domingo, 19 de enero de 2014

Una peruana en África: Las cadenas del pasado

Olenka Ochoa B..
Consultora Internacional.

El destino quiso que volviéramos al África cuando se escuchaban los ecos de los funerales de Mandela, Kenia conmemoraba su 50° aniversario y el Congo se aferraba a la paz con el acuerdo entre gobierno y milicias.

Luego de cruzar medio planeta, arribamos al aeropuerto de Entebbe (célebre por el espectacular rescate israelí en 1976), la puerta de entrada a Uganda. Hoy en día la monotonía de este terminal aéreo solo es interrumpida por la presencia masiva de
ciudadanos chinos.

Hoy Uganda y su presidente Yoweri Museveni hacen noticia por el logro del “Acuerdo de Paz de Nairobi” firmado por el gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) y las milicias del M23. Con el respaldo de los gobiernos de Uganda, Kenia y Malawi se abre esta oportunidad para la RDC, que se vio asediada por los “Señores de la Guerra” disputándose, además de recursos, el récord de masacres. El M23 se obliga a liberar la zona este de su país, desmovilizar a sus tropas, y así perfila su camino a la legalidad y la participación electoral.

Este acuerdo es un aporte trascendental para la seguridad de la región. Por las fronteras han desfilado miles de refugiados, y también combatientes, que huían o venían a engrosar grupos armados. A la RDC llegaron milicianos de Ruanda, de estos dos países ingresaron a Uganda, y así por el estilo. El África subsahariana ha sido maniatada por conflictos de baja intensidad surgidos por motivos tribales, religiosos y grupos armados que pugnan por apoderarse de yacimientos y territorios.

La brutalidad se puede graficar en el reclutamiento forzado de niñas para uso de los milicianos, en la práctica de violaciones masivas y asesinatos públicos de mujeres, y en el surgimiento de nuevas prácticas de mutilación de las púberes bajo la fachada de “rituales culturales”. En estas semanas África Central también se desangraba por conflictos entre cristianos y musulmanes. 

Pero África también resurge de sus cenizas. El milenio ha sido favorable para el crecimiento económico, basado en el buen precio de minerales, la expansión de la industria petrolera,  recuperación de la frontera agrícola, desarrollo de ciudades y el brote de regímenes democráticos. Se notan avances en materia de seguridad alimentaria, boom inmobiliario, infraestructura vial, acceso a servicios y conectividad. Lo que se suma a un flujo permanente de estudiantes africanos que logran estudiar en Europa y USA. Se percibe una nueva clase media y nuevo sector empresarial con enraizamiento local. En este tiempo de efervescencia económica, el selecto club BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se ha acercado.

Kenia es ahora uno de los países más estables de la región. Tiró la casa por la ventana para celebrar el 50° aniversario de independencia. Entre los anuncios está una campaña para fortalecer su potencial turístico y atraer la inversión extranjera, en especial dirigido a China.
El toque sombrío del aniversario, fue que el presidente Uruhu Kenyatta era requerido por la Corte de La Haya por acusaciones de incitar a la violencia interétnica que enlutó las
elecciones del 2007.

África deberá resolver cuellos de botella para consolidarse económicamente. Y tiene temas pendientes para la región, como la epidemia del VIH-sida, el turismo sexual, embarazo precoz, fístula, circuncisión femenina, violencia sexual y enfermedades tropicales. Estos temas provocan efectos perversos sobre el bono demográfico y en costos de atención.

Uganda está liderando la lucha contra el VIH. Recorriendo las calles de Kampala (su capital) observamos grandes carteles publicitarios con mensajes como: “El test de VIH es el test del amor”, “Si no sabes dónde anduvo tu pareja hazte el test”. Un revés es que el Congreso ugandés aprobó una legislación punitiva contra la comunidad gay. Pero el presidente rechaza firmar la cuestionada ley.

Viendo el panorama a futuro, recuerdo la famosa frase de Mandela: “La pobreza no es un accidente de la historia… tampoco la esclavitud”.

Cadenas impuestas a la mayoría negra por siglos, amparadas en la ideología de la “raza superior”, del “destino inexorable” y de un colonialismo (político, cultural y económico) que considera que todo es posible de explotación, incluso las almas y cuerpos de mujeres y hombres.

Parece que el apartheid racial término formalmente en África, pero aún siguen funcionando nuevas y viejas formas de exclusión. Pesadas cargas que entorpecen la ansiada ruta hacia el progreso y la paz.



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