenuidad, en un acuerdo con los republicanos. Estos privilegiaron sus posibilidades electorales en el 2012 y mantuvieron en jaque a la primera potencia mundial que pudiera llegar a un default. Los grupos más conservadores, como el Tea Party, consiguieron fuertes recortes del gasto público y que no se aumentaran los impuestos, especialmente los que afectan a los sectores más ricos de la población, que el gobierno de Bush había reducido.
En Europa los factores políticos también muestran cierto grado de relevancia en el transcurrir de la crisis. Los gobiernos conservadores de Alemania y Francia tienen predominio en la Unión Europea. Frente a la crisis de la deuda en Grecia -que posteriormente se expandió a Irlanda, Portugal, España e Italia- tenían varias opciones: una reestructura de la deuda alargando plazos, bajando la tasa de interés e inclusive recortando capital, lo que afectaría a los bancos acreedores, especialmente de Francia y Alemania; un fuerte ajuste en los países deudores que significaba baja de salarios y pensiones, recortes de gastos públicos e incluso privatizaciones; y una combinación de ambas propuestas. Pero también, dada la unidad monetaria, que los países poderosos se hicieran cargo de la deuda de los países de la periferia europea en dificultades. Esto último les podría traer problemas político-electorales, en la medida que serían afectados sus contribuyentes.
Bajo la influencia del Banco Central Europeo y el asesoramiento del FMI se resolvió por los ajustes en los países deudores, que pagan en exclusividad los costos de la crisis, como le ocurrió a América Latina en la década del 80. Parecería que en el capitalismo financiero los bancos privados que prestan lo hacen sin riesgos; parecería que no tienen ninguna responsabilidad y siempre va a existir alguna autoridad superior que atienda sus intereses. Los bancos rescatados en la crisis de 2008 volvieron a tener ganancias, a pagar altas primas a sus ejecutivos y a tener mucho peso en la ideología económica imperante y en las medidas que se aplican.
Estas crisis financieras muestran importantes cambios en la ideología económica dominante. Con la crisis financiera del 2008 parecía que las ideas de mínima intervención del Estado, de desregulaciones, liberalizaciones y privatizaciones se desbarrancaban. Surgió el G20, donde se intentaba una mayor intervención y control sobre los sistemas financieros. La política económica le daba prioridad al empleo frente a la problemática financiera. Las ideas keynesianas resurgían y era imprescindible el aumento de la demanda interna. Pero esta política no duró mucho tiempo. Resurgió rápidamente el predominio de lo financiero.
En EEUU los republicanos proclaman la necesidad de asegurar confianza a los inversores privados. Para ello hay que cuidar el déficit fiscal, recortando el gasto público y bajando impuestos. Esta mínima intervención del Estado permitiría que los privados invirtieran y lograran crecimiento y mejoras en el empleo. Los demócratas, junto a los premios Nobel como Krugman y Stiglitz, entienden que si el consumo privado, antes motor del crecimiento mundial, está congelado por el elevado endeudamiento de las familias estadounidenses, es imprescindible aumentar el gasto público y los impuestos a los sectores de más altos ingresos. El acuerdo para elevar el tope de deuda les dio más poder a los republicanos. En la Unión Europea, bajo la influencia del Banco Central Europeo y el FMI, prevalecieron muy fuertes ajustes económicos a los países deudores, que pagan los costos económicos (recesión), los costos sociales (alta desocupación, baja de salarios y del gasto social) y los costos políticos (perdiendo los partidos de gobierno sus bases electorales).
Los resultados económicos de la coyuntura muestran la continuidad de la volatilidad e incertidumbre en los mercados financieros internacionales. Los inversores financieros se refugian en el oro y en los títulos de deuda emitidos por el gobierno de EEUU. Esto marca la fortaleza de la economía norteamericana, pese a los sinsabores coyunturales, deja en claro que no existe un centro financiero que sustituya al mercado de Nueva York y que el dólar sigue siendo la principal moneda de reserva. China, como futura gran potencia mundial, es el principal acreedor de EEUU y solicita una nueva moneda de reserva más estable que el dólar. Tiene sus razones, pero transformaciones de esta naturaleza van a llevar su tiempo.
Las perspectivas de corto plazo son el enlentecimiento de la economía de EEUU e incluso la recesión por la falta de demanda interna. La recesión en los países de Europa con problemas de deuda, por los dramáticos ajustes económicos que les han impuesto; pero además con problemas de competitividad, que no pueden resolver con devaluaciones, por la existencia de una moneda única, el euro, dominada por Alemania y sus niveles de productividad y competitividad. Rogoff plantea que más que una gran recesión puede haber una gran contracción, lo que requiere una reestructuración más equilibrada entre deudores y acreedores.
Surgen interrogantes: ¿Cuánto tiempo les va a llevar a los países europeos lograr dinamismo para atender los problemas del empleo? ¿Se mantendrá el euro como moneda única? ¿Se podrá avanzar hacia políticas fiscales comunes, como las actuales políticas monetarias y cambiarias? ¿Los países más poderosos de la Unión Europea se harán cargo de la crisis actual? ¿Los bancos privados acreedores contribuirán a la resolución de la crisis? ¿La recesión económica volverá a traer nuevas crisis financieras? ¿Los bancos privados estarán suficientemente fuertes para soportar nuevas crisis financieras? ¿El capitalismo financiero seguirá predominando?
Una de las novedades de la crisis de 2008 fue el desacoplamiento de la economía China, que mantuvo altos ritmos de crecimiento económico. Un crecimiento de China de 10% asegura un crecimiento de 4% de los países de América del Sur. El dinamismo chino ha facilitado altos precios internacionales de los recursos naturales, constituyéndose en un factor relevante del crecimiento de nuestra región en los últimos años. Este es uno de los factores que permite a los países sudamericanos afrontar la crisis internacional con mayor fortaleza financiera y comercial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario