Magdalena Gómez
La emergencia de
movimientos sociales en todo el país es la nota característica de la más
variada gama de resistencias antineoliberales, desde la que expresaron
recientemente las maestras y los maestros agrupados en la CNTE en los
foros contra la mal llamada reforma educativa; la del SME, que logró una
demanda en favor de los jubilados, las que se organizan para el rechazo
indígena a las empresas eólicas y a las mineras en Oaxaca; el Consejo
de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (Cecop), que no
da tregua contra la construcción de La Parota; la que logró el pasado 5
de junio que no se autorizara la manifestación de impacto ambiental a la
empresa Esperanza Silver, para impulsar un proyecto minero en el cerro
El Jumil frente a Xochicalco, en Temixco, Morelos; las que mantienen los
rarámuris de Choreáchi en defensa de sus bosques, o la de los cucapás
contra el tope de curvina; los wirrárikas en defensa de sus lugares
sagrados; los yaquis en defensa del agua; los choles en Tila, Chiapas, y
los tzeltales en Bachajón en defensa de su territorio; la campaña
nacional e internacional por la liberación del profesor Alberto
Patishtán, injustamente preso en Chiapas desde hace 13 años, y la más
reciente amenaza gubernamental en Guerrero con el anuncio de un decreto
que crearía una policía rural en siete regiones contratando a 2 mil
personas, lo que atenta contra el histórico proyecto de la policía
comunitaria agrupado en la Coordinadora Regional de Autoridades
Comunitarias (CRAC) que se apresta a seguir en su defensa.
Pero no todo es reacción; también hay proyectos emblemáticos de reconstitución de los pueblos indígenas. Es el caso de las juntas de buen gobierno zapatistas y de la propia CRAC, que se empeñan en trascender el esquema de seguridad para establecer un sistema de salud y de educación comunitaria, así como en Cherán una vez logrado su gobierno propio. En ese marco de reacción, defensa y reconstitución se ubica el importante anuncio, el pasado 2 de junio, del EZLN y el movimiento indígena agrupado en el Congreso Nacional Indígena (CNI) de crear en primera instancia la cátedra caminante Tata Juan Chávez Alonso Pensada; señalaron
como un esfuerzo de continuación del primer Encuentro de Pueblos Indígenas de América, celebrado en octubre de 2007 en Vicam, Sonora, en el territorio de la tribu yaqui. La cátedra celebrará sus sesiones en distintos puntos de la América originaria en todo el continente. Su primera sesión se llevará a cabo los próximos 17 y 18 de agosto en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.En esos días las organizaciones presentes se reunirán aparte para proponer, con una convocatoria más amplia aún,
el relanzamiento del Congreso Nacional Indígena en México y hacer un llamado conjunto a los pueblos originarios del continente para reanudar nuestros encuentros.
Como muestra de que el EZLN y el CNI están dispuestos a actuar está el comunicado conjunto en defensa del pueblo yaqui. Esta reactivación era esperada y necesaria. Ya desde diciembre de 2012 se había anunciado y hoy se concreta. Queda claro que en estos años los movimientos han avanzado y acumulado fuerza propia, por lo que se requerirá de una sólida voluntad política de unidad para lograr un relanzamiento organizativo que recupere el principio fundador del CNI en el sentido de que el congreso lo es cuando está reunido y fuera de ello se respeta la autonomía de las organizaciones. Si se logra que en realidad se amplíe el grupo convocante de la cátedra Tata Juan Chávez Alonso se habrá dado un enorme paso que preparará las condiciones para que el movimiento indígena se articule a futuro, con el mismo nivel de autonomía, a otros frentes de lucha social también emblemáticos como el de la CNTE y el SME, por ejemplo.
Ninguno de ellos por sí solo conjuntará la fuerza que se requiere para detener la embestida neoliberal y construir otro proyecto. Hay razones suficientes para sustentar la esperanza y la imprescindible unidad.
(Tomado de la página de La Jornada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario