martes, 6 de noviembre de 2012

Entrevista a Alberto Acosta en Otramérica: "Correa traicionó los postulados revolucionarios con los que llegó al poder"

Su nombre, su voz, es habitual en las tertulias y conferencias sobre desarrollo, postdesarrollo y neoextractivismo de uno y otro lado del Atlántico. El otrora ministro de Minas y Energía en los primeros años del Gobierno de Rafael Correa y presidente de la Asamblea Constituyente, es hoy uno de los críticos más dialécticos con la actual Administración, a la que acusa de confundir “ficción con realidad”.
  de confundir “ficción con realidad”.

Alberto Acosta durante la Asamblea de la NASHE, Nacionalidad Shuar del Ecuador. 
Alberto Acosta durante la Asamblea de la NASHE, Nacionalidad Shuar del Ecuador. Carlos Mazabanda


Por J. Marcos y Mª Ángeles Fernández

Alberto Acosta atiende a Otramérica vía cuestionario electrónico, después de que la apretada agenda complique la videoconferencia pactada. Tras unos años acomodado en el sosiego de las clases magistrales, los artículos académicos y las preguntas de estudiantes, el economista ha regresado a la primera línea política ecuatoriana como candidato presidencial para los comicios de febrero de 2013 por la Coordinadora Plurinacional de Izquierdas.

¿Qué engloba la Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas, por la que te presentas a las elecciones presidenciales de Ecuador?
La Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas aglutina a todas las organizaciones políticas ecuatorianas a la izquierda del Gobierno, con excepción de la agrupación Ruptura. La Unidad Plurinacional está compuesta por dos organizaciones históricas de la izquierda ecuatoriana (Movimiento Popular Democrático y Pachakutik) y de otras de más reciente creación (Montecristi Vive, Participación, Poder Popular y RED), así como la fracción Corriente Revolucionaria Socialista, perteneciente al Partido Socialista, partido cuya dirección se mantiene en alianza con el Gobierno a pesar de que gran parte de sus bases se manifiesten en contra. La Unidad Plurinacional engloba también a agrupaciones políticas locales y provinciales.

Tras haber formado parte del Gobierno de Correa, ¿por qué presentarse ahora como alternativa al actual presidente?
La Unidad Plurinacional desarrolló un proceso de primarias entre seis precandidatos determinados por las organizaciones que componen la Coordinadora. Este proceso democrático es inédito en el país. Mi precandidatura fue el fruto de la decisión colectiva del frente ciudadano Montecristi Vive, una agrupación de la que participo y que se constituyó hace más de año y medio con el fin de defender los postulados de la Constitución de Montecristi, hoy violentados por determinadas acciones gubernamentales. Fueron las bases de la Unidad Plurinacional las que me eligieron como candidato a la Presidencia de la República. El actual Gobierno de Ecuador traicionó los postulados revolucionarios con los que llegó al poder en 2007. El punto más notable del proceso fue la Asamblea Constituyente y la aprobación de la Constitución por parte de la mayoría del pueblo ecuatoriano. Desde entonces vivimos un proceso de regresión política que tiene como resultado la existencia de más de doscientos líderes sociales encausados penalmente e imputados por sabotaje y terrorismo, como demostró un informe de la Defensoría del Pueblo el pasado mes de diciembre. Además, los cien grupos más grandes del capital ecuatoriano, incluida la banca privada, han sido los principales beneficiarios de supuesta gestión ‘revolucionaria’. Han ganado durante estos seis años un 50 por ciento de beneficios más que durante los seis años de Gobiernos neoliberales anteriores. Y lo han hecho de una manera ociosa, pues han sido relativamente pocas las inversiones productivas realizadas por esos grupos.
  
¿Qué modelo de izquierda representa esta candidatura dentro del contexto latino?
No creo que la Unidad Plurinacional pueda ser comparable con cualquiera de los gobiernos autodefinidos como progresistas actualmente existentes en la región, siendo más bien la antesala de la izquierda que vendrá después. En su conformación actual, la Coordinadora Plurinacional nació tras la consulta popular propugnada por el presidente Rafael Correa, el 7 de mayo del año pasado, en la que pidió autorización a la ciudadanía para ‘meterle mano’ directamente a la Justicia. Ante dicha consulta, múltiples organizaciones políticas de la izquierda, movimientos sociales y frentes ciudadanos nos movilizamos en contra de que el Gobierno institucionalizase su control sobre la Justicia. El programa político nace entonces y se consolida con las movilizaciones populares del pasado mes de marzo, donde las organizaciones populares ecuatorianas le dijeron ‘no’ a Correa por su política extractivista, manifestándose en defensa del agua y de la vida, así como de los postulados constitucionales hoy violentados por la política gubernamental.

