BUENOS AIRES | VICTORIA MOLNAR
Los afrodescendientes uruguayos que emigraron a Argentina en la década de 1980 se convirtieron en referentes de la comunidad negra local, una sociedad que ha "invisibilizado" a las personas de color hasta ahora.
Son uruguayos que "viven la nostalgia por el paisito" y la necesidad de reivindicar sus raíces afro con la complejidad de que a diferencia de Uruguay, en donde la cultura y la religión afro se expresaron hacia afuera y ganaron la calle, en Argentina se ha generando la percepción -errónea- de la inexistencia de población de color por lo que los negros locales están invisibilizados y los afros son siempre extranjeros.
Recién en la actualidad esa comunidad ha comenzado un despertar en términos de valorar su identidad y para el uruguayo Carlos Álvarez -referente de la Agrupación Xangó Argentina, una organización de afrodescendientes que reúne a argentinos, brasileños y uruguayos y trabaja para que el Estado argentino incluya a la población negra- eso "está estrictamente vinculado a la presencia fuerte de colectivos de la diáspora de africanos y afrolatinos" en el vecino país.
Entre ellos, los afrouruguayos tienen una participación muy activa en la que se destaca la difusión del candombe en la otra orilla del Río de la Plata. "La emigración afro de Uruguay hacia Argentina tuvo su pico en entre los `80 y los `90 y se basó en la búsqueda de una mejor situación económica. Venían, conseguían un trabajo y se instalaban; en la actualidad ese flujo ha decaído y esa radicación es más dinámica en el sentido de que van y vienen desde y hacia Uruguay", explicó a El País Álvarez quien, de hecho, asesoró al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) a la hora de incluir esa variable racial en el censo argentino de 2010.
"Se necesitan datos concretos sobre la situación de esta comunidad para generar esas políticas y empezar a promover la identidad afrodescendiente y sus aportes al país", agregó y destacó que en ese sentido la interacción entre las comunidades afros argentina y uruguaya ha sido tradicionalmente de "flujo continuo" y se está institucionalizando, por ejemplo este año la Red de Mujeres Afro realizará un encuentro regional en Montevideo y el tema se abordará en los grupos de trabajo de la próxima Cumbre Social del Mercosur.
Conocida como "Pocha", Sandra Hilda Techera está a punto de cumplir los 66 años y se crió en Montevideo con su abuela, una mujer blanca que intentó alejarla de la cultura afro y le brindó una educación ecléctica que la vinculó asiduamente con la comunidad de una sinagoga de La Comercial. De mayor trabajó en la Terminal Pesquera de Montevideo y en la Fábrica de Alpargatas y en 1979 migró.
Argentina significó para ella el reencuentro con sus raíces negras y cumple un rol preponderante en lo que es la transmisión del candombe. "Viví la discriminación dentro de mi propia familia, mis padres murieron cuando era muy pequeña y mi abuela era una buena persona pero muy mayor y me crió con concepciones antiguas y, aunque yo quería, no me dejaba ir a los bailes, ni juntarme con los negros que vivían en el barrio", expuso a El País en su casa en Once.
Desde principios de la década del `90 Techera formó parte del grupo de candombe de Yábor, debido a un ACV del que se está recuperando, ya no puede bailar pero atesora infinitos álbumes fotográficos que la muestran radiante al ritmo de los tambores ataviada de Mama Vieja en importantes escenarios argentinos.
Fiel heredera de "Pocha", su hija Sandra Chagas se autodefine como afrocandombera y participa de varias agrupaciones de afrodescendientes entre ellos del Movimiento Afro LGTB en Argentina que en 2011 formó parte por primera vez de la "Marcha del Orgullo Gay" de Buenos Aires. Chagas agregó que en el centro del Movimiento Afrocultural se dan clases de candombe, danza afro, tango, capoeira e incluso tienen un programa de inclusión para mujeres afrodescendientes. "Lo que pretendemos es que las personas que tocan y viven el candombe sepan de dónde viene", señaló.
"Siempre la concepción de la Argentina fue la de una `Argentina blanca` y dentro de ese parámetro como estrategia de supervivencia los afrodescendientes se han autoinvisibilizado y hoy no se perciben a sí mismos como tales", explicó Chagas al ser consultada sobre la población afroargentina.
"En las provincias es peor porque lo que es negro es denostado, no hay concepción positiva de lo negro y por lo tanto no tienen autoestima. A mí no me ofende que me digan negra, sí me ofende cuando me dicen negra y le agregan un adjetivo". Chagas recordó el asesinato a golpes en una comisaría porteña de uno de sus amigos, el afrouruguayo José Delfín Acosta Martínez.
"Fue en 1996 y este 6 de abril se cumplen 16 años, tenía 32 años era promotor e investigador de la cultura afro en el Río de la Plata y salió en defensa de dos afrobrasileños que estaban siendo detenidos sin razón, se lo llevaron preso y no salió vivo", recordó con pesar señalando que el hecho sigue impune aunque llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Una conquista en el último censo
V.M. Tal como ocurrió en Uruguay en 2011, en su Censo 2010 Argentina incluyó la pregunta sobre ascendencia afro e indígena. Aunque aún se esperan los resultados definitivos que servirán para conocer el estado de situación de esa población, significa un avance ya que la última vez que se tuvieron cifras oficiales fue en 1887 cuando se expuso que el 1,8% de la población argentina era negra y servirá para autenticar los datos de diferentes estudios sobre el tema, que estiman unos 2 millones de afrodescendientes en Argentina, que equivaldría a un 5% de la población.
La directora de Estadísticas y Censos, Ana María Edwin, dijo a El País que "fue absolutamente necesario realizar una reparación histórica de aquellas poblaciones que han sido invisibilizadas; se convive con el mito erróneo de que no hay población de color".
LA CIFRA
5% es lo que se estima en diversos estudios representa la población afrodescendiente en Argentina, entre ellos uruguayos.
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