Por Ernesto Wong Maestre
Las fuerzas populares para la búsqueda de la independencia económica y consolidación de la independencia política que ejercen gobierno en los países que integran la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC por sus siglas en inglés) han dado pasos de gran significación en su corta historia de vida, como este recién debatido en Luango, Angola, de crear un Parlamento Regional (1), hacia sus principales objetivos en materia de desarrollo integral de sus países multiétnicos.
La idea no resulta extraña al ser africano, para quien la labor parlamentaria resulta muy necesaria, precisamente por ser tan consustancial con la cultura política africana, afincada en las tradiciones más sólidas de las etnias del continente que el sistema colonial no pudo eliminar. En las tribus y clanes africanos en la actualidad, existentes en más del 70% del territorio continental e insular, las figuras de la asamblea o consejo de ancianos o consejos de tribus o clanes, sobrevivieron a la desestructuración impulsada por los colonialistas que implantaron su sistema de dominación total durante casi un siglo.
La cultura, decía el líder del PAIG (Partido para la Independencia de Guinea Bissau y Cabo Verde), Amilcar Cabral, es el bastión de los africanos que ha permitido resistir el embate colonial y alcanzar la independencia.
Esta Comunidad, de 264 millones 401 mil habitantes e integrada por Suráfrica, Botswana, República Democrática del Congo, Lesotho, Madagascar, Malawi, Mauricio, Mozambique, Namibia, Suazilandia, Tanzania, Zambia, Zimbabwe y Angola, que ocupan 9 millones 864 mil 943 km2 (un tercio del continente), fue creada en 1997 en Namibia donde gobierna desde 1991 el partido de la SWAPO (Organización del Pueblo del África del Sudoeste) que dirigió la lucha por la independencia y se enfrentó a los entonces gobiernos racistas de Suráfrica.
Ese país del cono sur, rico en minerales y diamantes, fue el último de los países de África que se liberó del yugo colonial con el apoyo internacional de Angola y Cuba, y las experiencias de los líderes de la SWAPO, de sus oficiales y combatientes, unidas a la exitosa gestión social y económica de gobierno, sin dudas, comienzan a ejercer influencia en la región.
Igualmente sucede con la influencia que ejerce Angola en el cono sur africano, luego de que concluyó la guerra civil con la muerte del jefe guerrillero opositor Jonas Savimbi en 2002 y las tropas de su UNITA se integraron a la vida nacional conservando su predominio en la zona geográfica donde su etnia vivió durante siglos y aceptando la Constitución Nacional elaborada por el MPLA (Movimiento para la Liberación de Angola), partido de gobierno, y aprobada en la Asamblea Nacional del país.
Hoy Angola exhibe el mejor crecimiento económico de su continente, sostenido durante más de siete años. Su petróleo lo ha convertido en la punta de lanza de su estrategia económica con modestas capacidades para las inversiones externas y desde el 2010 ha comenzado a realizarlas. Mientras, en el plano interno el MPLA eleva su caudal de votos e incrementa su fuerza en el Parlamento Nacional así como en los cargos de los niveles de base.
En la SADC ejerce también una considerable influencia los líderes surafricanos quienes gobiernan el país más potente del continente desde que el histórico lìder del ANC (Congreso Nacional Africano) y anticolonialista Nelson Mandela ganó las elecciones presidenciales en 1994 y gobernó hasta 1999 a Suráfrica, para luego sucederle otro de los lìderes del ANC, Tabo Mbeki, entre 1999 y 2010, y ahora desempeñar la presidencia Jacobo Zuma, también de reconocida trayectoria política dentro del ANC y único líder africano que toma parte del potente e intercontinental grupo BRICS integrado por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica.
La presencia de la República Democrática del Congo, capital Kinshasa, en la SADC, con su presidente Joseph Kabila, destacado combatiente anticolonialista e hijo del legendario Laurent Kabila que lideró la lucha armada contra el dictador congolés Mobutu Seseko, aún con innumerables problemas por resolver, es un factor que contribuye a elevar las capacidades materiales y militares de la SADC, en función más de sus pueblos que de las transnacionales depredadoras que aún disponen de mucho poderío en el ese país y en el continente. Fueron las principales potencias de la SADC el factor decisivo para poner fin a la llamada 2da Guerra del Congo que causó considerables daños en la cuenca congolesa. Tanto Kabila como la SADC lo tienen siempre presente.
En el extremo suroriental del continente actúa con cierta potencia dentro de la SADC, Mozambique, con Armando Guebuza, presidente del país y líder del partido de gobierno FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique), compañero de batallas de los luchadores por la independencia mozambicana Samora Machel y Joaquín Chissano, quienes se desempeñaron como presidentes de la República. Guebuza ha dado pasos muy sólidos, en el contexto de la galopante globalización, en el enrumbamiento político y económico del país austral, donde siglos atrás se asentó uno de los más potentes reinos africanos como lo fue Monomotapa.
