Nuestra colaboradora en Estocolmo, Juana Donoso, nos envió una interesante entrevista con Gabriel Salazar,
premio nacional de Historia 2006, en la cual aborda, entre otros
tópicos, el rol que podrían jugar los movimientos sociales en Chile durante el próximo período presidencial (2014-2017).
-¿Hay algún candidato dentro de
los que se presentan a las elecciones presidenciales que vaya a cumplir
lo que la gran mayoría está exigiendo, como es eliminar el lucro en la
educación, una nueva Constitución y la recuperación del cobre?
-Todos los candidatos se han manifestado
partidarios de reducir o eliminar el lucro del sistema educacional,
pero ninguno ha presentado un plan concreto para hacerlo y para
establecer un sistema alternativo. Lo mismo respecto de la necesidad de
realizar ‘ajustes constitucionales’, aunque Michelle Bachelet, Marcel Claude y Roxana Miranda
han planteado la posibilidad de “cambiar la Constitución”, pero
mientras Bachelet y Claude señalan que la elección de la Asamblea
Constituyente debe realizarse conforme lo permite la actual Constitución
Política del Estado (que plantea la posibilidad de realizar un
plebiscito para convocarla), Miranda sostiene que la Asamblea debe ser
electa según lo plantee la voluntad soberana del pueblo, y cuando y en
la forma que ella determine. Ciertamente, la clase política en general
percibe que hay una opinión ciudadana mayoritaria (64 %, según encuesta CEP)
en este sentido, pero todos los partidos políticos tienden a sostener
que el proceso pertinente debe ser ajustado a las leyes y manejado por
ellos mismos. En esto hay un contraste categórico con el grueso de la
opinión ciudadana.
En cuanto a la propuesta de nacionalizar
el cobre u otras riquezas básicas, sólo Marcel Claude y Roxana Miranda
lo plantean positiva y claramente. Ningún otro candidato tiene
definiciones precisas a este respecto.
Debe considerarse que, según los
pronósticos, Bachelet obtendrá entre 35 y 40 % de los votos en primera
vuelta, en tanto que compiten por el segundo lugar (entre el 12 y el 20
%) los candidatos Franco Parisi, Evelyn Matthei y Enríquez-Ominami.
Marcel Claude entraría en quinto o sexto lugar (8 o 10 %), en tanto los
restantes obtendrían, en conjunto, menos del 12 % de los votos. De este
modo, lo candidatos más radicales y reformistas (Claude y Miranda) no
estarán en condiciones de implementar sus programas. La sorpresa sería
la baja votación de Matthei y la alta votación de Parisi (entre ambos
captarían la votación de la Derecha).
-¿Las transformaciones
educacionales, económicas, culturales, etc., dependerán del nuevo
Presidente, de la presión de los Movimientos Sociales o de otra
circunstancia?
-No hay duda que las transformaciones
estructurales que se necesitan (educacional, tributaria, regional,
salud, económica, militar, etc.) son suficientemente radicales como para
que la clase política permita y de luz verde al Gobierno (cualquiera
que éste sea) para que pueda implementarlas, una a una, o en conjunto.
Ningún gobierno electo según la Constitución vigente podrá sortear el
sistema de control que tiene la clase política civil (y la militar)
sobre la maquinaria estatal. Todo indica que Michelle Bachelet (la más
probable ganadora de la elección de noviembre) carece del carácter y la
fuerza política necesarias para romper ese cerco y realizar las reformas
con la profundidad que se requiere. Por tanto, todo indica que la
iniciativa tendrán que mantenerla, e incluso profundizarla, los
movimientos sociales. Esto está en el ambiente, pero hay varios actores
sociales que deben modificar y democratizar sus estructuras gremiales
para poder actuar eficientemente en ese sentido. El proceso seguirá
igual que ahora: avanzando lentamente.
-¿Cuál cree Ud. será el problema
más grande con el que se enfrente el nuevo Gobierno en 2014. Pensando
en las asambleas territoriales de base como Freirina, Magallanes, Aysén,
Tocopilla, etc?
-Sin duda, el principal problema que
enfrentará el nuevo gobierno será satisfacer la voluntad ciudadana, que
día a día está más definida, autónoma y decidida. Habrá, pues, múltiples
conflictos con la sociedad civil. Con todo, si China experimenta un traspié económico (o Estados Unidos),
el frágil equilibrio económico chileno se romperá y provocará una
situación extremadamente crítica para el Gobierno. Bachelet –probable
Presidente– estará sometida a una fuerte presión para radicalizar las
políticas públicas.
-¿Los estudiantes siguen siendo aún el movimiento social con más clarida sobre qué hacer en Chile?
-Los estudiantes universitarios (la Confech)
apareciron en 2011 como el más activo y radicalizado actor social. Es
un hecho que, desde 2012, aunque continúa activo, no ha hecho propuestas
concretas ni imposiciones audaces sobre el tema educacional. Mucho más
radicales han sido los planteamientos de los estudiantes secundarios
(liderados por la Aces), que tienen un fondo
crítico-cultural más ancho, sólido y revolucionario. Sin embargo, tan o
más importante que ellos han sido los movimientos desencadenados por las
asambleas territoriales de base, que han puesto sobre el tapete no sólo
movilizaciones ganadoras, sino también prácticas de soberanía que
tienden, día a día, a expandirse. Estas asambleas –que son
inconstitucionales– siguen activas en Magallanes, Aysén, Freirina, Calama, Tocopilla, Arica, Quellón
y en muchos otros lugares. La proyección histórica de este movimiento
–inédito en Chile durante el último siglo– es considerable. Es más
sólido que el de los estudiantes.
En suma, no habrá grandes novedades como
resultado del proceso electoral. La historia profunda no va por allí,
sino por el interior de los movimientos señalados. La explosión de
memoria social ocurrida a propósito de los 40 años del golpe de Estado
hizo saltar en pedazos la memoria oficial, y esto ha significado una
inyección de energía en las bases ciudadanas, que promete novedades para
los próximos años. El cierre del Penal Cordillera (para altos oficiales del Ejército) y la presión para cerrar también el de Punta Peuco (también para militares) parecen ser los primeros jalones de esas novedades futuras.
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