Antes que músico se considera un guerrero que tiene una misión: hablar de África, de sus heridas, de su historia, del pasado, de la esclavitud, convencido de que el mundo desconoce la realidad.
No podría vivir afuera de su país natal porque extrañaría la solidaridad y el sol brillando en el mar, según expresa, pero tuvo que despedirse de Costa de Marfil. Hoy presenta su reggae por primera vez en Montevideo, en el escenario de La Trastienda, dentro del mes de la francofonía, un ciclo que cuenta con el apoyo de las embajadas de Francia, Canadá y Suiza, de la Alianza Francesa y del Instituto Francés.
Desde la publicación de su primer álbum en 1996, Mangercratie, se impuso con el lenguaje de las calles de Abidjan, con letras de fuerte contenido político, que al mismo tiempo reafirman la riqueza cultural africana, extendida por el planeta y también su unidad.
Cada día se ve un poco más apartado y distanciado del curso de la globalización. En L`Africain se plantea desde el doloroso tema de la inmigración (con Africain a París, una versión libre de Englishman in New York de Sting), la implicación de sus hermanos de gueto en conflictos ajenos desde Irak a Somalia, hasta la división entre la modernidad y la tradición de sus coterráneos.
Hay rastros de tristeza en la voz de este artista. Pero es portador de una actitud esperanzadora. En 2010 publicó African revolution dedicada a la juventud de su país. "Si queremos que nuestros niños vivan en una África mejor de la que conocemos, todo depende de nosotros", subraya.
Este disco -el décimo de su carrera- es para atraer la atención de la juventud sobre el destino del continente. Y Jah Fakoly lo canta en inglés, en francés y en bamankan, con un estilo que continúa la tradición de Peter Tosh y Bob Marley. "Es la voz de los sin voz", así se considera. Al día de hoy, el artista no sabe exactamente quién intentó matarlo pero irse de Costa de Marfil fue lo mejor. Un amigo suyo, actor de teatro, insistió en quedarse y su cuerpo fue hallado poco tiempo después.
Según narra, en esa época el régimen de Gbagbo había instaurado "los escuadrones de la muerte", que tenían una lista en la que supuestamente estaba su nombre y fue alertado. "Yo soy un artista comprometido", repite incansable, subrayando que para él la mayor incoherencia es que África albergue a la población más pobre, siendo uno de los continentes más ricos del mundo.
Pero Jah Fakoly no se agota en las palabras. También lidera una asociación llamada Un recital, una escuela, que construye centros educativos y ya va por el quinto. Esa es su forma de luchar contra el analfabetismo y la pobreza.
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