Con menor influencia económica pero con una fuerte carga moral y política, el presidente de Zimbabwe (antes Rhodesia del Sur) y también histórico líder anticolonial, Robert Mugabe, ejerce una influencia considerable en la SADC a la hora de la toma de decisiones estratégicas. Mugabe, quien ha sido víctima de las más crueles presiones neocolonialistas del Reino Unido para detener el proceso de independencia económica zimbawano, ha recibido la solidaridad activa de Angola, Congo Kinshasa (RDC), Namibia, Suráfrica y Mozambique, los cinco más potentes que junto a Zimbabwe definen las perspectivas económicas, financieras, políticas y militares de la SADC.
Esos seis países representan unos 169 millones de personas y casi 7 millones de kms2 con un Producto Interno Bruto (PIB) casi 5 veces mayor que los ocho restantes países y un PIB per cápita promedio entre los seis que duplica el promedio de los ocho restantes. Sus ejércitos de tierra, mar y aire tienen 329.597 efectivos, casi 4,5 veces más la cifra de los 8 restantes, organizados a partir de la premisa fundamental de defender la patria y las conquistas sociales. La mayoría de esos efectivos, y sobre todo su cuerpo de oficiales, tienen una larga experiencia en guerra de guerrillas y guerra regular como es el caso de los angolanos, namibios, congoleses y surafricanos.
Sobre todo, esos seis países poseen tres características comunes que marcan sus historias y sus presentes. Una de ellas es que accedieron a la independencia luego de desarrollar diversos tipos de luchas contra las fuerzas coloniales, desde la lucha armada y sindical hasta la resistencia civil y la conspiración desde los movimientos religiosos u organizaciones políticas y sociales.
Otra característica común es que durante toda su vida independiente y antes de ella, contaron con un partido político hegemónico que pudo unir fuerzas y canalizar las expectativas de la población una vez en el poder, con altas y bajas, como ocurre con todo país que fue colonizado cruelmente por las potencias europeas.
Y una tercera, muy significativa para África, es que los líderes que dirigieron las luchas en esos cinco países, estén vivos o no, gozan de gran prestigio ante sus pueblos y su pensamiento es motivo de estudio y su obra de admiración: Agostihno Neto en Angola, Patricio Lumumba en el Congo K, San Nujoma en Namibia, Nelson Mandela en Suráfrica, Samora Machel en Mozambique y Robert Mugabe en Zimbabwe.
La mediterránea Zambia, antes Rhodesia del Norte, con potencialidades económicas de consideración, pero sin aquellas influencias políticas que tuvo su histórico líder Keneth Kaunda en toda África, es de los integrantes del organismo regional que acciona a tono con las mayorías e influida por el poder los cinco grandes de la SADC.
Tanzania, con su posición estratégica en el litoral oriental del continente, tiene un aval reconocido de lucha anticolonialista desde la época del joven político Julius Nyerere quien llevó hasta entrada la década de los 90 las riendas de la independencia de Tanganica y Zanzíbar, unidas en 1964 en lo que hoy se conoce como Tanzania. El país parece haber dejado atrás la inestabilidad política postnyerere de los noventa, y se enrumba por sus propios canales hacia un desarrollo de más integralidad, con sus características étnicas suigéneris en África, de cara al mundo asiático, pues es el país de la SADC menos distante del convulso mundo árabe y también de China, lo que la convierte en un eslabón de entrada de productos chinos hacia África.
El mundo de hoy, con amplia tendencia a la multipolaridad, no está desvinculado del papel que las fuerzas antimperialistas y anticolonialistas desempeñan en sus países y fuera de ellos. La multipolaridad no es resultado de la política de uno u otro país sino consecuencia del agotamiento del sistema imperialista, antes hegemónico, y las contradicciones cada vez más antagónicas que la lógica y estructuras del capital han acelerado en cada rincón donde ejercen su efecto.
Para la SADC, China, gigante asiático y segunda potencia productiva del planeta, es el nuevo potente socio que ideológica y económicamente se identifica más con las necesidades de los pueblos africanos, según han reconocido más de cuarenta presidentes africanos. El comercio con China y las inversiones chinas en los países de la SADC constituyen poderosas palancas para alcanzar sus objetivos quienes abogan por una integración profunda, hasta de promulgar leyes en el órgano parlamentario regional que crearán para aplicarlas en sus países, bajo el principio del respeto a la sagrada soberanía que ejercen los pueblos y sus gobiernos del área.
He ahí una de las claves: la cooperación sin condicionamientos y la solidaridad mutua que pueden darle a África un nuevo aliento e impulso ante un mundo cada vez más convulso pero con una humanidad que no permitirá regresar a los tiempos de la colonización humillante e indigna y una América Latina que marcha a la vanguardia, también apoyando, cooperando y aprendiendo de África.
(1) Reporte de prensa de la oficina de Prensa Latina en Angola del 10/06/11.
(2) Todas las cifras aquí reunidas fueron extraídas o derivadas del website ikuska.com/Africa que se nutre de organismos internacionales de reconocido prestigio.
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