Victoria Ruiz es una defensora transgénero y es escritora para la revista LGBT en español, Adelante Magazine. Ella también trabaja con la organización latina y no lucrativa, Bienestar, llevando a cabo grupos de apoyo y intervención educativa para latinas transgénero. Para conmemorar el Día de la Memoria Transgénero, Victoria nos cuenta la experiencia que ella y su amiga vivieron como inmigrantes transgénero en Los Ángeles.
¿Qué tal? les saluda Victoria Ruiz, y soy una mujer transgénero mexicana, quien reside en California.
Como cada Noviembre, observamos el Día de la Memoria Transgénero, un día en que recordamos y honramos a quienes perdieron la vida por la violencia anti-transgénero. En este día también reflexionamos acerca de nuestras experiencias como personas transgénero. Yo me recuerdo cómo mi familia reaccionó cuando decidí abrir mis sentimientos a la gente más cercana a mí. Me recuerdo cómo es sentir desafiarle a la sociedad que solo acepta lo Azul o lo Rosa, no dándole la oportunidad a la diversidad. Y me recuerdo haberme dedicado en cuerpo y alma a cambiar el físico que se me dio al nacer.
Hoy miro mi vida a través del tiempo, ¿cómo han pasado los años? Parece que fue ayer cuando una tarde, a los 16 años, decidí venirme a los Estados Unidos junto a mi amiga desde la secundaria, Yina Jiménez, que en ese entonces tenía 19 años. Vivíamos cada una con sus respectivas familias. Debido a que se empeñaban en hacernos creer que lo que sentíamos era algo malo y no aceptado por la sociedad, nos vimos obligadas de huir de nuestro México.
Cuando llegamos a la frontera con California veníamos muy tristes y decepcionadas de la vida por no tener el cariño y aceptación de nuestras familias. Pero eso sí, traíamos toneladas de ganas de salir adelante y demostrarnos que estamos capacitadas para lograr cualquier sueño que nos propusiéramos. En vista de la discriminación y rechazo que existe en la sociedad (desde el empleo a la vivienda y al gobierno) contra la comunidad transgénero, estábamos conscientes que teníamos que trabajar el triple de tiempo y esfuerzo. Así llegamos a Hollywood: con muchas ilusiones y apoyándonos una con la otra pues solo nos teníamos a nosotras.
Desde que llegue a este país, me propuse salir adelante y me he partido la cara realizando diversos trabajos para sobrevivir en una sociedad difícil. Empecé trabajando en un Mc Donald’s y en una escuela primaria en MacArthur Park, un sector inmigrante en Los Ángeles. En fin, yo pude lograr hacer la diferencia. Pero lastimosamente, la realidad que vive muchas chicas transgénero es de tener que recurrir a trabajos como el trabajo sexual y la venta de drogas para sobrevivir por no tener opciones para irla pasando. Desafortunadamente a mi amiga Yina, le ganó la desesperación por salir adelante. Así conoció a un tipo que la embaucó y se la llevó al extranjero, donde por medio de cartas me enteré que la obligó a hacer el trabajo sexual, la envició a todo tipo de drogas; y finalmente, donde ella murió en manos de ese hombre que se aprovechó de una mujer necesitada de cariño, protección y oportunidades.
No es misterio ni novedad para nadie darse cuenta que aunque la comunidad transgénero ha dado algunos avances, aún nos quedan muchos kilómetros que recorrer para lograr la igualdad plena. Para cambiar las leyes y para frenar las muchas tragedias que embargan a nuestra comunidad trans, necesitamos cambiar las maneras de pensar, de visualizarnos y sobre todo de tratarnos, ya que nuestra gente no está educada, ni sensibilizada para tratarnos ni para aceptarnos con respeto y dignidad.
Hoy mis rezos van por todas aquellas chicas que como Yina, mi amiga, han sido víctimas de personas que no han sabido respetarles su derecho a vivir plenamente.
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