José Ángel Garrido Pérez
Argenpress
Adital
Introducción
Los docentes se aprestan, próximamente, a iniciar un nuevo ciclo de grandes batallas en el campo educativo. Sin embargo, en nuestro país se encuentran con una adicional e inédita desventaja: como la ministra de Educación no es educadora, sino comunicadora social, esta ha recurrido a sus contactos y conexiones mediáticas, ya potenciadas por el cargo que ostenta y el Gobierno empresarial del que forma parte, para dar mayor profundidad a una labor que las administraciones anteriores ya habían iniciado: el debilitamiento de las luchas docentes a partir del desprestigio, anulación, división, cooptación, soborno e incluso amedrentamiento y chantaje tanto de la dirigencia como de muchos educadores a los que la necesidad ha terminado por alienar, pues este se trata de un Gobierno y una administración educativa que opera bajo la lógica de que no existe nadie que no tenga precio o bien que no tenga pata de la que cojee, para servir de chivo de extorsión.
La calumnia, el epíteto insultante, el irrespeto y la diatriba se han convertido en arma de las autoridades educativas para sembrar las dudas, entre los padres de familia, con respecto a la honorabilidad y entrega de los docentes en el ejercicio de su profesión.
Para el Ministerio de Educación de Panamá el buen docente es el que se adapta dócilmente al sistema, no el que lo pone en duda. Los premios para los mejor adaptados no se hacen esperar: aumentos salariales para los "excelentes” seleccionados para las "escuelas de excelencia”; concursos espectaculares para las "estrellas” que mejor se adapten y operen dentro del sistema educativo; eventos académicos que dejan en el camino la toga académica para trocarla por el disfraz de arlequín y que abandonan la solemnidad para reemplazarla por la espectacularidad. Porque estamos en un gobierno "espectacular”, bien por sus escándalos, bien por su programa de embrute-entretenimiento, bien porque con frecuencia necesita distraer a la gente, bien porque la acosan y la atormentan con fallas programadas del sistema (como la del Metrobús, que es un monopolio aprobado por el gabinete de Martinelli de cuya responsabilidad ahora quiere, hipócritamente, dárselas de inocente, o como la del alto costo de la canasta básica, que ellos pretenden afirmar que se nivela con los aumentos del salario mínimo que solo han servido para que la gente, en su necesidad, llene las cajas de los supermercados y farmacias) para poder abusar a sus anchas de las arcas del Estado. Tanto nos hemos acostumbrado a esto que ya, al menos en el centro (salvo Colón) las personas parecen más dóciles, toleran con facilidad el abuso y no se escandalizan de que el más inepto de los gobiernos de los últimos 25 años haya perdido, al menos en determinado momento de forma absoluta y evidente, la jurisdicción real sobre las provincias de Colón, Bocas del Toro y sobre la Comarca Ngäbe-Buglé, hecho que, en cualquier otro país, se verifica producto de una guerra civil.
La estrategia del Gobierno y los empresarios
La lógica de la deseducación a la que nos conduce la política gubernamental actual es, por consiguiente, la del embrutecimiento y la alienación; o sea, la de la promoción e imposición de la dócil aceptación del abuso por parte de una masa a la que, cada vez más, pretenden disminuirle sus capacidades críticas. Para ello usan las armas de una supuesta "abundancia”: la redistribución especulativa a partir del crédito traicionero y oneroso; un salario que no crece al mismo ritmo que la inflación; una aparato propagandístico gigantesco dirigido por personas que conocen (ellas sí) los secretos de las ciencias humanas y los usan en función de convertir a la gente en fieles servidores del sistema que los avasalla, precisamente, para sostener la gordura parásita de los que lo utilizan para su enriquecimiento descomunal y, por ello mismo, grosero, obsceno.
