"El feminismo nació porque la mujer se dio cuenta que era capaz de las mismas cosas que el hombre, pero se va al extremo e intenta hacer menos a los hombres o se presiona para realizar tareas que sabe que no puede [ ]". Tal fue la opinión de una joven estudiante universitaria participante en un curso coordinado por la autora, cuando se le pidió buscar definiciones de feminismo y expresar su sentir con respecto a lo que había leído.
No menos alejada de esta forma de pensar fue la opinión de algunos varones con respecto al mismo tema; uno de sus compañeros respondió: "Al igual que el machismo, pienso que tampoco es correcto [el feminismo] ya que se tiene que buscar la igualdad, no la dominación de un género", implicando con ello que el feminismo no buscaba la igualdad sino el sometimiento del otro.
El feminismo, como movimiento social, reivindica los derechos de las mujeres en todos los ámbitos de la vivencia humana. Sus orígenes se diluyen en la historia y se ubican en diferentes momentos según sea la teoría que consultemos entre las diversas especialistas que abordan el tema. Con un repunte durante los siglos XIX y XX, las feministas han logrado colocar en el centro de las discusiones de organismos internacionales el cuestionamiento del patriarcado y sus implicaciones negativas para la democracia y la igualdad de acceso a las oportunidades.
¿Qué ha pasado con las generaciones de mujeres jóvenes que actualmente pareciera viven condiciones de igualdad y rechazan la idea del feminismo por considerar que es el extremo del machismo?
Si bien es probable haya opiniones similares en otros grupos etarios o niveles educativos, no deja de ser pertinente analizar la visión juvenil sobre un movimiento social que ha marcado pauta, no sólo en el discurso sino también en algunas prácticas cotidianas. El hecho mismo de que siglos después las mujeres tengan acceso incuestionable a la educación universitaria, entre otros avances, es una muestra de los alcances del activismo de las mujeres.
La mirada crítica de las mujeres jóvenes sobre el feminismo significa desconocimiento sobre su significado o implica que han dejado de tener vigencia las desigualdades que dieron lugar a las luchas de las mujeres por ser reconocidas en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Una revisión crítica de este tema nos muestra que, pese a los logros de las mujeres en la búsqueda de la igualdad de derechos y de acceso a las oportunidades, existen aún rezagos que para algunas personas parecieran ser invisibles.
De ahí que resulte pertinente citar la Declaración de San Salvador de la II Conferencia Iberoamericana "Género, Juventud y Desarrollo". En el marco preparatorio de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno realizada en el año 2008, se reconoció que aún queda mucho por hacer para que la población joven alcance la igualdad de género. Por lo mismo, sigue siendo necesario que los gobiernos implementen medidas de equilibrio logrando el acuerdo de "desarrollar, promover y compartir las buenas prácticas de acciones afirmativas, que signifiquen mayor incorporación de mujeres jóvenes a instancias de poder político, social y económico, en los ámbitos nacionales y regionales".
En Latinoamérica y en México, durante la segunda década del siglo que corre hemos testificado a través de los medios masivos de comunicación la vigorosa participación de mujeres jóvenes activistas. La presencia de mujeres universitarias en el pasado movimiento "Yo soy 132", surgido en México durante la campaña presidencial de 2012, la aparición de Camila Vallejo en Chile, representante de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y su posterior postulación para ocupar un puesto de elección popular, así como el activismo y asesinato de Génesis Carmona durante las manifestaciones de oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro en Venezuela en febrero de 2014 son muestras mediáticas de mujeres capaces de romper con esquemas convencionales.
Sin embargo, el género y las desigualdades de género siguen siendo un tema que muchas personas utilizan de manera oportunista, como una "moda", y parte de un discurso políticamente correcto como puede ser el de la democracia y la transparencia. Peor aún, en algunos casos ciertas organizaciones sociales buscan aprovecharse del movimiento para obtener financiamiento internacional. Este es otro de los desafíos del feminismo.
En uno de los paneles del 9o Taller Internacional Mujeres del Siglo XXI, promovido por la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana del 25 al 28 de noviembre de 2013, la periodista Lirians Gordillo Piña señaló que: "el feminismo se vuelve incómodo y se mira con recelo cuando toma partido y asume el ejercicio de una ética y postura política que, desde el diálogo pero sin concesiones, apuesta por un cambio estructural y de sentidos". En el evento mencionado, Gordillo Piña reconoció que "los temas de género" se incorporan paulatinamente en las agendas mediáticas, ocupan investigaciones, forman parte de las estrategias institucionales y estimulan la creación de proyectos y grupos de trabajo. "Sin embargo, las puertas que se abren a la perspectiva de género se entrecierran al feminismo". Se trata de un reclamo que cada vez se hace más generalizado al uso e interpretación que ha venido dándose al término "feminismo".
Aunque el feminismo no es un movimiento social homogéneo, ni constituye un cuerpo de ideas cerrado ya que las mismas posturas políticas e ideológicas que abarcan a toda la sociedad, se entrecruzan en sus distintas corrientes internas, sí es pertinente reconocerlo como un movimiento político integral contra el sexismo en todos los terrenos (jurídico, ideológico y socioeconómico) que expresa la lucha de las mujeres contra cualquier forma de discriminación. Corresponde a las mujeres que han participado en estos movimientos continuar difundiendo sus postulados desde una visión crítica de sus alcances y limitaciones, pero sobre todo practicar con el ejemplo como una forma, no de buscar los reemplazos generacionales, sino de mantener viva la lucha por la igualdad de género.
* La Dr. Rosario Román Pérez es investigadora titular B en la Coordinación de Desarrollo Regional en el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), ubicado en Hermosillo, Sonora.
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