En su libro, "Mädelsache!" (en español, "¡Cosa de mujeres!"), la periodista Röpke analiza el movimiento femenino dentro de la derecha radical en Alemania. "Las mujeres estabilizan el movimiento desde el fondo", constata.
Berlín, Alemania.- Cuando uno piensa en un neonazi, tiene en mente a un hombre rapado, con botas militares y dispuesto a provocar una pelea en cualquier momento. A casi nadie se le ocurre pensar en una mujer. Pero en Alemania hace tiempo que la extrema derecha dejó de ser cosa de hombres.
Todo cambia e igual que los neonazis ya no visten siempre la misma ropa ni van necesariamente rapados, las mujeres no se limitan a ser sus compañeras, sino que en muchas ocasiones, muestran un compromiso político mayor.
"Se puede dar por hecho que el porcentaje de mujeres en la extrema derecha está creciendo", confirma Andrea Röpke, experta en extremismos, durante un encuentro de la fracción parlamentaria de los Verdes en Berlín.
Según ella, al menos uno de cada cinco extremistas de derecha en Alemania es mujer. Sin embargo, de momento no hay cifras al respecto.
"En Berlín y Brandeburgo, la proporción de mujeres es muy, muy alta", asegura. Tanto la capital alemana como el estado federado de Brandeburgo se encuentran en el este del país, una región en la que la extrema derecha es mucho más fuerte.
Sin embargo, también en la occidental Renania del Norte-Westfalia, el "Land" más poblado de Alemania, pueden contarse muchas mujeres.
En su libro, "Mädelsache!" (en español, "¡Cosa de mujeres!"), la periodista Röpke analiza el movimiento femenino dentro de la derecha radical en Alemania. "Las mujeres estabilizan el movimiento desde el fondo", constata.
De hecho, ésa es la razón por la que entran también en el partido neonazi NPD (Partido Nacional de Alemania), defiende. Una mujer puede lograr más fácilmente la aceptación en ese "Land" y cuando ésta se consigue, se lanza a destapar sus verdaderos objetivos políticos.
Astrid Rothe-Beinlichpke, de los Verdes, también considera que "las mujeres pueden ser tan nazis como los hombres".
En su opinión, ellas aparecen con frecuencia como las vecinas simpáticas o las ayudantes serviciales. Organizan campeonatos de fútbol y fiestas infantiles. Son una suerte de políticas locales que se ocupan con frecuencia de temas sociales y ecológicos. Comienzan a lanzar entonces mensajes nacionalistas y siempre en defensa de lo alemán, como "Queremos una alimentación sana para nuestros niños", explica.
Pero pese a que las mujeres ocupan cada vez lugares más importantes dentro del panorama de la extrema derecha germana, son ellas mismas las que siguen propagando la idea de que en realidad es un mundo de hombres y de que las mujeres son las compañeras, buenas madres y amas de casa, apunta en el mismo encuentro Valérie Dubslaff, de la Universidad del Sarre. "Cualquier modelo alternativo se condena".
Un ejemplo de ello es lo ocurrido hace dos años en el estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania, uno de los más aquejados por el problema de la derecha radical.
La política Gitta Schüßler, del NPD, criticó tras las elecciones regionales de 2009 que dos parlamentarias de su partido abandonaran en favor de un candidato masculino. Lo tachó de "escándalo dentro del partido".
Poco después dimitía y era criticada por la directiva del partido por tener "puntos de vista demasiado feministas".
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