Dejan, por lo tanto, el hueso a los trabajadores, para que estos se peleen por roerlo y en ese empeño se diviertan, mientras que, al otro lado, los que mueven las piezas de esta vergüenza se regodean ante estos espectáculos bochornosos y se pudren de adiposidad. Ello explica (aunque no es eso lo último ni lo único que entre en juego) que amplios sectores de resistencia terminen subyugados, ora por compra, ora por amenazas, ora por el tábano de la infiltración; que miles de personas olviden la tragedia diaria y engrosen las filas de partidos que una y otra vez demuestran ser verdaderas universidades de la traición; también explica la atomización de la resistencia consecuente que, dividida, carece de la fuerza necesaria para enfrentar los embates de quienes, de forma muy consciente, se empeñan en mantenerla así para que no haga sombra ni presente valladar alguno a sus planes de dominación y atropello.
Derrotado en las comarcas y entre los campesinos bocatoreños, la experiencia de Colón hizo que el Gobierno panameño aumentara sus esfuerzos para quebrar movimientos sociales que se oponen a sus designios. Sabe que son estos, y no los políticos, los enemigos a batir. Lo saben así, por la sencilla razón de que con los políticos, sobre todo si son de los llamados "partidos burgueses” siempre podrán transar, y de hecho lo hacen con muchos de ellos y no cesan de intentar hacerlo con otros. La experiencia reciente demuestra que allí donde tales partidos han penetrado movimientos sociales los han, o cooptado o anulado o destruido. Queden como ejemplo de ello organizaciones que, erróneamente, han optado por dejar paso libre a la política electoral para sancionar con ello un sistema caduco y discriminatorio como si aún no hubieran aprendido la lección de que la organización social movilizada y militante es la que ha arrancado al Gobierno fascistoide sus principales derrotas.
No han aprendido la lección de la inutilidad de transar con un poder que no cree ni respeta transacciones, pero lo hacen en la inteligencia de que peor les sería que el ascenso social les arrebatara más liderazgo político y con ello la capacidad de "transar” y, por lo tanto, de traicionar las razones profundas de su formación para así entregarse a la obediencia al sistema y al dominio de una clase sobre otra. La evidencia actual es clara: la lucha social en Panamá, por primera vez en la historia, es dirigida por la antigua periferia, que ahora ha cobrado papel central en las luchas y se empeña, acertadamente, en mantener su independencia frente a los galanteos y amenazas del sistema político-económico. El principal fruto de ello es la Alianza Estratégica Nacional, la más importante organización social del momento, nucleada alrededor de los tres principales poderes de lucha social de los últimos cinco años: los indígenas gnäbe-buglé, los obreros y campesinos de Bocas del Toro y los movimientos sociales de Colón. Todos bajo la coordinación y liderazgo de la dirigente social más prestigiosa del país: Silvia Carrera, cacica general de la Comarca Gnäbe-Buglé. Por lo tanto, no extraña la estrategia gubernamental de alentar las candidaturas políticas (aunque no sean de su partido) y, por el contrario, reprimir duramente los movimientos sociales, pues saben bien dónde está, en realidad, la verdadera amenaza contra su dominio.
El Gobierno y los empresarios enfilan sus cañones hacia los docentes
Ante este avance de la lucha social y el retroceso de la ascendencia y el dominio político efectivo de la clase dominante, basado en la llamada "democracia representativa”, queda, tanto a gobernantes como a sus adláteres de clase (aunque nominalmente se les presenten como opositores) enfilar sus fuerzas contra este monstruo que los amenaza y se les desarrolla en las narices. Su plan lleva un doble propósito: enfilar y pacificar a los docentes a través de la abyección inducida u obligada y, tras ello, imponer a sus anchas un programa "educativo” que tienda a la deshumanización y al amaestramiento antes que a la formación.
Esta imposición del programa deviene natural, pues no pueden esperar los empresarios (internos y externos) y los gobiernos a su servicio que los docentes, formados en una tradición integralista y de conocimiento totalizante, acepten de buenas a primeras el dictamen que les imponen las necesidades del mercado (por cierto caduco y, por ende, desesperado en tratar de embrutecer más a las masas para aumentar sus ganancias) con el fin de que hiperespecialicen y automaticen a los estudiantes para que se pongan al servicio del sistema sin cuestionarlo. Así, esperan que el docente acepte y se adapte a reformas al currículo que eliminan las materias que, precisamente, tratan estimular la capacidad crítica y la proposición razonada, al mismo tiempo que privilegian la hiperformación en materias consideradas útiles para entrar a formar parte del "mundo competitivo” en el cual el darwinismo social reemplace cualquier criterio de solidaridad. La educación en el mundo, y con él en Panamá, ha tendido a descentralizarse para dejar su responsabilidad a la iniciativa privada, y cuando esta es insuficiente para satisfacer las necesidades de mano de obra especializada, entonces se recurre al Estado para que llene los baches con reformas impuestas al currículo y "escuelas de excelencia”.