¿Por qué entonces la imagen que se proyecta en Europa sobre el Gobierno de Correa es la una Administración progresista y se la encuadra junto a Bolivia y Venezuela?
El Gobierno ecuatoriano se ha caracterizado por desarrollar un gran aparato de propaganda y entre sus ‘virtudes’ tiene confundir la ciencia ficción con la realidad; y esto se da de manera más agudizada en el exterior que en el interior del país. Más allá de eso, es cierto que Ecuador se encuadra en el ALBA.

¿Qué alternativas concretas presentas frente al programa del actual presidente?
El elemento referencial es recuperar el espíritu constitucional, entendiendo que dicho texto contempla los elementos más avanzados del proceso de transformación que se diseñó en Ecuador. Allá podemos encontrar las bases para una democracia radical y directa basada en la participación popular, elemento que ha quedado ignorado en un proceso que se caracteriza por el mesianismo de su líder; un sistema económico basado en la economía social y solidaria, frente a las lógicas desarrollistas actuales articuladas entorno al neoextractivismo; un sistema social caracterizado por los derechos, frente a las acusaciones presidenciales de que la Constitución es excesivamente garantista; la construcción del Buen Vivir o Sumak Kawsay, como mecanismo de convivencia armónica entre individuos y de éstos respecto a la Naturaleza, frente a unas formas de gobernar que generan cada vez más violencia e impactos en nuestro entorno ambiental; la independencia de las funciones del Estado como mecanismo básico para el funcionamiento de la democracia ante el control absoluto que ejerce este Gobierno sobre la Justicia, el Legislativo y los órganos de control e instituciones que deberían ser autónomas; la construcción de un Estado Plurinacional, donde tengan cabida y decisiones las diferentes nacionalidades y pueblos existentes en Ecuador; y políticas sociales adecuadas en materia social, sector en el cual el Gobierno de Correa ha multiplicado la inversión (salud, educación o vivienda), obteniendo magros resultados en materia de calidad de los servicios. Para la Unidad Plurinacional es fundamental acercar el Gobierno a la ciudadanía, lo que significa descentralización, políticas de barrio y comunitarias, empoderamiento de los sectores populares y tejido social, un sistema político que asegure las libertades para las disidencias y el consagrado constitucionalmente derecho a la resistencia.

Las encuestas indican que Correa será reelegido con mayoría, por delante de Guillermo Lasso (CREO) y que por detrás hay un variado grupo de candidatos entre los que destacas. ¿Qué opciones reales manejas de cara a los comicios?
La campaña electoral está por desarrollarse. La gente no conoce aún los programas electorales; ni el Gobierno ni la oposición conservadora tienen todavía oficializado los suyos.

La Constitución, que conoces de primera mano, es una de las más avanzadas del mundo por ejemplo en materia de derechos de la Naturaleza, ¿qué implicación práctica ha tenido este articulado?
Los artículos del 71 al 74 hablan de los derechos de la Naturaleza, pero el balance desde su entrada en vigor deja mucho que desear. Desde la aprobación de la Constitución hemos vivido el arranque de la minería a gran escala, a pesar de la resistencia de las comunidades locales; el fomento de los agrotóxicos y de los monocultivos en la agricultura; la extensión de la frontera petrolera, incluso dentro del Yasuní, a pesar de declarar la no explotación como primera opción y otras medidas más, como la pretensión de introducirnos en el desarrollo nuclear y la introducción de transgénicos a pesar de las expresas prohibiciones constitucionales. Hay que añadir los altos niveles de deforestación existentes en el país, la apuesta de socio-bosque atado al mercado de carbono, la continuada destrucción de bosques, manglares y páramos. Si tenemos que hablar de implicaciones prácticas en torno al articulado constitucional en esta materia, su avance es cero por no decir negativo.

¿Cómo encaja en esta articulación la apuesta por la megaminería, un fenómeno nuevo en Ecuador?
Simplemente no encaja, es una incongruencia.

La propuesta de dejar el petróleo bajo el suelo en los campos ITT de la reserva del Yasuní, en la que te involucraste de forma personal, ¿en qué punto se encuentra?
La iniciativa se ha consolidado debido, entre otras razones, a la inconsistencia y las contradicciones del Gobierno de Correa: una semana hace pública su apuesta por mantener el crudo del ITT en el subsuelo y a la siguiente amenaza con su explotación. En estas condiciones se hace muy difícil ganar credibilidad internacional. En la actualidad se desarrollan acciones petroleras en el Bloque 31, en el interior del Parque Nacional Yasuní. Es de presuponer que la explotación podría darse de manera más o menos temprana tras las elecciones del febrero de 2013, si es que gana nuevamente el presidente Correa.

