Wooldy Edson Louidor
Coordinador Regional Incidencia y
Comunicación para Haití - Servicio Jesuita a Refugiados para
Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC)
Adital
Ayer 14 de mayo del 2013, la administración política del presidente haitiano Michel Martelly cumplió dos años en el poder. Mientras tanto, el pueblo se sigue debatiendo entre la desesperación por sus inhumanas condiciones de vida y la esperanza cada vez más remota de ver surgir un nuevo país reconstruido.
Mientras que se agravan los problemas socio-económicos tales como la inseguridad alimentaria, la falta de educación, empleo y vivienda digna y segura, por citar sólo algunos, los discursos políticos con sabor a campaña electoral anticipada invaden la atmósfera del país.
Preparativos para las próximas elecciones parlamentarias, municipales y locales
Los partidos y personalidades políticos, incluso el mismo presidente, se concentran ya en las próximas elecciones parlamentarias, municipales y locales, que serán organizadas este año por el Colegio Transicional del Consejo Electoral Permanente (CTCEP), cuyos nueve miembros se posesionaron el pasado 19 de abril.
Desde su instalación oficial, el organismo electoral ha estado preparando el presupuesto (el de las elecciones pasadas costaron 29 millones de dólares americanos) para buscar financiamiento, así como el calendario electoral para realizar las elecciones antes de finalizar el año.
¿Dónde está la prioridad del Estado haitiano?
Para algunos analistas e incluso para gran parte del pueblo, se evidencia claramente dónde está la prioridad del Estado haitiano y de los políticos de este país. Si no, ¿cómo explicar el apuro por organizar las elecciones y la indiferencia ante los problemas que aquejan a la población?
Las diferentes protestas pacíficas realizadas por sectores del país, así como los informes de organizaciones internacionales de derechos humanos y de organismos de la sociedad civil haitiana muestran con elocuencia la necesidad de aportar una solución urgente a ciertos problemas que se agravaron en Haití, luego del terremoto del 12 de enero de 2010.
En un informe titulado Nulle part où aller (Sin ningún lugar adónde ir, en español,) y publicado el pasado 17 de abril, Amnistía Internacional denuncia la situación de 16.104 familias desplazadas que fueron expulsadas violentamente (de enero de 2010 a marzo de 2013) de los campamentos ubicados en terrenos públicos o privados sin tener acceso a ningún recurso ni a una solución de relocalización. (Ver http://www.amnesty.fr/sites/default/files/Nulle_part_o%C3%B9_aller_Expulsions_forc%C3%A9es_dans_les_camps_d_Ha%C3%AFti.pdf)
"Amnistía Internacional escribió una carta al presidente de la República, Michel Martelly, al Primer Ministro Laurent Lamothe, a la Oficina del Protector del Ciudadano, al Alcalde de Puerto Príncipe y al de Delmas, para solicitarles un encuentro. Sin embargo, esas solicitudes fueron negadas o simplemente se quedaron sin respuesta”, deploró la organización en el mismo informe.
Con respecto a la inseguridad alimentaria, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA por su sigla en inglés) sonó la alarma en un informe publicado a comienzos del mes pasado. Ver http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/Haiti%20Bulletin%20humanitaire%2029%2C%20avril%202013.pdf
1.5 millones de haitianos están sufriendo de la inseguridad alimentaria "severa”, mientras que cerca de 82.000 niños menores de cinco años están en situación de desnutrición, según esa agencia de la ONU. El hambre se ha agravado en Haití, debido principalmente al impacto devastador de los huracanes, tormentas tropicales y otros fenómenos de esta naturaleza sobre la endeble agricultura de un país tan vulnerable.
Ante este grave problema, la actual administración política no ha dado una respuesta concreta. Hasta ahora las medidas que ha anunciado para enfrentar el hambre, por ejemplo la compra de productos alimentarios locales por parte del Estado para distribuir a la población más vulnerable, se quedan a nivel de propuesta, programa y "propaganda gubernamental”, según algunos analistas.
Las tasas altas de desempleo se incrementaron también en el país, afectando principalmente a los jóvenes. Más de la mitad de la población haitiana son jóvenes menores de 21 años. Las políticas públicas implementadas por la actual administración no han logrado incentivar ofertas de empleo ni brindar a los jóvenes las competencias adecuadas para acceder al mercado laboral existente.
De allí que cada vez más jóvenes haitianos intentan huir del país en busca de oportunidades de estudio y empleo en otros países. Las redes de tráfico de migrantes aprovechan con toda impunidad esta situación para ofrecer a los jóvenes, muchas veces con el consentimiento de sus propios padres, falsas promesas de estudio y trabajo en Sud América, por ejemplo.
¿Para qué más elecciones?
Ante este panorama desolador y desesperanzador, el pueblo haitiano sigue viviendo y resistiendo en los campamentos, en los cinturones de miseria en las grandes urbes y en el campo, cada vez más despoblado, con la esperanza cada vez más remota de ver reconstruir su país, mientras los políticos y el Estado se ponen a preparar las próximas elecciones.
¿Para qué más elecciones, con resultados tan pobres que dan nuestro presidente y otros representantes elegidos por el pobre?, podría preguntar algún haitiano escéptico. "Para evitar una posible crisis política”, le responderían los miembros del actual Colegio Transicional del Consejo Electoral Permanente (CTCEP). Es el precio de la democracia, irónicamente.
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