Como se ve, los empresarios exigen autómatas eficientes, pero no quieren gastar en ello ni una blanca, y pretenden así "socializar las pérdidas y privatizar las ganancias” que conlleva este equívoco enfoque educativo.
Los estrategas educativos del Ministerio parecen no haberse percatado de que este esquema educativo va en retroceso franco y llano. Su principal modelo, el chileno, cada vez cede más al embate de la realidad que la resistencia popular les impone; y al contrario, la calidad educativa, medida con criterios de universalidad y humanismo, y de capacidad crítica-propositiva, ha ganado terreno en los principales países de Latinoamérica, a despecho incluso de quienes creyeron que el enfoque "por competencias” y "neoliberal” era el que imponían las circunstancias marcadas por el "fin de la historia”. Resulta que la tendencia es a la inevitable multipolaridad, a la disminución del consumo en virtud de la crisis y, por ende, al establecimiento de una lógica económica diferente en la que el dinero representará un rol mucho menos importante que en la actualidad. Panamá construye ahora una ampliación en su vía interoceánica cuando lo que debería estar haciendo es prepararse para un mundo que requerirá muchas menos mercancías y, por consiguiente, menos viajes y menos superbarcos.
Luego, otros aspectos de la economía deberán desarrollarse y otra lógica económica también, pues la disminución de las compras por la depresión del consumo dará mayor importancia al trabajo no remunerado que es tan indispensable para sostener la economía dineraria y tan menospreciado por esta, al ahorro y cuido de materias primas. Pero la riqueza que no se mide en términos monetarios es inconcebible para la oligarquía colonizada criolla, especialmente pro-estadounidense; mientras que otra oligarquía, más avanzada, empieza a prepararse para el mundo multipolar y para nuevos esquemas de explotación de la gente y de los recursos naturales.
En medio de todo esto, la docencia, que detecta que, en sus estertores, el sistema decadente busca, de cualquier modo, la deshumanización e hiperespecialización del individuo, su desvinculación de la sociedad y de su responsabilidad con el entorno, se apresta a librar la batalla para defender la educación integral, crítica, proactiva y propositiva, que rompa el esquema-mundo y que se oriente hacia una teleología de justicia social y de exaltación del ser humano en relación armónica con su entorno. Ninguno de estos elementos es simpático para la burguesía y para el gobierno que la representa, mucho menos para los prepotentes organismos internacionales como el Banco Mundial y el FMI que son los que han impuesto el esquema educativo "por competencias”, con los desastrosos resultados que ya pueden verse y a los que, necia y suicidamente, se aferran sus codiciosos defensores.
En modo alguno puede afirmarse que todos los docentes lo vean claro. Quizás lo han palpado directamente los dedicados a las materias humanísticas, que han visto cómo se menosprecia su preparación y se sacrifica su aporte educativo para amaestrar estudiantes con materias hiper-concentradas en la técnica adecuada para la acumulación de capital por parte de otros (no de ellos, por cierto); no para estimular su formación como personas ni mucho menos para que cobren conciencia de las contradicciones de su sociedad y su cultura ni para proponer maneras de superar tales contradicciones.