Petroleras como Texaco o CGC han perdido juicios en Ecuador. ¿Significa que el poder de estas compañías en el país ha menguado?
Uno de los logros de este Gobierno ha sido recuperar la soberanía petrolera gracias a las múltiples renegociaciones de los contratos realizadas con las transnacionales extractivas. Eso podría presuponer que las multinacionales petroleras han perdido poder frente al Estado en Ecuador. Sin embargo, varias decisiones en este ámbito demuestran que aún mantienen mucho poder en el país, como demuestran, entre otros ejemplos, la entrega de los campos maduros a empresas extranjeras o la ampliación de la frontera petrolera a través de la XI Ronda Petrolera, que busca explorar y explotar 21 bloques petroleros en el centro sur de la Amazonía ecuatoriana, lo cual afectará alrededor de tres millones de hectáreas de bosque primario y los territorios ancestrales de las nacionalidades achuar, shuar, sápara, kichwa, shiwiar, andoa y waorani. Esta situación se evidencia con la enardecida defensa que Correa realizó del grupo español Repsol ante un grupo de jóvenes manifestantes que denunciaban irregularidades de la compañía.

¿Es el postdesarrollo una postura filosófica, política y económica aplicable al contexto latinoamericano?, ¿qué espacio tiene, cuando parece que la tendencia en los países de la región es la contraria?
Desde el fin de la década de los setenta, hay poca gente que discuta que la humanidad está en un sobregiro ecológico con demanda anual excediéndose en los recursos que puede regenerar la tierra cada año. Se estima que la Tierra tarda un año y cinco meses en regenerar lo que utilizamos en un año. Definiría el postdesarrollo como una tesis de supervivencia de la raza humana. Nuestros países llevan 500 anos siendo proveedores de recursos naturales para el capitalismo global, y la consecuencia se resumen en dependencia y subdesarrollo. En la actual ola neoextractivista que se vive en la región, nuestros Gobiernos, sean de la sensibilidad política que sean (sobre esto se distinguen poco el Gobierno de Correa del de Piñera, en Chile), nos dicen que esta vez será diferente. Esta situación recuerda a aquella frase del viejo Einstein cuando nos decía que “nada es un signo mayor de necedad que hacer lo mismo y lo mismo una y otra vez, y esperar que los resultados sean diferentes”. La curva de Hubert, metodología utilizada para definir la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, indica que Ecuador dejará de ser exportador de crudo en un plazo aproximado de entre dos a tres décadas. Ante eso, nuestro Gobierno no ha tenido mejor idea que lanzarse al desarrollo de la mega minería, con una serie de proyectos sobre los cuales son altamente cuestionables los cálculos de sus beneficios, en los que además están escasamente considerados los impactos ambientales que ocasionarán. El desarrollo de transiciones enfocadas a constituir una economía post extractivista es más necesario que nunca tanto en Ecuador como en el conjunto de la región. Dichas transiciones han de ser elaboradas de forma colectiva y consensuada con la población. Debe ser realista, nadie está planteando que al día siguiente de llegar al Gobierno se suspenderá la exportación de petróleo. Sin embargo, discutir sobre la necesidad de afrontar este reto es tan necio como ponerse una venda en los ojos, y ante la ceguera ocasionada, seguir caminando hacia el precipicio.

¿Es posible un Ecuador sin transnacionales?
Las transnacionales en Ecuador y en el conjunto del planeta actúan en los países en los que están por su propio interés, más allá de las voluntades de los Gobiernos. Es de suponer que sí habrá transnacionales durante nuestro Gobierno, aunque el Ecuador que imaginamos y que queremos construir no es un país para las transnacionales.

¿Cómo afrontaría un Alberto Acosta presidente el mediático caso de Julian Assange, el fundador de WikiLeaks?
Me parece positivo que el Gobierno ecuatoriano haya concedido a Julian Assange el estatus de asilo. La persecución internacional sobre Assange demuestra el cinismo existente en las relaciones internacionales del mundo de hoy. Este hecho no quita para que cuestionemos al Gobierno del presidente Correa en sus contradicciones. Denuncia los límites en materia de libertad de expresión y persecución política en el caso de Assange, a la par que se hace lo mismo sobre los periodistas y medios de comunicación nacionales al interior del país. Una incongruencia más y otra muestra de cómo funciona el aparato de propaganda del Estado ecuatoriano.

Entonces, ¿no hay en la actualidad libertad de prensa en Ecuador?
No hay libertad de expresión ni de prensa. Hechos como la sentencia sobre el diario El Universo, periódico con el cual no tenemos ninguna afinidad ideológica, o la persecución sobre los periodistas de investigación Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, quienes sacaron a la luz los millonarios contratos con el Estado que tenían las empresas del hermano del presidente, así lo demuestra.




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