El
primer ministro japonés Shinzo Abe hizo un llamamiento, este domingo, a
China y Corea del Sur para reunirse en una cumbre con el objetivo de
mantener conversaciones "francas" y resolver las tensiones fruto de
disputas territoriales o vinculadas a la historia.
"Debemos organizar una cumbre y mantener discusiones francas", dijo el primer ministro nipón en una entrevista con la cadena de televisión pública NHK, dos días después de que su ministro de Relaciones Exteriores hiciera una propuesta en este mismo sentido.
Tokio mantiene relaciones frías con sus vecinos desde hace un año, y ha planteado en vano realizar esta reunión en varias oportunidades.
Pekín y Seúl han descartado cualquier encuentro con el conservador Abe, al que acusan de tener inclinaciones militaristas y nacionalistas.
El 26 de diciembre pasado, Shinzo Abe provocó la cólera de sus vecinos al visitar el santuario sintoísta Yasukuni de Tokio, donde se rinde honores a los 2,5 millones de muertos por Japón, entre los que se encuentran 14 connotados criminales de guerra, condenados tras la derrota nipona en la II Guerra Mundial, en 1945.
Ambos países ven en ese templo un símbolo de las atrocidades cometidas por el ejército japonés durante la colonización de la península coreana (1910-1945) y la ocupación de una parte de China (1931-1945).
"Debemos organizar una cumbre y mantener discusiones francas", dijo el primer ministro nipón en una entrevista con la cadena de televisión pública NHK, dos días después de que su ministro de Relaciones Exteriores hiciera una propuesta en este mismo sentido.
Tokio mantiene relaciones frías con sus vecinos desde hace un año, y ha planteado en vano realizar esta reunión en varias oportunidades.
Pekín y Seúl han descartado cualquier encuentro con el conservador Abe, al que acusan de tener inclinaciones militaristas y nacionalistas.
El 26 de diciembre pasado, Shinzo Abe provocó la cólera de sus vecinos al visitar el santuario sintoísta Yasukuni de Tokio, donde se rinde honores a los 2,5 millones de muertos por Japón, entre los que se encuentran 14 connotados criminales de guerra, condenados tras la derrota nipona en la II Guerra Mundial, en 1945.
Ambos países ven en ese templo un símbolo de las atrocidades cometidas por el ejército japonés durante la colonización de la península coreana (1910-1945) y la ocupación de una parte de China (1931-1945).
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