Sin embargo, los gremios docentes, tan atropellados en su prestigio y en su capacidad de lucha por una campaña sistemática de calumnias y de divisiones, se debaten ahora en conflictos en los que se entremezclan sus justificadas aspiraciones salariales con sus preocupaciones académicas y para el proceso didáctico. La dirigencia docente más combativa y preparada sin duda tiene conciencia de la trampa que, a diario, le tienden las autoridades educativas aprovechando esta deleznable dicotomía provocada a propósito para desalentar sus iniciativas. Ello es lo que hace, entre otras cosas, que algunos métodos tradicionales de resistencia, como las marchas y las huelgas, sean tan impopulares, pues enseguida los medios, al servicio de los empresarios y el Gobierno, se hacen eco de los ataques acerbos contra la lucha docente en las calles y los convierten a ellos (y no a los que provocan la situación de resistencia) en victimarios del aprendizaje de los estudiantes.
Un nuevo aporte para la lucha
Sin renunciar a todos los mecanismos legítimos que la participación histórica en la vida social ha dado a los docentes, podría evaluarse una nueva opción: la Desobediencia Curricular. Consiste en empeñar la fuerza que aún queda a los gremios en denunciar los contenidos del currículo y promover, de forma organizada, la enseñanza de un currículo paralelo, que busque la humanización y socialización del individuo para de este modo estimular su formación como persona, a través de un enfoque educativo que lo oriente a la libertad y a la solidaridad en atención al estímulo de sus capacidades críticas, creativas y propositivas.
Afortunadamente, para los gremios docentes, muchísimos son sus profesionales con capacidad y preparación académica, y con la necesaria experiencia en el campo educativo, para elaborar currículos que sirvan de insumo a este nuevo enfoque estratégico, el cual se basa, justamente, en una teleología de la integralidad, la libertad, la solidaridad y el cambio antes que la adaptación. En suma, en la humanización. La estrategia ha de estar enfocada a asistir a clases con la disposición de despertar en el estudiantado la conciencia crítica, fomentar la discusión sobre el sistema, poner en duda sus propósitos, auscultar sus objetivos; también incluye establecer un programa de concienciación de los padres de familia con respecto a la importancia que significa, para ellos y para sus hijos, de hacer todo lo posible por ayudarlos a que se formen un criterio propio, una personalidad propia, y no que actúen según el criterio y el molde que ya ha sido pre-fabricado para ellos.
Las materias humanísticas deberán recuperar y más bien afianzar su rol liberalizante, crítico, creativo; las artes y la literatura deberán figurar en rango similar a las ciencias y las técnicas y la formación primaria y secundaria deberá producir primero seres humanos antes que proto-empleados para las empresas que, cada vez más ávidas, requieren personal competitivo formado totalmente o parcialmente, que ayude a sus ventas.
Si la organización de la lucha docente incluye un programa de reforma y aplicación de un nuevo currículo, debidamente concienciado entre los estudiantes y los padres de familia, la estrategia de los empresarios y los ministerios siempre parecerá impositiva, tendiente a satisfacer los fines del enriquecimiento antes que los de la persona, y en ello los medios al servicio de los poderosos, muy probablemente revelen su verdadera naturaleza y sean ellos, por su propia acción, los que se desacrediten.
La formación de una nueva lógica de la economía debe pasar primero por las aulas. Hay que darle a los empresarios y agentes del imperialismo decadente, deshumanizante y codicioso que pugna por sobrevivir basándose en el embrutecimiento de la sociedad, el claro mensaje de que la docencia tiene capacidad para poner en jaque sus designios. Está visto que a ellos no les duele pagar a los docentes un poco "más” (total que de eso se encarga el Estado y de cualquier modo, si tienen que hacerlo ellos mismos, lo recuperan a través de la inflación), con tal de que lo que enseñen sea el nuevo currículo que les han dictado los "especialistas” que quieren embrutecer a la gente para aumentar sus ventas. Por eso es que es tan crucial pegarles en el verdadero corazón de sus propósitos, y este corazón es el currículo. La enseñanza, con un nuevo enfoque, es el arma más poderosa con la que cuentan los docentes. Llegó el momento de usarla.
José Ángel Garrido Pérez es Miembro del Movimiento Popular Unificado de Panamá (MPU) , posee Licenciatura en Español-UP, Diplomado en Comunicación Social-ULATINA Maestría en Docencia Universitaria-USMA, Miembro del Círculo de Educadores Janeth Muñoz.
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