De acuerdo a un informe de la Fundación Chile 21, las principales multilatinas son de origen brasileño y mexicano.
Víctor Petersen
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Economía
Gracias al positivo desempeño que han registrado las economías de
América Latina en los últimos años, a diferencia de los países
desarrollados, han surgido empresas de gran tamaño, instaladas en dos o
más países, susceptibles de aspirar a competir en ligas mayores,
aumentando la integración de los países emergentes a la economía
mundial.
En este sentido, en el capítulo "Empresas
multinacionales latinoamericanas: los casos de Brasil y Chile", que
forma parte de un estudio de Fundación Chile 21, presentado a la
Corporación Andina de Fomento (CAF), se destaca la participación de
compañías nacionales y colombianas en el último tiempo, dentro de las
empresas que se integran a las grandes ligas globales, considerando que
los países de origen de estas multilatinas son principalmente Brasil y
México.
Según el documento, mientras que en 1985 las
exportaciones entre los países del sur representaban sólo 6% del total
mundial, en la actualidad estas alcanzan al 24%. Simétricamente, las
exportaciones norte-norte, que representaban en 1985 un 63%, sólo
alcanzan en la actualidad un 38%.
Este cambio, está
fundamentalmente influido por China, que desde finales del 2013, es la
primera potencia comercial del mundo, y en ese marco se inserta el
ascenso de las empresas provenientes de los países en desarrollo.
Al
respecto, y de acuerdo al documento, en la actualidad hay un número no
despreciable de empresas del sur, en las grandes ligas de la estructura
empresarial mundial. Mientras antes eran sólo casos muy aislados, hoy
cerca de 50, entre las 500 más grandes identificadas por Fortune, tienen
su origen en los países en desarrollo.
Entre ellas, aparecen Petrobras, Falabella, LANTAM, Cemex, Vale, entre otras.
De
esta forma, el informe sostiene que "estas nuevas empresas globales son
fundamentales para que los países del sur tengan éxito en sus procesos
de integración, cuestión, a su vez, clave para que puedan adquirir una
mayor gravitación en la escena mundial".
Sin embargo, también ha y desafíos clave.
"No
es cuestión de esperar a que pase simplemente el tiempo para que estas
empresas continúen creciendo. La inercia actual no conduce
necesariamente a un buen resultado", señala el estudio.
En esa
línea, sostiene que para lograrlo se requiere de una política pública
que debe estructurarse en torno a dos grandes pilares: Directivas
suscritas por los gobiernos destinadas a facilitar la constitución y
desarrollo de estas empresas; y por otra parte, unos códigos de conducta
que comprometan a las empresas a respetar ciertos estándares mínimos en
planos fundamentales.
Asimismo, asegura que un factor crucial de
explicación de esta marginalidad es la atomización de nuestros países y
las serias limitaciones de los procesos de integración.
Por
ello, el informe apunta a que "estamos en un punto en que los gobiernos
no tienen ninguna posibilidad de avanzar solos en materia de integración
productiva. O sea genera una alianza entre gobiernos y empresas o
simplemente no habrá integración".
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