Europa mostraba su preocupación este lunes ante el avance de la extrema derecha francesa, que registró un resultado histórico en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y confirmó una tendencia en varios países de la región en este periodo de crisis.
La canciller alemana Angela Merkel consideró que "el avance" del Frente Nacional (FN) francés, que mantiene una actitud muy euroescéptica, es "preocupante", declaró un portavoz del gobierno en Berlín.
En Luxemburgo, donde se celebraba una reunión de ministros europeos de Relaciones Exteriores, abundaron los comentarios.
El responsable de la diplomacia de Luxemburgo, Jean Asselborn, acusó al presidente francés, Nicolas Sarkozy, de ser en parte responsable del éxito del FN, por su decisión de haber querido hacer campaña sobre las fronteras europeas, a las que calificó de demasiado porosas, sobre el restablecimiento de los controles fronterizos en el espacio Schengen (que establece la libre circulación de personas) para controlar la inmigración o sobre las preferencias dadas a las empresas europeas.
"Si se repite todos los días que se debe cambiar Schengen, que se debe tener una política de inmigración fuerte, que se debe hablar de la excepción francesa y todo lo demás, eso significa alimentar al FN", estimó Asselborn, que es socialista.
El ministro danés de Relaciones Exteriores, Villy Sovndal, también socialista, cuyo país ostenta la presidencia de la Unión Europea (UE) este semestre, consideró que el resultado de las elecciones del domingo en Francia era "extremadamente preocupante".
"Estoy nervioso por ese sentimiento que vemos contra las sociedades abiertas, contra una Europa abierta. Me preocupa y no solamente en el caso de Francia", corroboró el ministro sueco de Relaciones Exteriores, Carl Bildt.
Los Demócratas de Suecia (SD), partido heredero de una antigua formación neonazi, entraron recientemente en el Parlamento. En Holanda, el partido de ultraderecha de Geert Wilders, con una ideología antimusulmana y antieuropea, consiguió hundir al gobierno de Mark Rutte, al oponerse rotundamente a los dictados de Bruselas sobre una reducción del déficit público en su país.
La extrema derecha también es muy fuerte en Austria, Finlandia, Dinamarca, Suiza o Hungría.
Según el ministro austriaco de Relaciones Exteriores, Michael Spindelegger, el "impresionante" resultado de Marine Le Pen apela a la reflexión. Para el responsable de la diplomacia belga, Didier Reynders, hay que estar "muy atentos" a estos pasos de gigante de la extrema derecha que son "siempre un tema de nerviosismo en Europa".
Según los resultados prácticamente definitivos, la candidata de extrema derecha francesa Marine Le Pen quedó tercera en la primera vuelta de las elecciones presidenciales con un 18,01% de los votos. En cantidad de sufragios, la líder del FN consiguió cerca de 6,5 millones de votos, un resultado récord para su formación, muy crítica hacia la UE.
El FN, que será una especie de árbitro en la segunda vuelta, apuesta por un referéndum sobre una salida del euro y quiere volver a situar a las naciones por encima de Europa, con una ley francesa superior al derecho europeo. Este euroescepticismo también late en la izquierda radical de Jean Luc Melenchon, que obtuvo un 11,13% de los votos.
"El Frente Nacional quiere decir adiós al euro y a Europa, y tanto para Francia como para Europa, esto implica entrar por un mal camino", estimó Asselborn.
Independientemente de quién se proclame vencedor el próximo 6 de mayo en Francia, las instituciones europeas y diversos países de la región esperan que la retórica de la campaña electoral, a menudo muy crítica hacia la UE, suavice el tono en los próximos días. Sobre Schengen y la política comercial en el caso de Nicolas Sarkozy, sobre el pacto presupuestario o la disciplina en materia de déficit en el caso de Hollande, y sobre el estatuto del Banco Central Europeo (BCE) en el caso de ambos.
"Europa se convirtió una vez más en el chivo expiatorio", lamentó un funcionario del bloque regional.
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